Capítulo 18

Queridos compatriotas ingleses:

La arrogancia de la aristocracia no deja de sorprenderme. Quiero que meditéis acerca de la nota que recibí ayer, procedente del Jefe Aviar:

«Milady:

Tengo el enorme placer de comunicarle que el Águila Pescadora ha regresado a Inglaterra y que está a su entera disposición para que lo persiga. Temo que en cuanto lo conozca, ya no querrá saber nada más del resto de miembros de nuestro insignificante club. Como suele suceder con los hombres de mar, acostumbra a volver locas a las mujeres. Si esto llega a pasar, mi corazón llorará la pérdida de su atención. Pero no lamento que por fin pueda averiguar la identidad de uno de los nuestros. Por lo tanto, si de verdad averigua su verdadero nombre, le ruego que me conceda el honor de avisarme de la hora y del lugar del encuentro a fin de esconderme entre los arbustos y suspirar por lo que voy a perder. Sin embargo, hay que concederles a las damas lo que desean, y si está en mi mano la posibilidad de hacer realidad sus deseos, lo haré encantado, por más que vaya en contra de mis propios deseos.

A sus pies y tal,

Halcón Peregrino,

Secretario del Club Falcon»

Coquetea conmigo como si yo fuera una cortesana a la que adular con tonterías. Cree que las mujeres carecemos de capacidad para el raciocinio y que nuestra cabeza está hueca.

Pues entérese bien, Halcón Peregrino, no me afecta su coqueteo. Descubriré la verdadera identidad del Águila Pescadora y lo sacaré a la luz, a él y a todos los demás, para que los pobres ciudadanos británicos, cuya riqueza despilfarran como niños jugando a las cartas, sepan quiénes son.

La Dama de la Justicia