Yo siempre he pensado que, según sean los gobernantes, 1así acaban siendo también las formas de gobierno. Y ya que algunos gobernantes de Atenas solían decir que conocían la justicia no menos que los demás hombres, pero al mismo tiempo afirmaban que se veían obligados por la pobreza del pueblo a ser injustos en su trato con otras ciudades[1], por eso determiné investigar si de algún modo podrían mantenerse los ciudadanos con sus propios recursos, pensando-que, si así sucedía, se pondría remedio a la vez, de la forma más justa, a su pobreza y a las suspicacias de los griegos[2].

Cuando ya estaba investigando lo que me propuse, 2en seguida se me reveló que el país reúne las condiciones adecuadas y puede proporcionar la mayoría de sus ingresos. Para que se compruebe la verdad de lo que digo, voy a describir primero las condiciones naturales del Ática.

Que las estaciones son aquí muy suaves, lo demuestran 3sus mismos productos, pues aquí fructifica lo que en muchos lugares ni siquiera podría germinar. Ε igual que la tierra, también es muy productivo el mar que rodea el país. Realmente, cuantos bienes proporcionan los dioses en las estaciones, todos ellos comienzan aquí muy temprano y terminan muy tarde. No sólo es abundante 4en los bienes que florecen y mueren en el año, sino que también el país tiene bienes perennes; efectivamente, hay en él piedra abundante, con la que se hacen bellísimos templos, bellísimos altares y magníficas estatuas para los dioses, y además la necesitan muchos griegos y bárbaros[3].

5También hay tierras que, aunque se siembren, no dan, sin embargo, cosechas; pero si se abren minas en ellas, alimentan a muchos más, por cierto, que si produjesen trigo. Evidentemente contienen plata por un azar divino; pese a que hay muchos estados vecinos por tierra y mar, y a ninguno de ellos llega ni un pequeño filón de mineral de plata[4].

6Se podría creer, no sin razón, que el país está situado en el centro de la Hélade y de todo el mundo habitado[5]; ya que cuanto más alejados están algunos países, con tanta mayor crudeza encuentran el frío y el calor. A su vez, cuantos quieren ir de un extremo a otro de Grecia, todos pasan cerca de Atenas por mar o por tierra, 7como si fuese el centro de un círculo. Y aunque, ciertamente, no está rodeada de agua por todas partes, sin embargo, por todos los vientos[6] importa lo que necesita y exporta lo que quiere como una isla[7], porque tiene mar por ambos lados. Además, por ser continente, 8con el comercio recibe muchos productos por tierra. Por otra parte, a la mayoría de las ciudades los bárbaros que viven cerca les causan dificultades; en cambio, las que tienen los atenienses como vecinas están muy alejadas de los bárbaros.

Así pues, de todas esas ventajas, como dije, pienso 2que la causa es la situación de nuestro propio país.

Pero, ¡ojalá! que, además de los bienes naturales, se prestara atención ante todo a los metecos![8]. Esa fuente de ingresos me parece que es una de las más idóneas, ya que <ellos mismos> se mantienen y son muy útiles a las ciudades sin recibir un salario, sino que, por el contrario, aportan el impuesto que lleva su nombre. Me parece suficiente la atención actual, siempre que 2suprimamos todo cuanto, sin beneficiar en absoluto al Estado, se mira por los metecos como una restricción de los derechos de ciudadanía, y suprimamos también la obligación de que los metecos sirvan en el ejército como hoplitas junto con los ciudadanos, porque es grande el riesgo personal y grave también el estar alejado de sus oficios y de sus hogares.

Por otra parte, la ciudad se vería mucho más beneficiada, 3si los ciudadanos hicieran las campañas juntos, que si forman al lado de ellos, como ahora, lidios, frigios, sirios y otros bárbaros de todas clases, pues tales son muchos de los metecos.

Además de la ventaja de que se les dispense del servicio 4militar, sería también una gloria para la ciudad el que los atenienses se decidieran a confiar más en sí mismos, respecto a los combates, que en los oriundos de otras partes. Y si decidiéramos que los metecos participen 5de otras cosas en que me parece bien su colaboración y, especialmente de la caballería, los volveríamos mejor dispuestos y, a la vez, la ciudad se mostraría más fuerte y más importante.

6Luego, puesto que también hay gran escasez de viviendas dentro de la muralla, si la ciudad permitiera adquirir solares que edificar si lo solicitan y reúnen los requisitos indispensables, creo que con ello muchas más personas de buena posición pondrían más interés en adquirir una vivienda en Atenas.

7Si instituyéramos también el cargo de guardianes de metecos como existe el de guardianes de huérfanos, y hubiese, además, distinciones para aquellos que más metecos prsentasen, también esto volvería a los metecos mejor dispuestos, y, como es lógico, todos los hombres sin patria aspirarían a la condición de metecos en Atenas y aumentarían los ingresos.

3A su vez, de qué forma más cómoda y lucrativa puede dedicarse la ciudad al comercio, voy a decirlo ahora. Efectivamente, en primer lugar, tiene, sin duda, refugios excelentes y muy seguros para las naves donde se 2puede anclar y descansar sin miedo al mal tiempo. Por otro lado, en la mayoría de las ciudades, los comerciantes se ven también obligados a importar algo a cambio de lo que exportan, pues fuera no existe moneda de curso legal. Mas en Atenas es posible exportar, a su vez, muchísimas más cosas que necesitan los hombres, y si no quieren importar algo a cambio, exportan una buena mercancía con la exportación de plata, pues donde quiera que la vendan, siempre obtienen más de lo inicial.

3Y si por los responsables del comercio se propusieran premios[9] para quien resuelva las cuestiones dudosas del modo más justo y rápido, con el fin de no entorpecer la navegación a la persona que lo desee, también con ello se dedicaría al comercio más gente y con más 4gusto. Asimismo, es bueno y hermoso premiar a comerciantes y armadores con los asientos de preferencia[10] y, de cuando en cuando, ofrecer los derechos de hospitalidad a quienes se estime que benefician a la ciudad por la importancia de sus barcos y mercancías, pues con esos premios, como si se tratase de ayudar a los amigos, serían más diligentes no sólo por la ganancia, sino, además, por el premio.

Es evidente que cuantos más se establecieran aquí 5y nos visitaran, tanto más se importaría, se exportaría, se despacharía y se vendería, y además, se cobrarían mayores sueldos y entrarían más impuestos[11].

Por supuesto, para tal incremento de los ingresos, 6es preciso no prever ningún gasto más de los aprobados por votación para obras de beneficencia y administración. En cuanto a otras actividades que, a mi parecer, pueden convertirse en fuente de ingresos, reconozco que hará falta una inversión para ellas; pero, realmente, no 7pierdo la esperanza de que con decisión puedan contribuir los ciudadanos a tales empresas, cuando considero que la ciudad contribuyó mucho cuando acudió en ayuda de los arcadios a las órdenes de Lisístrato[12] y también con Hegesilao[13]. Sé también que muchas veces se 8envían trirremes con gran gasto, y †que así ha ocurrido† sin estar claro si resultará mejor o peor, pero, en cambio, sí que nunca recuperarán lo que invierten y ni siquiera una parte de lo que †invierten†. Por supuesto, 9no harían ninguna adquisición tan buena como la que obtendrían del adelanto para esta inversión. A quien haga una inversión de diez minas, se le convertirán casi en un veinte por ciento más, como el sueldo de un marino, ganando un trióbolo por día; quien aporte cinco minas, 10recibirá más de un tercio de beneficio[14]. La mayoría de los atenienses en un año recibirán más de lo que han invertido, pues por cada mina adelantada tendrán unos ingresos de dos minas aproximadamente, y, además, es una inversión estatal que se considera como 11el negocio más seguro y estable. También creo yo que, si quedaran inscritos como bienhechores a perpetuidad, harían inversiones muchos extranjeros e, incluso, algunas ciudades que aspirasen a figurar registradas con esta distinción. Espero que ciertos reyes, tiranos y sátrapas también desearían participar de tal favor.

12A su vez, cuando hay recursos, resulta bueno y hermoso para los armadores construir posadas alrededor de los puertos, además de las existentes; bueno también para los comerciantes construir albergues públicos en lugares adecuados para la compra y la venta y para los 13visitantes. Igualmente si se preparasen establecimientos y locales de venta para los pequeños comerciantes en el Pireo y en la capital, se embellecería la ciudad y, al mismo tiempo, se lograrían considerables ingresos.

14Me parece que estaría bien tratar de ver si lo mismo que la ciudad posee trirremes públicas, también sería posible adquirir mercantes públicos y alquilarlos con garantías, como los demás bienes públicos; pues si esto se demostrara como factible, también se conseguiría una importante renta de ellos.

4A su vez, si se explotasen las minas de plata como es preciso, pienso que se sacaría de ellas grandes sumas de dinero, aparte de los demás ingresos. Quiero mostrar también las posibilidades de esas minas a los que no las conocen; ya que si las conocierais, podríais estudiar 2mejor la manera de explotarlas. Por supuesto, para todos está claro que se encuentran en explotación desde hace mucho tiempo, ya que nadie intenta decir siquiera la fecha en que se empezó[15]. Pero, a pesar de ser un filón de plata descubierto y explotado desde hace tanto tiempo, observad qué parte tan pequeña forman las escombreras al lado de las colinas naturales. Realmente, la zona rica en plata no se ha reducido, más 3bien es obvio que se prolonga indefinidamente.

A su vez, en la época en que había más hombres en ellas, jamás nadie careció de trabajo; al contrario, siempre fueron más los puestos que los trabajadores. Incluso ahora, de los que poseen esclavos en las minas 4ninguno reduce el número, sino que contrata continuamente a todos los que puede. Realmente, si perforan y buscan el filón pocos, creo que también se encuentra poco rendimiento; mas, si hay muchos, el filón de plata descubierto es también infinitamente mayor. De modo 5que es la única actividad que yo conozca en que nadie recela del aumento de las explotaciones.

Abundando en lo dicho, los que poseen tierras pueden decir cuántas yuntas bastan para sus fincas y cuántos trabajadores; y si se emplean más de los necesarios, lo consideran una ruina. En cambio, en los trabajos de las minas de plata todos dicen que faltan trabajadores. Y, efectivamente, no ocurre, como cuando hay muchos 6caldereros, que no se valoran las labores de forja y tienen que abandonar el oficio, y lo mismo, por cierto, en el caso de los herreros. Igualmente, cuando la producción de trigo y vino es grande, al abaratarse el producto los cultivos se vuelven ruinosos; de modo que muchos dejan de trabajar la tierra y se dedican al comercio, al por mayor y al detalle, o a prestamistas. Mas en el caso del filón, cuanto más se descubre y más plata se produce, tanta más gente se dedica a este trabajo. 7Y es que, en realidad, cuando se tienen los muebles suficientes para la casa no se compran más, pero en lo tocante a la plata nunca nadie posee tanta que no exija más; antes bien, quienes tienen mucha, entierran la sobrante y no disfrutan menos que si la utilizasen.

8En verdad, cuando las ciudades progresan, las personas reclaman plata. Efectivamente, los varones quieren emplearla como adorno de sus magníficas armas, de sus buenos caballos, de sus casas y´de su espléndido ajuar; y sus esposas buscan el vestido costoso y las joyas 9de oro. Y, a su vez, cuando las ciudades están en crisis debido a la escasez de las cosechas o a la guerra, entonces, al volverse la tierra improductiva, necesitan mucho para sus necesidades y para su defensa.

10Si alguien declara que no es menos útil el oro que la plata, por supuesto que no le replico; pero bien sé que, cuando aparece mucho oro de improviso, se devalúa, y en cambio, hace subir el precio de la plata.

11Expuse las consideraciones anteriores con el fin de que llevemos decididamente a las minas de plata el mayor número posible de hombres y para que las explotemos convencidos de que jamás se agotará el filón ni se 12devaluará la plata. Y me parece que la ciudad se ha dado cuenta de eso antes que yo, pues permite a cualquier extranjero trabajar en las minas en las mismas condiciones que a los ciudadanos en cuanto a impuestos.

13Para hablar con mayor claridad sobre el mantenimiento, voy a explicar ahora cómo deben explotarse las minas de plata para que sean del mayor provecho para el Estado. Por eso pienso que de nada de lo que voy a decir hay que admirarse como si hubiera hecho un gran descubrimiento; pues parte de lo que voy a decir lo constatamos todos incluso hoy y, a su vez, lo ya pasado todos lo oímos a nuestros padres de la misma forma.

En cambio, de la ciudad nos resulta muy sorprendente 14el hecho de que viendo cómo muchos particulares se están enriqueciendo en vez de ella, no trate de imitarlos. En efecto, entre los que se encargaron de las minas en el pasado, hemos oído que Nicias[16], el hijo de Nicérato, en cierta ocasión tuvo en ellas mil hombres que le contrató al tracio Sosias con la condición de abonar un óbolo de beneficio neto al día por cada uno y de mantener siempre el mismo número. Igualmente, 15Hipónico tuvo seiscientos esclavos cedidos en las mismas condiciones, que aportaban una mina de beneficio neto al día. Filemónides, trescientos por media mina; y otros, creo, según los medios de que cada uno disponía. Mas, ¿para qué vamos a hablar del pasado? En 16efecto, todavía ahora hay muchos hombres en las minas de plata cedidos en esas condiciones.

Si se intentara lo que yo propongo, lo único nuevo 17sería el que el Estado adquiriese esclavos públicos hasta llegar a tres por cada ateniense, igual que lo hicieron los particulares procurándose una fuente de ingresos inagotable. En cuanto a nuestras afirmaciones, estúdielas 18quien quiera una por una y juzgue después sobre su posibilidad.

Es evidente que la comunidad podría procurar mejor que los particulares el precio de los esclavos. Al menos al Consejo le es fácil proclamar por heraldo que aporte esclavos el que quiera y comprarlos luego. Y, 19una vez hecho el trato, ¿es lógico que se les pague menos por ser de la ciudad, que por ser de los particulares, si se los va a tener en las mismas condiciones? Además, también se paga alquiler por los recintos sagrados y se compran casas y cargos al Estado.

A su vez, para conservar los comprados, la ciudad 20puede tomar fiadores de los que los contratan, como se hace con los que compran los inpuestos. Por otra parte, también le es más fácil faltar a la ley a quien compra 21los impuestos que a quien contrata esclavos. Pues, ¿cómo se podría averiguar el dinero sustraído a la ciudad, si ese dinero es idéntico al privado?; mas a esclavos marcados con el sello oficial, cuando además hay penas establecidas para quien los venda o los rapte, ¿cómo va a ser posible robarlos? En consecuencia, es evidente hasta ese extremo que la ciudad puede adquirir 22y controlar los esclavos. Ahora bien, si alguien piensa aquello de que, cuando haya muchos trabajadores, cómo se conseguirá que aparezcan también muchas personas que los tomen en préstamo, anímese observando que muchos de los que ya tienen suficiente mano de obra contratarán también a los trabajadores públicos (pues son grandes sus recursos) y de ellos, de los obreros, son muchos los que se hacen viejos. Igualmente, hay otros muchos atenienses y extranjeros que no quieren ni pueden trabajar físicamente, pero que ofrecerían gustosos la aportación técnica que se precisa.

23Por cierto, si para empezar se reúnen mil doscientos esclavos, es factible que con el mismo ingreso en cinco o seis años se conviertan ya en no menos de seis mil; y a partir de ese número, si cada uno aporta un óbolo neto al día, los ingresos serán sesenta talentos al año. 24Tomando como base estos datos, si se envierten veinte talentos en adquirir más esclavos, le será posible a la ciudad emplear los otros cuarenta en lo que necesite. Y cuando llegue a los diez mil, los ingresos serán de 25cien talentos. Que se recibirá mucho más que eso, me lo podrían confirmar los que viven aún y recuerdan a cuánto ascendía el impuesto obtenido de los esclavos antes de los sucesos de Decelia[17]. Lo atestigua también el hecho de que, a pesar de haber trabajado en las minas de plata un sinnúmero de hombres en todo tiempo, ahora en nada son inferiores estas minas a como nos las recordaban nuestros antepasados. Todo lo que ocurre 26ahora prueba que nunca habría más esclavos allí de los que necesitan las obras; pues los que perforan no encuentran el fin de la veta ni en pozos ni en galerías.

Y, realmente, no hay menos posibilidades ahora que 27antes para abrir nuevos cortes. En efecto, ni siquiera un experto podría decir si el filón es mayor en las vetas que ya se han explotado, o en las que están sin explotar.

¿Por qué, entonces, podría decir alguien, no se abren 28también ahora, como antes, muchos cortes nuevos? Simplemente, porque ahora son más pobres los que se ocupan de las minas, pues hace poco tiempo que se han reinstalado. Además, hay un riesgo grande para el que abre nuevos cortes: unos encuentran buena producción 29y se hacen ricos; pero otros no la encuentran y pierden todo lo que invierten. En consecuencia, a ese riesgo de ningún modo quieren exponerse voluntariamente los de ahora. Ahora bien, sobre este punto, yo creo que puedo 30sugerir la posibilidad de abrir nuevos cortes con la mayor seguridad. Son, en efecto, diez las tribus atenienses; y si la ciudad diera a cada una igual número de esclavos y, abriendo nuevos cortes, probasen suerte, entonces, cuando una encuentre plata, resultaría ventajoso 31para todos; y si la encuentran dos o tres o cuatro o la mitad, es evidente que esas obras resultarían más ventajosas aún. Que no tenga suerte ninguna, no es lógico para nadie de los presentes. También existe la posibilidad, 32para mayor seguridad, de que se asocien personas particulares y prueben unidas la suerte. Mas no temáis siquiera que con estos planes la ciudad perjudique a los particulares, o los particulares a la ciudad. Al contrario, así como los aliados, cuantos más se reúnen, más fuertes se hacen entre ellos, así también cuantos más trabajen en las minas de plata, tanto mayores serán los beneficios que encuentren y consigan.

33Yo he explicado cómo pienso que se ha de organizar el país para que todos los atenienses tengan suficientes 34alimentos de los recursos públicos. Mas si algunos opinan que para todo eso se precisa muchísimo dinero y estiman que nunca se aportará capital suficiente, no se 35desanimen tanto. Pues la situación no es tal que tengan que hacerse todos estos proyectos a la vez o, en caso contrario, no obtener beneficios. Si se edifica, se construyen naves o se alquilan esclavos, esto inmediatamente traerá beneficios.

36Ahora bien, también en este caso es más conveniente realizarlo por partes que todo a la vez; pues si construimos al mismo tiempo, resultará mucho más caro y peor que por partes, ya que, al necesitar muchísimos esclavos, nos veríamos obligados a comprarlos peores y más caros.

37En verdad, realizando en lo posible lo que ha sido bien estudiado creemos además que sería más ventajoso para nosotros. Y si algo falla, nos podríamos retirar 38de ello. Abundando en lo dicho, si se empezase todo a la vez, tendríamos que aportar el total del capital; pero, si unas obras ya están en marcha, cuando se proyectan otras, los recursos sobrantes servirán para hacer los preparativos necesarios.

39Asimismo, en cuanto a lo que, al parecer, más temen todos, que si la ciudad adquiere más esclavos de la cuenta se sobrecargarían los trabajos, también estaríamos libres de ese temor, si no colocamos al año más hombres 40que los que piden las mismas obras. Entonces me parece que se haría eso justamente de la manera más fácil y a la vez mejor.

Por otro lado, si consideráis que no se puede aportar lo más mínimo, debido a las contribuciones realizadas en la guerra actual[18], vosotros administrad la ciudad durante el próximo año con las cantidades que se disponían antes de la paz, pero tomad las que se recauden gracias a la paz que ahora tenemos, al cuidado que se presta a metecos y comerciantes, al aumento de las importaciones y exportaciones a causa de la mayor población, al crecimiento de las instalaciones portuarias y los mercados, y disponed las medidas precisas para que los ingresos sean los mayores posibles.

Igualmente, si algunos temen que pueda resultar inútil 41esa preparación si se suscita la guerra, tengan presente que, si ocurre eso, la guerra será mucho más terrible para quienes la provoquen que para la ciudad. Efectivamente, ¿qué adquisición más útil para la guerra, 42que hombres? Con ellos podrían equipar muchas naves públicas y formar a muchos hombres de infantería que, si se los cuida, serán un peligro para los enemigos.

Si se produjera una guerra, yo calculo que también 43sería posible no abandonar las minas de plata, porque existe, por cierto, cerca de las minas, en [la costa] del Sur, una fortaleza, en Anaflisto y existe también otra en la del Norte, en Tórico. Entre ellas hay una distancia de sesenta estadios[19] aproximadamente. Por tanto, si 44en medio de ellas hubiera una tercera en lo más alto de Besa, las minas se unirían, gracias a todas las fortificaciones, y, cuando se observase algún enemigo, cada uno podría retirarse a un sitio seguro. Si viniesen enemigos 45mucho más numerosos, es evidente que, en caso de encontrar trigo o vino o ganado fuera, se lo llevarían; mas si dominasen el filón de plata, ¿qué podrían utilizar que no fuesen piedras? Y ¿cómo se lanzarían 46nunca los enemigos contra las minas? Efectivamente, dista la ciudad más cercana, Mégara, de las minas de plata mucho más de quinientos estadios. Después de ésa, la ciudad más próxima, Tebas, dista mucho más de seiscientos. 47En consecuencia, si marchan desde algún punto de esas zonas sobre las minas, tendrían que pasar junto a la ciudad. Si son pocos, es lógico que perezcan a manos de la caballería y los guardias de fronteras. Realmente, es difícil que se pongan en marcha con muchas fuerzas y dejen abandonado su territorio, ya que la villa de Atenas está mucho más cerca de sus capitales 48que ellos de las minas. Mas si a pesar de todo vinieran, ¿cómo podrían durar sin contar con medios de subsistencia? En verdad, que una parte se dedique a buscar provisiones es un riesgo, tanto para los participantes como para el propio objetivo de la lucha, pues todos los que están continuamente interviniendo acaban siendo sitiados más que sitiadores.

49Además, el rendimiento de los esclavos no sólo acrecentaría el mantenimiento de la ciudad, sino que al concentrarse una población numerosa alrededor de las minas, también se originarían muchos ingresos del mercado de allí, de las casas de la ciudad en torno a las minas 50de plata, de los hornos y de todo lo demás. En consecuencia, la propia ciudad se haría muy populosa, si así se dispusiera. Asimismo, los terrenos no tendrían menos valor para quienes los poseen allí, que para quienes los tienen cerca de la capital.

51Si se lleva a la práctica lo que he dicho, yo prometo que la ciudad no sólo tendría mayor abundancia de bienes, sino que también se volvería más sumisa, disciplinada 52y eficiente en la guerra. Pues los que tienen el deber de ejercitarse lo harían con más cuidado en los gimnasios, si toman más alimentos de como lo hacen en las carreras de antorchas a las órdenes de los gimnasiarcos. Y los que prestan servicio en las guarniciones, los que sirven como peltastas y los que guardan las fronteras del país, harían mejor todo ello, si recibiesen el alimento adecuado para cada uno de los servicios.

Mas si parece claro que debe reinar la paz para que 5todos los ingresos vayan en aumento, ¿acaso no vale la pena establecer el cargo de guardianes de la paz? Por supuesto, si se crea esa magistratura se conseguiría que la ciudad se volviese más familiar y querida por todos los hombres. Pero, si algunos opinan que de este modo 2la ciudad, si se empeña en mantener la paz, será menos influyente, famosa y renombrada en Grecia, también ésos, a mi parecer, andan descarriados en sus cálculos. En efecto, sin duda, se dice que las ciudades próperas son, precisamente, las que viven en paz más tiempo. Y Atenas, más que todas, ha nacido para crecer en paz. En efecto, si la ciudad conserva la tranquilidad, ¿quién 3no recurriría a ella, empezando por los armadores y comerciantes? ¿Acaso no, los ricos cultivadores de granos, ni los cosecheros de vino? Y ¿qué decir de los ricos olivareros, de los ricos ganaderos y de los que pueden enriquecerse con la especulación? ¿Y de los artesanos, 4los sofistas, los filósofos, los poetas y sus administradores, los que se afanan por las cosas divinas y humanas dignas de ser vistas u oídas? Por cierto, también los que necesitan vender o comprar con urgencia muchos productos, ¿dónde los conseguirían mejor que en Atenas?

Y si a esto nadie se opone, pero algunos, en su deseo 5de que la ciudad recupere la hegemonía, creen que lo lograría mejor con la guerra que con la paz, que piensen antes en las Guerras Médicas, si obtuvimos el mando de la flota y del tesoro de la Liga[20] por la coacción, o haciendo el bien a los griegos. Además, cuando la 6ciudad, por haberse mostrado con demasiada dureza en su gobierno, fue privada del mando, ¿no es verdad que también entonces, al dejar de cometer abusos, nuevamente, por libre voluntad de los isleños nos convertimos 7en jefes de la flota? ¿No entregaron los tebanos a los atenienses la presidencia[21] sobre ellos por el buen trato recibido? Más aún, los lacedemonios sin ser coaccionados por nosotros, sino debido al buen trato, nos encomendaron a los atenienses llevar la dirección a nuestra voluntad.

8Y ahora, por la confusión reinante en Grecia, me parece que se le ha brindado a la ciudad la posibilidad de ganarse nuevamente a los griegos sin esfuerzo, sin riesgos y sin gastos. Pues es posible intentar separar a las ciudades que combaten entre ellas y es posible también unir a las que están internamente revueltas.

9Y si se viera que os cuidáis de que el santuario de Delfos sea autónomo como antes, sin concluir alianzas militares, sino enviando embajadores por la Grecia entera, yo creo que no sería nada extraordinario que os pongáis a todos los griegos de vuestra parte, unidos por juramento y alianza contra quellos que intentan apoderarse del santuario cuando se marchen los focenses[22].

10Asimismo, si se viera que os preocupáis porque haya paz sobre la tierra entera y el mar, yo creo que todos harían votos para que, después de su propia patria, se 11conserve sana y salva Atenas. Pero si, por el contrario, alguien opina que para la ciudad es más lucrativo, cara a la obtención de riqueza, la guerra que la paz, yo no conozco medio mejor para decidir esto, que volver a examinar lo que le ocurrió en el pasado.

Encontrará, efectivamente, que antes muchas riquezas 12fueron introducidas en la ciudad en tiempos de paz y que todas ellas se gastaron en la guerra. Se enterará también, si investiga, de que también en nuestro tiempo muchos ingresos se perdieron por causa de la guerra[23] y que, los que entraron, se han derrochado en todo tipo de gastos; mientras que, desde que la paz se ha extendido por el mar, aumentan los ingresos y los ciudadanos pueden emplearlos en lo que quieran. Y si 13alguien me replicara: «¿Es que afirmas que se ha de mantener la paz incluso con quien ataque a la ciudad?», le diría que no; pero afirmo que nos vengaríamos mucho antes de ésos, si no fuéramos injustos con nadie, ya que a nadie tendrían como aliado.

Si nada de lo dicho es imposible, ni difícil, y lo ponemos 6en práctica, seremos más estimados por los griegos, viviremos más seguros, seremos más famosos, el pueblo encontrará sustento y los ricos se librarán de los gastos militares; y al existir recursos de sobra, celebraremos fiestas todavía más espléndidas que ahora, repararemos los santuarios, reconstruiremos murallas y arsenales y restituiremos a los sacerdotes, al Consejo, a las magistraturas y a los caballeros las costumbres patrias. ¿Es que no merece la pena que inmediatamente pongamos manos a ello, de modo que, incluso en nuestros días, veamos la ciudad próspera, feliz y segura? Si de verdad decidierais realizarlo, yo os aconsejaría 2que enviéis a alguien a Dodona[24] y a Delfos y preguntéis a los dioses si, para el presente y el futuro, será más ventajoso y mejor a la ciudad que esté dispuesta así[25].

3Y si lo aprueban, entonces afirmaría también la necesidad de consultar a qué dioses hay que atraerse para ponerlo en práctica de la mejor manera. Es lógico que empecemos la obra, después de obtener los sacrificios favorables de los dioses que indicase el oráculo; pues es natural que las actividades que se realicen con la ayuda de un dios se encaminen siempre hacia lo más ventajoso y mejor para la ciudad[26].