Agosto de 1612

Puede afirmarse justificadamente que el condado de Lancaster abunda tanto en brujas de diversa índole como en Seminarios, Jesuitas y Papistas.

Potts se sentía satisfecho consigo mismo. Estaba escribiendo un libro.

«Shakespeare —pensaba mientras garabateaba sin freno—. Estúpidas fantasías. Esta es la vida tal y como la vivimos».

—¿Tenéis que escribir un libro? —le preguntó Roger Nowell, que estaba harto de todo el asunto.

—Posteridad. Verdad. Crónica. Crónica. Verdad…

—Posteridad —dijo Roger Nowell.

—He aquí la cubierta: El fabuloso descubrimiento de las brujas del condado de Lancashire, de Thomas Potts, abogado.

—Supongo que os ayudará a olvidar que los espías del rey no han conseguido atrapar a Christopher Southworth… una vez más.

Alice Nutter estaba en su celda cuando se enteró de que habían absuelto a Jane Southworth. La criada de Jane confesó que un sacerdote católico la había incitado a acusarla. Como Jane Southworth era el único miembro protestante de la familia, la acusación contra ella se consideró parte de una vil conjura papista. El juez se apiadó de ella y ordenó que la llevaran de inmediato a su casa.

«“Las brujas más crueles sobre la faz de la tierra son los sacerdotes que consagran cruces y cenizas, agua y sal, aceite y bálsamo, ramas y huesos, ganado y piedras; que bautizan campanas que cuelgan en los campanarios, que invocan a gusanos que reptan por el campo”, dijo el juez».

Alice permaneció todo el día junto a la ventana, hasta que vio que conducían a Jane a su carruaje. La mujer apenas podía andar.

—¡Jane! —gritó Alice entre los barrotes. Jane levantó la mirada. Apenas veía tras cinco meses de oscuridad, enfermedad y desnutrición—. Él está a salvo —exclamó.

Jane se detuvo un instante, se quedó inmóvil como una estatua, y luego, muy despacio, levantó la mano.

Esa noche Alice Nutter tuvo una visita: Roger Nowell.

—Estáis cambiada —dijo él.

Alice no había utilizado el elixir. No se había mirado al espejo. Sacó del bolsillo el espejito y se acercó a la luz.

¿Esa era ella? Macilenta. Arrugada. El pelo blanco. Seguía siendo hermosa, aun cuando hubiera algo transparente en su rostro, como si la piel estuviera hecha de hojas que hubieran estado expuestas al sol.

Era una anciana.