1. ¿Qué es el arte?

1. ¿Qué es el arte?

Recrear la vida a partir de la vida

¡Vivir, errar, caer, triunfar, recrear la vida a partir de la vida! (P, p. 132).

La cuestión esencial

La cuestión esencial respecto a la obra de arte es saber cuán profunda es la vida de la que surge. (U, p. 177).

El arte no es un modo de huir de la vida

¡El arte no es un modo de huir de la vida! Todo lo contrario: el arte es la expresión suprema de la vida. Y el artista no es un tipo que ofrece al público el señuelo de un cielo mecánico: eso es lo que hace el sacerdote. El artista parte de la riqueza de su propia vida para crear. (SH, p. 86).

La materia sensible y la inteligible

El arte consiste en organizar la materia sensible y la inteligible con una finalidad estética. (CW, p. 104).

Un arte nunca antes concebido

Los artistas han de crear un arte nunca antes concebido, que prescinda de los principios que se aprenden en las escuelas y los talleres. (CWJJ, p. 28).

Múltiples formas de arte

Depende de lo que usted entienda por arte […]. Y es que a mi juicio existen múltiples formas de arte, tantas como formas de vida. (CWJJ, p. 45).

El residuo de la verdad sobre la vida

En la embriaguez […] en estar siempre ebrio de vida, como dice Rimbaud, […] radica el aspecto emocional [del arte]; pero luego está la disposición intelectual, la que lleva a diseccionar la vida. Esto es lo que más me interesa ahora: llegar al residuo de la verdad sobre la vida, en lugar de magnificar ésta a base de sentimentalismo, actitud esencialmente falsa. En Ulises he pretendido crear literatura a partir de mi experiencia, no de un concepto ni de una emoción fugaz. (CWJJ, p. 45).

Las limitaciones del arte

Toda modalidad artística tiene sus limitaciones; un libro hay que juzgarlo por lo que logra dentro de sus límites. (Carta a Fanny Guillermet, Zúrich, 5 de septiembre de 1918, en Selected Letters, p. 230).

Las esperanzas, los deseos y los odios imperecederos de los humanos

Por drama entiendo la interacción de las pasiones. Drama es conflicto, movimiento, evolución, sea cual sea su modo de desarrollarse. […] Las pasiones pueden estar contenidas, y el lenguaje y el desarrollo de la acción pueden ser de lo más convencional, pero, si una obra de teatro o musical o un cuadro trata de las esperanzas, los deseos y los odios imperecederos de los humanos, o refleja de manera simbólica nuestra naturaleza común […], entonces puede hablarse de drama. (CW, p. 17).

Por obra de las convenciones

La literatura se mantiene viva mediante tónicos, y florece por obra de las convenciones que rigen todas las relaciones humanas, todo lo real. (CW, p. 25).

El espantajo del realismo

Es dañino insistir en los elementos religiosos y morales del arte o en lo que éste tiene de bello y elevado. Una sola obra de Rembrandt vale tanto como una sala llena de Van Dycks. Esa doctrina del idealismo en el arte ha echado a perder, en algunos casos notables, el empeño audaz [del artista], y además ha alimentado la tendencia instintiva a arredrarse puerilmente ante el espantajo del realismo. (CW, p. 28).

Más allá de las estrellas

Y sin embargo, mientras nos sea otorgado un lugar así en la naturaleza, el arte habrá de respetar ese don, aunque vaya más allá de las estrellas y de los mares al servicio de lo que ama. (CW, p. 51).

El aislamiento

El aislamiento es el principio fundamental de la economía artística. (SH, p. 33).

Una rebelión contra el artificio

La poesía es siempre una rebelión contra el artificio, aun cuando parezca muy alejada de la realidad. Que habla de cosas en apariencia fantásticas e ilusorias solo lo piensan quienes han perdido las sencillas intuiciones reveladoras de lo real. (CW, p. 59).

El pensamiento eterno

Cada época ha de estimular la poesía y la filosofía, pues en ellas el pensamiento humano, al mirar hacia atrás y hacia delante, deviene eterno. (CW, p. 59).

La deformación moderna

Como recibimos una educación fundada en lo clásico, la mayoría de nosotros tiene una idea rígida de cómo debe ser no solo la literatura, sino también la vida. A los modernos, por tanto, se nos acusa de deformar las cosas; pero lo cierto es que no hay en la literatura clásica menos deformación que en la nuestra: en cierto sentido, todo arte es deforme, ya que necesita exagerar algunos aspectos para lograr el efecto deseado. Con el tiempo, la gente acabará aceptando la deformación moderna, por llamarla así, y llegará a considerarla un principio indiscutible. (CWJJ, p. 85).

La sensación intensificada

Nuestro objeto es la sensación, intensificada hasta lo alucinatorio. (CWJJ, p. 86).

Lírico, épico, dramático

En el arte lírico, la imagen presentada por el artista tiene una relación inmediata con éste; en el arte épico, una relación mediata con el artista y con los demás; y, en el arte dramático, una relación inmediata con los demás. (SH, p. 77).

Un instante de emoción

La forma lírica es la vestidura verbal más sencilla de un instante de emoción, un grito rítmico como los que, en épocas remotas, confortaban al hombre doblado sobre el remo u ocupado en arrastrar piedras por la ladera de una montaña. Quien lo profiere tiene una conciencia más clara del instante de emoción que de sí mismo como sujeto de la emoción. La forma más simple de la épica surge de la literatura lírica cuando el artista medita sobre sí mismo en cuanto protagonista de un acontecimiento épico; luego esa forma va evolucionando hasta que el centro de gravedad emocional se sitúa a la misma distancia del artista que de los demás. (P, pp. 165-166).

El estilo clásico y el romántico

El estilo clásico es el silogismo del arte, el único procedimiento legítimo que lleva de un mundo a otro. El clasicismo no es propio de una época ni de un país determinado, sino la condición permanente de la inteligencia artística: un talante caracterizado por la seguridad y la satisfacción y la paciencia. Por el contrario, el temperamento romántico, gravemente malinterpretado a menudo, sobre todo por los que lo poseen, se distingue por la inseguridad, la insatisfacción y la impaciencia; al no encontrar acomodo para sus ideales en este mundo, opta por atribuirlos a imágenes inmateriales. Esta elección le lleva a ignorar ciertas limitaciones. La ingravidez permite a esas imágenes vivir aventuras fantásticas, y el artista que las ha concebido acaba por repudiarlas. El estilo clásico, en cambio, no pierde nunca de vista las limitaciones a las que está sometido, por lo que prefiere trabajar con las cosas tangibles, moldeándolas de tal modo que la inteligencia pronta pueda trascenderlas para descubrir su sentido, todavía inexpresado. (SH, p. 78).

La literatura y las matemáticas

Lo que ennoblece, para el sabio, el estudio de las matemáticas es el hecho de seguir un camino regular: se trata de una ciencia, y como tal se ocupa de datos, al contrario que la literatura, que es imaginaria y conjetural […]. He aquí una diferencia radical entre las dos, pero, por otro lado, así como las matemáticas participan de esa belleza ubicua que se manifiesta, casi sin ruido, en el orden y la simetría de las disciplinas numéricas lo mismo que en las cualidades fascinadoras de la literatura, así también la literatura participa de la pureza y la regularidad de las matemáticas. (CW, p. 13).

La literatura es (también) una ciencia

La literatura es, en sus fundamentos mismos, una ciencia; es decir, si atendemos a la gramática y a los personajes. (CW, p. 12).

De la áspera tierra

Hablar de estas cosas, tratar de comprender su naturaleza y, una vez logrado este propósito, ir poco a poco, con humildad y perseverancia, arrancando de la áspera tierra y de lo que engendra —el sonido y el color y la forma que encierran el alma como en una cárcel— una imagen de la belleza que hemos alcanzado a captar: esto es el arte. (P, p. 159).

Un dominio extenso

A la unión perfecta de las dos facultades artísticas [la selectiva y la reproductiva] Stephen la llamaba poesía. El espacio del arte se lo representaba como un cono: el término «literatura», que ahora le parecía despectivo, designaba la inmensa zona intermedia entre la cúspide y la base, entre la poesía y el caos de la escritura olvidada. El mérito de la literatura estaba en su descripción de las apariencias; el dominio de sus príncipes era el dominio de las costumbres sociales: un dominio extenso. (SH, p. 78).

Parte de la naturaleza

Para Stephen, el arte no era una copia ni una imitación de la naturaleza: el proceso artístico formaba parte de ésta. (SH, p. 171).

A plena luz del día

El espíritu moderno es diseccionador. La disección es, de hecho, el procedimiento más moderno que cabe imaginar. El espíritu antiguo aceptaba de mala gana los fenómenos: estudiaba las leyes, la moralidad y el arte con los faroles de la justicia, la revelación y la tradición. Pero estos faroles tenían la propiedad mágica de transformar y desfigurar las cosas. El método moderno, en cambio, consiste en examinarlas a plena luz del día. (SH, p. 186).