Reinventar

los informativos de televisión

No quiero alargarme en esto, pero debo decir que los informativos de televisión —especialmente los locales— son una mierda. Dan preferencia al calor sobre la luz. Repiten mucho y dicen poco. Se pasan con la información del tiempo, clavando reglas en la nieve para mostrar su profundidad, o retransmitiendo frente al viento para demostrar que sopla. Les encantan los incendios —los cuales, a pesar de ser terribles para aquellos que se cruzan con ellos, habitualmente afectan a poca gente—, porque los informativos de televisión valoran el vídeo por encima de todo. Ofrecen ÚLTIMAS NOTICIAS que no son nuevas en absoluto, sino con demasiada frecuencia pasadas, repetitivas, obvias o triviales. Promocionan crédula y diligentemente eventos publicitarios creados para la televisión. Presentan temas complejos con una imparcialidad falsa y simplista. Buscan peleas. Hablan únicamente con los sospechosos habituales. Hablan con la voz de la gente de plástico. Falsean la realidad (la toma del periodista asintiendo —llamada noddy en el Reino Unido— es sólo para la cámara, igual que la del sujeto avanzando por el pasillo sin dirigirse a ningún sitio en concreto; eso es un B.roll). Lo peor de todo son las tomas en exteriores, como cuando reporteros locales y de la cadena se desplazaron penosamente con sus unidades móviles y su equipo al puente George Washington para hablar del gobernador de Jersey, Chris Christie, y un escándalo sobre los carriles cerrados al tráfico, a pesar de que no había fuentes, funcionarios, testigos, ni víctimas con quienes hablar; en pocas palabras, allí no había ningún trabajo periodístico que hacer. Para los informativos de televisión, el mundo es un escenario y la gente no es más que atrezo. Los informativos de televisión desperdician recursos periodísticos preciosos sin responsabilizarse del valor que ofrecen.

Pero no quiero extenderme en esto. Por el contrario, quiero examinar lo que la televisión podría hacer bien.

La TV convoca al público a actuar.

La TV puede resumir, a veces demasiado bien. Sin embargo, ofrecer una rápida perspectiva general de lo que está sucediendo es una función útil de los informativos.

La TV puede aportar rigurosidad, reuniendo informes y puntos de vista divergentes.

La TV puede explicar un tema complejo sin tener que rebajar el nivel intelectual.

La TV puede hacer demostraciones.

La TV puede fomentar la colaboración haciendo que los testigos compartan lo que ven y lo que saben.

La TV puede discutir y no necesita gritar.

La TV puede dar voz a innumerables nuevos puntos de vista ahora que todo el mundo tiene una cámara en su portátil o en su móvil.

La TV puede humanizar sin patrocinar o fabricar cínicamente una personalidad.

La TV por internet puede ahora liberarse de la necesidad de ajustarse a un reloj. Puede extenderse más que la duración de un vídeo.

La TV puede ser emisora y receptora.

La TV actualmente puede crear activos de valor duradero en lugar de usar sólo palabras para llenar tiempo.

Cuando la televisión hace todas esas cosas, ¿sigue siendo televisión? Conozco a personas que están innovando con el formato por internet y que se oponen a llamar «televisión» a lo que hacen porque no quieren acarrear el peso de esa palabra. Pero yo digo que deberían hacerla suya y revolucionar el término en lugar de dejarlo languidecer en su pasado. Es cierto que pronto no habrá forma de distinguir entre los medios de comunicación. Lo que antes era un artículo de texto en una publicación impresa, ahora, en internet, tiene vídeo y audio; lo que antes era una historia televisiva, ahora puede llevar texto y fotos en internet; ambos pueden incluir interactividad y discusión, entre otras cosas. Con todo, veo valor en el hecho de apropiarse de la palabra televisión, porque quiero que los innovadores se adueñen del medio, presionando a sus antiguos dueños para que abandonen sus ortodoxias e idioteces. Esas no tan antiguas compañías de teledifusión, aunque debilitadas por el incesante crecimiento de nuevos competidores, siguen siendo un buen negocio y siguen atrayendo a las mayores audiencias en el campo de los informativos. Han tenido escasa motivación para cambiar. Incluso los periódicos y revistas, finalmente capaces de hacer vídeo, han cometido el error de intentar imitar a la televisión convencional. El cambio tendrá que venir de medios de comunicación de fuera. Permitidme especular con unas cuantas formas que podrían adoptar estos nuevos informativos de televisión:

Televisión con muchos ojos y muchos oídos: Cuando el presidente de la CNN, Jeff Zucker, canceló el programa de Piers Morgan, en horario de máxima audiencia, dijo que simplemente no quedaba suficiente gente —suficientes «peces gordos»— para entrevistar.41 Tristemente absurdo. La TV sigue hablando con los mismos peces gordos, los pocos sospechosos habituales. Pero ahora, gracias al hecho de que millones de personas tienen cámaras —una cámara web, una cámara en el portátil o una en el móvil— es posible entrevistar prácticamente a todo el mundo y aportar una infinita diversidad de nuevas voces a la televisión.

Imagínate, si quieres, la gigantesca multipantalla del programa de la CNN de Wolf Blitzer, The Situation Room, llena de casillas de La tribu de los Brady con una persona en cada recuadro. Imagínate que debajo de sus caras aparecen sus últimos tuits, de manera que podemos ver lo que tiene que decir cada una. Ahora, imagínate que un presentador —tal vez Wolf— señala a cualquiera de esas personas para que podamos escuchar sus opiniones. O despidamos a Wolf y que la audiencia asuma el mando, decidiendo a quién hay que escuchar a continuación. Los de las casillas podrían ser expertos de cualquier lugar. Podrían ser un grupo de personas de la tercera edad hablando del impacto que ha supuesto en sus vidas un cambio en la ley de seguridad social. Podrían ser ciudadanos preguntando a un funcionario del Gobierno. Cualquier espectador podría, a su vez, ver los tuits de los demás o los comentarios en forma de chat. De hecho, si algún espectador tuviera algo importante que añadir a la conversación, podría ser invitado o invitada a encender la cámara y unirse. El prototipo de esta plataforma ya existe bajo la forma de los Hangouts de Google+.

Hace mucho que quiero hacer ese programa. Piensa en la genialidad del fundador de Fox News, Roger Ailes. Su brillantez no era política y es obvio que tampoco periodística; era económica. Se dio cuenta de que charlar sobre las noticias en lugar de recabar información sería a menudo más persuasivo y lograría mejores índices de audiencia a un coste mucho menor que hacer paquetes e historias; en otras palabras, que hacer periodismo. Su plan sólo tenía un punto débil: el tipo de la Fox necesitaba a alguien con quien charlar. Lo sé porque yo trabajaba a una manzana de distancia de su estudio en Nueva York y a menudo me llamaban para opinar sobre alguna noticia (hasta que llegaba su primera opción y me echaban a patadas). Cuando se introdujeron las cámaras web, yo estaba hablando con un viejo amigo y exjefe que era un alto ejecutivo de News Corp., y le sugerí que la Fox colocara una cámara en la casa y en el despacho del comentarista habitual Andrew Napolitano. Cuando se produjera una noticia en un juicio importante, podrían emitir su cara y sus opiniones, evitando el silencio que no genera comentarios y a intermediarios como yo. Mi amigo me concertó una cita con un vicepresidente de la cadena para hablar sobre la idea, pero éste la descartó de plano porque la calidad no era (léase con estentórea voz televisiva) calidad de teledifusión. Me siento aliviado por haber sido rescatado de la posibilidad de ayudar a Ailes. Sin embargo, al cabo de poco tiempo, la Fox estaba utilizando una pequeña cámara y un teléfono por satélite para conectar en directo con Oliver North desde el frente en la guerra de Iraq. Poco después, yo intervenía habitualmente en secciones para la MSNBC desde el estudio de mi casa, hablando de lo que decían esos nuevos bichos raros llamados blogueros. Desgraciadamente, las cámaras fueron una moda pasajera. Perdieron su encanto. Eso se debió a que la televisión las utilizaba para estar en la onda, no para conocer nuevos puntos de vista.

Ahora la televisión puede usar las cámaras que el público lleva consigo a todas partes para ser testigo de las noticias con mayor inmediatez y autenticidad. En el futuro, el truco será encontrar y verificar la presencia de personas en el lugar de los hechos para que puedan compartir lo que ven. Tim Pool —que se hizo un nombre retransmitiendo las protestas de #OccupyWallStreet en internet durante más de veinte horas seguidas a través de su iPhone— dice que fue el primer periodista en usar las Google Glass para retransmitir en directo por televisión mientras trabajaba para la empresa del gremio más innovadora, Vice. A continuación, creo, veremos que la audiencia podrá dirigir la cobertura de manera remota, pidiéndole a un testigo o a un corresponsal que vaya aquí o allá o que pregunte esto o aquello. En Google+, una joven llamada M. Monica, cuya discapacidad hace que le sea difícil viajar, ha sido capaz de disfrutar de viajes indirectamente, utilizando Hangouts para pedirle a alguien con una cámara que enfoque a un lado o a otro, por ejemplo, durante un viaje en canoa.42 Espero que los informativos de televisión aprovechen la explosión de cámaras en los dispositivos móviles para derribar sus muros.

Lo último (ultimísimo): La mayor fuerza de los informativos por cable —las últimas noticias— es también su mayor debilidad. Después de que una presentadora nos haya leído lo que se sabe, no tiene nada más que hacer que seguir repitiendo los mismos hechos (o especulaciones) y poniendo el mismo vídeo una y otra vez, tratando de hacernos creer que estamos informados al minuto cuando fuimos informados hace horas. Bueno, podría pasar a otras noticias, pero el cable no lo hará por miedo a que un competidor capte la atención de un telespectador nervioso. La adicción del cable a falsificar últimas noticias llegó al extremo, sin duda, en 2014 con la descarada explotación de la desaparición del vuelo 370 de Malaysia Airlines, que llenó las ondas veinticuatro horas al día sin ninguna novedad en absoluto y con vergonzosas especulaciones sobre agujeros negros. «Creo que si la gente quiere ser crítica con la CNN por la excesiva cobertura de una historia, nos parece perfecto», dijo Zucker, de la CNN, a Mashable, incluso después de que la cadena hubiera sido objeto de burlas por parte de todo el mundo, desde Jon Stewart hasta el presidente Obama. «Está claro, la audiencia ha hablado y lo que hizo la CNN fue lo correcto.»43 Salvo por el hecho de que la CNN perdió esa subida de audiencia y su credibilidad por el camino.

En internet, las últimas noticias no tienen que ser así, ya que no hay un reloj que llenar. Un medio informativo puede decirnos lo que sabe y no decir una palabra más hasta que sepa algo nuevo. Imagínate que un servicio de información por internet nos hiciera la promesa de (a) resumir lo que se sabe de una historia que está sucediendo ahora, (b) actualizar únicamente cuando se sepa algo nuevo, y (c) alertarnos cuando eso suceda y darnos la posibilidad de mirar las últimas novedades. Los vídeos informativos podrían robarle terreno a Wikipedia. Mientras el proveedor no abuse de su privilegio enviándonos alertas constantemente —el chico gritando «¡últimas noticias!»— podemos ocuparnos de nuestros asuntos y hacer otras cosas hasta que haya algo nuevo que saber. El modelo de negocio de los informativos por cable —atraparnos con la falsa esperanza de que algo esté sucediendo realmente mientras nos enseñan más anuncios— puede que no justifique un servicio tan caro. Sin embargo, motivándonos para que hagamos visitas frecuentes con alertas reales, la red podría hacer que este modelo de negocio funcionase.

Comentaristas y fuentes de antecedentes: Recordemos mi discurso acerca de desglosar un artículo en activos y caminos. Wikipedia, de nuevo, nos muestra el camino proporcionando antecedentes sobre noticias y temas. Vox.com está convirtiendo eso en un negocio. También hay una oportunidad de hacer negocio con las fuentes de antecedentes en vídeo. El vídeo va muy bien para explicar y demostrar cosas; puede cogernos de la mano y guiarnos a través de una historia compleja. Uno de nuestros estudiantes de periodismo emprendedor de la CUNY, Christian Fahrenbach, ha hecho precisamente eso, utilizar el vídeo para explicar historias con ideas o temas complejos para una audiencia alemana (dado que son animados, sus vídeos pueden traducirse fácilmente para otros mercados). Los comentaristas no tienen que volverse locos con gráficas de ordenador.

A veces, una persona inteligente simplemente hablando con nosotros puede ser eficaz. Uno de los mejores usos de gráficas que he visto en televisión fue el que hizo Tim Russert explicando perspectivas electorales en su minúscula pizarra blanca. La ventaja comercial de las explicaciones y otros vídeos perdurables de ese tipo es que su valor no se lo lleva el viento en cuanto son vistos; ganan audiencia, reputación y valor con el tiempo a medida que más y más gente llega a ellos a través de enlaces para verlos.

Películas mudas (vídeos de móvil): Los medios de comunicación de todas clases contemplan los móviles como otro mecanismo más para proporcionar contenidos. La televisión cree que esto significa grabar vídeos más cortos. Sin embargo, me pregunto si el problema de los vídeos informativos en el móvil no es la duración sino el sonido. Si tengo que matar el rato mientras espero un tren o quiero acceder a la última historia a través de un vídeo, probablemente no querré sacar y conectar mis auriculares. No encenderé los altavoces del teléfono (y espero que ningún otro pasajero lo haga). Eso me lleva a pensar que un modelo apropiado para el vídeo en el móvil es el vídeo mudo: texto e imágenes en movimiento que proporcionan información y cuentan una historia sin que tengamos que oír nada.

Profundidad: A menudo se dice que los vídeos para internet tienen que ser cortos porque los espectadores abandonan el visionado —es un blanco móvil— al cabo de tres minutos. O de un minuto y medio. O de treinta segundos.

Vine ha llevado esta idea al absurdo: vídeos de seis segundos. De manera que el vídeo, el medio más superficial, se vuelve aún más superficial. En determinadas circunstancias, esta búsqueda de la brevedad tiene sentido. Pero el vídeo por internet también puede ser más largo, mucho más largo que en televisión. Miré, absorto, el reportaje de 42 minutos de Vice sobre el Estado Islámico. No son pocos los realizadores de documentales a los que les gustaría captar tu atención en internet ya que no pueden captarla por televisión o en los cines. Entrevistas que en televisión se reducirían a dos minutos o menos pueden tener la duración que se quiera en internet. Cada semana intervengo en This Week in Google, un programa producido y presentado por Leo Laporte en su red TWiT (This Week in Tech). Leo, la copresentadora Gina Trapani, invitados ocasionales, y yo, podemos pasarnos una hora, a menudo una hora y media, y a veces incluso dos horas, vociferando sobre Google e información tecnológica relacionada. Esto no podría (ni debería) hacerse nunca en un medio de comunicación de masas como la televisión convencional. Sin embargo, en internet TWiT, que produce alrededor de dos docenas de programas, puede encontrar su audiencia interesada, fiel y a la cual va dirigida y que oscila entre 50.000 y 250.000 espectadores por semana. Puede que pienses que realizar programas para esas audiencias tan pequeñas apenas compensaría el esfuerzo. Sin embargo, ten en cuenta que a menudo la audiencia de la MSNBC es solamente el doble que la de TWiT, y muchas cadenas de cable tienen audiencias tan bajas que no aparecen ni como un pequeño punto en los índices Nielsen.

La libertad de formato le permite a Laporte —igual que al maestro de la entrevista, Howard Stern, en su programa de radio vía satélite— hablar con alguien interesante hasta satisfacer su curiosidad, independientemente de cuánto dure. Las herramientas de internet también contribuyen a que Laporte pueda reducir drásticamente sus costes, utilizando cámaras económicas pero de alta definición en su estudio (el cual empezó siendo una habitación muy pequeña en una casa de campo en Petaluma, California) y cámaras web de ordenadores portátiles para que copresentadores como yo participemos en la conversación a través de Skype o de Hangouts. Laporte incumple más normas de la televisión convencional. Cuando hace televisión, al mismo tiempo está haciendo radio, ya que algunos miembros de la audiencia lo ven en directo, otros lo ven más tarde vía streaming, y una buena parte escuchan las descargas de audio de sus programas en sus coches, mientras hacen jogging o en el trabajo. Y Laporte derriba el muro entre la televisión y su audiencia mediante una sala de chat en constante funcionamiento que nos permite a quienes estamos delante de las cámaras hablar con los espectadores, recoger sus preguntas e ideas y, a menudo, recurrir a ellos para que respondan a las preguntas que planteamos; puesto que, como dice Dan Gillmor, nuestras audiencias saben más que nosotros.

Así, la televisión se convierte por fin en un medio de dos direcciones.

Los informativos de televisión han tenido muchas oportunidades para reinventarse. En la CUNY estamos iniciando una serie de eventos y mis colegas están impartiendo un curso dedicado a reinventar los informativos en televisión. Su renacimiento está a punto de empezar.

El fin de los medios de comunicación de masas
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