Apreciar las cosas buenas

Una parte esencial para ganar confianza es enorgullecerte y disfrutar de tus logros, además de aceptar el mérito por lo que has hecho bien. Has pasado demasiado tiempo castigándote por tus supuestos fracasos y no has prestado suficiente atención a las cosas que has ido consiguiendo sin problemas.

A estas alturas, ya estarás familiarizado con las diversas formas que te pueden llevar a ignorar tanto las cosas buenas que te ocurren como las cosas buenas que has instigado: menospreciarás los cumplidos positivos por considerarlos infundados, rebajarás la importancia de tus logros, los atribuirás a la suerte y te obcecarás con las críticas.

Estás tan acostumbrado a ignorar tus virtudes que probablemente creerás que valorarlas es arrogante o egocéntrico. Bueno, pues no lo es. Reconocer tus atributos positivos no es, en absoluto, presuntuoso; en realidad, es muy importante. Necesitas conocer bien tus puntos fuertes para estar en la mejor posición posible para lograr tus objetivos. Se trata de una parte fundamental de tu autoestima. Necesitas empezar a ser más benevolente contigo mismo.

Los estudios de investigación sugieren que hay diferentes tipos de autoestima. Algunas personas tienen confianza en sí mismas sea cual sea la situación, mientras que la autoestima de otras puede variar según su último logro o a quién logren impresionar. Cuando las cosas les salen bien, se sienten genial, pero cuando se enfrentan a algún tipo de rechazo se sienten avergonzados y las dudas se apoderan de ellos, y por ello vigilarán en todo momento, sin relajarse, su comportamiento y la reacción de los demás. No pueden evitar compararse a los demás para estar seguros de que están a la altura y no se quedan rezagados.

Para llegar a tener plena confianza en ti mismo, no puedes depender constantemente de otras personas, porque, de ese modo, que te sientas bien dependerá siempre de cómo te haga sentir otra persona, lo cual es una forma muy precaria de vivir. La aprobación de las personas a las que admiras debería ser siempre un añadido, y en modo alguno pueden convertirse en la base para determinar tu valía.

Así, en lugar de basar tu autoestima en opiniones concretas o en cómo te va ahora, deberías apostar por una visión más amplia basada en todas tus experiencias, es decir, una especie de autoevaluación objetiva de todos tus puntos fuertes y habilidades. Este tipo de medida interna no es solo mucho más segura, estable y realista, sino que generalmente también es una mejor manera de vivir.

► Igualdad de oportunidades

Piensa en la última vez que hiciste algo realmente bien. Puede ser cualquier cosa. Tal vez sacaste un buen resultado, valoraron de forma excelente tu trabajo, preparaste una cena deliciosa o hiciste reír a un amigo. ¿Cómo te sentiste? Ahora calcula más o menos cuánto tiempo has dedicado a pensar en todo esto. ¿Diez minutos? ¿Quince? ¿Dos?

A continuación, piensa en la última cosa que te salió mal, que no hiciste correctamente o que no salió tan bien como te habría gustado. Quizá te apresuraste en algún trabajo y después tuviste que corregirlo, o discutiste con tu pareja y dijiste algo que lamentas. ¿Cómo te sentiste? Ahora calcula más o menos cuánto tiempo pasaste pensando en ello. ¿Una hora? ¿Un día? ¿Una semana?

Tienes una imagen tan negativa de las cosas que probablemente te resulte bastante difícil pensar en algo que hayas hecho bien, pues automáticamente descartas pequeñas cosas, como hacer que un amigo se sienta mejor, porque no les darás la importancia debida. Eso es una tontería. Estas cosas importan y son reflexiones de gran valor sobre tu carácter.

Seguro que pasaste más tiempo pensando en lo que te salió mal que en lo que hiciste bien. No es una visión justa, porque tu tendencia a ver solo lo que no te gusta de ti mismo, es decir lo que consideras fallos, se impone y eclipsa todas tus fuerzas. Por esa tendencia, tendrás que hacer un esfuerzo para recordar, sobre cualquier otra cosa, las cosas que haces bien.

Censura tus prejuicios

Tienes prejuicios contra ti mismo. No, no lo niegues. Los tienes, es un hecho. Christine Padesky, cofundadora del Centro de Terapia Cognitiva de California, afirma que tener prejuicios contra uno mismo es un síntoma común de la baja autoestima.

El prejuicio es una opinión negativa que no está respaldada por ninguna prueba y es extremadamente difícil de cambiar. Por ejemplo, hay quien puede tener muchos prejuicios contra las mujeres que conducen. Creen que las mujeres conducen peor que los hombres y que cualquier mujer que sea hábil tras el volante es una excepción de la regla, algo casual, o bien miente sobre lo buena que es.

Podrían darse un millón de estadísticas o ejemplos que demuestran lo ridícula que es esta idea, pero a las personas con prejuicios no les importarían. No quieren que los saquen de su error, y ahí reside el problema.

Tienes que ser capaz de escuchar, asumir y aceptar nueva información aunque contradiga tus creencias para librarte de un prejuicio.

Así que, para librarte de los prejuicios que tienes contra ti mismo, tienes que poner de tu parte para creer en ti y empezar a gustarte. Damos por sentado que si no te interesara hacer esto no estarías leyendo este libro, así que ya has dado el primer paso.

Ahora solo tienes que prestar mucha atención a toda la información que refute tus prejuicios y asumirla. Fácil, ¿no?

Acepta un cumplido (de los demás y de ti mismo)

Para empezar a ganar confianza, vas a tener que aprender a elogiarte a ti mismo y a aceptar cumplidos de los demás. Es muy fácil restar importancia a los cumplidos, no tomarlos en serio y dar por sentado que la gente los dice porque es educada o amable. En ocasiones puede ser cierto, pero normalmente te ganas los elogios que recibes.

Aceptar un cumplido es un arte. Hay personas que quieren que tengas éxito y que te sientas bien, ahora tienes que empezar a confiar en ellas y a creer en ti mismo. Esto no implica que tengas que ir por la calle gritando lo genial que eres o que lleves una chapa en la que se lea «Soy genial y lo sé». Es una cuestión de equilibrio. Al empezar a reconocer tus puntos positivos, empiezas a equilibrar las escalas de la autoevaluación.

El impacto positivo de reconocer y aceptar las cosas buenas que tienes tendrá un efecto determinante en cómo te sientes emocional y físicamente, y en lo que haces.

Ejemplo: Una lección de cocina
Steph había perdido el trabajo que tanto le gustaba en marketing. Sentía como si se abriera el suelo bajo sus pies. Estaba tan devastada que ni siquiera había sido capaz de buscar otros trabajos. Se limitaba a esconderse en casa y a refugiarse en su amor por la cocina. Empezó preparando festines e invitando a todos sus amigos a comer porque siempre hacía demasiado. Pronto se convirtió en una rutina. Sus amigos solían ir todos los miércoles y viernes, y ella cocinaba para ellos. Entonces, un día, su amiga Jane llamó para preguntar si podía llevar a otra amiga, Lucie, que pasaba por una dolorosa ruptura. Jane le había dicho que Steph era una cocinera fantástica y pensaba que su comida podría animarla. Steph se sorprendió, pero para sus adentros estaba encantada. Sabía que cocinaba bien, pero nunca se le había ocurrido que fuera algo extraño o destacable. Lo que Jane había dicho a su amiga era muy halagador.
Cocinó su plato favorito y acabó reuniendo en torno a su mesa a siete personas. Todo el mundo estaba encantado con la comida, sobre todo Lucie. Incluso se le ocurrió decir que conocía un mercado donde necesitaban un puesto de comida, y sugirió a Steph que presentara su candidatura.
Steph nunca había considerado que su capacidad para cocinar fuera un talento del que sentirse orgullosa. Para ella era algo normal: una afición agradable. Darse cuenta de que otras personas valoraban esa habilidad hizo que Steph empezara también a apreciarla.

El mapa mental de Steph sería el siguiente:

► Con la cabeza bien alta

Piensa en tres cosas de tu vida de las que te enorgullezcas. Pueden ser cualquier cosa, sucedida en cualquier momento. La única exigencia es que en el momento en que hiciste y lograste hacer aquello que te enorgullezca debías sentir una gran seguridad en ti mismo.

Olvídate de la opinión de los demás, lo que cuenta es que tú te sintieras orgulloso y satisfecho.

Quizás uno de tus profesores eligió tu dibujo como el mejor en la escuela, o te entrevistaron en las noticias sobre tu opinión en una historia de actualidad. O es posible que intervinieses cuando viste que estaban molestando a alguien en el autobús, o regalaste una bufanda a una persona sin hogar en la calle. No importa si estabas solo o formabas parte de un equipo, simplemente deben ser cosas que te hagan sentir genial.

Anótalas y, después, escribe debajo de cada una lo que hiciste en realidad, lo que te hizo sentir orgulloso y cómo te sentiste en el momento.

Si rememorar grandes recuerdos no te da un estallido de orgullo y confianza, entonces necesitas elegir otros recuerdos.

► Lleva la cuenta de tus puntos fuertes Ahora que te sientes un poco mejor contigo mismo y, a regañadientes, aceptas que tal vez no seas tan malo como pensabas, es el momento perfecto para centrarte en tus puntos fuertes. Escribe tantas cosas positivas sobre ti mismo como se te ocurran. Incluye todas tus características positivas, tus puntos fuertes, tus talentos y logros. Anótalas en tu cuaderno o en tu teléfono: en algún sitio al que tengas fácil acceso, para poder continuar con la lista si se te ocurre algún elemento más que puedas incluir.

Tómate un par de días para pensar sobre el tema. No hay prisa. La lista debe ser amplia. Dos o tres cosas no sirven. Al principio, es posible que te cueste, pero recuerda: nadie va a ver esa lista más que tú, así que puedes ser totalmente honesto. Y no te preocupes, no estás siendo engreído.

No descartes ninguna idea demasiado rápido, nada es demasiado pequeño o insignificante, y no dejes que tu juez interior abra la boca y se mofe de esa actividad. Tu juez interior es un idiota: ignóralo.

Recuerda: nadie es cien por cien su mejor versión de sí mismo todo el tiempo. Somos humanos, pero si normalmente trabajas duro, aunque tengas un par de meses difíciles y salgas varios días pronto de la oficina, no dejes de poner que eres un buen trabajador.

Si te cuesta realizar este ejercicio, plantéate las preguntas que proponemos a continuación, quizá te inspiren:

♦ ¿Qué me gusta de mí mismo? ¿En qué soy bueno? ¿Qué rasgos positivos tiene mi carácter?

♦ ¿Qué habilidades y talentos tengo?

♦ ¿Qué les gusta a los demás de mí?

♦ ¿Qué cumplidos me hace la gente?

♦ ¿Cómo he logrado superar momentos difíciles?

♦ ¿Qué interacciones positivas he tenido recientemente? ¿Por qué eran positivas?

♦ ¿Qué atributos me gustan de los demás que yo también tengo?

Después de que hayas repasado todas las posibilidades que se te ocurran, pide la opinión a un amigo, compañero o a un miembro de tu familia. En realidad, otras personas son mucho mejores juzgándonos que nosotros mismos.

Sin duda, se les ocurrirán cosas en las que tú no has caído. Sí, pedir a alguien que haga una lista de tus puntos fuertes puede resultar intimidatorio, así que asegúrate de que es alguien con quien tengas mucha confianza para que puedas explicarle tu plan y por qué lo haces.

► Reforzar lo positivo

Elaborar tu lista debería haber resaltado todas las cualidades de las que deberías enorgullecerte, pero, como los prejuicios son tercos como mulas, todavía no hemos acabado.

Repasa tu lista y escribe las pruebas que respaldan cada cualidad. Sí, cada una de ellas. Es muy fácil escribir palabras sin creérselas por completo: «Ah claro, soy leal». ¿Por qué lo eres? Demuéstralo.

Al poner por escrito ejemplos concretos, cada cualidad se volverá real para ti y tendrás que aceptarlo como una verdad sobre ti. Por ejemplo:

♦ Un buen amigo: Llevé a Sally al aeropuerto a las 5 de la mañana la semana pasada.

♦ Decidido: Llamé al ayuntamiento cuatro veces hasta que arreglaron el bache de la carretera.

♦ Me gusta la música: Fui a dos conciertos la semana pasada.

♦ Tolerante: Escuché con calma a un anciano intolerante en el metro la semana pasada antes de decirle (educadamente) que sus opiniones eran ridículas.

♦ Organizado: Planeé una cena para reunir a todos mis amigos de la universidad hace un mes.

A la caza de buenas cualidades
A continuación, hay ejemplos de cualidades personales que pueden describirte:
Considerado, atento, bondadoso, leal, fiable, listo, ingenioso, trabajador, decidido, saludable, con conciencia, alguien que sabe escuchar, ávido lector, con una vena artística, organizado, fuerte, divertido, deportista, una persona muy viajada, aventurero, compasivo, con conciencia política, culto, creativo, amigable, agradecido, diligente, discreto, entusiasta, caritativo, cortés, activo, responsable, indulgente, gentil, buen cocinero, servicial, hacendoso, buen amigo, melómano, una persona que disfruta del aire libre, resuelto, refinado, pragmático, con buen gusto para vestirse, hábil con los ordenadores, puntual, comprensivo, de mentalidad abierta, hospitalario, paciente, disciplinado, persuasivo, hábil, sincero, meticuloso, sensible, tolerante.

Pensar ejemplos de cada una de esas cualidades llevará tiempo, pero será un tiempo bien invertido, pues significa que de verdad estás prestando a tus cualidades positivas la atención que merecen, y te verás obligado a aceptar que importan.

Un poco de buena voluntad

Necesitas empezar a reconocer estas cualidades positivas todos los días, en el momento en que sucedan. Aplica a tu actual yo la benevolencia que has aplicado a tu yo pasado.

♦ Ponlas por escrito cuando ocurran o más tarde te olvidarás o les restarás importancia. Es muy fácil pensar que correr tras alguien para devolverle una cartera que se le ha caído «no es gran cosa» después de cuatro horas. Es importante, no lo minimices. Asegúrate de fijarte en al menos tres cualidades positivas al día:

LunesHonesto: he aceptado la responsabilidad de un error que he cometido en el trabajo.
Divertido: he hecho reír a mi hermana.
Eficiente: he entregado mi informe.

♦ Procura mantener tu lista de virtudes a mano para que puedas acordarte de ellas y úsala como inspiración para el día siguiente.

♦ No restes importancia a las pequeñas cosas que consigas. Disfruta del mérito. No esperes que se produzca un gran alboroto para darte un palmadita en la espalda.

♦ Enseguida te acostumbrarás a fijarte en tus virtudes y verás que puedes poner por escrito cuatro o cinco fácilmente. Esto representa un auténtico progreso: ¿cuando abriste este libro por primera vez pensaste que podrías llegar a escribir tantas cosas buenas sobre ti cada día? Al final del día, relee lo que has escrito y acéptalo. Esas cosas han pasado, las has puesto por escrito, ¡no puedes negarlas!

Tras una semana, repasa la lista. ¿Qué pensarías de alguien con tales habilidades y virtudes? ¿Crees que te caería bien? ¿Te parece que debería creer en sí mismo? ¿Y si esa persona te dijera que tiene una autoestima muy baja? Pensarías que está loca. Ver tus buenas cualidades escritas en negro sobre blanco debería grabar a fuego en tu interior que puedes sentirte orgulloso de ti mismo, puedes sobrellevar lo que ocurre en tu vida, y puedes hacer cambios sin problemas.

Tienes que seguir con esta tarea regularmente, de manera que consigas convertirla en una rutina diaria hasta que sientas que tu confianza y autoestima crecen. Llevas tanto tiempo recopilando pruebas de todos tus defectos que necesitarás algo de tiempo para creerte de verdad todas las cualidades positivas que has puesto por escrito, pero si sigues con esta rutina, pronto te resultará algo natural.

Los «imperdibles» del capítulo
• Concentrarte en tus puntos fuertes tanto (o más) como en los supuestamente malos es lo más justo e incrementará mucho tu confianza.
• Poner límites a los prejuicios que tienes contra ti mismo requerirá algo de tiempo y, si te centras en las pruebas que los desmienten, enseguida te sentirás mejor contigo mismo.
• La aceptación de los cumplidos es una parte fundamental para aumentar la confianza en ti mismo.