¿Qué son la confianza y la autoestima?
A un nivel muy básico, la confianza es un sentimiento de seguridad emocional que surge de tener fe en ti mismo, mientras que autoestima es un término más general en el que se incluye todo aquello que conforma esa fe. La confianza se construye sobre varios factores, el más importante de los cuales es la autoestima.
Tener confianza es esencial para todos los aspectos de tu vida. Te ayuda a alcanzar tus objetivos, a probar cosas nuevas, a creer en tus decisiones, en tu potencial y a ser independiente. Permite manejar el estrés y nos prepara para tratar problemas emocionales, prácticos y físicos. Es la forma de medir tu capacidad de salir adelante y tener éxito, de manera que la falta de confianza puede ser excepcionalmente incapacitante y hacerte sentir que no estás a la altura.
Ahora bien, no queremos dar una idea errónea: tener confianza no es lo mismo que no ponerse nunca nervioso, ansioso o inseguro. La ansiedad y la inseguridad son emociones humanas normales, y todo el mundo las experimenta en algún momento de sus vidas; sí, incluso los megalómanos sienten presión en ocasiones. La confianza varía según lo que hagas, a lo que te enfrentes, según la edad, tu experiencia, el contexto y el humor. No obstante, es más probable que solo debas enfrentarte a baches emocionales en tu confianza si cuentas con una autoestima que generalmente es bastante alta, eres una persona positiva y confías en ti mismo para sobrellevar las situaciones difíciles.
Asimismo, debe quedar claro que la confianza no es lo mismo que la arrogancia, pues esta última es un orgullo autoritario, un complejo de superioridad que no es en absoluto realista o útil, mientras que la auténtica confianza es una fuerza interna basada en el respeto a uno mismo.
Puedes fingir confianza, por supuesto, simulando ser algo que no eres, pero a menos que seas un actor excepcional, normalmente tus inseguridades acabarán saliendo a la luz. Nadie se siente seguro continuamente y sentirse estresado, ansioso o preocupado no debería considerarse en absoluto una debilidad.
¿Qué nos hace tener confianza?
♦ Autoestima: es el respeto y la fe en ti mismo, que se basan en:
◊ Seguridad en ti mismo: creer en la validez de tus opiniones y creencias.
◊ Autoaceptación: conocerte, saber qué te gusta y lo que no.
◊ Creer en ti mismo: saber que tienes capacidad para conseguir lo que deseas.
♦ Sentirse «auténtico» y cómodo en tu propia piel.
♦ Estar cómodo contigo mismo físicamente.
♦ Tener una actitud y un enfoque positivo de la vida.
♦ Tener fe en tu capacidad de sobrellevar las situaciones difíciles, arriesgadas o inciertas.
♦ Disposición para aceptar tanto los elogios como las críticas, sin que cambie radicalmente la forma en la que te sientes contigo mismo.
Tener dudas sobre tu capacidad para salir adelante puede resultar una profecía autocumplida. Tu confianza mengua, te preocupas por tu capacidad y empiezas a comportarte de forma incómoda o poco eficaz muy a menudo, de manera que realmente acabas poniéndote trabas para tener éxito. Cuando no consigues lo que te propones, el miedo original a no conseguir el trabajo provoca que tu confianza decaiga incluso más. Eso es exactamente lo que le ocurría a Steven. Temía que creyeran que le faltaba experiencia, y acabó comportándose de modo que realmente pareció que era una persona poco experimentada. Es un círculo vicioso: véase la siguiente página.
Ejemplo: La actitud soberbia de Steven
Steven acababa de empezar en su nuevo trabajo como director regional de ventas de una gran empresa. Estaba a cargo de treinta empleados y se sentía completamente sobrepasado. Muchas de las personas a las que se suponía que debía supervisar eran mayores y tenían más experiencia que él. Pensó que la mejor forma de manejar su incomodidad era disimularla completamente. En su primer día, entró pavoneándose por la oficina, convocó una reunión, se presentó, soltó unos cuantos chistes, ignoró a todo el mundo y se largó. Le asustaba tanto que alguien intuyera que no sabía lo que estaba haciendo que no hizo ninguna pregunta, ni pidió ningún tipo de guía sobre nada. Si no conocía la manera de hacer algo, simplemente lo hacía de un modo diferente.
Mientras él creía que daba la imagen de ser una persona capaz, eficiente y locuaz, su personal lo consideraba en realidad un patán arrogante e irrespetuoso. Lo consideraban demasiado orgulloso para pedir ayuda, así que no se la ofrecieron y las cosas empeoraron rápidamente.
Baja autoestima (LSE, según sus siglas en inglés)
La baja autoestima desempeña un papel tan importante en la confianza que tiene su propio acrónimo: LSE. Una autoestima baja puede deberse a que no te consideras suficientemente bueno para cumplir con determinada tarea, a que no confías en tus instintos y a que piensas que no mereces la pena. Das por supuesto que las cosas no saldrán bien, te criticas, te culpas y adoptas comportamientos que no te benefician (como la evitación, aplazar las cosas para otro día, comer para reconfortarte, estar a la defensiva, etc.). Todo esto solo exacerba el problema y confirma tus creencias negativas. Hay acontecimientos, situaciones o simplemente ideas que pueden provocar una baja autoestima, pero una vez esta te echa sus zarpas encima se comporta como un virus, extendiéndose rápidamente e influyendo en otras partes de tu vida con las que previamente no tenías problemas.
¿Qué causa la baja confianza y la baja autoestima?
La falta de confianza o la baja autoestima pueden ser específicas de ciertas situaciones (como en el caso de Steven) o pueden llegar a ser rasgos permanentes que afecten a todos los aspectos de tu vida. Aunque te sientas inseguro en un acontecimiento o una situación particular, puedes tener una buena imagen de ti mismo en general; tus problemas de confianza desaparecerán cuando percibas que el problema se ha resuelto. Por ejemplo, puede que no tengas mucha confianza en cumplir con un plazo de entrega específico. Crees que no podrás hacerlo, así que evitas empezar el proyecto. De ese modo no podrás cumplir el plazo, pero no se acaba el mundo porque te han dado una prórroga. Tu confianza aumenta en cuanto la situación se resuelve y este bajón de autoestima no habrá afectado a ninguna otra parte de tu vida.
Sin embargo, si la baja confianza y la baja autoestima son rasgos permanentes pueden definir todo lo que hagas, digas, pienses o sientas. La creencia de ser estúpido, feo, inútil, no suficientemente capaz, indigno, poco atractivo, antipático y un fracaso aparecerá en la mente en situaciones difíciles o todo el tiempo.
Estas creencias suelen estar muy arraigadas, y se ven como hechos en lugar de solo opiniones que alimentas sobre ti mismo. Llegarás a creer que son rasgos fundamentales de tu identidad y de quien eres, lo que a menudo significa, y no es nada sorprendente, que no te gustas demasiado.
Ejemplo: La crisis de identidad de Megan
Megan llevaba años soltera. Siempre había pensado que le encantaría sentar la cabeza y empezaba a impacientarse al ver que la mayoría de sus amigos se emparejaban. Era la típica chica soltera a la que todo el mundo intentaba emparejar en las fiestas con hombres totalmente inapropiados, y solía acabar sintiéndose como Bridget Jones.
Entonces conoció a Phil, divertido, carismático y atractivo; pensaba que había encontrado a su pareja perfecta y la relación progresó rápidamente. A los cuatro meses se fueron a vivir juntos. Y entonces las cosas se torcieron.
Megan nunca antes había vivido con alguien, mientras que Phil, por su parte, había convivido con su expareja durante seis años. Ella no se sentía preparada para cumplir con su nuevo papel de «novia que vive con su pareja». No sabía lo que él esperaba de ella, cómo se suponía que debía comportarse y si podía cenar solo judías con una tostada cuando le apeteciera, como era su costumbre. No estaba habituada a tener que adaptarse a la rutina de alguien y se sentía culpable cuando no le consultaba las cosas, pero, al mismo tiempo, también ligeramente resentida por tener que hacerlo. Y lo cierto es que Phil no era exigente, en realidad era un hombre bastante flexible.
Megan pasó de ser tranquila y segura a sentir que se estaba fallando a sí misma y a Phil, pero no sabía ni cómo ni por qué.
La gente se vuelve insegura y desarrolla una baja autoestima como resultado de experiencias negativas a lo largo de sus vidas que a menudo tienen su origen en la niñez o la adolescencia; sin embargo, puede aparecer en cualquier momento. Incluso en las personas que han gozado de una buena autoestima y de toneladas de confianza pueden hacer mella experiencias estresantes que cambian cómo se ven a sí mismos, por ejemplo, odiar su trabajo, discutir con un amigo o involucrarse en una relación destructiva. Puede incluso ser consecuencia de un cambio de papel que no necesariamente se considera negativo, es decir, convertirse en padre, jubilarse o que tus hijos se vayan de casa. Este tipo de sucesos y situaciones cambian el lugar que ocupas en el mundo y te sacan de tu zona de confort, lo que puede causar una crisis de identidad que tendrá un gran efecto en los niveles de confianza.
Ejemplo: La actitud soberbia de Steven
Steven acababa de empezar en su nuevo trabajo como director regional de ventas de una gran empresa. Estaba a cargo de treinta empleados y se sentía completamente sobrepasado. Muchas de las personas a las que se suponía que debía supervisar eran mayores y tenían más experiencia que él. Pensó que la mejor forma de manejar su incomodidad era disimularla completamente. En su primer día, entró pavoneándose por la oficina, convocó una reunión, se presentó, soltó unos cuantos chistes, ignoró a todo el mundo y se largó. Le asustaba tanto que alguien intuyera que no sabía lo que estaba haciendo que no hizo ninguna pregunta, ni pidió ningún tipo de guía sobre nada. Si no conocía la manera de hacer algo, simplemente lo hacía de un modo diferente.
Mientras él creía que daba la imagen de ser una persona capaz, eficiente y locuaz, su personal lo consideraba en realidad un patán arrogante e irrespetuoso. Lo consideraban demasiado orgulloso para pedir ayuda, así que no se la ofrecieron y las cosas empeoraron rápidamente.
Naturaleza y educación
Tu experiencia influye en cómo te ves, en lo valorado que te sientes por los demás y en cuánto te valoras a ti mismo. En la infancia aprendemos de lo que vemos, de lo que oímos y de lo que nos dicen. No tienes los mismos medios para cuestionar las cosas cuando eres un niño que cuando eres un adulto, así que aceptas lo que se te dice como un hecho porque no tienes ninguna base para comparar. Por desgracia, en esa época pueden empezar muchos problemas.
Si te dijeron que eras un inútil, nunca te elogiaron o no te premiaron por tus logros en tu juventud, es más probable que tengas problemas de autoestima en la edad adulta, y también posiblemente será más difícil y más duro cambiar. Esto se debe a que nunca has tenido una visión positiva de ti mismo (es distinto si se desarrolla en la edad adulta). Si nunca has gozado de la posibilidad de llegar a tener confianza en ti mismo, en tiempos difíciles no tendrás ningún sistema de creencias positivas en el que apoyarte y que te ayude. Automáticamente, creerás que no eres suficientemente bueno, atractivo, listo, etc., porque nunca has tenido una visión alternativa.
No obstante, si te quisieron, te alabaron y te apoyaron de niño, tienes más posibilidades de tener una autoestima saludable y bastante confianza en ti mismo en la edad adulta. Si tuviste esa clase de experiencias de pequeño, será más sencillo recordar esas emociones cuando pases por tiempos más duros.
Ese es, por tanto, el papel que desempeña la educación, pero la naturaleza tiene una gran influencia también. La herencia genética de tus padres contribuye a modelar tu temperamento, que puede influir en las probabilidades que tienes de ser una persona con confianza o de sufrir problemas de autoestima. Si eres extrovertido, disfrutarás asumiendo riesgos y abandonarás felizmente tu zona de confort para comprobar de qué eres capaz y poner a prueba tus habilidades. Las personas extrovertidas normalmente tienen y exhiben una autoestima saludable. Por el contrario, si eres introvertido es más probable que no quieras traspasar tus límites; asimismo, al no salir de los parámetros en los que te sientes a salvo raramente conseguirás validar tus opiniones o ver que puedes superar situaciones que supongan un desafío. Las personas introvertidas normalmente tienen más probabilidades de tener una baja autoestima. Por supuesto, hay un término medio, pero los rasgos con los que hayas nacido limitarán o enfatizarán tu comportamiento.
Las ideas sobre la confianza y la autoestima que se desarrollan en la infancia pueden ser difíciles de cambiar cuando pasan a formar parte de tu sistema interno de creencias, e influyen en tu interpretación de los acontecimientos y en cómo te ves a ti mismo en la edad adulta. No obstante, como ya hemos dicho, aunque fueras un niño con mucha confianza puedes padecer problemas de autoestima y confianza mientras creces. Más abajo encontrarás una lista de algunos de los exterminadores de confianza más comunes que pueden boicotear la imagen que tienes de ti mismo.
Los exterminadores de confianza más comunes
La severidad con la que las experiencias que describimos a continuación podrían afectarte varían según su frecuencia, la credibilidad que les des y su duración. Pueden estar ocurriéndote ahora mismo, o haberte sucedido mientras te hacías mayor.
♦ No poder sobrellevar el estrés: Creer que no puedes manejar un acontecimiento o situación puede desanimarte, desmoralizarte y hacerte sentir solo. Todo ello socavará tu confianza y puede darte problemas de baja autoestima. Entre los ejemplos de situaciones abrumadoras podríamos citar que te acosen o intimiden en el trabajo, mantener una relación abusiva, una ruptura, sentirse aislado de tus amigos o tu familia, un cambio de vida (por ejemplo, convertirte en padre o perder el trabajo), problemas financieros, incertidumbre sobre el futuro, sufrir algún trauma o problemas de salud (tú mismo o alguien cercano a ti).
♦ No cumplir con los parámetros establecidos: En este caso hay dos situaciones posibles: creer que no cumples ni con las expectativas de los demás ni con las tuyas propias. Tal vez tú mismo sepas que tus resultados no son buenos, o puede ser algo sabido por otros, que tendrán opción a criticarte (véase más abajo), despreciarte o burlarse de ti.
♦ Críticas constantes: Ser capaces de aceptar críticas constructivas es una parte fundamental de ser adulto, pero cuando las críticas son injustificadas, severas o constantes y no se equilibran con elogios y reconocimiento de tus éxitos pueden destruir tu confianza y autoestima. Lo mucho que te afecten las críticas también estará determinado por quién te valore y en cuánto estimes su opinión (p. ej., depende de si es tu jefe, un becario de tu jefe, tu padre o tu compañero).
♦ Falta de refuerzo positivo: Nadie te desprecia abiertamente, pero sientes una falta de atención, elogios, ánimos, tiempo, amabilidad y afecto hacia ti. Nadie parece interesado en tu persona. De niño llegarías a la conclusión de que tienes algún problema y no mereces ningún trato positivo. Estos sentimientos pueden continuar en la edad adulta, o iniciarse entonces.
♦ Sentirse marginado: Te sientes (o lo hacías cuando eras un niño) como el rarito de la clase, de casa, del trabajo o en tu vida general. Aunque puede que no te critiquen por tus intereses, capacidades o personalidad diferentes, sientes que se hace hincapié en ellos de forma negativa, mientras que los atributos de tus compañeros se elogian o celebran. La cultura popular puede desempeñar un gran papel a la hora de decidir si crees que eres «normal» o no, especialmente en lo referente a la apariencia física, los intereses sociales y la popularidad.
♦ Problemas familiares: El divorcio, la enfermedad o la pérdida de un trabajo pueden tener un gran efecto en las familias, tanto en la forma de interactuar de sus miembros como en la estabilidad que tenían o que se espera de ellas. Por otro lado, el papel que desempeñas en una familia (la visión que se tiene de ti y cómo se te representa dentro de su dinámica) puede influir decisivamente en la visión que tienes de ti mismo y en cómo te ven los demás. Tal vez te sientas incapaz de librarte del personaje que te asignaron hace mucho tiempo (p. ej. la oveja negra, el inteligente, el poco fiable, etc.).
♦ Tu posición social: La forma en que te ves puede estar influida por cómo crees que encajas en la sociedad. La clase, la riqueza, la etnia, las visiones políticas y la religión influyen en cómo nos vemos a nosotros mismos y a nuestras familias. Experimentar prejuicios u hostilidad basados en la convicción ajena de que tú o tu visión de la vida son en cierto modo «inaceptables» puede afectar dramáticamente a la valoración de ti mismo.
♦ Abuso (físico, emocional o sexual): Si sufriste abusos, te castigaban con frecuencia, te descuidaban o maltrataban de niño, tendrás cicatrices. Los niños a menudo interpretan las cosas que les pasan como si fueran su responsabilidad, es decir, piensan que de algún modo era su culpa, lo que puede tener consecuencias duraderas en su autoestima. Sufrir maltrato en la edad adulta puede ser igual de dañino porque sigue presente el ciclo de autoinculpación. Tal vez creas que, como adulto, deberías ser capaz de hacer algo al respecto, o que tienes que vivir con las consecuencias de tus decisiones. Esto no es cierto. Los abusos, tanto si se produjeron en la infancia o en la edad adulta, no fueron culpa tuya en absoluto: nunca deberían haber ocurrido y no tienes ninguna responsabilidad.
El impacto de una baja confianza y una baja autoestima
El impacto del sentimiento de no estar a la altura o de que tienes algún tipo de carencia puede ser absolutamente catastrófico. Y la forma en que te sientes y piensas inevitablemente afecta a lo que haces. A continuación se ofrecen algunas respuestas conductuales al sentimiento de inseguridad:
♦ Llegar a ser introvertido o extrovertido: Si te sientes cohibido y te vuelves demasiado sensible a las críticas o a la desaprobación, es posible que acabes limitando tus interacciones sociales o que no seas tú mismo y te dediques solo a complacer a las personas.
♦ Convertirse en un adicto al trabajo o en un holgazán: El miedo al fracaso o a sentirte un fraude puede hacerte trabajar sin parar para ponerte a prueba, o directamente evitar el trabajo para que si fracasas puedas encontrar una excusa en tu falta de esfuerzo.
♦ Ignorar los cumplidos y las alabanzas: Te centrarás solo en la parte negativa y socavarás tu capacidad y tu papel, pues ignorarás cualquier cosa que sugiera que estás superando o haciendo bien las cosas.
Ayuda para traumas pasados
Las víctimas de traumas infantiles y adultos pueden recuperarse y, de hecho, lo hacen. Buscar consejo profesional de un especialista en traumas o abusos puede ayudarte a trabajar lo ocurrido. Asimismo, puedes visitar a tu médico de cabecera para que este te derive al especialista adecuado.
♦ Evitar y aplazar: Rehuirás o pospondrás cualquier cosa en la que tengas que ser juzgado o evaluado, o que pueda causar algún conflicto (p. ej. un proyecto de trabajo o una ruptura complicada). Asimismo, tampoco probarás cosas nuevas si suponen un esfuerzo (¡lo que sería totalmente normal!).
♦ Falta de cuidado personal: El poco valor que te das implica que no ves mucho sentido en cuidar tu apariencia o tu salud. Es posible que sufras exceso de peso o, por el contrario, estés por debajo de tu peso mínimo, que dejes de hacer ejercicio, te automediques con alcohol o drogas e ignores la higiene personal. O puedes hacer totalmente lo contrario: hacer ejercicio y pasarte horas perfeccionando tu apariencia basándote en una suposición de lo que es atractivo.
La confianza puede aprenderse, así que sea cual sea el origen de tu inseguridad no tiene por qué gobernar tu vida.
Los «imperdibles» del capítulo
• Puedes detener el círculo vicioso de la baja autoestima cambiando cómo te sientes, piensas y actúas.
• No importa si tus problemas de confianza y la baja autoestima empezaron de niño o en la edad adulta: hay cosas que puedes hacer para arreglarlos.
• Sentirse inseguro a veces es totalmente normal: únicamente tienes que aprender a cerciorarte de que solo es a veces.