En este recinto se guarda gran parte del legado prehispánico y amerindio de México. Es monumental desde el exterior hasta sus 22 salas, dispuestas alrededor de un estanque que recuerda el origen lacustre de la ciudad y un caracol de bronce al que el viento arranca sonidos. Entre los objetos expuestos más famosos se cuentan la Piedra del Sol, las serpientes emplumadas del palacio de Quetzalcóatl de Teotihuacán y tronos mexicas, oaxaqueños y purépechas.
Imprescindible
Sala Teotihuacana
Cuenta entre sus acervos con restos de murales de los palacios de la “ciudad donde nacieron los dioses”, almenas de sus edificios, vasijas y figuras que los mexicas rescataron y reutilizaron en Tenochtitlán 600 años después.
Sala Mexica
Se muestran vasijas de obsidiana, braceros y monolitos, así como piedras fundamentales, como la del Sol o la de Tizoc, la desasosegante estatua de Coatlicue, alfarería, estandartes, columnas mexicas reutilizadas por los españoles en época virreinal, canoas y joyas encontradas en el Templo Mayor de Tenochtitlán y en diversos puntos de la ciudad.
Sala Maya
Reúne las joyas del sureste mexicano, como estelas de las ciudades más importantes, diversos chac mool (mensajeros divinos), vasijas, figurillas de Jaina (que reproducen la vida cotidiana de los mayas), máscaras mortuorias de jade (como la del famoso rey de Palenque, Pakal) y hasta fachadas completas de templos.
Otras salas
Además de ofrecer un amplio panorama de la arqueología de diversas zonas de México (el altiplano, el sureste, el norte), las salas etnográficas abundan sobre la riqueza cultural de esas regiones a través de una muestra de vestidos, rituales, vida cotidiana y arte popular.