Es el casco antiguo más grande de América Latina, declarado Patrimonio Mundial por la Unesco, y el lugar exacto donde se alzaban algunos de los centros ceremoniales más importantes del continente. Es también el epicentro de una ciudad vibrante lista para ser descubierta por el viajero. Además de los murales, la arquitectura colonial y los restos prehispánicos, aquí late lo más actual.
Lo mejor en un día
El día comienza en la
casa de los Azulejos, una
casona del s. XVI ocupada hoy por la cadena comercial Sanborns. Es
el lugar perfecto para sentirse exclusivo por poco dinero mientras
se disfruta de platillos típicos en su patio central. A pocos
metros se puede visitar el palacio de Bellas Artes (Clicar)
y alargar el paseo por la Alameda (Clicar)
hasta el monumento a la
Revolución (Clicar).
A la hora de comer, la mejor opción es acercarse a la
Torre Latinoamericana
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para almorzar en el restaurante del mirador disfrutando de las
impresionantes vistas de la ciudad a un precio asequible. Una vez
fuera, puede recorrerse la calle Madero, una de las pocas
peatonales de la ciudad, y parar en el
palacio de Iturbide para terminar en el Zócalo (Clicar).
Para cenar hay que regresar por Cinco de Mayo hasta el
Bar La Ópera (Clicar)
o quedarse en alguna de las terrazas del Zócalo, como la del
Centro Cultural de España
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o el Hotel Majestic
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Para cerrar el día nada mejor que algo de jazz en el Zinco Jazz
Club (Clicar)
o acercarse hasta Tenampa
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si quedan energías.