CAPITULO IV
LA DECISION
No me gusta el aspecto de ese individuo, no, señor —decía el coronel Carstairs-Tuttle—, ese hombre es un boundah, ¡un absoluto boundah! Cuando estuve de subalterno en la India, a los tipos semejantes a él no los querían dentro de cien yardas, ni siquiera dentro de cien millas de cualquier tipo de instalación militar. Ni siquiera le dejarían acercarse a una distancia visible de una hilera de espino artificial. Ni siquiera le dejarían inspeccionar las herraduras de los caballos del regimiento. ¡Por San Jorge! Es un espía del Telón de Acero, o un espía del Telón de Bambú, con ese rostro que tiene. ¡No me atrevo a decir ni la mitad de lo que quiero decir! Ni siquiera en esta sala privada. No puedo expresarlo en palabras..., pero hay algo en ese individuo que no me gusta. ¡Elevo las más fuertes objeciones posibles en pro de la seguridad!
—Bien, y ¿usted qué opina? —preguntó el doctor Percy Ponsonby, girándose hacia Vance De Vere.
—Estaba muy ansioso durante toda la entrevista esperando que se le concediera a este individuo una oportunidad que nos demostrara de qué materia estaba hecho. Para comprobar si era un científico en el amplio sentido de la palabra, o si era uno de esos obstinados especialistas que uno encuentra desgraciadamente en todos los campos. Un especialista que se ha hecho tan brillante dentro del estrecho campo suyo, que ha olvidado los amplios principios de la investigación científica y el conocimiento científico básico.
«Las preguntas que usted le ha formulado, Ponsonby, eran en definitiva de un tipo elemental para un científico de su calidad. Pero eran preguntas amplias que cubrían un área ciertamente amplia —dijo De Vere.
—Hay una cosa de la que me gustaría estar más seguro todavía —dijo Ponsonby—. Ahora que usted ha dicho todo esto, De Vere, viejo amigo, quisiera saber cuán amplio, podríamos decir, es su conocimiento científico general. Más bien le he hecho preguntas de nuestro propio campo atómico. Creo que lo mejor sería ampliar un poco más el cuestionario. Tendremos que hacerle venir otra vez antes de tomar una decisión, ¿qué les parece?
El jefe de personal movió la cabeza.
—Buena idea, Percy —convino—. ¡Muy buena idea!
Ponsonby pulsó el timbre y Rosco Cawdor entró de nuevo en la habitación.
—Todavía no hemos llegado a una decisión final. Como puede usted suponer, Mr. Cawdor —dijo Ponsonby, pomposamente de nuevo—, es de vital importancia para las Aleaciones Atómicas Amalgamadas, emplear tan sólo a hombres de quienes estemos absolutamente seguros. No quiero que piense que este examen tan largo a que le sometemos sea una cosa especial para usted. Debemos tomar el tiempo éste, en cada caso particular, y sólo después de un extenso examen de cada candidato, podemos posiblemente tomar una decisión que pueda ser adecuada. Las plazas que hay vacantes aquí son de importancia altísima dentro del ámbito nacional e incluso, me atrevería a decir, internacional. Comprenda, pues, que no podemos permitimos el lujo, en la carrera tecnológica moderna, de fallar al emplear a un técnico de investigación de primera clase, ni aventurarnos a dar una de estas valiosas plazas a cualquiera que no sea el mejor. Muchos solicitantes han sido rechazados, debo añadir —dijo Ponsonby— a pesar de haber conseguido resultados ciertamente altos. No deseamos perder otro hallazgo valioso...
Estaba haciendo todo cuanto podía por aparecer amable, si bien no salió por entero victorioso en su cometido. Rosco Cawdor sonreía con aquel rostro suyo de rasgos tan corrientes, tan carente de expresión. Era la clase de rostro que uno ve en un cartelón que dice: «Mr. Promedio» hace esto, y esto. Era como el rostro de una unidad estadística más bien, que el rostro de un ser humano. Estaba terriblemente proporcionado, como si hubiera sido hecho mediante un molde en lugar de a través del proceso biológico normal.
—Me complacerá responder a cuantas preguntas quiera formular —condescendió.
—¡Bien..., bien! Sabía que podíamos contar con su entera cooperación. Vamos a hacer una prueba de amplio vocabulario y de conocimientos generales. Nos agradaría tuviera la amabilidad de responder a algunas preguntas que le formularemos dentro del campo alfabético más amplio, que cubrirá como ya he dicho un campo tremendamente amplio de conocimientos generales.
Adelante —dijo Rosco—. ¿Le importaría que me sentara?
—Por favor, hágalo, Mr. Cawdor —dijo Vance De Vere.
—Ahora empezaremos —dijo Ponsonby, 'observando una lista de preguntas—. Veamos, ¿podría decirnos qué significa la palabra «aardvark» para usted? (especie de armadillo del Sur de Africa).
—El aardvark es un animal, un animal de madriguera, uno de los hormigueros de Africa. Es mamífero, posee fuertes patas delanteras que emplea para cavar y una lengua pegajosa. La palabra viene, según creo, del holandés o del africander primitivo, estando compuesta de «aarde», que significa tierra, y de «varken», que significa puerco. Me permito llamar su atención al recordarles que una palabra de derivación similar es la «aardwolf» (proteles, especie de hiena del Africa del Sur), que también viene del holandés, y que se trata de un desagradable carnívoro, nocturno, del sur y este de Africa, siendo su principal alimento, las termitas y la carroña. Tiene cierta semejanza con la hiena.
—Excelente, excelente —aprobó Ponsonby—. Ahora vamos con la segunda... abaco.
—Oh, sí. Un antiguo invento de numeración, de bolas en un alambre, que se emplea todavía en algunos países orientales.
—Muy bien..., muy bien —dijo Ponsonby—. Ahora, ¿podría decirnos, por favor, qué asocia usted con la palabra «Abu Simbel»?
—¡Oh, sí! Abu Simbel —repitió Rosco— según mis conocimientos es el lugar de un antiguo templo rocoso, de un número de templos rocosos en la orilla oeste del Nilo. También se conoce por Ipsambul.
—Hmm, cierto, desde luego. Sus conocimientos generales son amplios y extraordinarios. Permítame felicitarle —dijo Percy Pon- sonby—. ¿Qué entiende usted por la palabra «acerbidad»?
—Bien, literalmente, diría «acidez» pero ligeramente algo más que eso. Significa acidez, astringencia y amarulencia. Podríamos decir que una fruta verde posee la cualidad de acerbidad. —Rosco Cawdor parecía ligeramente divertido.
—Si yo le dijera que cierto objeto es acidófilo, ¿qué pensaría usted?
—Que se refiere a que el objeto puede ser fácilmente manchado con ácido —dijo Cawdor.
—Correcto. ¿Cuál es el significado del verbo aguzar?
—Aguzar es afilar algo. Podría decir que he aguzado un lápiz. Esta palabra puede emplearse también como adjetivo si digo que un lápiz afilado, es un objeto aguzado.
—¡Cierto! —Ponsonby había sido tomado por sorpresa—. Supongo que no debería decirlo, pero éste es uno de los exámenes más excelentes que hemos efectuado entre los candidatos desde hace mucho tiempo. ¡Permítame que le felicite cordialmente!
—¿Desea formular alguna otra pregunta? —preguntó Cawdor.
—Pues, una o dos, tal vez, una o dos tan sólo. ¡Tiene que haber alguna cosa que usted no sepa!
—Por favor, continúe.
—¿Qué es lo que no funciona como es debido en una persona que padezca ageustia?
Cawdor pareció meditar unos momentos.
—Diría que padece pérdida de la habilidad de gustar, que no posee el sentido del gusto. A pesar de que no poseo grandes conocimientos en medicina, sé que existen ciertas causas orgánicas que pueden causar esta enfermedad, pero la ageustia se asocia con mucha más frecuencia con ciertos desórdenes mentales, por ejemplo, la dementia precox.
—¡Asombroso! —comentó Ponsonby.
Incluso el propio coronel de seguridad le miraba con un poco más de respeto, si bien no por esto se sentía más inclinado que antes en su favor.
—Caballero —dijo Ponsonby, el pomposo Percy Ponsonby, mirando con nuevo respeto al tranquilo e impasible extranjero—, me atrevería a decir que su vocabulario es casi tan completo como el mío...
«Pobre viejo Ponsonby —pensó Vance de Vere—, realmente lo cree así. Es tan idiota que cree que ese es el mayor cumplido que puede hacerme».
Percy estaba atareado pasando hojas de papel de la lista de preguntas.
—¿Qué es un anemometrógrafo?
—Pues, más o menos, lo mismo que un anemógrafo. Esta palabra se emplea particularmente para indicar un aparato que sirve para señalar la fuerza y dirección del viento reinante. Es un invento empleado en meteorología y otras ciencias asociadas. En realidad, señala una línea curva, que procura una indicación automática de la velocidad, fuerza o dirección del viento. Es de origen griego.
—¡Loado sea Dios!
Hubo un silencio en la mesa de los examinadores, un largo y abrumador silencio...
—Si digo que cierta medicina es antifebril, ¿cuál será, según usted, el poder de tal medicina?
—Tendrá el poder de aliviar la fiebre. Será un antipirético —dijo Rosco Cawdor, como quien no quiere.
Percy Ponsonby, estaba tratando de buscar desesperadamente algo, cualquier tontería con la que poder probar la falibilidad del vocabulario del genio que había aparecido ante ellos.
—¿Qué significa para usted la palabra anticlinorio? ¿Qué es un anticlinorio?
Podía haber preguntado qué tiempo hacía, esperando que aquella palabra estuviera fuera del alcance del conocimiento de aquel hombre.
—Un anticlinorio es un sistema de repliegues paralelos que se presentan en rocas estratificadas. Por lo general, forma un arco y en el conjunto se diría que tiene una estructura anticlinal.
Hubo un silencio, entonces, todavía más largo.
—Bien, creo que deberíamos completar el test, si bien, me parece que ahora ya es puro formulismo, amigo mío. Nos ha asombrado usted, nos ha dejado atónitos, ¡sí, señor! ¿No existe nada sobre lo que no esté completamente informado?
—Como ya le he dicho antes, no soy absolutamente infalible —admitió Rosco.
—¡Me gustaría saberlo! ¿Qué sabe usted acerca de las boyas náuticas?
—Existen seis tipos principales, la boya de barrilete, la boya cónica, la baliza, la campana, la sibilante y aquellas que están provistas de luz de gas.
—Sí... eso creo... —dijo Ponsonby, con voz algo deshinchada—. ¿Qué es un compás de es-pesores, por favor?
—Un instrumento de medida. Consta, por lo general, de dos patas curvas. Mide diámetros. Hay cuatro variedades, de ajuste externo, interno, cuadrado o en rayo, y el graduado. Hay otros, pero los más corrientes son los que he citado.
—¿La palabra calorescencia?
—Calorescencia se emplea para indicar la generación de luz visible de calor invisible. Por ejemplo, si se dirige un foco de rayos infrarrojos sobre una placa delgada de platino, se obtendrá el fenómeno de la calorescencia.
—¡Hay que ver! —murmuró Ponsonby, ciertamente asombrado—. ¿Qué es chebazita?
—Silicato de aluminio y calcio acuoso blanco o rojo vivo, en forma de romboédrico. Esta palabra es también de origen griego y significa piedra preciosa.
—Sí, sí. Veamos la otra pregunta, ¿Qué es un dictógrafo?
De nuevo, hubo una breve pausa antes de que Rosco Cawdor respondiera.
—Un dictógrafo —dijo— es el nombre comercial de un invento empleado en comunicaciones telefónicas, que es capaz de reproducir sonidos hechos a una distancia considerable del transmisor. Tales sonidos son audibles a una distancia correspondiente del receptor. ¿Me he expresado con bastante claridad?
—¡Se expresa excesivamente claro! ¡Excesivamente! —repitió Percy Ponsonby—. ¿Quién fue Dennis Diderot?
—¡Oh!, un hombre inteligente, francés, contemporizador de una enciclopedia, la mejor, según mi opinión.
—Otra pregunta —dijo el doctor Ponsonby—. ¿Qué es alopatía?
—Es la condición por la que una enfermedad es hostil a otra. Puede significar también la cura de una enfermedad mediante inducción deliberada de otra.
Percy Ponsonby respiraba con dificultad. Vance de Vere y Bellamy Carstairs, estaban mirando con asombro aquel joven fenómeno que tenían delante.
—¿Qué es un eolipile?
—Un eolipile consiste en una marmita en la que dos tubos transportan vapor a un pequeño cilindro giratorio. Fue el primer motor de vapor inventado en Grecia, y que nunca se ha puesto al servicio de la industria, por lo que yo sé.
—¿Podría decirme qué es una escopeta? —preguntó Percy Ponsonby.
—Con el mayor placer —repuso el imperturbable Rosco Cawdor—. Una escopeta es un rifle corto, una carabina.
—¿Qué sabe usted del ojo humano? —dijo el doctor—, ¿Podría describírmelo en breves pa-labras?
—El ojo humano —comenzó Rosco Cawdor—. Puedo hacerle un diagrama de acuerdo con los seis cursos primeros y la escuela per-médica. No puedo ofrecerle nada que suficientemente avanzado para unos estudiantes de cuarto curso de óptica, sino que sólo puedo ofrecerle lo esencial...
—¿Será tan amable de hacerlo, pues? —el doctor le ofreció papel y lápiz, y Rosco Cawdor comenzó a dibujar rápidamente. Entregó la hoja de papel.
—Esto es el saco conjuntivo, el párpado superior, el iris, la cámara acuosa, la córnea y el párpado inferior —dijo, mientras iba indicando con la punta del lápiz distintos puntos en el dibujo que había realizado—. Aquí, detrás de la cámara acuosa, está situada, naturalmente, la lente. En la parte superior y al fondo, respectivamente, del mismo óptico, está el músculo recto superior y el músculo recto inferior. Detrás del ojo está la retina, y tras la retina la coroides. Tras la coroides, a su vez, está la esclerótica, y desde aquí hasta la parte posterior de la retina, está el nervio óptico. El diagrama que he dibujado, naturalmente es de una sección del ojo...
—Sí, ya veo... —murmuró Ponsonby comparando el diagrama con la respuesta del papel—. Veo que está bastante versado con los aspectos médicos, a pesar de su modestia. ¿Podría decirme algo sobre el «ángulo facial»?
—¡Oh!, es el ángulo que subtiende entre la línea que representa la altura del rostro y el eje del cráneo tomado desde el borde del incisivo central a este punto de aquí —indicó un punto en su propio rostro— que es el punto auricular. —Tocó precisamente encima del puente de la nariz. Esto es la glabella —dijo abriendo la boca y mostrando unos dientes perfectos, tocándose los incisivos centrales— este es el punto del ángulo, el borde de los incisivos centrales. El punto auricular ya lo he indicado. Si ahora trazo una línea imaginaria desde mi glabella, por encima de mi nariz al punto de mis dientes y trazo un ángulo que sería aproximadamente de unos ochenta grados desde este punto a mi punto auricular, con lo que demostraría mi ángulo facial.
—Sí, muy bien —dijo Ponsonby, suspirando resignadamente—. Sólo quedan dos preguntas más... ¿si una cosa es fugaz...?
—Si una cosa es fugaz —le interrumpió Rosco Cawdor— significa que es volátil, que tiene una tendencia fugitiva, que es transitoria, que no es permanente. El segundo significado de la palabra fugaz, que es naturalmente, adjetivo, significa una cosa que cae muy pronto. Podemos pensar, por ejemplo, en una flor... los pétalos de una amapola podrían ser llamados fugaces. La palabra viene del latín fugax, que significa volar, huir, escapar.
—Mi última pregunta —dijo Ponsonby— ¿podría darme, por favor, la definición del sig-nificado de la palabra «hamadriade»?
—Hamadriade..., sí, naturalmente —respondió Cawdor—, en la mitología griega, significa ninfa del bosque; puesto que la mitología dice que las ninfas vivían y morían en el árbol que habitaban. Significa también rey cobra, ya que es conocido también por hamadriade. La derivación de la palabra es de origen griego, harria, que significa juntos y drys, árbol.
—Con esto concluye mi interrogatorio —dijo Percy Ponsonby—. ¿Alguno de ustedes desea formular alguna pregunta?
—Pues, simplemente como formulismo —dijo el coronel, mirando el cuestionario— ¿qué entiende por la palabra «guarida»?
—¡Oh!, esto es un modo vulgar de expresarse. Diría que significa albergue.
—Y estaría en lo cierto —dijo el coronel, cuya actitud hacia Rosco Cawdor no era ni más amistosa ni cordial, pero sí algo menos hostil que en principio.
Vance de Veré, que en otros tiempos estuvo en la R.A.F., estaba repasando la lista.
—Eso es —dijo—. ¿Qué significa heterocerco?
No hubo ni un segundo de pausa.
—Heterocerco indica que la aleta caudal de un pez es desigual, y su condición es producida por una extensión hacia arriba de la columna vertical que resulta del alargamiento de los lóbulos. Puede verse en los tiburones, esturiones y en otros de esa especie.
—He terminado, gracias —dijo el de la R.A.F.—. ¿Nos retiramos, caballeros?
—Pues —dijo Ponsonby— ¿sería usted tan amable de salir hasta que le llamemos de nuevo?
—No faltaría más —repuso Rosco Cawdor, y en su rostro tan extrañamente corriente, había tan sólo una sombra de sonrisa, cuando abandonó la habitación.
—Sí, sí —dijo Percy Ponsonby, de nuevo, y en cada monosílaba había una gran riqueza de significado. Era un monosílabo sobrecargado.
—¿Consigue el empleo? —preguntó Vance de Vere.
Era una pregunta innecesaria, una pregunta retórica. Era como preguntar si Solimán el Magnífico, fue mejor dirigente que Ethelred el Lento; como preguntar a un escolar de primer año si consideraba al Rey Juan o al Rey Ricardo, los monarcas más admirables. Como preguntarle qué preferiría, si ser el sheriff de Nottingham o Robín de los Bosques, como héroe romántico...
—Yo sigo levantando objeciones en pro de la seguridad, pero no estoy preparado para negar la aprobación de la solicitud —dijo el coronel Bellamy Carstairs, murmurando un «hhhrrrmmmppphhh», muy ceñudamente.
—Yo me siento fuertemente inclinado en favor de ese individuo —dijo Vance de Vere, ex miembro de la R.A.F.—. ¡Posee un cerebro excepcional!
—¡Oh! Un voto neutral y un voto a su favor —dijo Ponsonby— lo cual obliga a tomar una decisión. Si voto en favor obtiene lo que solicita, si voto en contra, lo pierde todo. Pero me siento reacio a votar en contra, Siento, como usted, que difícilmente podríamos encontrar un hombre de su habilidad. Debe ser aceptado.