CAPÍTULO 8

Al releer aquellos primeros mensajes recibidos meses atrás, volvió a sentir bronca por no haber guardado también los anteriores cuando llegaron a su casillero. Allí debía estar la información que necesitaba para saber cómo se había generado la idea de escribirse y poder seguir con el juego de ser Fredy con menos riesgos.

Pensó que podría pedirle a Laura copia de todo eso. Al parecer, Fredy era bastante despistado, y le cabría perfectamente la posibilidad de haber extraviado los mails anteriores. Era más que razonable entonces pedírselos a Laura, que con toda seguridad los tendría archivados.

Lauri:

Respecto del mail que me mandaste ¿quién podría no estar de acuerdo?

Me encanta la descripción que quedó de la conducta defensiva neurótica, escondiendo necesidades y emociones.

La leía y pensaba que si yo jamás hubiera sabido nada de parejas ni de terapias, de todas maneras disfrutaría de esta claridad de ideas.

De hecho estuve revisando los mails para regodearme con lo que ya llevamos armado, y me dio una bronca bárbara encontrarme con que por accidente parece que se me perdieron los primeros correos que intercambiamos.

¿Podrías mandarme copia de aquellos mails de entonces? Me encantaría tenerlos a mano (prometo no perderlos otra vez).

De paso te consulto esto:

Tengo una carta de una colega de España, dice que nos escuchó en Cleveland y me escribe porque quiere que le recomiende bibliografía sobre parejas. Dice haber leído El viaje del Corazón de Welwood y todo lo editado en castellano e inglés de Perls y de Bradshaw. ¿Qué otros libros le recomendarías?

Me sigue pareciendo que nuestro libro va a ser bárbaro.

Contéstame pronto.

Te mando un beso grande.

Fred.

PD: ¿Qué te pareció el trabajo del mito infantil de mi paciente?

Roberto siguió leyendo los libros y relacionando lo que aprendía con los mails anteriores.

No tuvo respuesta durante toda la semana, pero extrañamente no se inquietó.

El domingo por la tarde le llegó un larguísimo mensaje de 140 KB que se llamaba «Historia antigua».

Fredy:

Con la excusa de mandarte copia de nuestra primera comunicación, aproveché para volver a leer lo que nos escribíamos hace catorce meses (¿te diste cuenta de que ya pasó más de un año?).

¡Disfruté tanto! De a ratos todo era tan ingenuo que me costaba creer que éramos vos y yo los que nos escribíamos. De hecho, todavía me llamabas Licenciada Laura Jorsyl.

El primero me lo mandaste desde el avión que te traía a Buenos Aires apenas nos separamos en EE. UU.

Vos volvías en el mismo vuelo con nuestro amigo Eduardo y yo viajaba a NY, ¿te acordás?

Licenciada Laura Jorsyl:

¡Qué bueno que fue el encuentro en el congreso! La idea de seguir trabajando y escribiendo juntos me dejó sin poder conciliar el sueño hasta las 3 de la mañana.

Vos sabés, o yo espero que lo sepas, cuánto yo valoro tu trabajo y tus conocimientos.

Cuando me dijiste que vos también venías pensando en escribir un libro de parejas sentí que se me paraban los pelos de la nuca.

Escribo esto y no puedo dejar de pensar en que de alguna manera nuestra relación reproduce la historia y las dificultades de cualquier pareja.

Quizás constituir una pareja terapéutica no es más que un matiz de lo que significa constituir, o como lo dijimos en el trabajo, construir, cualquier pareja. Al principio algo de todo aquello que tenemos en común me atrae y me deleito pensando en compartir lo que ambos tenemos. Sin embargo, como los dos sabemos, pronto aparecerán las diferencias.

En las parejas esto transforma aquella sintonía en atracción enamoradiza o en repulsión.

¿Cómo será entre nosotros? ¿Qué pasará cuando nuestras diferencias comiencen a aparecer? ¿Seremos capaces de transformar estas diferencias en el pasaporte que abra la puerta de tu crecimiento y del mío?

No lo sé. Por ahora, Laura, me atrae tanto la idea de trabajar y de escribir juntos, que me propongo quedarme enamorado de la idea, enamorado del proyecto, enamorado de la fantasía sobre lo que todo este encuentro puede potenciar en mi propia vida personal y profesional.

El avión está a punto de despegar y acaba de decir el comandante que los aparatos electrónicos deben ser apagados antes de despegar.

Te mando besos y mi enorme gratitud por haberme invitado a presentar con vos en Cleveland.

Fredy.

Te contesté apenas recibí tu mensaje.

Querido Fredy:

¡Me siento tan llena de todo lo que pasó en el congreso!

Me encantó que vinieras.

La presentación de nuestro trabajo fue como una danza, salías vos a responder o salía yo sin haberlo planeado, la cosa fluía más allá de una decisión consciente.

A veces me asusta que seamos tan diferentes, pero cuando nos ponemos a trabajar nos armonizamos increíblemente.

Yo estoy entusiasmadísima con el proyecto del libro.

Lo siento como una gran aventura que puede transformarnos a ambos y quizás también a nuestros lectores.

Yo también me apasiono con la idea, imagínate que estoy acá en NY y me dieron más ganas de quedarme en el hotel a contestar tu mail que de salir a pasear.

Tengo una habitación con una vista al Hudson espectacular, me podría quedar todo el día en silencio, escribiendo y mirando el agua. Cuando decís que estás enamorado de la idea, siento que se me abre el pecho y me lleno de entusiasmo.

Es verdad lo que me dijiste alguna vez, que las palabras son transformadoras. Lo siento leyendo tu mail, y por eso quería escribirte ahora para darte lo que estoy sintiendo.

Sabemos que el enamoramiento dura poco, como les decimos habitualmente a las parejas que tratamos, después van a venir las dificultades, pero estoy dispuesta a atravesarlas. Cada vez que nos enrollamos, encontramos la manera de salir, quizás eso deberíamos contarles a nuestros lectores.

Nos pasan las mismas cosas que ocurren en las parejas.

Y es muy doloroso cuando no podemos entendernos, pero después de transitarlo, la relación es más sólida y los dos crecemos.

Ya me engancho en los problemas, pero así funcionamos siempre, vos ponés la parte más simpática y atractiva y yo me voy a lo difícil, al conflicto. Pero está bien, es la manera como nos complementamos.

Siempre es igual, por eso me encanta que hagamos cosas juntos, vos decís las mismas cosas de una manera divertida y la gente lo entiende mejor.

Pero me parece importante hablar de cómo a veces nos potenciamos negativamente y podemos salir. Sobre todo ahora que estamos en un buen momento.

Mi lado neurótico en el asunto es que quiero todo ya, me pongo ansiosa y te persigo, vos entonces tomás distancia y eso me pone peor, más quiero y vos más distancia ponés.

Cuando me doy cuenta y me corro vos buscás el contacto, yo me aflojo, y entonces vos te acercás más y yo me aflojo más y todo fluye de nuevo.

Volviendo al congreso, no me imaginé que nos darían tanto lugar.

Cuando te pidieron que cierres el congreso con el relato que habías hecho en nuestra presentación, no lo podía creer. Y cuando te vi allí parado frente a las quinientas personas de todo el mundo aplaudiéndote emocionadas después de contar tu cuento en inglés, me corrió frío por la espalda. Este tipo no puede ser, pensé…

Besos.

Laura.

El siguiente me llegó poco antes de volver a la Argentina.

¡¡Qué envidia Jorsyl!!

Yo ya estoy en Buenos Aires y hace un frío de junio, me encantaría haberme quedado unos días más descansando en EE. UU., pero bueno, ya sabés, los pacientes demandan.

El martes apenas llegué, Joaquín, mi primer paciente, me reprochó haberme ido por una semana en esta época del año… Él también me envidiaba.

Nunca hablamos de esto, ¿no creés que la envidia también genera roces en la pareja? Pensaba escribirte «… en algún momento te contaré», pero qué mejor momento para las cosas que el momento en el que suceden. Para mí no existe esa pavada de la envidia «buena» y la envidia «mala».

Así te envidio: me encantaría estar yo también en NY y me encantaría además que vos pudieras quedarte todo el tiempo que tuvieras ganas. Disfrutá mucho, no te cuides.

No te olvides que somos vulnerables pero no necesariamente frágiles. Besos.

Fredy.

Te contesté enseguida.

Querido Fredy:

Estoy acá en el aeropuerto a punto de tomar el avión para Bs. As.

Estoy con ganas de volver.

Me hizo muy bien este viaje, yo necesito cada tanto retirarme de mi vida, de mi familia, de mis pacientes y vuelvo con muchas ganas.

Estaba pensando en este concepto de los diferentes momentos del contacto que planteaban Bob y Rita Resnick. Lo importante que es respetarnos esta necesidad de contacto y retirada para volver a reencontrarnos. Esto que ella planteó sobre la etimología de la palabra relationship (que quiere decir relación en castellano) que es la habilidad de encontrarse de nuevo.

Para mi relación con Carlos es muy importante, nos extrañarnos y nos encontramos desde otro lugar. Yo llego llena de cosas nuevas y esto retroalimenta la relación.

Al principio de nuestro matrimonio, a mí me costaban mucho sus viajes, él suele irse tres o cuatro veces al año por su trabajo. Pero ahora los tomo como una oportunidad para tomar distancia y volver a encontrarnos.

Una vez más asocio este aprendizaje con mi madre. En cierto modo ella fue la primera que me enseñó esto (como tantas otras cosas). Uno puede separarse por un momento sin dejar de amarse con todo el corazón. Me parece importante incorporar esto.

A veces las parejas no se dan ese permiso de separarse por miedo al aislamiento o a sentirse solos.

Yo creo que es parte de la relación. Sentirme por una semana una mujer sola en el mundo, me devuelve el contacto conmigo misma.

Acá no soy una mamá o una esposa o una psicóloga, soy solo yo en el mundo, con mi tiempo para mí, y es un encuentro conmigo misma que me renueva, me hace sentir más viva que nunca.

Por momentos no es fácil, de repente ayer caminando por el Museo de Arte sentí ganas de compartirlo con Carlos, pero es un desafío interesante.

A la noche salí a comer con un amigo americano que conocí el año pasado en el workshop de Welwood, pero me porté muy bien a pesar de tu deseo.

Es hora de subir al avión, nos vemos en Bs. As. Ah… No me llames más Licenciada Jorsyl, suena demasiado profesional. Prefiero ser Laura, Lau o L, como soy para todos. Besos.

Laura.

Laura:

Supongo que en este momento estás volando hacia Buenos Aires.

Cierro los ojos y te imagino sentada en una butaca de Bussiness Class, dormitando (¿por qué en clase ejecutiva?… Debe ser porque creo que sos una mina con clase…).

Yo también estoy muy orgulloso de lo que pasó en el congreso y tu idea de compararlo con una danza me deleita.

Si estiro un poco la frase encuentro que todas las relaciones interpersonales deben serlo. Claro, hay danzas y danzas.

Algunas armónicas, estéticas y sincronizadas; otras extrañas, incomprensibles para cualquiera que no sea uno de los bailarines. Muchas comunes y estereotipadas, casi siempre aburridas y rutinarias; unas pocas originales, creativas e irreproducibles.

Algunas, diagramadas para satisfacer al auditorio, otras para placer de los participantes las menos para el deleite de todos.

Muchas atadas rígidamente a la coreografía que impone el momento, las costumbres, ¡a cultura; y otras, por fin, verdaderas improvisaciones expresivas que transmiten la vibración de los que danzan al ser impactados por cada acorde y dejándose fluir por el movimiento que brota desde su interior.

Sí. Cada pareja es una danza.

Dale Laura, hagamos de este encuentro una sociedad, una dupla, una máquina, un sistema, una yunta, un equipo, una pareja. Animémonos a mostrar desde nosotros las cosas que le pasan a cualquier pareja, ya sea una pareja amorosa, un par de amigos, dos hermanos o dos cualesquiera —vos y yo— que son capaces de elegirse, sin necesitarse, por el solo placer de hacer algo con ese otro, con esa otra, y Potenciar desde ahílo mejor de cada uno…

Me encantaría que nosotros pudiéramos contar con tu lucidez, con tu consecuencia, con tu experiencia, con tu dedicación, con el aprendizaje vivencial que han dejado en vos las cosas que viviste. Si es cierto que yo puedo aportar lo que vos decís de mí, entonces, un libro que escribamos sobre parejas podría ser útil y trascendente.

Pienso que el tema a decidir sería la forma de hacerlo. No es fácil para mí componer mi cabeza en función de escribir con alguien.

Mis escritos anteriores «salieron», yo no recuerdo haberlos escrito. De hecho siempre discuto cuando alguien me habla para escribir. Nunca sentí que pudiera hacer eso.

Cada uno de mis artículos me lleva semanas o meses, el tiempo que consuma ir reuniéndome con esos momentos en que salen de mí las cosas que después aparecen en la pantalla de la computadora.

¿Cómo hacer, entonces, para escribir este libro juntos?

No lo sé, por ahora creo que podemos seguir intercambiando esta correspondencia electrónica y ya algo se nos ocurrirá, ¿qué te parece?

Contéstame… Pronto! Besos.

Fredy.

Fredy:

Quería contarte de la pareja que me mandaste. El planteo de él es que quiere estar solo. Hace mucho que se obliga a ser de una manera para que ella no se enoje.

El sistema entre ellos es que ella actúa como una mamá que le dice lo que tiene que hacer y él busca la aprobación de ella todo el tiempo.

Llegó un punto que se sintió muy mal y quiere separarse.

Ella no entiende qué pasa.

El problema aquí es que él no puede decir: este soy yo, esto es lo que me pasa a mí, esto es lo que quiero. No puede hablar y se retira afectivamente.

Ella se vuelve mucho más demandante, se desespera y esto a él lo asusta, entonces se mete más para adentro.

La base de la terapia de pareja es para ayudarlo a él a expresar todo esto que le pasa.

Si para estar con otro yo tengo que renunciar a ser yo mismo, la cosa no va a funcionar.

Esta es un premisa esencial para las parejas.

Como a él le cuesta mucho hablar, yo lo ayudo a perderle el miedo a ella y a darse permiso de decir lo que necesita.

Está lleno de bronca por haberse sometido tanto tiempo.

Con terapia voy a ayudarlo a sacar toda esa bronca, y posiblemente entonces haya de nuevo lugar para el amor.

El trabajo de ella es meterse consigo misma. Por eso quiero que venga sola.

Ella lo mira con unos ojos que demandan, que esperan una respuesta, y él se inhibe.

Ella lo mira todo el tiempo esperando que diga algo y él se siente acorralado y se calla.

Si ella aprendiera a centrarse en ella, él se sentiría menos acosado.

Lo positivo es que él quiere venir, yo cada sesión le pregunto si quiere venir la próxima para que tome la responsabilidad del encuentro, para que no se sienta presionado.

La última sesión hablamos de este sistema que tienen y los dos acordaron que es así y no saben cómo salir de allí.

Él le tiene miedo y por eso se somete.

Este es el problema de muchos hombres que se someten por miedo a las mujeres y luego se aíslan afectivamente.

En estas situaciones, el camino terapéutico es ayudarlos a enfrentar a la mujer en vez de someterse o huir.

Welwood dice que muchos hombres no tuvieron un buen modelo para salir de las garras de su madre y repiten la situación con sus parejas.

El sentido de la terapia en estos casos es ayudarlos a enfrentarse, a tomar conciencia de que pueden ser ellos mismos y estar con una mujer.

El problema es que la disyuntiva queda planteada así: para ser yo mismo tengo que estar solo, si quiero estar en pareja tengo que someterme.

El camino en el cual yo pueda ser yo y estar con otro.

Cuando los hombres sienten que no pueden con una mujer, huyen, se retiran, ya sea física o emocionalmente, se desconectan de la mujer. Esto genera en ella mucho dolor, se vuelve más demandante y reclama. Esto produce que el hombre se retire aún más y se arme un círculo vicioso en el cual se van alejando cada vez más.

Te doy un ejemplo: El otro día en sesión él contaba que tenía muchas ganas de cenar con ella, de pasarla bien… y cuando la llamó para invitarla ella empezó a hablarle de que la madre de él le había contado a la tía de ella que ella no lo había cuidado, y a vos que te parece, etc. En ese momento él se sintió obligado a responder de la manera que ella esperaba, es decir, él sentía que no tenía opción, que tenía que darle la razón aun cuando ni siquiera le interesaba el tema. Entonces decidió cortar y no encontrarse con ella. Cuando vienen a sesión él comenta el hecho, y allí yo le dije: qué hubiera pasado si le decías «yo tengo ganas de estar con vos, pero no de hablar de ese tema, dejemos ese tema para otro momento». Y él dijo: «Yo no me animé a decírselo». Ahí le pregunté a ella cómo hubiera respondido a ese planteo de él. Y entonces ella dijo: «A mí me hubiera encantado que me ayudaras a cortar con ese tema y haber podido pasar una buena noche con vos».

En mi opinión, el trabajo terapéutico de los hombres es aprender a decirle a las mujeres lo

que les pasa y especialmente lo que les pasa frente a ellas, y una mujer le agradece mucho a un hombre cuando se abre en vez de huir. Del mismo modo que un hombre le agradece a una mujer cuando realmente se abre en lugar de estar diciéndole a él cómo tiene que actuar, que ser, etc.

Me gustaría saber tu punto de vista, ya que vos también los viste.

No recibí ningún mail tuyo como dijiste.

Volvé a mandármelo y prometo contestarlo enseguida.

Laura.

Hola Laura:

Aquí estoy, esta vez arriba de un avión y nuevamente volviendo a Buenos Aires. España está cada vez más hermosa, la presentación del trabajo en Granada fue muy emocionante, pero uno de las cosas que me conectó con vos y con Argentina fue que me di el lujo de anunciar en un reportaje la futura publicación de nuestro libro sobre parejas en España. ¿Qué te parece?

En algunas cosas estar en Andalucía es como estar en casa, pero en otras parece otro universo, no solo otro país. Acaso por los 40 años de franquismo en España, o más probablemente por los 40 años de psicologismo en Buenos Aires, ellos y nosotros hemos crecido en rumbos bien diferentes.

Nunca deja de sorprenderme el grado de represión sexual que percibo en los españoles (no hablemos de Madrid, ni de Barcelona, ciudades cosmopolitas si las hay). Hablo del español (y mucho más del español que de la española) del resto de Iberia. Allí el tabú se enuncia desde lugares que en la Argentina ya no escuchamos. Las fantasías sexuales por ejemplo son vividas tan culposamente que el autocastigo preferido es la fantasía de condenación (me refiero al infierno, claro). En el diálogo interno la conciencia no me dice «Esto está mal», me dice: «¡Te condenarás… a ti y a tu descendencia!». (Y esto es solo por los malos pensamientos).

El caso es que puesto a hablar de nuestro libro con algunos colegas, sobre todo con Julia Atanasopulo (una psicóloga que fundo en Granada el Centro Andaluz de Psicoterapia Gestáltica), nuestras propuestas y posiciones y las de Welwood les sorprendieron primero y los fascinaron después.

En cierta medida, personal y profesionalmente ellos siguen creyendo en la pareja ideal, en el placer permanente y en el enamoramiento perpetuo. Cuando se dan cuenta de que no lo tienen lo buscan, lo exigen, lo prescriben o se resignan.

Fue bien interesante.

A la semana de estar en Granada, Carmen, mi esposa, llegó a la ciudad para pasar unos días con nosotros y volver conmigo a Buenos Aires. Hacía unos tres años que Julia y Quique (su marido) no nos veían juntos.

Carmen estaba bárbara, había pasado tres días en Madrid con unos amigos y había viajado después a Granada.

La pregunta de Julia fue:

—Che, ¿estás bien con Carmen?

—Sí —dije— fantástico.

—¿Seguro? —preguntó.

—Sí —afirmé— ¿por?

—Los noto distantes…

—¿Distantes? —confirmé.

—Sí, fríos, independientes raros.

Yo no contesté, pero me quedé pensando. En cierto modo es verdad, Carmen y yo hemos crecido mucho desde la última vez que los vimos y el crecimiento no fue más de lo mismo.

En este tiempo, una vez más, Carmen fue la generadora de este desarrollo personal mío. Miro para atrás y me veo a mí mismo hace años, tan dependiente, tan barroco, tan pendiente y por ende ¡tan exigente!

Fue en un café de Ramos, Carmen me puso cara de seria y como quien da una noticia fatal me dijo:

—Quiero empezar a estudiar una carrera universitaria.

Te confieso que me pareció un cambio banal.

—¿Ah… si? —dije displicente.

—Sí —dijo Carmen—, quiero estudiar psicología.

—Bueno —dije— y un nudo extremadamente atávico me cerró la garganta. Cien mil acusaciones que empezaban con «Necio, bruto» y terminaban con «fascista, machista y retrógrado» quedaron en silencio mientras mi boca agregaba:

—¿Está decidido?

—¿Te jode? —preguntó Carmen que sabía la respuesta.

—Sí —dije.

Durante las siguientes 48 horas no pudimos seguir hablando.

Carmen intentaba acercarse y sacar el tema y yo lo rehuía.

Yo, terapeuta, supuestamente esclarecido, asesor de parejas, profesional de la salud, no sabía qué iba a ser de mí.

Hoy lo escribo y me avergüenzo, pero así fue. Durante años Carmencita se había ocupado de todo, menos de mi trabajo. Ella resolvió en esos veinte años el tema administración, casa, impuestos, niños, mecánicos, vacaciones, vestimenta, invitaciones y familia política.

Y ahora yo sabía que ya no iba a ser igual.

Siempre yo podía hablar con algún amigo y arreglar una cena, una salida o un viaje que Carmen no tendría problemas, y de pronto eso había terminado.

Muy fuerte. Muy irritante. Muy triste.

A la semana hablamos.

Yo estaba todavía muy conmocionado.

Me acordaba todo el tiempo de mi paciente Juan Carlos, cuando su esposa le dijo que quería volver al trabajo y él le dijo: «Por qué, qué te falta, por qué necesitás salir a trabajar». Y en realidad confesaba en el consultorio que no podía creer que a su compañera no le alcanzara con su rol de esposa. ¿Sería eso lo que me molestaba?

El tiempo mostró que no era eso.

El tiempo mostró que una vez más Carmen ayudó a desarrollar mis aspectos más negros.

El tiempo mostró que se puede armar una relación con quien amás desde cientos de lugares diferentes.

«Cada pareja arma su propio circo», como decís siempre vos.

Hoy aprendí a vivir en esta diferente relación de pareja. Aprendí a volver a disfrutar de algunos placeres olvidados como viajar solo. Volví a disfrutar del alivio de no cargar con la pareja y dejé de lamentar reclinar mi peso sobre Carmen.

Es cierto, han pasado casi tres años desde entonces y todavía de vez en cuando la extraño.

Añoro a esa Carmen que fue… y que, a pesar de todo, ya no elegiría para mí.

Gracias por escuchar. Chau.

Fredy.

Querido Fredy:

Estuve pensando muchas cosas en estas semanas, pero no sabía cómo comunicarme con vos.

Ante todo nos mandaron una carta del congreso de Cleveland donde nos felicitan por la clasificación que obtuvimos en nuestra presentación. Los participantes tenían que clasificar de 1 a 5 y obtuvimos un promedio de 4,80. ¿Qué tal?

De paso nos invitan a publicar el trabajo en el Gestalt Journal.

Yo ya mandé una carta que piden que contestemos si estamos interesados y si nos comprometemos a mandar el material antes del 15 de octubre.

¡¡Qué bueno que el libro salga en España también!!

Reconectarme con vos me genera ganas de escribir.

Estuve pensando mucho también en esto que me decís de tu relación con Carmen o con las Cármenes que fuiste conociendo en tu camino. Creo que el asunto pasa por descubrirnos todo el tiempo observando qué nos sale. Es decir, no esperar de nosotros ni de nuestras parejas ser los mismos, sino aceptar la sorpresa de quién es el otro que tengo al lado hoy, y sorprendernos a nosotros mismos siendo otros todo el tiempo.

Cada vez más creo que la identidad es algo que nos inventamos y que nos hace sufrir, voy a pensar y escribir sobre eso.

En este mes se me juntaron dos cosas en este sentido.

Estuve leyendo en Cariló el último libro de Kundera justamente llamado La identidad. Y él desde una postura posmoderna llega al mismo lugar que Welwood desde el budismo.

Kundera habla en este libro de una relación de pareja y en varias oportunidades los personajes se encuentran preguntándose por la identidad de sí mismos y del otro, poniendo así levedad al asunto.

Permanentemente no saben quiénes son ni quién es el otro, pero siguen buscándose y huyendo el uno del otro como todas las parejas. Por su lado, Welwood nos anima directamente a salirnos de la idea del ego.

Me entusiasma la idea de descubrirme todo el tiempo, de sorprenderme con actitudes de Carlos.

Dar espacio para lo nuevo todo el tiempo. Te mando un beso.

Laura.

PD: Tengo ganas de saber de vos.

Supongo Fred que todo lo que sigue lo tenés. Al volver a todas estas cosas me pregunto también qué habrá pasado con esas cosas de tu vida de las que nunca más hablaste.

Termino este mensaje igual que como terminaba aquel hace más de un año.

Tengo ganas de saber de vos.

Besos.

Laura.

Roberto debía tomarse un tiempo para metabolizar toda esta información.

La situación se tornaba más comprometida. Era imprescindible diseñar un perfil de Fredy más acabado para evitar que se descubriera todo.

Apretó el botón «Contestar» y respondió a Laura.

Lauri:

Gracias por hacerme llegar estos pedazos de nuestra biografía.

Aunque no lo creas los leía con la sensación de acceder a ellos por primera vez.

Me preguntaba si tanto habíamos cambiado como para que lo dicho me sonara extraño. ¿No es increíble?

De alguna manera es refrescante. Me siento un individuo nuevo y siento como si nuestro vínculo empezara recién hoy.

Te agradezco mucho todo. HOY, además, te agradezco que seas la testigo que me ayuda a reconstruir algunos paisajes perdidos de mi historia reciente.

Besos.

Fredy.

PD: Me faltó la lista de los libros para la colega de España y el comentario del cuento, ¿me los mandás?