NOTA DE LA AUTORA
Este libro ha sido escrito basándose en los recuerdos de muchas personas. El núcleo de la historia, que es un fin de semana en un rancho del norte de California, se basa en los recuerdos que conserva Hope Masters de aquellos momentos. Ciertas escenas de la historia han sido compuestas a la manera literaria, no periodística, aprovechando diversas fuentes, incluyendo informes y apuntes policiacos, transcripciones de actas de tribunales y demás documentos jurídicos, grabaciones, cartas y diarios así como docenas de entrevistas, algunas de ellas llevadas a cabo entonces, otras, recientemente, mientras escribía el libro. El recuerdo de una persona que tropieza a veces con el de otra; pero lo que es importante respecto a los recuerdos, creo yo, no es que sean irrebatibles sino su textura.
Por su sinceridad al hablar conmigo, no sólo de los sucesos de 1973 sino de su vida y sus pensamientos, de manera incondicional y abierta, estoy muy agradecida a Hope Masters. Y también a miembros de su familia, especialmente su madre, y a los amigos suyos que, al hablar conmigo, me ayudaron a conocerla.
Doy gracias especialmente a las personas que pasaron muchas horas conmigo —en ocasiones, días— hablando del caso y de sí mismos: el detective Robert Swalwell de la Policía Estatal de Illinois; los detectives James Brown y Gene Parker en el condado de Tulare, California; el ex fiscal suplente de distrito, James Heusdens; el ex fiscal suplente de distrito, Jay Powell; George Carter, del tribunal de Justicia de Porterville; el juez Leonard M. Ginsburg; los abogados Thomas P. Breslin y Ned R. Nelsen; y Gene Tinch, investigador privado.
Mi agradecimiento a las jurados Ruthe Snelling y Lois Bollinger por haber compartido conmigo su discernimiento del juicio. Aprecio la amistosa colaboración de Taylor Wright y de Marthe Purmal, y la cortesía de Tom Masters.
Agradezco la ayuda que me han prestado en la investigación, a Jenny Vogt y su personal de la Oficina del Secretario del condado de Tulare en Visalia, California, así como a Shirley Askins del Tribunal de lo Penal y a Kevin A. Swanson y Yelda J. Poe del Tribunal de Apelaciones en Fresno, California.
Por su ayuda editorial, doy gracias a Ellie Kossak y Deborah Lyons. Estoy en deuda con amigas cuya ayuda me dio alientos: Elizabeth Pace, Linda Berman, Girlie Persad y Zita Drake, de Nueva York, y Janine Coyle en Los Ángeles. Mi agradecimiento lleno de amor para Jim y Anne, que ayudaron como sólo pueden hacerlo un esposo y una hija.
Joan Barthel
Mayo de 1981