8 - Quinta excusa: He probado muchas cosas, pero ninguna me convence
“No hay peor agonía que la insatisfacción”
José Alejandro de Jesús Villafañez
Esta vez hemos topado con un mal de nuestro tiempo: la insatisfacción. Pero no la clásica, la natural, la que a menudo se convierte en catalizador para la mejora de la calidad, la creatividad o la innovación. Le hablo de un tipo de insatisfacción que, además de merecer el calificativo de “crónica”, es absolutamente artificial y probablemente creada a propósito, para que usted se sienta infeliz deseando lo que poseen otros y feliz cuando lo obtiene, para ser inmediatamente de nuevo infeliz al poco de haberlo conseguido, porque invariablemente los demás poseerán otras cosas que entonces usted deseará…
Por eso creo que, fuera de teorías conspirativas más o menos frikis, que las hay, este tipo de insatisfacción está creada y recreada artificialmente con conocimiento de causa para que usted consuma y siga consumiendo. Que quiere que le diga.
La realidad apunta a que nos comparamos mucho más frecuentemente de lo que parece con los demás. Ese espejo en el que ponemos nuestras comparaciones nos devuelve a menudo imágenes muy distorsionadas. Imágenes que, además, no nos sientan nada bien.
Imagine usted a su vecino dándole los buenos días en el garaje mientras desliza con mimo una gamuza sobre el techo de su nuevo y flamante coche, en el mismo momento que usted mira las llaves del suyo, que fue todo un cochazo… hará unos diez años. O a su cuñado enseñándole las fotos en el móvil del viaje que acaba de hacer, a las mismas islas exóticas que usted mira con ojos de cordero degollado en el salvapantallas del ordenador. Si se ha revuelto en el asiento al leer esto o ha tenido un regusto amargo, pertenece usted al grupo de personas que no tienen suficiente con lo que poseen.
Verá, esto tiene que ver (y mucho), con tener organizada, limpia y en excelentes condiciones de uso su colección de sombreros. Supongo que como tiene a pleno rendimiento el lado izquierdo del cerebro, se habrá percatado que estoy empleando una metáfora.
¿No me dice nada?
¡Naturalmente! Veo que sí lo tiene. En efecto: Es el lado derecho y no el izquierdo. Era sólo un pequeño truco para ver si está usted interesado o no en lo que le estoy contando.
Perdone, pero suelo hacer estas cosas en los cursos y charlas que doy, fundamentalmente para modificar el rumbo si es necesario, aunque como esto es un libro y yo no estoy delante, quizá deba modificarlo usted por mí. Ya sabe que tiene mi correo electrónico al final del mismo y que puede escribirme cuando quiera si tiene alguna duda.
Mi intención es que le saque usted rendimiento máximo a cada euro que ha invertido y está invirtiendo en este libro (incluido el tiempo de leerlo y haber ido a comprarlo) y por ello, tal y como hago en mis cursos y procesos de Coaching con mis alumnos y clientes, quedo a su total disposición para que todo quede clarísimo.
Volvamos a nuestra colección de sombreros metafóricos. Estos que se pone y quita usted según esté en una parcela u otra de su vida. El hecho es que seguramente no todos sus sombreros le sentarán bien o le resultarán igual de cómodos para llevar. Algunos estarán más desgastados que otros, o cubrirán más, o serán más o menos ligeros o pesados. Puede que lleve con elegancia el sombrero del amor, el de la salud o el de las relaciones personales, pero quizá le resultará más incómodo o menos atractivo el del trabajo, el del dinero o el de la autoestima. En cualquier caso no todos le producirán la misma satisfacción.
Es absolutamente legítimo aspirar a la plena satisfacción en las diferentes áreas o parcelas fundamentales de su vida. Para ello hay que procurar conocer cuales están fuera de este baremo y llevar a cabo acciones para lograrlo. Es así de simple. Conozca lo que no funciona a su plena satisfacción y trabaje para lograrla (no ponga esa cara, que le estoy diciendo la verdad, caramba ¿No se me volverá incrédulo/a a estas alturas del libro, verdad?)
Pero, tal y cómo le indicába algunas páginas atrás, resulta que, si usted no dedica o ha dedicado el suficiente tiempo a conocerse en profundidad, realmente no sabrá qué parcela falla y en qué medida. Puede que, incluso si ese tiempo ha sido mínimo, ni siquiera alcance a saber cuáles áreas de entre las que tiene dividida su vida tienen la categoría de fundamentales para usted. Seguramente podrá intuirlas, pero no las conocerá, no podrá identificarlas.
Si ha dejado correr su vida hasta ahora sin hacerlo, en el momento presente notará solo la sensación, la intuición, en definitiva, de carecer de “algo” importante para usted. “Algo” le faltará. E inmediatamente su cerebro, fijará su atención en una persona que si posee (o parece poseer) ese “algo”. Después comparará automáticamente y disparará su mecanismo de la insatisfacción.
Ese mecanismo tan simple es el responsable, por ejemplo, de:
- Decidir ponerse súbitamente a dieta para “bajar de peso”, sin saber cual es o debe ser su peso ideal, para dejarlo a la semana, justo cuando su madre le ha hecho arroz en paella.
- Comprar unas zapatillas de deporte carísimas y echarse a correr, abandonando al primer síntoma de agujetas (funciona también, especialmente con los hombres, con las bicicletas de montaña).
- Comprar una moto o un descapotable, los/las mas pudientes, que queda a los pocos meses acumulando polvo en el garage (también típicamente masculino a ciertas edades).
- Decidir que “se tienen arrugas” o que “hay que hacer un cambio de imagen” e inyectarse botox, colágeno o la sustancia de moda, cuando no pasar por el quirófano (ésta es para las féminas)
Y así unos cuantos ejemplos, todos ellos localizables a nuestro alrededor, o inclusive directamente experimentados en carne propia.
Y todo para paliar esas carencias de los “algos” que faltan, esos que tanto nos preocupan. Aquí la excusa sirve para ir revoloteando de curso en curso, de moto en moto o vaya usted a saber, siempre con la expectativa de poder “curar” ese vacío, lo que poco a poco comprobaremos que no va a producirse en absoluto. La insatisfacción persiste y en una suerte de bucle, cada vez vamos necesitando más y más y cada vez sentimos que lo que vamos incorporando a nuestra vida nos llena menos.
Piense en las empresas que editan fascículos o venden toda suerte de cachivaches que deben de montarse por piezas. Ellos saben bien de esto y le atacan tras periodos clave (Septiembre y Enero) en los que, por razón del parón laboral o vacacional, usted ha hecho un mínimo balance y ha notado que le faltan “algos”. Lo saben los fabricantes de automóviles que le recuerdan constantemente que su coche, con menos de un año, está desfasado tecnológicamente y no va a servirle en su propósito de demostrar estatus o contribuir a su libertad de movimientos (y su intención es que lo perciba cuando vea a gente con ese coche por la calle). Lo saben los diseñadores y la industria de la moda, cambiando cíclicamente las tendencias y dejándole el mensaje que ya no va a estar usted “a la última” cuando sale de noche, va a trabajar o hasta cuando va al supermercado…
La solución para evitar esa vorágine de insatisfacción que irá en aumento paulatinamente pasa por:
a) identificar las áreas clave o fundamentales de su vida,
b) hacer un ejercicio de reflexión para ver en qué estado está cada una de ellas y donde quiere o necesita usted realmente que estén, y
c) ponerse en marcha para completar la diferencia entre lo que tiene y lo que quiere en las áreas precisas.
Simple y efectivo ¿Verdad?
Ya sé lo que me va a decir ahora. Que cómo lo hace.
Cómo le llevo diciendo a lo largo del libro, no se preocupe. Voy a darle un método estándar para hacerlo, la llamada “Rueda de la vida”, elemento realmente útil para nosotros, los coaches. No es infalible, no es el mejor, pero descubrirá que es realmente sencillo de llevar a cabo, principio que me ha guiado y que espero haber conseguido en los ejemplos y ejercicios que ha encontrado y encontrará. Y en este tipo de asuntos, créame una vez más, la sencillez es vital.
En el ejemplo del método que le daré en el anexo a este capítulo, las áreas están ya señaladas. Confieso que las he establecido por estadística. Esas son las áreas más comunes en las que intentan poner orden mis clientes. Si no coinciden con las suyas no se preocupe. Está bien para empezar. Cuando haya identificado usted las suyas, es muy sencillo dibujar alguna usando un compas y una regla y fotocopiarla. Y si no tiene usted esos útiles, pongo a su disposición una para que se la descargue en la dirección http://coachingparatodos.com/recursos
Trabaje con la rueda de la vida del modo que le voy a indicar en el anexo. Descubrirá usted cuales son las áreas en las que se tiene que poner a su vez a trabajar para mejorar. Podrá analizar si dispone de una vida equilibrada y podrá hacer mucho en sus puntos clave para mejorarla.
Pero sobre todo, una vez que haya logrado mínimamente lo anterior, cuando le entren tentaciones de hacerse con algo porque lo haya visto en algún sitio, será debido a que realmente le apetece y no al impulso de la insatisfacción.