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DESCONTENTA
Durante las horas de avión, Bianca estuvo atenta a lo que hacían Rick y su novia, sin dejar ni por un segundo que la pareja pasara algún rato juntos.
La première no fue todo lo bien que debía ir; si bien Rick cumplió con su misión de servir de entretenimiento, Bianca se encargó de hacer más evidente el descontento de un grupo de fans que llevaban algunos carteles donde hacían obvio su malestar con respecto a Carla y su engaño. La mano vendada de Rick ocupó a los periodistas por un tiempo, suficiente como para que Carla pudiera disfrutar el buen momento y la acogida del resto de fans y periodistas que no tenían en cuenta su mentira y que, por el contrario, entendían las razones que había tenido Carla para no hablar sobre Abril.
—¿Qué piensas sobre los fans que están descontentos con tu actitud? —preguntó una impertinente periodista a Carla.
—Doy las gracias a todos los fans, periodistas y compañeros de trabajo que me están brindando su apoyo.
—Pero ¿qué piensas de los que te critican? —La periodista seguía intentando alterar a Carla.
—No todo el mundo puede apoyarme y mucho menos entenderme, cada uno tiene derecho a opinar lo que quiera y yo no soy quién para juzgarlos por ello. —Dicho esto, Rick la cogió por el codo y se la llevó dentro del cine.
—Cómo le gusta hacer leña del árbol caído a esa periodista y, para colmo, Bianca está disfrutando tanto con esto que tengo ganas de retorcerle el pescuezo, aunque luego me duela la mano. —Rick estaba furioso, pero mantenía la sonrisa de cara a todo el mundo.
—Es igual, ya ves lo poco que me afecta. Creo que estoy bastante acostumbrada a que la gente sea hipócrita y empiezo a entender que en este mundillo no se tienen amigos, sino compañeros, y, en ocasiones, ni eso.
Adrianna y el director de la película acudieron al lado de la pareja en cuanto oyeron un murmullo entre la gente.
—Hola, cielo. Siento mucho todo esto —mencionó con sinceridad la escritora, dando un abrazo a la joven.
—Carla, Adri, debemos hablar seriamente de este asunto —comentó la publicista de Adrianna.
Al día siguiente, Carla se reunió con la escritora y su publicista en un discretísimo café de la ciudad que pronto abandonarían para dirigirse a Europa.
—Yo te apoyo, Car, pero es preciso que entiendas lo contraproducente que está siendo todo esto para la promoción de la película. Si bien la mayoría del público te apoya, los que no lo hacen están haciéndose oír.
—Lo sé y os pido mis más sinceras disculpas.
—Tranquila, querida —la consoló Adrianna a la vez que pasaba sus manos por los hombros de una Carla más nerviosa de lo habitual.
—Hemos estado evaluando la situación y consideramos que, mediante un comunicado, avisaremos de tu ausencia en los estrenos europeos, alegando temas personales o, si es necesario, una enfermedad.
Carla se quedó pálida y, por más que abrió la boca, de ella no salió sonido alguno. Pasaron cinco minutos, con la atenta mirada de la publicista y su jefa puestas en Carla, hasta que ésta al fin intervino.
—Pero estaba previsto que nos fuéramos mañana y yo ya lo tengo todo organizado para el viaje. —Su voz salió casi suplicante y demasiado baja para su gusto.
—Lo sabemos, Car, pero todo este tema en Europa podría ir a peor; la noticia se ha extendido muy rápido y los medios están siendo muy duros contigo.
La publicista se quedó pensando un momento, mientras Carla sentía que la cabeza le daba vueltas.
—Pensándolo bien… Podríamos hacer algo que creo que realmente funcionaría.
—¿Qué se te ha ocurrido? —inquirió Adriana.
—Sarah ya nos comentó el intento que hubo de hacer público lo de Rick y Car. Pues bien, podríamos aprovechar el viaje a Europa para dar allí la exclusiva; así tendrían en cuenta esta suculenta noticia y obviarían el resto. Incluso podríamos pactar la exclusiva y pedir a cambio que no se trate el tema de Abril.
—Ésa sería una solución perfecta y así todos quedaríamos contentos. Porque lo que es evidente es que la gente que apoya a Car querrá verla.
—¡Perfecto! Ahora ve a terminar de prepararte, yo me encargaré de llamar a Sarah y disponerlo todo para cuando lleguen.
A Rick la idea le había parecido fantástica, ya que de ese modo no tendrían que ocultarse.
La primera parada del viaje era Londres; iban a quedarse allí algunos días. Aprovecharían la estancia para que Rick pasara tiempo con su familia, además, por supuesto, de presentar a Carla de manera formal a sus padres y hermanas.
El aeropuerto de Heathrow de Londres estaba atestado de periodistas, fans y curiosos que esperaban desde hacía horas la llegada del joven reparto de Una rosa en invierno.
Los flashes comenzaron a dispararse sin cesar cuando apareció la pareja protagonista. Las muestras de apoyo a Carla taparon las negativas; esto hizo feliz a la pareja y provocó la furia de Bianca, que evidentemente esperaba un público más hostil para con su rival.
Dejaron sus cosas en la casa que Rick se había comprado en su Londres natal y se fueron directos a casa de Lisa y Charles, sus padres.
Sus progenitores corrieron a fundirse en un largo y caluroso abrazo en cuanto lo vieron atravesar la puerta. Carla se sintió bastante incómoda en ese momento que se le antojaba tan íntimo y familiar.
—Papá, mamá, ella es Carla, mi novia —dijo a la vez que extendía su mano hacia la chica, que, nerviosa, observaba al trío.
—Señor y señora Barlow, estoy encantadísima de conocerlos; Rick no para de hablar maravillas de ustedes.
—Bienvenida —fue el seco recibimiento que le otorgó la mujer.
—Rick se quedó corto al decir lo guapa que eras —mencionó Charles, dándole un sincero abrazo para recibirla. Sin duda él era mucho más amable que su señora esposa.
Los padres de Rick les propusieron que pasaran la primera noche en su casa y, ante la insistencia, decidieron quedarse. Rick se moría de ganas de pasar tiempo con ellos.
Carla entendió a la perfección que Lisa no estuviera demasiado contenta con su presencia y por eso decidió irse a dormir temprano.
—Tiene una hija a la que ocultaba, engañaba a su novio contigo y mintió a todo el mundo. ¿Quién te dice a ti que no podría estar pegándotela con otro? —preguntaba su madre en tono bajo y muy severo—. Se ven de lejos las razones por las que esa chica está contigo, pero tú eres demasiado ingenuo para darte cuenta.
—Mujer, déjalo ya. La muchacha es encantadora y se ve que ambos se quieren.
—No te preocupes, papá. A ver, mamá, ¡ilumíname! Dime cuáles son esos ocultos motivos por los que Carla está conmigo —exageró Rick.
—Sólo está contigo por tu fama y tu dinero; es evidente lo bien que le viene estar a tu lado, y más viendo los recientes acontecimientos. Que no te extrañe que hasta se quede embarazada de ti para, así, tenerte atado.
—¿Sabes lo absurdo que suena todo esto? ¿Te das cuenta de que estás hablando de mi novia, sin tan siquiera haberte molestado en cruzar una palabra con ella? Sabía que te costaría asimilar que tuviese pareja, pero no pensé que llegarías a este punto.
—¡Rick, tiene una hija de seis años! ¿Te das cuenta de la responsabilidad que eso supone?
—Voy a aclararte varias cosas. Carla ha criado a su hija sin necesidad de un hombre y mucho menos de fama. Trabaja y tiene la madurez que a mí, muchas veces, me falta. Pero, por encima de todas las cosas, yo la quiero y eso, para mí, es más que suficiente.
Su madre se quedó atónita. En otro tiempo, Rick se había dejado influenciar por ella, tanto como para dejar anteriores parejas o para estar demasiado tiempo con una, como fue en el caso de Emme. Esta vez su hijo tenía una convicción y, lo que era peor, un gran sentimiento hacia esa chica que a ella le generaba una gran desconfianza.
—Siento mucho que no te guste, pero en esta ocasión no voy a ser yo el que ceda en el asunto. Vosotros sois mis padres y os respeto como tales, pero pido el mismo respeto para la mujer a la que quiero.
—No me gusta esa chica para ti, no me parece lo suficientemente honesta como para merecerte, pero ya vendrás a decirme «Tenías razón, es una zorra».
Carla estaba bajando al baño cuando se detuvo en mitad de la escalera y oyó esas duras palabras en boca de la que algún día podría ser su suegra.
Se llevó la mano a la garganta, intentando apagar el gemido de dolor que salía de lo más profundo de su pecho. Cuando oyó una silla apartarse de la mesa, corrió sigilosamente a su habitación y se acostó en la cama.
—No te molestes en hacerte la dormida, he oído tus pasos y los reconocería aun estando a kilómetros.
Carla estaba todavía un tanto en shock y no podía hablar, pues el dolor quedaría reflejado en su tono de voz.
—No le hagas caso a mi madre, puede ser bastante protectora conmigo. A mi padre le encantas y con eso me basta.
Carla se aclaró la garganta y logró articular palabra.
— Tu madre va a odiarme por esto y, si ahora piensa que soy una zorra, mañana pensará algo peor.
—No te preocupes por eso, se le pasará y, cuando se dé cuenta de lo equivocada que está, correrá a disculparse contigo. El día que conozca a Abril, verás cómo se le pasan todas las tonterías.
A la mañana siguiente, tras presentarle a sus hermanas, Elizabeth y Melanie, y recibir el cálido apoyo de Charles, se marcharon al hotel.
Por la tarde tenían la entrevista exclusiva con una importante revista londinense a la que darían la primicia de que estaban juntos.
Carla le mostró a Rick sus dudas y le propuso retrasar la noticia debido al descontento de Lisa, pero el actor tenía claro cómo se harían las cosas y lo que quería.