7

CONFESIONES

 

Una semana más tarde, el gran día había llegado y, dos horas antes de que el avión aterrizara, Carla ya estaba en el aeropuerto. Impaciente, ni siquiera había avisado a Sean para que la acompañara. A la media hora llego él.

—¿Cómo se te ocurre venir sin decirme nada? Si se supone que es mi sobrina, lo más lógico es que yo también esté aquí, ¿no te parece, Carla? —le reprochó.

—Sí, lo siento. Estoy tan emocionada que no pensé en nada. Lo siento.

Se acercó a ella con paso lento e indeciso.

—¿Puedo darte un beso?

Ella no respondió, directamente pegó sus labios a los de él. Las cosas entre ellos seguían un tanto frías. Carla no permitía que le organizaran la vida y Sean no toleraba que no contara con él.

 

 

Abril corrió hacia su madre con los brazos abiertos y ésta la esperó de rodillas en el suelo.

Su abrazo fue tan conmovedor y desprendían tanto amor, que más de un viandante se paró a admirarlas. Sean tenía sus ojos verdes llenos de lágrimas mientras saludaba a los padres de Carla.

Graciela y Enrique se acercaron para abrazar a su hija y Abril saludó con ternura al que ella creía la pareja de su madre.

 

 

Carla se había despertado a las cuatro de la madrugada, con los nervios a flor de piel. Ese día comenzaban a grabar, y eso suponía muchas más horas de trabajo y una presión que antes no sentía. Se vistió de manera informal: unos simples vaqueros desgastados con una camiseta blanca y deportivas a juego. Daba igual lo que llevara puesto, ya que luego tendría que usar el vestuario de la película.

Cuando salió por la puerta de su habitación, Sean estaba esperándola apoyado en la pared. Estaba guapísimo, con un traje de color negro hecho a medida y una camisa gris que le marcaba sus musculosos pectorales; el pantalón era del corte justo para que sus fuertes muslos se marcaran. Carla lo hizo girar para poder palpar su respingón trasero, donde la prenda le quedaba apretadamente perfecta.

En cuanto llegaron al set de rodaje, la joven se quedó maravillada al ver a tantas personas y cámaras por todos lados. La gente iba de un lado a otro, con papeles en la mano, hablando por el móvil o charlando con algún compañero.

Bianca miró a Carla por encima del hombro y le dedicó su mejor sonrisa a Sean; éste sólo asintió una vez, cogió a Carla por la cintura y la estrechó hacia él. Bianca se puso roja de furia. Indignada, se fue a maquillar.

—Ven, amor. Vamos a buscar a Adrianna o a Rick para que se queden contigo.

Carla se limitó a seguirlo.

En los últimos días, Sean estaba despreocupado con respecto a Rick, puesto que ella salía corriendo de los ensayos para estar con Abril y no compartía tanto tiempo con el actor.

Con el pelo revuelto, camisa a cuadros y vaqueros rotos, apareció Rick. El corazón de Carla latió deprisa, dejándole poco margen para disimular. Aquel chico de aspecto tan opuesto a Sean la volvía loca e incoherente. Sentía algo extraño por ese joven; lo respetaba, lo admiraba y… ¿lo deseaba?

Rick fue de los pocos, por no decir el único, que la recibió de buena gana. La ayudaba en todo lo que podía y la defendía de Bianca y los demás. Pero, aparte de eso, a Carla le gustaba desde hacía mucho tiempo, desde antes de conocerlo. Leyendo revistas, viendo sus películas y escuchando su música, se había enamorado platónicamente de ese tipo desaliñado.

Ahora el asunto era más serio, porque lo conocía y le gustaba más que antes; pero él tenía novia, ella estaba con Sean y… evidentemente, Rick no se había fijado en ella y jamás lo haría; al menos, eso era lo que Carla pensaba.

—Hola, compañera. ¿Nerviosa? —Carla asintió a la pregunta de Rick—. Pues no lo estés, el primer día siempre es el mejor; es en el que menos se trabaja, junto con el último. —Ambos rieron, incluso Sean se unió a ellos—. Hola, Sean —lo saludó a la vez que estrechaba su mano.

—Hola, Rick. Espero que cuides bien de mi niña —le encomendó mientras tocaba los hombros de Carla, dejando claro que era suya.

—Ni soy tuya ni mucho menos una niña; ahora bien, soy una niña para ti porque tú eres un viejo. —Divertida, le dio un beso en los labios y se fue caminando despacio. A los pocos pasos, se volvió y le tiró un beso volador, a lo que Sean respondió simulando que lo cogía con una mano y se lo llevaba al corazón. En ocasiones podían ser de lo más empalagosos.

Rick se sintió un tanto incómodo cuando Carla hizo ese gesto de cariño. En él empezaban a aflorar algunos sentimientos que no lograba comprender del todo, que lo confundían y desestabilizaban. Pronto llegaría Emme, su pareja, y esperaba que con ella volviera esa estabilidad que tanto añoraba.

El rodaje empezó a las siete de la mañana y acabó a las ocho de la tarde. Salvo Carla y Rick, todos estaban agotados y cada uno se fue a su habitación de hotel.

—¿Te apetece cenar esta noche conmigo, Abril y mis padres? —propuso con timidez. Él llevaba tiempo diciéndole que quería conocer a la pequeña.

—¡Por supuesto! —respondió Rick con alegría—. ¿Sean no estará?

—Supongo que sí. Siempre se me olvida contarlo, creo que me estoy acostumbrando demasiado a que esté conmigo y mi familia.

Caminaron hacia el coche que les facilitaban en el rodaje.

—¿Eso te molesta?— planteó con curiosidad.

—¿El qué?, ¿acostumbrarme a Sean ? —Rick asintió—. Un poco, sí. No me gusta sentir que dependo de alguien o que tengo que contar con él... y mucho menos creer que le debo explicaciones. Estoy acostumbrada a estar sola y a regirme por lo que yo quiero... contando con Abril, lógicamente.

—¿Eso quiere decir que habéis formalizado vuestra re...?

Carla lo interrumpió.

—No hemos formalizado nada porque no hay nada que formalizar. Es sólo que, a veces, a Sean se le olvida que no soy su novia y que no soy de su propiedad. Me gustaría salir y conocer gente, más que nada gente de mi edad. Lo paso bien con él… pero, en ocasiones, me aburro; tiene treinta y cinco años, así que a veces no queremos hacer las mismas cosas.

—Pues, si te aburres, mal asunto.

—Lo sé, y eso me asusta. No quiero hacerle daño, porque yo lo quiero mucho, aunque no como a él le gustaría.

—¿Puedo hacerte una pregunta, Car?

—Sabes que sí. —Pese a que se conocían hacía relativamente poco, tenían una confianza y una amistad más que llamativa.

—¿Estás con él por gratitud? —Ésa era una cuestión que llevaba tiempo queriéndole plantear, pero jamás se había atrevido; le parecía indiscreta y fuera de lugar, pero esta vez sentía que podía preguntarlo.

—Es complicado.

Rick aparcó el coche en la puerta de la pequeña casita que Sean les había alquilado a los padres de Carla, y ella le contó cómo había surgido lo suyo con Sean. Él sólo asentía, fruncía el ceño o sonreía, pero no abrió la boca hasta que ella hizo la pausa definitiva.

—Yo diría, si me permites, que claramente estás con él por gratitud. Tus sentimientos se han visto confundidos por la declaración que él te hizo. Todo fue muy rápido y ahora empiezas a darte cuenta.

—Puede ser —reconoció, a la vez que se encogía de hombros.

—Deberías hablar con él y pedirle más espacio para poder aclararte. Si él está todo el tiempo pegado a ti, es imposible que tú lo eches de menos y veas qué sientes de verdad.

En ese momento, Abril golpeó la ventana del coche por el lado donde estaba sentada su madre y abrió los ojos como platos cuando vio quién la acompañaba.

Salieron del vehículo y Abril abrazó a Rick; él le devolvió el abrazo, un abrazo que no era por compromiso, sino de cariño.

 

 

La cena había sido del todo perfecta. Rick había maravillado a los padres de la chica y encandilado a Abril. Sean, al final, no pudo asistir porque tenía trabajo que atender; no le hizo gracia alguna saber que el actor compartiría esa cena con la que él consideraba su familia, pero no dejó que Carla se diera cuenta.

—Gracias por haberme invitado, Car. Tu familia es tan especial como tú; no me extraña que Sean se comporte así. —Ella se ruborizó y él, sin saberlo, le dedicó esa media sonrisa que a ella tanto le encantaba—. Espero que muy pronto podamos repetir, aunque me gustaría ser yo el anfitrión.

—Por supuesto. Estoy deseando comer en una hamburguesería. —Se rio a carcajadas y él se unió a sus risas.

Se acercaron para despedirse y, sin querer, se rozaron los labios. Ella jadeó de sorpresa y él dejó que su frente se pegara a la de aquella avergonzada mujer.

La miró con los ojos entrecerrados, esperando a que abriera los suyos y dijera algo. La reacción apareció a modo de una mano en el pecho que lo apartó con suavidad.

Sus miradas por fin se encontraron; la de él dejaba claro que ardía en deseos de besarla y la de ella no decía nada... estaba vacía y perdida en algún sitio en el que Rick no podía alcanzarla. Volvió a acercarse y ella puso de nuevo su mano en el pecho de él, pero éste avanzó, haciendo caso omiso, pegó sus finos labios a los de ella y acarició su rostro con ternura. Se apartó y cogió una de sus manos. Ella no decía nada, sólo lo miraba embelesada e incrédula, y muy precavida. Él dejó caer su mano.

—Hasta mañana; que descanses —dijo Rick y se marchó.

Se quedó petrificada en la puerta unos cuantos minutos, hasta que por fin recobró el dominio de su cuerpo.

Se puso el pijama, tomó un vaso de leche y se fue a la cama que sus padres le habían preparado. Tenía mucho en qué reflexionar, por lo que no lograba conciliar el sueño. En su mente permanecían las palabras que Rick le había dicho sobre su relación con Sean, pero sobre todo aquel beso le estaba quitando la capacidad de pensar de manera racional.

No entendía por qué la había besado. Él tenía novia y se suponía que la quería, y además, en unos días Emme estaría en Vancouver. Carla creía en la absoluta improbabilidad de que un hombre como Rick se fijara en alguien como ella.

Lo primero que se le vino a la mente fue que la estaba poniendo a prueba para que ella decidiera qué sentía por Sean y que sólo lo había hecho como amigo; lo segundo que se le ocurrió fue que él había notado que a ella le gustaba y quería divertirse, y lo tercero era lo impensable e impronunciable. Tendría que hablar con él para saber sus motivos y también debía hablar con Sean para pedirle su ansiado espacio.

Por fin, Morfeo apareció y la sumió en un sueño profundo.

Atrapada en la realidad
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