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El secreto de la salud, el éxito y el poder
Todos recordamos cuando de pequeños nos contaban cuentos de hadas que escuchábamos con gran deleite. Y aun al escuchar varias veces el mismo cuento, seguíamos disfrutándolo. Con qué anhelo nos manteníamos al tanto del incierto destino de sus protagonistas que, en los momentos más cruciales de sus vidas, siempre salían victoriosos de las malévolas maquinaciones de la bruja, del gigante cruel o del rey malvado.
Y nuestros pequeños corazones nunca temían por el destino del héroe o de la heroína, ni ponían en duda que, al final, triunfarían a pesar de todos sus enemigos, porque sabíamos que las hadas eran infalibles y que nunca abandonarían a aquellos que se habían consagrado a la bondad y a la verdad.
Sentíamos una indescriptible alegría al escuchar que la Reina de las hadas llegaba en el momento crítico con toda su magia. Ella dispersaba toda oscuridad y solucionaba todos los problemas al conceder los deseos e ilusiones de los protagonistas para que así «fueran felices para siempre».
Con el transcurso de los años, nos fuimos relacionando cada vez más con las llamadas «realidades» de la vida. Nuestro asombroso mundo de hadas se desvaneció y sus maravillosos habitantes fueron relegados, como algo imaginario e irreal, a los archivos de la memoria.
Y ahora pensamos que somos inteligentes y maduros por haber abandonado para siempre la tierra de esos sueños infantiles. Pero si volviéramos a experimentar de nuevo esa época de nuestra infancia y aquel maravilloso mundo de sabiduría, regresaríamos a los sueños que una vez nos inspiraron y descubriríamos que son, después de todo, realidades.
Las hadas, tan pequeñas y casi siempre invisibles, poseedoras de un irresistible y mágico poder, nos conceden con derrochadora abundancia el bien, la salud, la riqueza y la felicidad, junto con todos los dones de la naturaleza. Vuelven a hacerse realidad y se inmortalizan en el reino del alma de aquel que, al crecer en sabiduría, ha tomado conocimiento del poder del pensamiento y de las leyes que gobiernan el mundo interior del ser.
Para este tipo de personas, las hadas viven de nuevo como mensajeras del pensamiento y como seres con poder de pensamiento que trabajan en armonía con la Bondad. Y aquellos que, día a día, se esfuerzan por armonizar sus emociones con el corazón del Bien Supremo, pueden hacer realidad el sueño de la salud, riqueza y felicidad verdaderas.
No existe protección que se pueda comparar con la bondad, y al decir «bondad» no me refiero a una mera conformidad exterior con las reglas de moralidad, sino a los pensamientos puros, a las nobles aspiraciones, al amor desinteresado y al total desprendimiento de la vanidad.
Para que en nuestra mente habiten de manera continua los buenos pensamientos, tenemos que internarnos en una atmósfera psíquica de cordialidad y de poder para que ésta deje su huella en todas las cosas y en todas las personas con las que tengamos contacto.
Al igual que el sol naciente hace huir a las débiles sombras, las fuerzas impotentes del mal huyen con los penetrantes rayos del pensamiento positivo que brillan en los corazones que se han fortalecido gracias a la pureza y a la fe.
Donde hay una gran fe y una pureza incorruptible, siempre hay salud, éxito y poder. Por tanto, la enfermedad, el fracaso y el desastre no pueden tener lugar, porque no tienen de qué alimentarse.
Incluso las enfermedades físicas se manifiestan de acuerdo a los estados mentales. En la actualidad, el mundo científico ha empezado a reconocer esta gran verdad que se demuestra cada día más.
Hoy en día, está desapareciendo esa antigua y materialista creencia de que un hombre es lo que su cuerpo hace de él, y ha sido sustituida por la creencia inspiradora de que el hombre es superior a su cuerpo y que su cuerpo refleja lo que él hace mediante el poder del pensamiento.
La idea de que la dispepsia es una enfermedad que provoca un estado de irritabilidad en las personas, ha sido sustituida por una nueva creencia que dice todo lo contrario. El estado de irritabilidad es lo que provoca la dispepsia; y, en un futuro próximo, el conocimiento de que toda dolencia tiene su origen en la mente será del dominio público.
No existe ningún mal en el universo, sino que el mal tiene su raíz y su origen en la mente y en el pecado. En realidad, la enfermedad, el dolor y la aflicción no pertenecen al orden universal, ni tampoco son esenciales en la naturaleza de las cosas, pero sí son el resultado directo de nuestra ignorancia sobre la correcta relación de las cosas.
En la India existía una escuela de filósofos, los cuales, de acuerdo con su tradición, llevaban una vida de absoluta pureza y sencillez. Por regla general, alcanzaban la edad de ciento cincuenta años, debido a su estilo de vida, y si llegaban a sufrir alguna enfermedad, era considerada por ellos mismos como una desgracia imperdonable, ya que era señal de que se había infringido la ley.
Cuanto más pronto comprendamos y reconozcamos que las enfermedades no son la visita arbitraria de un Dios ofendido, ni tampoco la señal de un destino fatal como resultado de nuestros errores, más rápido emprenderemos el camino hacia la salud.
Las personas atraen enfermedades porque sus mentes y sus cuerpos se muestran receptivos a ellas. Son seres que huyen de quienes tienen pensamientos fuertes, puros y positivos, que generan una corriente dadora de vida.
Si tienes predisposición a los sentimientos de enojo, las preocupaciones, los celos, la codicia o a cualquier otro estado inarmónico de la mente, y deseas tener una perfecta salud física, sin duda esperas que ocurra lo imposible, porque te has dedicado a sembrar en tu mente las semillas de la enfermedad.
El hombre sabio huye con esmero de estas condiciones mentales, porque sabe que son más peligrosas que un mal drenaje o una herida infectada.
Si deseas que desaparezcan todos tus dolores y todas tus enfermedades y disfrutar de una perfecta armonía física, trata de poner tu mente en orden y tus pensamientos en armonía. Intenta que lleguen a tu mente pensamientos jubilosos y amorosos que permitan que el elixir de la buena voluntad corra por tus venas, y de esa forma no necesitarás ninguna medicina. Aléjate de los celos, las sospechas, las preocupaciones, los odios y egoísmos, y di adiós a tu dispepsia, a tus trastornos biliares, a tu nerviosismo y al dolor en tus articulaciones.
Si persistes en aferrarte a estos hábitos creados por tu mente que te debilitan y desmoralizan, no te quejes cuando tu cuerpo se vea invadido por la enfermedad. La siguiente historia ilustra la estrecha relación que existe entre los hábitos mentales y las enfermedades físicas.
Un hombre se encontraba afligido por una dolorosa enfermedad. Consultó a un médico tras otro, pero ninguno daba con la solución a su padecimiento. Después, empezó a visitar todas las ciudades famosas por sus aguas curativas, para bañarse en ellas. Sin embargo, su enfermedad y sus dolores eran más persistentes que antes.
Una noche, soñó que una presencia se acercaba y le decía: «Hermano, ¿has probado todos los medios de curación?». Y él respondió: «Ya lo he intentado todo». «No es así» —dijo la presencia—. «Ven conmigo y te mostraré un baño sanador al que no has prestado atención».
La presencia llevó al hombre a una piscina de agua clara y le dijo: «Sumérgete en esta agua y de seguro te recuperarás». Y luego desapareció.
Se sumergió en el agua y, al salir, su enfermedad se había desvanecido. En ese mismo momento, vio escrito sobre el agua de la piscina la palabra «RENUNCIA». Al despertar, el significado del sueño pasó por su mente y, al mirar en su interior, descubrió que toda su vida había estado llena de culpa y resentimiento. Comprendió que había sido víctima de una indulgencia pecaminosa y, en ese instante, juró que renunciaría a ella para siempre.
A partir de entonces, cumplió su promesa y su aflicción comenzó a desaparecer. En muy poco tiempo, recuperó por completo su salud. Muchas personas se quejan de que están deprimidas debido a un exceso de trabajo pero, en la mayoría de los casos, la depresión suele ser el resultado de un absurdo desgaste de energía.
Si deseas mantenerte sano, debes aprender a trabajar sin fricciones. Si te sientes ansioso, nervioso o preocupado por pequeños e innecesarios detalles, podrías caer en una depresión.
El trabajo, tanto físico como mental, es beneficioso y saludable. Quien es capaz de trabajar con una firme y serena persistencia, se ve libre de toda ansiedad y preocupación y, con la mente despejada de todo, menos de su trabajo, logra mantener una buena salud. De este modo, logrará mucho más que aquella persona que siempre está con prisas y ansiosa, la cual no tardará en enfermar.
La salud y el verdadero éxito siempre van de la mano, porque están entrelazados y no pueden separarse en el reino del pensamiento. Y así como la armonía mental proporciona una excelente salud, también nos conduce hacia una secuencia armoniosa para que nuestros proyectos se hagan realidad.
Ordena tus pensamientos y ordenarás tu vida. Vierte el bálsamo de la tranquilidad sobre las aguas turbulentas de las pasiones y los prejuicios y, aunque te sientas amenazado por las tempestades de la desgracia, éstas jamás conseguirán hundir el barco de tu alma en el océano de la vida.
Y si este barco es capitaneado por una auténtica fe, tendrás una expedición doblemente segura y podrás hacer frente a muchos peligros que, de otra manera, te dañarían.
Gracias al poder de la fe, siempre se puede lograr un trabajo constante y perdurable. Fe en lo Supremo, fe en la Ley, fe para obtener el trabajo que deseas y el poder para llevarlo a cabo. Aquí tienes el material para construir los sólidos cimientos de las metas que te has trazado, sin riesgo de que se puedan caer.
Debes seguir tu camino, sin dejarte vencer por las circunstancias adversas, y cumplir con los incentivos más altos de tu interior. Has de ser siempre sincero con tu divino yo, confiar en tu Luz interior, en tu Voz interior y perseguir tu objetivo con un corazón tranquilo y entusiasmado, con la certidumbre de que el futuro te recompensará por todos tus esfuerzos y buenos pensamientos. Así entenderás que las leyes del universo nunca fallan y que tus deseos se cumplen con exactitud matemática. Ésta es la fe y también es vivir de la fe.
Con el poder de la fe, las aguas turbias de la incertidumbre se separan, todas las montañas de las dificultades se desmoronan y el alma del creyente sale ilesa por completo.
¡Esfuérzate, lector! Adquiere, sobre todo, la preciada posesión de esta fe serena, porque es el talismán de la felicidad, del éxito, de la paz, del poder y de todo lo que hace que la vida sea agradable y superior al sufrimiento.
Construye tu vida consagrándote a esta fe sobre la roca de lo Eterno y con materiales de lo Eterno, y su estructura jamás será derribada, porque será más importante que toda la acumulación de lujos materiales y dinero que, al final, se convertirán en polvo.
En esos días en los que te sumerjas en las profundidades del dolor o levantes el vuelo hacia la cima de la alegría, conserva siempre tu fe, recuerda que es tu refugio, y mantén los pies con firmeza sobre su base inmortal e inamovible.
Si logras concentrarte en tu fe, sentirás que posees una fuerza espiritual tan grande que hará añicos las fuerzas del mal lanzadas contra ti, como si fueran de cristal. Conseguirás alcanzar tal éxito que ni tus propios adversarios, que van tras los beneficios mundanos, soñarían alcanzar. «Si tuvierais fe y no dudarais, no sólo haríais lo de la higuera, sino que si dijerais a este monte: “Quítate de ahí, y échate al mar”, así se haría».
Son estos hombres y mujeres de hoy en día, protegidos por santuarios de carne y hueso, quienes han alcanzado esta fe y la viven día a día. Al haber superado la prueba suprema, han tomado posesión de su gloria y de su paz.
Ellos han pronunciado la voz de mando, y las montañas de la tristeza y la decepción, del cansancio mental y del dolor físico han pasado de largo y han sido lanzadas al mar del olvido.
Si deseas ser poseedor de esta fe, no tendrás que preocuparte por tus éxitos, ni siquiera por tus fracasos, ya que los éxitos vendrán solos.
No tendrás que sentirte ansioso por los resultados, porque desempeñarás tu trabajo con paz y alegría. Entenderás que tanto los buenos pensamientos como los esfuerzos adecuados, sin duda alguna, te darán excelentes resultados.
Conozco a una mujer con una vida llena de oportunidades y satisfacciones a quien, hace poco, uno de sus amigos dijo: «¡Qué afortunada eres! Sólo tienes que desear algo, para que siempre se convierta en realidad».
Y, de hecho, sus deseos siempre se han materializado. En realidad, toda la felicidad que surge en la vida de esta mujer es el resultado directo de un estado de felicidad interior que ha cultivado y perfeccionado en muchos aspectos de su vida.
Los simples deseos no conducen más que a la decepción; hacerlos realidad y vivirlos, es lo que de verdad cuenta.
El tonto desea y se queja. El sabio trabaja y espera. Y esta mujer había trabajado mucho, había trabajado en su mundo interno y externo, pero sobre todo desde su interior, en su corazón y en su alma. Había construido un hermoso templo de luz que brillaba siempre a su alrededor con glorioso resplandor. Para crearlo, utilizó las invencibles manos del espíritu y los preciosos cimientos de la fe, la esperanza, la alegría, la devoción y el amor.
Este glorioso resplandor lo emitían sus ojos, brillaba en su semblante, vibraba en su voz, y todo el que entraba en contacto con ella se sentía fascinado por su presencia.
Y así como ella lo logró, tú también puedes lograrlo. Con tus éxitos, con tus fracasos, con tu poder de control y con toda esa vida que llevas. Porque tus tendencias de pensamiento dominantes, son factores determinantes en tu destino.
Envía pensamientos limpios, de amor y felicidad, y las bendiciones te llegarán a manos llenas. Así podrás cubrir tu mesa con el mantel de la paz.
Envía pensamientos de odio, impuros e infelices, y te lloverán maldiciones. Y el miedo, al igual que la inquietud, esperará bajo tu almohada. Tú eres el dueño incondicional de tu destino, sea cual fuere, y a cada momento estás enviando fuerzas que pueden construir o arruinar tu vida.
Deja que tu corazón crezca lleno de amor y altruismo, y conseguirás grandes facultades y éxitos perdurables, aunque ganes poco dinero.
Abandona los estrechos límites del interés personal y, aunque te conviertas en millonario, tu poder y tu éxito serán considerados algo insignificante. Cultiva ese espíritu puro y desinteresado, combínalo con la pureza y la fe, con la lealtad a un objetivo, y así evolucionarás, rodeado de todos estos elementos, no sólo hacia una salud plena y un éxito duradero, sino también hacia la grandeza y el poder.
Si tu situación actual te resulta desfavorable y no te encuentras satisfecho con tu trabajo, cumple con tus obligaciones de manera responsable. Deja que tu mente descanse en la idea de que pronto te llegará un empleo mejor, con mayores oportunidades. Mantén una perspectiva mental activa hacia las posibilidades laborales que puedan surgir en un futuro y así, cuando llegue el momento adecuado, te encontrarás mentalmente preparado para esa tarea, con la inteligencia y perspectiva que nace de la disciplina mental.
Cualquiera que sea tu ocupación, concéntrate en ella y emplea toda tu energía. La impecable culminación de las pequeñas tareas, te llevará sin duda a realizar tareas más grandes. Piensa que estás escalando a paso lento, pero firme, y que nunca te caerás. Aquí radica el secreto del verdadero poder.
Aprende, por medio de la práctica constante, la manera de administrar tus recursos para poder concentrarlos, en cualquier momento, en un determinado objetivo. El insensato malgasta toda su energía mental y espiritual en frivolidades, en charlas tontas o en argumentos egoístas, por no mencionar los excesos y los vicios.
Si deseas adquirir el poder superior, debes cultivar la calma y la serenidad y ser capaz de valerte por ti mismo. Todo poder está relacionado con la inmovilidad. La montaña, la gran roca y el roble, son poderosos por su grandeza, solidez y estabilidad desafiantes. Mientras que la arena, la pequeña rama y el junco siempre estarán relacionados con la debilidad, con sus frágiles movimientos, su poca resistencia y su mínima utilidad en cuanto se los separa de su entorno.
Quienes tienen este poder superior, permanecen inamovibles y serenos mientras otros se hallan dominados por alguna emoción o pasión. Y sólo están capacitados para ordenar y tener control sobre los demás quienes han conseguido con éxito el control de sí mismos.
Las personas irritables, temerosas, insensatas y frívolas siempre tendrán que buscar la compañía de alguien, ya que, de lo contrario, se derrumbarían por falta de apoyo. Sin embargo, las personas tranquilas, intrépidas y sensatas siempre podrán permitirse la soledad del bosque, del desierto o de la montaña. Con ello, su poder se acrecentará todavía más y harán frente a las vorágines y a las corrientes psíquicas que oprimen a la humanidad con mayor éxito.
La pasión no es poder; es el abuso y la dispersión del poder. La pasión es como una tormenta violenta que golpea de forma feroz la inquebrantable roca, mientras que el poder es la propia roca que permanece silenciosa y firme.
Un ejemplo de manifestación de un gran poder fue cuando Martín Lutero, cansado de la insistencia de sus amigos que trataban de persuadirlo para que no acudiese a Works, ya que temían por su seguridad, les respondió: «Iría allí aunque hubiese tantos demonios como tejas en los tejados».
Otra demostración de gran poder tuvo lugar después de que Benjamín Disraeli fracasara en su primer discurso parlamentario y atrajera las burlas de la Cámara. En ese momento exclamó: «Ahora voy a tomar asiento, pero llegará el día en que me van a escuchar».
Un joven a quien conocí, tras sufrir continuas desgracias e infortunios, tuvo que soportar los comentarios irónicos de sus amigos acerca de que desistiera de sus esfuerzos. Les contestó: «No tardará en llegar el día en que se sorprenderán de mi buena suerte y mi éxito». Con su respuesta demostró que tenía el don de ese silencioso e irresistible poder que le ha ayudado a superar las dificultades y a coronar su vida con éxito.
Si no posees este poder, puedes alcanzarlo a través de la práctica, ya que el principio del poder equivale al principio de la sabiduría. Debes comenzar por superar esas trivialidades inútiles de las que, hasta ahora, has sido una víctima complaciente.
Las risas bulliciosas e incontroladas, las calumnias, los comentarios frívolos y las bromas de mal gusto que se hacen sólo por diversión deben evitarse, ya que implican una valiosa pérdida de energía.
San Pablo jamás demostró una visión tan maravillosa de las leyes ocultas del progreso humano como el día en que advirtió a los Efesios: «Los gestos y palabras en broma nunca serán provechosos». Las personas que por hábito actúan así destruyen todo poder y toda vida espiritual.
Cuando logres mantenerte indiferente ante tales disipaciones mentales, empezarás a entender lo que significa el verdadero poder. Comenzarás también a vencer los poderosos deseos y apetitos que mantienen a tu alma esclavizada y que bloquean tu camino al poder. En ese momento, verás claro tu progreso.
Ante todo, persigue un objetivo legítimo y útil, y dedícate, en cuerpo y alma, a llevarlo a cabo. No dejes que nada te aparte de tu camino y recuerda que el hombre que intenta hacer muchas cosas a la vez es inestable en todos los aspectos.
Sé impaciente a la hora de aprender, pero ve despacio a la hora de pedir. Obtén un profundo conocimiento de tu trabajo y conviértelo en algo tuyo por completo. Y mientras actúes así, siguiendo siempre tu Guía interior, la voz infalible, podrás ir de victoria en victoria y, poco a poco, conseguirás llegar a lugares de descanso más enaltecidos. Tus grandes perspectivas te revelarán, de forma progresiva, la belleza y el propósito esencial de la vida.
Si te purificas, tendrás salud; si buscas protección a través de la fe, tendrás éxito; si te sabes dominar, tendrás poder. Así prosperarás en todo lo que hagas, porque al dejar de ser una unidad desarticulada y autoesclavizada, estarás en armonía con la Gran Ley y ya no trabajarás en contra, sino a favor de la Vida Universal y la Eterna Bondad.
Y la salud que ahora tienes permanecerá contigo. Cualquier éxito que logres, estará más allá de todo el cómputo humano y nunca desaparecerá. Cualquier facultad y poder que ejerzas, aumentará cada vez más con el paso de los años, porque formarás parte de ese Principio inflexible que sostiene al universo.
Éste es el secreto de la salud: un corazón puro y una mente bien ordenada. Éste es el secreto del éxito: una fe resuelta y un propósito bien definido. Éste es el secreto del verdadero poder: dominar con voluntad perseverante el negro corcel de los deseos.
Todos los caminos me están esperando, de luz y oscuridad, de ciudades y desiertos, caminos anchos y estrechos, de cumbres y valles, buenos y malos, a paso lento o apresurado, puedo recorrerlos de la forma que decida ahora, y al caminar, distinguir lo bueno de lo malo.
Si con honestidad llego a los caminos altos y sagrados que mis pies errantes esperan andar, si permanezco ahí, con bondad en mi corazón; y otra vez emprendo mi andar por bosques de espinas y me mantengo a salvo de quien se mofa y me desdeña, sabré al final que mis pasos llegarán a floridas praderas.
Si sigo erguido donde me esperan la salud, el poder y el éxito; si en cada hora fugaz, me aferro al amor y a la paciencia y moro en la honradez, y de la integridad nunca me alejo, podré ver, al final del camino, la tierra de la inmortalidad.
Podré buscar y encontrar; podré lograr, sin tener que exigir, y al perder, podré recuperar. La ley no cumple conmigo, yo debo cumplir con la ley, si deseo poner fin a mis aflicciones, si deseo restaurar mi alma a la Luz y a la Vida, y no llorar más.
Que no sea mío el reclamo arrogante y egoísta a todas las cosas buenas; que sea mío el humilde intento de buscar y encontrar, de saber y comprender que, al buscar la sabiduría, puedo retomar todos los pasos santos. Nada es mío para reclamar u ordenar, todo es mío para saber y entender.