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El silencioso poder del pensamiento: cómo controlar y dirigir nuestras fuerzas

Las fuerzas más poderosas del universo son las fuerzas silenciosas. De acuerdo con la intensidad de su poder, una fuerza puede ser benéfica cuando está bien dirigida, y destructiva cuando se le da un uso equivocado.

Este concepto es muy conocido en lo referente a las fuerzas mecánicas, tales como el vapor, la electricidad, etc., pero muy pocos han aprendido a aplicar este conocimiento al reino de la mente, donde las fuerzas del pensamiento (las más poderosas de todas) se generan de manera continua y se dirigen como corrientes de salvación o de destrucción.

Cuando el hombre llega a este nivel de evolución, ha tomado posesión de estas fuerzas, y la tendencia de su vigente progreso es el completo sometimiento. Toda la sabiduría que pueda tener en este mundo material se encuentra en el control absoluto de sí mismo. El precepto «Ama a tus enemigos» es una exhortación para tomar posesión, aquí y ahora, de esta sublime sabiduría, mediante la dominación y la transmutación de esas fuerzas mentales de las que el ser humano sigue siendo esclavo, y por cuya causa ha quedado tan indefenso como una brizna de hierba a la deriva de las corrientes del egoísmo.

Los profetas hebreos, con su perfecto conocimiento de la Ley Suprema, siempre relacionaban los acontecimientos externos con los pensamientos internos, y asociaban los éxitos o fracasos de carácter nacional con los pensamientos y deseos que dominaban a la nación en esa determinada época.

El conocimiento del poder causal del pensamiento era la base de todas sus profecías, así como también era la base de su verdadera sabiduría y poder. Los acontecimientos nacionales son el simple resultado de las fuerzas psíquicas de la nación.

Las guerras, las epidemias y las hambrunas representan el encuentro y el enfrentamiento de fuerzas del pensamiento mal dirigidas. Éstos son los puntos culminantes en los que la destrucción entra en acción como agente de la Ley.

Sería absurdo atribuir las guerras a la influencia de un solo hombre, o a la influencia de un grupo de hombres. Se trata del horror máximo del egoísmo nacional. Son las fuerzas del pensamiento, conquistadoras y silenciosas, las que hacen posible la manifestación de todas las cosas.

El universo se ha quedado sin pensamiento. En una reciente investigación, se ha descubierto que la materia sólo es pensamiento dirigido. Todos los logros del ser humano fueron primero forjados en el pensamiento y después se llevaron a la práctica.

Cualquier autor, inventor o arquitecto crea primero su trabajo en el pensamiento y, cuando ya lo tiene perfeccionado a nivel mental en todos sus aspectos, como un conjunto integral y armónico, comienza a materializarlo, llevándolo al plano material o de los sentidos.

Cuando las fuerzas del pensamiento se dirigen en armonía con la Ley Suprema, son constructivas y protectoras, pero si se corrompen, se vuelven desintegradoras y autodestructivas.

Cuando todos tus pensamientos se ajustan a una perfecta e inquebrantable fe en la omnipotencia y en la supremacía del Bien, estás cooperando con ese Bien para poder descubrir en tu interior tanto la solución como la destrucción de todo lo malo. Creed y viviréis. Aquí está el verdadero significado de la salvación —y tanto la salvación como la negación del mal se hallan al entrar y advertir la luz viviente del Bien Eterno—.

Donde haya miedo, preocupación, ansiedad, dudas, problemas, disgustos o decepciones, siempre habrá ignorancia y falta de fe. Todas estas condiciones de la mente son resultado directo del egoísmo y están basadas en una creencia inherente al poder y la supremacía del mal. Por lo tanto, constituyen un ateísmo práctico; y vivir y permanecer sujetos a esas condiciones negativas y destructoras del alma es el único y verdadero ateísmo.

El ser humano necesita liberarse de las condiciones que lo convierten en un esclavo desvalido y obediente. Mientras esto no se haga, nadie podrá jactarse de su salvación.

Si tenemos miedo o nos preocupamos de nuestra situación, estamos cometiendo el mismo pecado que si maldecimos. ¿Cómo podemos tener miedo o preocupaciones si creemos de manera intrínseca en la Eterna Justicia, en la Omnipotente Bondad y en el Amor sin límites? El temor, la preocupación y la duda son sinónimos de negación y falta de fe.

Todas las debilidades y los fracasos se derivan de estos estados mentales, porque representan la anulación y la desintegración de las fuerzas del pensamiento positivo que, de otra forma, se dirigirían con fuerza hacia su objetivo y provocarían resultados benéficos.

Superar estas condiciones negativas nos conduce a una vida de poder, nos lleva a dejar de ser esclavos y a convertirnos en nuestros propios amos. Sólo existe un medio a través del cual podemos superar todas esas condiciones: un constante y persistente desarrollo del conocimiento interior.

No basta con negar mentalmente el mal, ya que éste debe entenderse y superarse a través de la práctica diaria. Tampoco resulta adecuado afirmar el bien en el pensamiento, ya que debemos practicarlo y comprenderlo a través del esfuerzo cotidiano.

La práctica inteligente del autocontrol te conduce al conocimiento de tus fuerzas de pensamiento y, más tarde, a obtener ese poder mediante el cual podrás emplearlas y dirigirlas de una manera correcta.

En la medida en que domines tu ego, en que controles tus fuerzas mentales, en lugar de ser controlado por ellas, podrás dominar las situaciones y las circunstancias externas.

Muéstrame a una persona que destruya todo lo que toque, que no pueda mantener el éxito, incluso cuando lo recibe en bandeja, y te mostraré a alguien que vive dominado por esas condiciones mentales que representan la negación del poder.

Revolcarse continuamente en el lodazal de la duda, dejarse atraer con frecuencia por las arenas movedizas del miedo o permitir que los vientos de la ansiedad te sacudan sin cesar, equivale a ser un esclavo y a vivir la vida de un esclavo, aunque el éxito y el prestigio llamen a tu puerta esperando que los dejes entrar.

Alguien así, sin fe y sin autocontrol, es incapaz de manejar sus asuntos de manera correcta y se convierte en un esclavo de las circunstancias. En realidad, es un esclavo de sí mismo. Esta clase de personas aprenden a través del dolor y, a la larga, pasan de la debilidad a la fortaleza debido a la presión de las amargas experiencias. La fe y el sentido de propósito constituyen la fuerza motriz de la vida.

No hay nada que una fe inquebrantable y una firme determinación no puedan lograr. Las fuerzas del pensamiento van creciendo a través del ejercicio cotidiano de la fe silenciosa y, por medio del fortalecimiento diario de un propósito silencioso, esas fuerzas se dirigen hacia la realización.

Cualquiera que sea tu posición en la vida, antes de que puedas lograr cualquier tipo de éxito, beneficio o poder, debes aprender a cultivar la calma y la serenidad para enfocar tus fuerzas del pensamiento. A lo mejor eres un hombre de negocios que se tiene que enfrentar a graves dificultades o a un posible desastre. El temor y la ansiedad van en aumento y no sabes qué hacer para encontrar una solución a tus problemas.

Persistir en semejante estado mental sería fatal porque, cuando surge la ansiedad, desaparece el buen juicio. Lo que debes hacer en este momento de tu vida es aprovechar una o dos horas de tranquilidad por la mañana o por la noche para marcharte a un lugar solitario, o encerrarte en alguna habitación de tu hogar donde nadie ni nada te moleste. Cuando estés sentado en una posición cómoda, trata de apartar por completo de tu mente aquello que provoca tu ansiedad. Deja que las bendiciones y los pensamientos agradables y tranquilizadores lleguen a tu vida. Poco a poco, sentirás una gran fuerza y una gran serenidad que se irán apoderando de tu mente; y así tu ansiedad desaparecerá por completo.

En el momento en que percibas que tu mente vuelve otra vez al plano inferior de las preocupaciones, hazla regresar al plano de paz y fortaleza.

Y cuando llegue el día en que hayas logrado entrar en este estado mental, podrás concentrar toda tu mente en la solución de tu problema. Y lo que, en tus momentos de ansiedad, te parecía tan complicado e irremediable, te resultará más claro y sencillo. Podrás darte cuenta, con la claridad de visión y el perfecto juicio que sólo pertenecen a las mentes tranquilas y serenas, de cuál es la ruta que hay que seguir para obtener los resultados que deseas.

Puede ser que tengas que intentarlo día tras día, antes de que consigas calmar tu mente por completo, pero, si perseveras, ten la seguridad de que lo lograrás. No olvides que debes tomar la ruta que se te presenta en ese momento de tranquilidad.

Sin duda, cuando vuelvas a involucrarte en los asuntos cotidianos, las preocupaciones volverán a asaltarte y a dominarte, y podrás pensar que tomar esa ruta fue una decisión absurda y equivocada, pero no tienes que prestar atención a esos pensamientos.

Debes dejarte guiar exclusivamente por la visión de la serenidad y no por las sombras de la ansiedad. Piensa que, en esos momentos de serenidad, puede llegarte la iluminación y el juicio correcto.

Con estas prácticas de disciplina mental, las fuerzas del pensamiento que se encuentran dispersas se reunirán, y, como la luz de un reflector, se enfocarán sobre cada problema para encontrar la solución.

No existe ningún problema, por grande que sea, que no pueda solucionarse con la tranquila y poderosa concentración del pensamiento. Y no existe una sola meta objetiva que no pueda alcanzarse por medio de un razonamiento inteligente y una buena dirección de las fuerzas del alma.

Hasta que no hayas entrado de una manera profunda y minuciosa en tu propia naturaleza interior y no hayas vencido en ella a los muchos enemigos que te acechan, no podrás tener una noción de lo que representa el poder sutil del pensamiento. No podrás entender la relación indiscutible que existe entre este poder del pensamiento y el apego a las cosas materiales. Tampoco podrás comprender tu mágico potencial si no te encuentras bien equilibrado y dirigido hacia el reajuste y la transformación de tus condiciones de vida.

Tus pensamientos son fuerzas que envías al exterior y, de acuerdo con su naturaleza e intensidad, salen a buscar alojamiento en las mentes que sean receptivas y actúan, tanto para bien como para mal. Existe una continua reciprocidad entre las mentes y un intercambio incesante de fuerzas del pensamiento.

De ese modo, los pensamientos egoístas y perturbadores son fuerzas malignas y destructivas que, como mensajeros del mal, son enviadas para estimular y aumentar la maldad en otras mentes, y que, a su vez, regresan a ti con más poder.

En cambio, los pensamientos tranquilos, puros y altruistas son mensajeros angelicales enviados al mundo con alas llenas de liberación, salud y bendiciones para verter un bálsamo de alegría en las aguas turbulentas de la ansiedad y las penas, y así contrarrestar las fuerzas del mal y restaurar la herencia de la inmortalidad en los corazones rotos.

Intenta tener buenos pensamientos y éstos se manifestarán en tu vida exterior en forma de situaciones favorables. Toma el control de las fuerzas de tu alma y podrás conformar tu vida exterior como desees.

La diferencia entre un salvador y un pecador es que el primero tiene un perfecto control de las fuerzas que hay en su interior, y el segundo, por el contrario, es dominado y controlado por ellas.

El poder y la paz permanentes, sólo pueden alcanzarse por medio del autocontrol, el autodominio y la autopurificación. Quedarse a merced del estado de ánimo, significa aceptar la impotencia, la desdicha y la poca capacidad de darse a los demás.

Si deseas tejer los hilos dorados de la felicidad y de la prosperidad en tu vida, debes emprender la tarea de dominar tanto tus afectos como tus aversiones, tus amores y tus odios obsesivos, tus arrebatos de enojo, de desconfianza, de celos, así como todos los cambios de humor que te mantienen atado y desvalido.

Mientras permitas que tus cambios de humor te esclavicen, tendrás la necesidad de depender de los demás y de las cosas materiales.

Si caminas con paso firme y seguro, para lograr los objetivos que te propongas deberás aprender a superar y a controlar todas las vibraciones emocionales que te perturban y obstaculizan.

Necesitas adquirir el hábito diario de dejar tu mente en reposo; como se diría en términos coloquiales: «guardar un completo silencio». Es un método seguro para reemplazar un pensamiento de preocupación por uno de paz, o un pensamiento de debilidad por uno de fuerza.

Si no logras cumplir con éxito esta tarea, será muy difícil que puedas dirigir tus fuerzas mentales hacia los problemas y objetivos de tu vida con una medida apreciable de éxito. Éste es un proceso que sirve para dirigir esas fuerzas que han quedado dispersas hacia un canal poderoso.

Así como un terreno pantanoso puede convertirse en un campo de maíz dorado o en un jardín lleno de árboles frutales si las aguas dispersas se encauzan en una corriente bien dirigida, la persona que aprende a dirigir y a dominar las corrientes del pensamiento en su interior, logra salvar su alma, su corazón y su vida fructifican y alcanza la felicidad.

A medida que logres dominar tus impulsos y pensamientos, empezarás a sentir que crece un nuevo y silencioso poder en tu interior y un gran sentimiento de calma y fuerza te acompañará para siempre.

Empezarás a descubrir tus poderes que estaban ocultos y a darte cuenta de que, aunque antes tus esfuerzos eran débiles e ineficaces, ahora puedes trabajar con esa serena confianza que exige el éxito.

Y junto con este nuevo poder y fuerza, se despertará en ti esa iluminación interior conocida como «intuición», y dejarás de caminar en la oscuridad y la duda, para avanzar con paso firme hacia la luz y la certidumbre.

Cuando experimentes ese progreso en la visión del alma, tu capacidad de juicio y tu agudeza aumentarán de una manera inestimable. En tu interior, se desarrollará esa visión profética que te ayudará a intuir los acontecimientos futuros y a pronosticar, con gran exactitud, el resultado de tus esfuerzos.

Y en la misma medida en que tu vida interior se vaya transformando, tu vida exterior también cambiará. Y conforme empieces a modificar tu actitud mental hacia los demás, ellos también comenzarán a cambiar su conducta y su comportamiento hacia ti.

Conforme vayas venciendo las fuerzas del pensamiento debilitantes y destructivas, entrarás en contacto con las corrientes positivas, fortalecedoras y constructivas, generadas por mentes fuertes, puras y nobles. Entonces, tu felicidad se intensificará en gran medida y empezarás a disfrutar de la alegría, la fuerza y el poder que nacen del autodominio.

Y esta alegría, fuerza y poder irradiarán de manera continua desde tu interior y, sin esfuerzo alguno por tu parte, es decir, aunque no seas consciente de ello, las personas poderosas se sentirán atraídas hacia ti. Te llegarán oportunidades y, de acuerdo con el mundo del pensamiento que transformaste, los eventos exteriores se resolverán por sí mismos.

«Los enemigos del hombre están en su propia casa», y aquel que desee ser útil, fuerte y feliz debe dejar de ser un receptáculo pasivo para las formas de pensamiento negativas, miserables e impuras. De la misma forma que el patrón da órdenes a sus sirvientes y hace pasar a sus invitados, tienes que aprender a dar órdenes para que tus deseos sean cumplidos y decir, con autoridad, qué pensamientos quieres admitir en la mansión de tu alma.

Incluso un éxito parcial en el autodominio intensifica en gran medida el poder de quien lo experimenta. Y aquella persona que tenga éxito en la consecución de este logro divino, podrá tener una sabiduría inimaginable y una gran fuerza y paz interiores. Quien llega a dominar su alma comprende que todas las fuerzas del universo lo ayudan y protegen sus pasos.

Podrás escalar hasta el cielo más alto y bajar hasta el infierno más profundo. Vivir sueños constantes de belleza, y morar en los pensamientos más oscuros.

Lo que piensas es el cielo que te cubre, y el infierno está aquí mismo, bajo tus pies. La dicha sólo puede existir en tu pensamiento, y sólo en tu pensamiento encontrarás la tristeza.

La Gloria sólo existe si vivimos nuestros sueños; sin el pensamiento, no existirían los mundos. Y el drama que vivimos desde hace siglos sólo puede fluir del eterno pensamiento. La dignidad, la vergüenza y el desconsuelo, el dolor, la tristeza, el odio y el amor, son el disfraz del fuerte latir del pensamiento que siempre ha dirigido nuestro destino. Cuando se juntan los colores del arco iris, se forma la ausencia del color. Así es como los cambios del universo pueden crear el único y eterno sueño.

Y todo sueño se encuentra en tu interior, y el soñador ha sufrido la gran espera para que la luz de la mañana lo despierte a un pensamiento fortalecido y viviente.

Para que convierta lo real en lo ideal. Para que convierta los sueños del infierno en el cielo más alto y más sagrado, donde mora lo puro y lo perfecto.

El mal es el pensamiento que lo piensa, el bien es el pensamiento que lo crea. De igual manera, del pensamiento nacen la luz y la oscuridad, el pecado y la pureza.

Vive en el pensamiento hacia lo más grande y lo más grande podrás observar. Fija tu mente en los ideales más altos, y en la cumbre más alta morarás.