Capítulo 9
EL querido Roddy me pidió que me case con él. ¿Por qué encuentro tan sorprendente su petición? Hace un año me habría parecido una perfecta unión de intelectos e intereses». Ahora, sin embargo, cuestionó sus motivos para casi todo. Esta propuesta de matrimonio, por ejemplo. No puedo desechar la idea de que la hizo inmediatamente después de conocer la noticia de la próxima publicación de mi artículo sobre los manatash. Roddy sugirió que el artículo se publique con los nombres de ambos, puesto que muchos de nuestros últimos artículos fueron escritos en colaboración. Me negué. Egoísmo, quizá, pero opino que debo afirmar mi propia reputación. Me pregunto si el querido Roddy creerá que si nos casamos no seguiré oponiéndome a compartir la autoría de mi obra. Seguramente no me propuso matrimonio con esas intenciones, o sí. Pero no se puede negar que cada vez recibe menos atención de las publicaciones académicas, y se ha hablado de rescindir su beca de investigación de la universidad.
Hannah se recostó en la silla y levantó la mirada de las páginas del diario de Elizabeth Nord. De modo que su tía llegó al punto de considerar la proposición de matrimonio del «querido Roddy» e inmediatamente comenzó a dudar. Era evidente que el «querido Roddy» quería dejar de ser un mentor condescendiente para convertirse en un parásito. Su protegida le sobrepasaba rápidamente en talento y prestigio académico. A un año de haber comenzado a llevar un diario, la joven Elizabeth Nord ya estaba mostrando signos de su posterior inteligencia, rebeldía e independencia. Una mujer tan inteligente y decidida no tendría paciencia con el «querido Roddy» durante mucho más tiempo. No era sorprendente que dudara a la hora de aceptar su oferta de matrimonio.
Hannah se puso de pie y fue a la cocina por una taza de café.
El bastón quedó apoyado a un lado del escritorio. Ya no lo usaba para distancias cortas. Su rodilla mejoraba rápidamente. Tal vez fuera una buena idea acudir al club deportivo de su hermano. Ya no se sentía enferma y la atmósfera de la clínica en la que hacía fisioterapia no era precisamente alegre.
El sol brillaba con inusitado esplendor fuera de la ventana de la cocina. Hannah echó un vistazo a la calle y vio que varios vecinos aprovechaban la cálida tarde para trabajar en sus diminutos jardines. Llenó la tetera y se preguntó si Hugh Ballantine volvió a California esa mañana. Después de la noche anterior debía haber comprendido que no tenía nada que hacer en Seattle.
Por unos breves instantes se permitió pensar en Gideon Cage. ¿Qué estaría haciendo? Le gustaría saber cómo se enteró de que su rival fue a Seattle a verla. El obvio espionaje industrial la hacía estremecerse. ¿Cómo podían soportar aquellos dos hombres unas vidas tan llenas de tensión y manipulaciones? Era evidente que nada iba a detener a Hugh Ballantine. Sólo podía pensar en la venganza y no quedaría satisfecho hasta que la lograra. Su cara agradable y franca no había ocultado la intensidad de su odio.
Esperó hasta que hirvió el agua y la vertió sobre una cucharada de café instantáneo. Luego, cojeando ligeramente, volvió a su mesa —escritorio. Los diarios la tenían fascinada y le servían para mantener la mente alejada de Gideon Cage. Se sentó, ansiosa de saber exactamente qué había decidido tía Elizabeth sobre la proposición del «querido Roddy».
Dieciocho de mayo. Hoy llegó el más extraño de los envíos. Lo manda mi hermana de Estados Unidos. Me dice que lo recibió con las pertenencias de tía Cecily. Al parecer, ésta quería que yo tuviera cierto pendiente que ha pertenecido a la familia desde hace tiempo. No es valioso ni especialmente bonito, pero lo encuentro interesante. Su historia también me parece fascinante. Perteneció a la tía Cecily, Anna Warrick, una matemática del siglo pasado. Anna no se casó. Murió en 1890 y dejó sus bienes a tía Cecily. Al parecer, antes perteneció a otra antepasada nuestra, una escritora de cierto renombre. Está bien mantener cierto lazo de unión con el pasado y, puesto que empiezo a creer que no tendré tiempo ni ganas de tener hijos, habré de considerar cuidadosamente a quién le dejaré mis posesiones algún día. Es extraño pensar en estas cosas.
Hoy hemos tenido noticias de un pequeño grupo de gente que vive en Isla Revelación. Al parecer, todavía no han sido estudiados y he solicitado una beca a la universidad para hacerlo. Sería una oportunidad absolutamente maravillosa. Roddy se opone.
Sonó el teléfono y Hannah contestó mientras pasaba la hoja del diario, Era su hermano.
—Me alegro de que llames, Nick. Quiero pedirte un favor. ¿Puedes conseguirme un pase de invitado para tu club? Estoy pensando en terminar mi terapia en un ambiente más agradable. Prefiero llevar unos bonitos leotardos a esa bata del hospital. Además, tienen un restaurante estupendo en el club.
—Quieres un pase para poder comer en el restaurante con un descuento.
—Me conoces muy bien, hermano.
—No lo bastante para adivinar dónde estuviste anoche.
Hannah hizo una mueca.
—¿Por qué quieres saberlo?
—Tengo la obligación de velar por mi pobre y renqueante hermana.
—Tu pobre y renqueante hermana tenía una cita con Hugh Ballantine.
—¿Ballantine?
—El hombre que está decidido a hacer morder el polvo a Gideon Cage —le informó Hannah melodramáticamente.
Nick soltó una risita.
—Bueno, le deseo la mejor de las suertes. No voy a llorar demasiado si tiene éxito. Pero ¿por qué saliste con Ballantine?
—Buena pregunta. Creo que él investigaba sus posibilidades. Sabía que yo había pasado unos días en el Caribe con Gideon.
—Ajajá. ¿Y pensó que tú tendrías un arma secreta que podría utilizar para derribar las defensas de Cage? Nunca me has parecido una Mata-Hari.
Hannah suspiró.
—Esos hombres juegan a unos juegos ridículos y se los toman condenadamente en serio.
—¿Cage se toma en serio a Ballantine? Eso me sorprende.
—Lo bastante en serio como para llamarme cuando supo que Ballantine estaba en Seattle. La primera vez que me llama desde que separamos en Florida.
—Ten cuidado, Hannah. Puede que encuentres ridículos sus juegos, pero estoy seguro de que ni Cage ni Ballantine opinan igual. No quiero verte aplastada entre esos dos.
—Le he dicho a ambos que no participaré en sus juegos. Me falta destreza atlética. Hablando de atletismo…
—Sí, tendrás un pase para el club. Te lo dejaré en la recepción. ¿Cuándo vas a recogerlo?
—¿Qué te parece esta tarde?
—¿Te dará tiempo de comprarte la ropa adecuada? No puedes andar por allí con pantalones de safari, ya lo sabes.
—No te preocupes. Iré a Nordstrom a comprarme algo amarillo y negro. ¿Crees que será bastante elegante?
—Parecerás una abeja gigante. Luego hablaremos. Tengo que volver al trabajo. No he tenido tiempo de ir al club desde que Cage soltó Accelerated Design.
—Nick, sobre ese viaje que hice con Gideon… ¿Te ha molestado? Quiero decir que sé que suena raro que fuera con él después de lo que hizo. Supongo que me dije que lo ocurrido entre ustedes ya había terminado.
—Y había terminado. E, independientemente de lo que yo sintiera por Cage antes que te fueras con él, mis sentimientos cambiaron drásticamente en cuanto supe que te salvó aquella mañana en el mar. No te preocupes, Hannah, por mi opinión. Tienes otros motivos para preocuparte por tu relación con Gideon Cage.
—¿Te refieres a Hugh Ballantine?
—Me refiero a que deberías preguntarte por qué Gideon te acompañó al Caribe. A ese hombre le gusta celebrar sus victorias.
—¿Y crees que vio en mi una manera de celebrar su victoria sobre Accelerated Design?
Los dedos de Hannah se crisparon sobre el teléfono.
Nick gimió.
—Debería mantener la boca cerrada. La verdad es que no sé por qué fue de vacaciones contigo. Por lo que he oído nunca ha ido a descansar más que a Las Vegas. Por otra parte, ¿quién sabe? Tal vez se haya enamorado de ti. Piensa, Hannah, que podrías ser tu quien pusiera de rodillas al gran héroe.
—No es probable. Gracias por el pase para el club, Nick. Vuelve a tu trabajo de salvamento de Accelerated Design.
—Es para lo único que tengo tiempo últimamente.
Hannah colgó. Sentía una extraña sensación en la boca del estómago. Quería creer que Nick y Ballantine se equivocaba sobre las razones del interés de Gideon por ella. Puede que no tuviera un futuro común con Gideon Cage, pero no quería creer que el pasado había sido una mentira. No quería sentirse utilizada. Al fin y al cabo él le había salvado la vida. Era difícil creer lo peor de un hombre capaz de hacer eso.
Hannah siguió con el diario de su tía. Todavía no podía resolver el asunto del «querido Roddy».
* * *
Al final, Hannah se decidió por una malla amarilla y unas medias de color turquesa en vez de negras. Gastó cerca de cien dólares en el atuendo deportivo adecuado antes de cruzar la puerta del club de su hermano. Una vez dentro, se puso en manos de una fisioterapeuta profesional que inmediatamente le preparó un programa de ejercicios para la rodilla. La terapeuta llevaba una malla negra y medias plateadas. Hannah se preguntó si hizo mal al decidirse por el amarillo y el turquesa. El color plateado era realmente llamativo.
No tuvo mucho tiempo para meditar la pregunta. Enseguida se instaló en el centro de una máquina enorme, diseñada para destruir sistemáticamente músculos y ligamentos humanos. Al cabo de tres minutos la nueva malla de Hannah estaba empapada en las axilas. La máquina le separaba metódicamente las piernas y dejaba a Hannah la tarea de volver a juntarlas. Comenzó a preguntarse si debería volver a la clínica.
—¡Hannah! ¿Cuándo te hiciste socia del club?
El asombro de Vicky Armitage se reflejó en su voz cuando entró. Iba de verde. Le quedaba estupendamente con el pelo cobrizo.
—No tenía idea de que pensaras venir por aquí.
—Ya lo estoy lamentando. —Le aseguró Hannah apretando los dientes mientras luchaba por juntar las piernas—. Pensé que sería bueno para la rodilla. Tendré suerte si no me amputan la pierna cuando esta máquina acabe conmigo.
Vicky se acomodó en otra máquina cercana e inició un ejercicio que destacaba su femenina musculatura.
—Te acostumbrarás dentro de poco. ¿Han llegado más libros de tía?
—Hoy recibí otra caja. Aún hay varias en camino.
—¿Has tenido oportunidad de leer algo interesante?
—Sólo unos diarios.
—¿Se refieren a los primeros años de su carrera? Me gustaría ver las notas de algunos de sus trabajos más polémicos. Antes que se convirtiera en una celebridad había muchas discrepancias sobre hallazgos. Algunos de sus contemporáneos discutieron con ella su análisis lenguaje de los manatash, por ejemplo. Y cometió algunos errores de importancia en su interpretación de las costumbres matrimoniales de los topan.
Hannah acababa de leer una parte del diario de su tía aquella mañana que se refería a los topan. Forcejeó con la máquina mientras intentaba recordar exactamente lo que leyó.
—Ella opinaba que los rituales utilizados por los topan para preparar a las jóvenes para el matrimonio estaban encaminados a darles más poder como mujeres y esposas.
—No hay nada de eso —le aseguró Vicky sin dejar de respirar agitadamente, en tanto se apoyaba en su máquina de pesas—. Los tatuajes no eran más que un maquillaje. No tenían un significado religioso.
—Mi tía dice en su diario que pudo hablar a solas con las mujeres, y le aseguraron que hacían creer a los hombres que era un maquillaje, pero todas las mujeres de la tribu conocían el verdadero significado de los tatuajes. Era un secreto que compartían sólo entre ellas.
—No es así como lo interpretan otros antropólogos.
—Los otros antropólogos eran hombres. Las mujeres de la tribu les dijeron lo mismo que a todos los hombres: que los tatuajes eran para embellecer, nada más.
—Hannah, tu tía era muy joven cuando hizo esos estudios. Probablemente deseaba hacer algunas observaciones originales que cimentaran su reputación. Supongo que tuvo que inventar un, digámoslo así, punto de vista más interesante para lograr que publicaran sus artículos.
Los tobillos de Hannah se juntaron con un chasquido.
—¿Estás diciendo que mi tía mintió para impulsar su carrera?
—Tranquilízate. No he dicho nada por el estilo. Elizabeth Nord tenía derecho a tener sus propias opiniones. Y consiguió que se las publicaran. Le proporcionaron mucha popularidad con el transcurso de los años porque estaban en conflicto con las opiniones de conocidos expertos. En el caso de los topan, como en el de las amazonas de Isla Revelación, no se sabrá jamás quién tenía razón. El último topan de raza pura murió hace años.
—Algunos de esos expertos que estaban en desacuerdo con sus interpretaciones, no eran mucho mayores que mi tía en aquella época. Quizá adoptaron el otro punto de vista para favorecer sus propias reputaciones, o porque pensaban que sería más fácil publicarlo.
—Hannah, las costumbres matrimoniales de los topan son sólo una pequeña muestra de las discrepancias. Los diarios de tu tía podrían aportar datos valiosos a estos puntos. Me gustaría ver cómo justificaba ella su interpretación de los ritos de iniciación femenina entre los manatash. Afirmó que las mujeres inventaron la ceremonia como un medio de asegurar la fertilidad y el buen resultado de los partos.
—Parecen dos buenas razones.
—Sí, pero no había nada de eso. No fue más que una adaptación de los ritos masculinos y carecía de simbolismo propio.
Hannah dejó de luchar con la máquina y se quedó sentada con las piernas separadas.
—Por esto no creo que los papeles de mi tía deban estar en manos de la comunidad académica.
Vicky se incorporó y la miró con el ceño fruncido.
—¿A qué te refieres?
—A que todos ustedes están ansiosos de demostrar la que les conviene. Mi tía se merece una interpretación imparcial y es obvio que ningún otro antropólogo podría hacerlo.
—¿Y crees que tú estás capacitada para escribir esa interpretación imparcial?
—Voy a intentarlo. —Hannah se levantó de la máquina—. Hasta luego, Vicky. Creo que ya he tenido bastante por hoy.
* * *
Gideon iba por la tercera botella de cerveza cuando recordó el mapa que Hannah le había regalado, el que confeccionó el Servicio de Inteligencia Militar para el desembarco en Isla Revelación. Lo sacó de la mesa en donde lo había guardado y lo extendió cuidadosamente sobre la superficie de cristal negro.
No intentó engañarse pensando que su interés en el mapa era simple curiosidad. El mapa era una manera de pensar en Hannah y, después de tres botellas de cerveza, disfrutaba pensando de un modo retorcido.
El mapa era frágil debido a los múltiples dobleces. Tendría que protegerlo adecuadamente o pronto se caería a pedazos. Gideon se sentó y estudió los detalles de las fortificaciones y los bunkers japoneses. Muchas vidas se habían perdido en el desembarco. Todo por un montón de rocas del Pacífico Sur que antes de la guerra había sido el hogar de un puñado de isleños.
El mapa estaba marcado con un pequeño círculo en el lado este de la isla. Gideon no le prestó mucha atención la primera vez que vio la marca, pero luego se preguntó qué significaría. Había otras anotaciones en el mapa, pero la tinta utilizada para hacerlas era de diferente color. Tuvo la impresión de que la marca había sido hecha por una mano distinta, aunque no estaba seguro. El círculo era demasiado preciso. Las otras anotaciones eran unos garabatos. Una cuidadosa búsqueda en los mapas posteriores a la guerra de Isla Revelación, no mostró ninguna indicación de lo que podría significar el círculo. Probablemente nada.
Una idea cruzó la mente de Gideon. ¿Y si la marca la hizo Nord y no el capitán que, probablemente, había usado el mapa para guiar a sus hombres durante el desembarco?
Hannah podría encontrarlo interesante.
Gideon fue a la nevera por otra cerveza mientras intentaba decidir si Hannah se interesaría en sus raras especulaciones. Era una excusa para llamar, y lo sabía. Era humillante verse reducido a usar excusas para llamar a una mujer con la que compartió una relación amorosa tan breve que podía calificarse como aventura.
Estaba consciente de la auténtica razón por la que realizaba la llamada. Una parte de él necesitaba asegurarse de que ella no lo rechazaba por completo. No le gustaba la idea de que Hannah no lo considerara ya merecedor de ser salvado de sí mismo.
No se dio cuenta de que contenía la respiración mientras sonaba el teléfono hasta que Hannah contestó.
—¿Hannah?
—¿Aún sigues vigilándome? Tranquilízate. Ballantine ya no está por aquí, al menos que yo sepa.
—Sólo te llamo para hablar de los papeles y los diarios de tu tía. He estudiado el mapa que me regalaste. El que hizo el Servicio de Inteligencia Militar para el desembarco.
—¿Y qué?
—Bueno, tiene una marca que estoy seguro de que indica algo importante. Y no creo que la hiciera el oficial que lo llevara a tierra. Tengo la impresión de que pudo hacerla tu tía después de que entrara en posesión del mapa. He pensado que podrías encontrarlo interesante.
Hannah vaciló al otro lado de la línea. Cuando volvió a hablar su voz era más suave, sospechosamente neutra.
—Lo recordaré mientras lea los diarios. Tal vez mencione la marca del mapa por algún motivo.
—Probablemente ya no tenga importancia. Puede que no signifique nada. ¿Cómo van las cosas?
—Perfectamente. ¿Y por ahí? ¿Preparándote para la gran confrontación con Ballantine Investments?
—Entre otras cosas. Cage & Associates tiene otros intereses, además del asunto Surbrook.
—¡Ah, si! Eres un negociante profesional. Bueno, no te entretengo. Estoy segura de que planear el ataque contra Ballantine es mucho más interesante que hablar de un puñado de isleños que ya no existen. Gracias por llamar, Gideon.
Colgó antes que él pudiera pensar en decir algo ingenioso. Ella lo consideraba un caso perdido, pensó Gideon. La idea no lo deprimió Lo encolerizó.