LA ESCALERA DE LA TEMPERATURA
HACIA ARRIBA

ESCALÓN 1

1 grado Celsius (100 °C)

274,14 kelvin (102,438 K)

La medición más corriente que podemos hacer y que no implica longitud, ni masa, ni tiempo, es la de la temperatura.

La temperatura es la medición de la energía promedia del movimiento que tiene cada partícula de una masa. También podemos decir que es la medición de la intensidad del calor de una masa.

Un objeto determinado puede tener una gran cantidad de calor a baja temperatura, o una relativamente pequeña cantidad del mismo a elevada temperatura. Así, podemos considerar una cabeza de clavo al rojo y una tonelada de arena, con una mucho mayor cantidad de calor en conjunto pero que, por su volumen, está simplemente templada. Esto es análogo a la manera en que se desarrollan en una pequeña charca con agua de unos quince metros de profundidad, por ejemplo, y un gran lago con una cantidad mucho mayor de agua en conjunto, pero cuya profundidad no sea superior en ninguna parte a los cinco metros.

La energía fluye en forma de calor, desde un cuerpo a mayor temperatura, a otro a menor temperatura, sin tener en cuenta el calor total presente en uno y otro cuerpos. Si se toca una cabeza de clavo al rojo, el calor fluirá desde el clavo hasta la parte del cuerpo que lo toca, aunque el cuerpo, en conjunto, contenga más calor que el clavo. En tal caso habrá un ascenso de temperatura en la parte del cuerpo que entra en contacto con el clavo, y se sentirá dolor.

La temperatura, para las cosas diarias, se mide por medio de un termómetro, basado en la expansión de una pequeña columna de mercurio a medida que aumenta la temperatura, o en su contracción, a medida que baja la misma.

Un físico sueco, Anders Celsius, ideó una escala para representar la temperatura. La altura de la columna de mercurio a la temperatura en que se enfría el agua hasta convertirse en hielo (o en hielo fundido con agua), en condiciones ordinarias, la señaló y estableció como igual a 0. Y la temperatura en que el agua hierve hasta convertirse en vapor (o en vapor condensado con agua), en condiciones ordinarias, la fijó como equivalente a 100. Las temperaturas intermedias fueron divididas en cien partes iguales, o «grados» (de la voz latina que significa «descender», es decir, ir de 100 a 0). Originariamente se llamó «escala centígrada» (de una voz latina que significa «un centenar de escalones»), por lo cual se decía que una temperatura tenía un número particular de «grados centígrados». Esto se simbolizó por °C. Hace un par de décadas, el nombre de dicha escala se cambió por el de «escala Celsius», en honor a su inventor, y, así, ahora hablamos de «grados Celsius». El símbolo sigue siendo el mismo.

La escala Celsius se usa hoy en todo el mundo, excepto —como tal vez era de esperar— en Estados Unidos, donde se emplea una antigua escala inventada por un físico germanoholandés, Gabriel Daniel Fahrenheit. En la «escala Fahrenheit» el punto de congelación del agua se establece en 32, y el punto de ebullición en 212, por lo que entre ambos puntos hay 180 grados. En la escala Fahrenheit, las temperaturas se miden como tantos «grados Fahrenheit», y se simbolizan por °F.

No resulta difícil convertir grados Celsius en Fahrenheit, o viceversa, por lo cual daré los equivalentes Fahrenheit cuando me parezca aconsejable. Sin embargo, en general, emplearemos los grados Celsius, al menos para las temperaturas corrientes.

Como es natural, si la temperatura es más baja que el punto de congelación del agua, emplearemos valores negativos, como «diez grados bajo cero Celsius», o -10 °C. En la escala Fahrenheit se puede llegar por debajo de la temperatura de congelación del agua (32 grados Fahrenheit) y seguir teniendo valores positivos. Se han de alcanzar los -17,78 °C para llegar a los 0 grados Fahrenheit, pero, a temperaturas aún más bajas, la escala Fahrenheit ha de recurrir también a los números negativos.

Si la temperatura sigue bajando, también bajará el promedio de energía contenido en cada partícula, y es de suponer que si la temperatura desciende lo suficiente, la energía contenida caerá a cero. Si el lector lo supone así, está en lo cierto. Pero tampoco se debe llegar muy lejos. La temperatura a la que ya no puede retirarse más energía de la materia es la de -273,15 grados Celsius (ó -459,67 grados Fahrenheit). Esta temperatura se llama «cero absoluto».

William Thomson (Lord Kelvin) sugirió una escala de temperatura que empleaba grados Celsius, aunque empezando en el cero absoluto. Contando hacia arriba a partir del cero absoluto, llegamos a los 273,15 grados por encima del cero absoluto, es decir, 273,15 grados Kelvin. El nombre de Kelvin no se da en mayúsculas en el sistema SI, pero su símbolo es K, por lo cual se dice 273,15 K. En este caso no se emplea el símbolo de grado (°).

La escala Kelvin es oficial en la versión SI, por ser la más conveniente para los científicos, cuyo uso simplificaría para ellos las relaciones físicas y químicas. La escala Celsius se permite también en los usos ordinarios.

En el Escalón 1 empezamos con 1 grado Celsius, más bien que con 0 grados Celsius, porque no se puede multiplicar o dividir cero por 3,16, lo cual nos daría siempre cero como respuesta.

Una temperatura de 1 grado Celsius (ó 33,8 grados Fahrenheit) es muy familiar en cualquiera de las zonas templadas del mundo. Generalmente la atmósfera se encuentra a esa temperatura en algún momento durante un día invernal corriente, como, por ejemplo, en Nueva York.

ESCALÓN 2

3,16 grados Celsius (100,5 °C)

276,31 Kelvin (102,441 K)

El hielo es menos denso que el agua en estado líquido. Dado que el hielo está compuesto por las mismas moléculas que el agua, las moléculas del hielo se encuentran más libremente organizadas que en el agua, más ampliamente esparcidas por término medio.

Cuando el hielo se funde, las moléculas adoptan una disposición más compacta y aumenta la densidad. Sin embargo, hay alguna «calidad de hielo» en la disposición, por así decirlo. A medida que aumenta la temperatura, disminuye la calidad de hielo mientras que sigue creciendo ligeramente la densidad.

No obstante, un ascenso de temperatura confiere más energía a las moléculas de agua, por lo cual se mueven con mayor rapidez y se empujan unas a las otras para separarse. Esto tiende a hacer disminuir la densidad. Llegado el momento, la tendencia que tiene la temperatura ascendente a disminuir la densidad, rebasa el efecto que tiende a hacer desaparecer la calidad de hielo al aumentar la densidad.

A los 3,98 grados Celsius de temperatura —aproximadamente, el nivel de temperatura del Escalón 2—, el último se apodera del primero, y el agua alcanza su máximo de densidad en las condiciones de la superficie terrestre.

Se trata de un hecho que tiene la mayor importancia para la vida. En las partes de la Tierra en que las condiciones invernales hacen descender la temperatura hasta el punto de congelación del agua, las aguas superficiales en ríos, charcas, lagos y hasta en el océano, bajan de temperatura y crecen más en densidad que el agua de abajo. Las aguas superficiales se hunden y son remplazadas por las más cálidas y menos densas de abajo, las cuales, a su vez, se enfrían y empiezan a hundirse.

Finalmente, toda el agua alcanza una temperatura de 3,98 grados Celsius. Cuando se enfría el agua de la superficie por debajo de dicha temperatura, decrece poco en densidad, y no se hunde. Así, sólo se hiela el agua de la superficie, y entonces el hielo, al ser aún menos denso, flota hasta formar una sólida capa, aislando al agua de debajo. Por esta razón, las grandes masas de agua no se hielan hasta formar cuerpos sólidos, ni siquiera en los inviernos desacostumbradamente fríos.

ESCALÓN 3

10 grados Celsius (101 °C)

283,16 kelvin (102,452 K)

Los usuales prefijos métricos no se emplean en la medición de temperaturas, por lo cual no se habla de «decagrado», ni de «kilogrado», ni, por ejemplo, de «miligrado». Simplemente, se habla, al nivel de temperatura del Escalón 3, de 10 grados Celsius.

Esto es el equivalente de 50 grados Fahrenheit, o sea, la temperatura que se alcanza un día primaveral en Nueva York, temperatura lo suficientemente benigna después del frío invernal, aunque parezca algo gélida si se presenta a comienzos del otoño, tras el calor del verano.

La temperatura media en la superficie de la Tierra, día y noche, invierno y verano, regiones polares y trópicos, es de unos 14 grados Celsius (ó 57 grados Fahrenheit), aunque hay unos cuantos lugares en que no son mucho más elevadas, ni más bajas, lo cual ocurre durante la mayor parte del tiempo.

ESCALÓN 4

31,6 grados Celsius (101,5 °C)

304,75 kelvin (102,484 K)

El nivel de temperatura del Escalón 4 equivale a casi unos 98 grados Fahrenheit, temperatura que puede darse un día de verano en Nueva York.

La temperatura normal del cuerpo humano es de 37 grados Celsius (ó 98,6 grados Fahrenheit). Las reacciones químicas que se desarrollan permanentemente en el interior del cuerpo humano producen calor de continuo, por lo cual la temperatura corporal se mantiene constante aunque se pierda siempre calor hacia el mundo exterior, que se encuentra, por lo general, a una temperatura inferior.

Los animales de sangre fría —es decir, todos los animales, excepto las aves y los mamíferos—, por lo común mantienen su temperatura corporal igual a la del medio ambiente. Esto significa que desciende a medida que la temperatura por la noche o en invierno baja, el contenido en energía del cuerpo desciende y el animal terrestre de sangre fría se hace cada vez más lento. (Los animales acuáticos de sangre fría, como los peces, están adaptados a la temperatura que les rodea, que es siempre fría, pese a lo cual se muestran lo suficientemente activos).

Aunque la lentitud es una desventaja, a los animales de sangre fría les puede bastar con un comparativamente menor suministro alimenticio, dado que no han de quemar continuamente alimentos para mantener alta la temperatura corporal. Los animales de sangre caliente (como los seres humanos) pueden mostrarse activos durante todo el tiempo, a condición de alimentarse generosamente si quieren mantenerse lo suficientemente cálidos.

Si la temperatura es muy baja, la pérdida de calor corporal hacia el frío medio ambiente sería tan rápida, que no podría ser compensada por ninguna cantidad de alimento, y el animal se congelaría. Sin embargo, el índice de pérdida de calor se reduce gracias a una capa aislante, como las plumas en las aves, el pelo en los mamíferos, y la ropa en el hombre. (Éste puede elevar también la temperatura del medio ambiente mediante el fuego).

Por otra parte, si la temperatura es desacostumbradamente elevada, resulta difícil que el calor, generado constantemente en el interior del cuerpo, sea irradiado hacia fuera. (De aquí que con una temperatura de 24 grados Celsius nos sintamos más confortablemente que con cualquiera otra, más alta o más baja).

Pero en el hombre no se ha de considerar sólo la simple pérdida de calor por irradiación o procesos similares. También transpira, lo cual hace que se extienda por su cuerpo una película de agua. El agua se evapora, y con este proceso se absorbe calor —porque se consume energía al separar las moléculas del agua líquida y formar vapor a partir de las mismas—. El calor necesario para esto es retirado de la superficie corporal, con lo cual se enfría. La sudoración del cuerpo es una especie de aire acondicionado.

Si ya hay considerable vapor en el aire, se enlentece la posterior evaporación. La sudoración se produce más aprisa de lo que se evapora, con lo cual el líquido se acumula en la piel y empezamos a sudar de una forma visible; entonces fracasa el sistema de aire acondicionado, ya que no puede trabajar de una forma apropiada. Ésa es la razón de que puedan soportarse las temperaturas de 30 grados Celsius, aproximadamente, si el aire está del todo seco, mientras que son cada vez más difíciles de aguantar si el aire es húmedo.

La temperatura rara vez supera el nivel del Escalón 4 en la superficie terrestre. El récord de temperatura en la ciudad de Nueva York es 41,1 grados Celsius (106 grados Fahrenheit) a la sombra. En Libia se registró una temperatura a la sombra de 58 grados Celsius (136 grados Fahrenheit), lo cual constituye todo un récord.

ESCALÓN 5

100 grados Celsius (102 °C)

375,15 kelvin (102,57 K)

Con los 100 grados Celsius llegamos al punto de ebullición del agua. Pero una temperatura así no se presenta en la superficie de la Tierra, excepto cuando se extrae material de grandes profundidades, como en los manantiales termales y en los volcanes. A este nivel de temperatura, no es posible ya tratar con la vida tal y como la conocemos (aunque algunas bacterias pueden vivir en las aguas termales y soportar temperaturas cercanas al punto de ebullición).

En promedio, la Luna se halla tan distante del Sol como la Tierra. Pero nuestro satélite carece de atmósfera para absorber el calor solar y, por medio de corrientes de aire, distribuirlo alrededor de su esfera. Además, mientras que cualquier lugar de la superficie terrestre permanece bajo la luz solar sólo durante unas 12 horas seguidas, por término medio, algunos puntos de la superficie de la más lentamente rotante Luna pueden estar sometidos a la luz del Sol más de 350 horas seguidas. Como resultado de ello, algunos lugares de la superficie de nuestro satélite, en el mediodía lunar, pueden alcanzar temperaturas de hasta 117 grados Celsius, o sea, muy por encima del punto de ebullición del agua. (Pero como quiera que no hay agua en la Luna, no puede producirse tal ebullición).

ESCALÓN 6

316 grados Celsius (102,5 °C)

589,15 kelvin (102,77 K)

Bajo el suelo del océano hay aguas termales que pueden alcanzar los 350 grados Celsius, a causa de las grandes presiones que se dan allí.

Si subimos hasta la atmósfera, la temperatura cae al principio por debajo de los valores superficiales. Sin embargo, cuanto más alto ascendemos, menos densa es la atmósfera, y, llegado el momento, cuando se absorbe la luz solar, al ser distribuida entre unas partículas muchísimo menores, comunica a cada una un contenido energético más elevado del que es posible en la superficie de la Tierra. Y entonces sube la temperatura.

A unos 115 kilómetros de altura, la temperatura atmosférica se encuentra al nivel de temperatura del Escalón 6. Sin embargo, esto no significa que los astronautas puedan correr peligro al pasar por esta región. El calor total sigue siendo bajo.

Si pudiéramos bajar profundamente hacia el centro de la Tierra comprobaríamos que se elevan tanto la temperatura como la densidad. A medida que aumenta la temperatura, el calor total presente en un volumen de materia dada crece aún con mayor rapidez. A unos 3 ó 4 kilómetros de profundidad, la temperatura alcanzará los valores del Escalón 6, y allí abajo —si introdujéramos unos instrumentos de perforación a tales profundidades—, la temperatura no podría ser ignorada.

Mercurio, al igual que la Luna, carece de atmósfera y tiene una rotación muy lenta. Además, al estar más cerca del Sol, su temperatura superficial puede alcanzar hasta los 430 grados Celsius, cuando el Sol se encuentra más cerca y se halla directamente por encima del horizonte.

En el Sistema Solar, el planeta de superficie más caliente es Venus. Aunque esté más lejos del Sol que Mercurio, Venus tiene una atmósfera muy densa, compuesta en su mayor parte por dióxido de carbono, el cual absorbe el calor solar y no le permite escapar fácilmente. Por tanto, la temperatura supera a todo cuanto pueda haber en la superficie de la Luna o de Mercurio.

Además, y como quiera que tanto la Luna como Mercurio carecen de atmósfera que pueda distribuir el calor en la franja nocturna, en esos cuerpos cae la temperatura durante los largos períodos nocturnos hasta unos valores muy bajos. En Venus, la densa atmósfera distribuye el calor de una manera eficiente, por lo cual la temperatura superficial es casi la misma (e intolerablemente cálida) en todas partes, desde los polos hasta el ecuador, tanto de día como de noche. Por doquier y constantemente, la temperatura es de unos 457 grados Celsius.

En el nivel de temperatura del Escalón 6, las sustancias familiares cambian de estado.

En Mercurio, un líquido, en condiciones ordinarias, hierve a los 356,58 grados Celsius. El estaño funde a 231,89 grados Celsius, y el plomo, a 327,4 grados Celsius. Cuando la superficie de Mercurio se halla en su punto más cálido, el mercurio, si existiese allí en forma elemental, se hallaría en vapor, mientras que el estaño y el plomo se licuarían. Y esto ocurriría en cualquier lugar de la superficie de Venus y en cualquier momento.

Hemos alcanzado temperaturas capaces de hacer arder cualquier gas común. El acetileno (C2H2) arderá a 335 grados Celsius.

ESCALÓN 7

1 000 grados Celsius (103 °C)

1 273,15 kelvin (103,10 K)

A 200 kilómetros sobre la superficie terrestre, los ligeros indicios de aire que pueda haber tendrían una temperatura de 1 000 grados Celsius, circunstancia que se daría también en las densas rocas a 50 kilómetros por debajo de la superficie terrestre.

A medida que aumenta la temperatura (en promedio), se hace más corta la longitud de onda de la radiación electromagnética que emiten todos los cuerpos por encima del cero absoluto. Al alcanzar los 600 grados Celsius, se emite la suficiente radiación en la longitud de onda más larga de la región de luz visible, como para hacer que un cuerpo se vea completamente al rojo, un rojo brillante, a 1 000 grados Celsius. Cuanto más luz de onda corta se añada a unas temperaturas crecientemente elevadas, los objetos adquirirán primero color naranja, luego amarillo-blanco y, finalmente, azul-blanco.

En la atmósfera superior, el aire emite una radiación total demasiado escasa como para que parezca brillar de una forma visible, pero esta sustancia, bajo la Tierra, sería de color al rojo si fuera visible, como ocurre durante las erupciones volcánicas.

La temperatura aumenta a medida que se penetra cada vez más profundamente en el interior de cualquier cuerpo astronómico de importancia. En conjunto, la temperatura aumenta tanto más lentamente cuanto menor sea el cuerpo. Incluso en la Luna, considerablemente más pequeña que la Tierra, la temperatura central puede ser de unos 1 600 grados Celsius.

Semejantes temperaturas no han de encontrarse siempre forzosamente escondidas en el interior del planeta. El Sol se va calentando lentamente a medida que evoluciona. Cuando, al fin, se hinche hasta formar una enorme estrella «gigante roja» —unos siete mil millones de años a partir de este momento—, tanto la superficie de la Tierra como la de la Luna pueden alcanzar unas temperaturas tan elevadas como 1 000 grados Celsius. La Tierra sería ya inhabitable por lo menos mil millones de años antes.

La plata funde a los 960 grados Celsius, el oro, a 1 063 grados Celsius y el cobre, a 1 083 grados Celsius.

Con el descubrimiento del fuego, el hombre aprendió a producir y a usar temperaturas al nivel del Escalón 7. Para obtenerlo se emplean madera, carbón o petróleo, materiales con los cuales se pueden mantener temperaturas entre los 1 500 y los 2 000 grados Celsius.

ESCALÓN 8

3 160 grados Celsius (103,5 °C)

3 433,15 kelvin (103,536 K)

A 1 megámetro por debajo de la superficie terrestre, la temperatura llega al nivel del Escalón 8. Al alcanzar el centro de la Tierra, la temperatura es, por lo menos, de 4 000 grados Celsius y, posiblemente, hasta de 6 000 grados Celsius.

Esta temperatura es tan elevada como la que se encuentra en la superficie de algunas estrellas. Una pálida enana roja, como la Próxima del Centauro, puede tener una temperatura superficial de sólo 2 400 grados Celsius. La temperatura de la superficie del Sol es de unos 5 500 grados Celsius.

Las manchas solares son más frías que el resto de la superficie solar (razón por la cual tienen un aspecto negro, en contraste con la superficie más caliente y sin manchas, aunque no sean auténticamente negras, ya que se verían brillar observadas aisladamente). Las temperaturas de las manchas solares pueden ser de 4 000 grados Celsius en su centro.

Así, pues, en conjunto, la temperatura del núcleo de la Tierra sería tan elevada como la de la superficie del Sol.

El hombre puede producir llamas de temperatura al nivel del Escalón 8. Quemado en el aire, el acetileno mantiene una llama de unos 2 400 grados Celsius de temperatura, exactamente la de la superficie de una estrella pequeña. En oxígeno puro, una llama de acetileno puede alcanzar una temperatura de 3 100 grados Celsius. Ardiendo en oxígeno, el cianógeno (C2N2) mantendrá una llama de 4 510 grados Celsius, mientras que la del subnitruro carbónico (C4N2) será de 5 250 grados Celsius. Ésta es la llama de temperatura más elevada conseguida por el hombre mediante la combustión química, o sea, muy cerca de la temperatura de la superficie del Sol.

Hay unos cuantos sólidos o líquidos que pueden permanecer en dicha forma a los niveles de temperatura del Escalón 9. El osmio funde a 2 727 grados Celsius y hierve a unos 4 100 grados Celsius. Un trozo de osmio puede permanecer en estado sólido cerca de la superficie de una pequeña estrella enana roja, aunque se vaporizaría cerca de la superficie del Sol.

El metal de punto de fusión más elevado es el tungsteno, que funde a unos 3 415 grados Celsius y hierve a unos 5 000 grados Celsius. Un soplete oxiacetilénico no puede fundir completamente el tungsteno, pero hasta ese metal se convertiría en vapor en la superficie del Sol. Hay unos cuantos compuestos, como el carburo de tungsteno (WC), que hierven sólo a unos 6 000 grados Celsius de temperatura, más allá de la cual todas las sustancias conocidas se encuentran en forma gaseosa, siempre y cuando sea a baja presión.

Los interiores de la Tierra y de otros cuerpos planetarios, aunque tengan temperaturas de 6 000 grados Celsius y superiores, son, sin embargo, líquidos, e incluso sólidos, a causa de que la materia allí existente se encuentra sometida a enormes presiones.

ESCALÓN 9

10 000 kelvin (104 K)

Al llegar a este punto, ya no es útil distinguir entre la escala Celsius y la escala Kelvin. Una diferencia de 273,15 grados, en 10 000, es menos de un 3 por 100, y aún es mucho menor a medida que aumenta la temperatura. En el nivel de temperatura del Escalón 9, y más arriba, hemos de elegir una de las escalas y, dado que la Kelvin es preferible desde el punto de vista científico, nos quedaremos con ella.

Las estrellas de secuencia principal más masivas que el Sol tienen una temperatura más elevada en la superficie. Sirio, que es unas tres veces más masiva que el Sol, posee una temperatura superficial de unos 10 000 kelvin.

Las estrellas enanas blancas son mucho más pequeñas que el Sol en cuanto a masa, y pueden no ser más masivas, aunque, por otra parte, si son lo suficientemente jóvenes, su superficie es más cálida, Sirio B, la enana blanca compañera de Sirio, tiene una temperatura de 10 000 kelvin, exactamente igual que Sirio.

En el Sol hay puntos en que la temperatura superficial es inferior a lo normal, y otros en que es más elevada que lo normal. Ocasionalmente se producen explosiones de energía en la superficie solar en forma de «llamaradas». Tales erupciones —que, por lo común, sólo duran entre unos cuantos minutos y una hora—, tienen temperaturas de 15 000 kelvin aproximadamente.

ESCALÓN 10

31 600 kelvin (104,5 K)

Las estrellas mayores y más masivas de secuencia principal, tienen temperaturas superficiales que se hallan dentro del nivel del Escalón 10, y sólo raramente alcanzan los 40 000 kelvin. Una estrella enana blanca recién formada puede tener una temperatura superficial de 50 000 kelvin.

No obstante, la parte más fría es su superficie. La temperatura aumenta a medida que nos adentramos en su interior y que subimos en la atmósfera (lo mismo que en la Tierra). Por ejemplo, a unos 1,5 megámetros por encima de la superficie visible del Sol, la temperatura es de unos 200 000 kelvin. Naturalmente, disminuye con la altura el calor total de un volumen determinado de atmósfera solar puesto que, si bien consideradas individualmente, las partículas contienen más energía, el número total de las mismas es un determinado volumen disminuye con más rapidez con la que aumenta el contenido en energía de cada partícula.

El núcleo de un pequeño planeta como la Tierra puede rivalizar con la temperatura superficial de una estrella media como el Sol, si bien cabe esperar que sea más elevada la de un planeta grande. El núcleo central de Júpiter puede tener una temperatura de 54 000 kelvin, o sea, ser más cálido que la superficie de cualquier estrella de secuencia principal.

Prosiguiendo con escalones simples, podemos imaginar que estamos cada vez más arriba en la atmósfera y más abajo en el interior del Sol y de otras estrellas, pero esto no sería muy excitante que digamos. Por tanto, saltemos un poco.

ESCALÓN 13

1 000 000 de kelvin (106 K)

La corona es la atmósfera más exterior del Sol, y resulta visible (con un equipo especial) sólo durante un eclipse total. Entonces, su luz es parecida a la que ofrece la Luna llena. Por ello, tal vez parezca que se trata de un vapor relativamente frío, pero no es así. Su brillo apagado se debe a la baja densidad del gas, la cual es, como máximo, sólo de una cienbillonésima parte de la densidad atmosférica al nivel del mar. Su temperatura es de 1 000 000 de kelvin en su punto más bajo, y se eleva a medida que nos alejamos del Sol.

ESCALÓN 14

3 160 000 kelvin (106,5 K)

En algunos puntos de la corona, la temperatura llega hasta los 4 000 000 kelvin. Hay «puntos cálidos», en el espacio contiguo a Júpiter y Saturno, donde unas partículas débilmente esparcidas —que poseen la energía de los enormes campos magnéticos de esos dos planetas gigantes— alcanzan temperaturas más elevadas aún, a juzgar por las energías de dichas partículas, muy ocasionales. Las naves espaciales atraviesan semejantes puntos cálidos sin ser adversamente afectadas.

Un ejemplo mucho más importante de tales temperaturas, de densidades y presiones muy elevadas, lo tendríamos en el interior de las estrellas. Por ejemplo, a los 600 megámetros bajo la superficie del Sol, la temperatura sería de unos 6 000 000 kelvin.

ESCALÓN 15

10 000 000 de kelvin (107 K)

Ahora nos encontramos en el ámbito de temperatura correspondiente a los centros de las estrellas. En el centro de una pequeña enana blanca, sería de unos 8 000 000 kelvin, mientras que nuestro Sol alcanza, probablemente, los 15 000 000 kelvin.

Una estrella neutrónica es muy parecida a un masivo centro estelar no rodeado por una capa de materia relativamente normal. Su temperatura superficial se calcula en unos 8 000 000 kelvin, semejante al núcleo de las estrellas corrientes.

ESCALÓN 16

31 600 000 kelvin (107,5 K)

Sorprendentemente, los científicos han conseguido temperaturas más elevadas que las del centro del Sol. Tratando delgadas volutas de hidrógeno con campos electromagnéticos, con rayos láser, etcétera, han dado a los pequeños núcleos de hidrógeno presentes unas enormes energías individuales. Y lo han conseguido en su búsqueda de una fusión nuclear controlada, al objeto de que el hombre pueda disponer del mismo tipo de energía que nos brinda el Sol, aunque utilizándola en los sitios y cantidades deseados.

Las mayores temperaturas obtenidas hasta ahora son de unos 67 000 000 kelvin, lo cual supera el nivel del Escalón 16, y es unas cuatro veces el del núcleo del Sol. (El núcleo del Sol tiene unas enormes presiones que trabajan hacia la fusión, mientras que los científicos no lo hacen así. En efecto, deben conseguir niveles de temperatura mucho más elevados que los del centro del Sol, aunque con menor presión, al objeto de desarrollar una fusión controlada).

ESCALÓN 17

100 000 000 kelvin (108 K)

Si mirásemos hacia atrás en el tiempo, veríamos un Universo cada vez más pequeño, a medida que nos acercáramos al Big Bang, cuando toda su masa se reducía a un volumen infinitesimal. Cuanto más retrocediéramos en el tiempo, tanto menor sería el volumen en que estaría comprimida la energía total del Universo, y, en consecuencia, las temperaturas serían cada vez más elevadas aún que las que puedan reinar en el interior de las estrellas.

Así, unas tres horas después del Big Bang, el Universo era tan pequeño, que habría cabido muy bien en la órbita de la Tierra, y su temperatura media sería de unos 100 000 000 kelvin.

ESCALÓN 18

316 000 000 kelvin (108,5 K)

Las temperaturas alcanzadas con la fusión incontrolada son muy superiores a las conseguidas por el hombre mediante la fusión controlada. Se estima que las temperaturas en el centro de una gran bomba de hidrógeno se elevan hasta los 400 000 000 kelvin.

ESCALÓN 19

1 000 000 000 de kelvin (109 K)

Naturalmente, con la bomba de hidrógeno no se ha llegado al límite. En efecto, en el núcleo de una estrella neutrónica pueden reinar temperaturas hasta de 800 000 000 kelvin.

ESCALÓN 21

10 000 000 000 kelvin (1010 K)

Las explosiones de las estrellas que estallan son, en cierta forma, explosiones de bombas de hidrógeno, aunque enormemente más vastas y más energéticas que todo cuanto el hombre haya podido crear. Una gran supernova puede alcanzar, aunque brevemente, temperaturas que llegan hasta los 10 000 000 000 kelvin.

Un segundo después del Big Bang, cuando el volumen del Universo tal vez fue más pequeño que el de nuestro Sol actualmente, pudo tener una temperatura de 10 000 000 000 kelvin.

ESCALÓN 25

1 000 000 000 000 de kelvin (1012 K)

Una diezmilésima de segundo después del Big Bang, cuando el volumen del Universo no era superior al de un gran asteroide actual, tendría una temperatura media de 1 000 000 000 000 kelvin.

ESCALÓN 65

100 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 (1032 K)

Las actuales teorías físicas no permiten a los científicos estimar condiciones inferiores a 10-43 segundos después del Big Bang. En ese instante, todo el Universo era muchísimo menos voluminoso que un simple protón tal como lo conocemos hoy, y se cree que su temperatura se hallaba en el nivel del Escalón 65, o sea, que era en ese caso de aproximadamente, 100 000 000 000 000 000 000 000 000 000 000 (100 000 quintillones) kelvin. Esto nos fuerza a dejar de seguir subiendo por la escalera de la temperatura.

En 65 escalones, que han cubierto 32 órdenes de magnitud, hemos ido desde la temperatura de un día invernal, a casi las proximidades del Big Bang.