MEMORIAS DE DOS JOVENES ESPOSAS
A George Sand.
Esta dedicatoria, mi querida George, nada podría añadir al prestigio de vuestro nombre, que proyectará su mágico reflejo sobre este libro; pero no hay en ello, por mi parte, ninguna clase de cálculo ni de modestia. Deseo dar fe de la amistad sincera que ha perdurado entre nosotros a través de nuestros viajes y nuestras ausencias, a pesar de nuestras trabajos y de las maldades del mundo. Sin duda este sentimiento no habrá de alterarse jamás. El cortejo de nombres amigos que acompañará a mis composiciones añade algún placer al pesar que me ocasiona su número, ya que tales composiciones no se producen sin dolor, aunque sólo fuera por los reproches que ha merecido mi amenazadora fecundidad, como si el mundo que aparece ante mis ojos no fuera todavía más fecundo. ¿Acaso no será muy hermoso, George, que algún día el historiador de las literaturas desaparecidas encuentre únicamente en este cortejo grandes nombres, nobles corazones, santas y puras amistades y las glorias de este siglo? ¿Por ventura no puedo mostrarme más ufano de esta felicidad cierta que por éxitos en todo momento discutibles? Para quienes os conocen bien, es sin duda una gran dicha poder decirse, como yo lo hago aquí.
Vuestro amigo,
DE BALZAC.
París, junio de 1840.