Capítulo 12
MELODY se estiró una pizca y se acurrucó de nuevo contra el cuerpo caliente que había sido la fuente de su satisfacción. Notó que alguien la tenía abrazada por la cintura y despertó:
—Hola —dijo Zeke y la besó.
Ella lo miró a los ojos.
—Me he quedado dormida.
Él sonrió.
—Así es. Y es la primera vez que lo veo.
Melody no sabía dónde meterse. Después de meses de angustia, preocupación y sufrimiento, resultaba que se había dormido mientras Zeke le hacía el amor. No había sido su intención. Lo había acompañado durante todo el camino, o eso creía.
—Lo siento —murmuró. Recordaba que él la había besado después de desvestirla y tranquilizarla, y después…—. Debía de estar más cansada de lo que pensaba.
—Te has echado una siesta —comentó él, abrazándola con fuerza y acariciándole la espalda mientras le mordisqueaba el lóbulo de la oreja—. Y no ha sido muy larga. Estoy seguro de que el café todavía está templado en la cafetera.
No fueron a comprobarlo. Exploraron sus cuerpos una vez más, amándose con tanto deseo que no había cabida para la timidez o la contención. Zeke le acarició el cuerpo, deteniéndose sobre su trasero redondeado mientras la estrechaba contra su miembro erecto. Ni siquiera cuando movió las manos sobre la base de su columna y sobre sus muslos, ella se puso tensa. Melody colocó las manos a cada lado de su rostro y le inclinó la cabeza para besarlo de forma apasionada.
Cuando él colocó su cuerpo sobre el de ella, Melody no pudo evitar gemir de deseo. Necesitaba sentirlo en su interior, experimentar la sensación de cercanía, de unidad.
Zeke la penetró con un solo movimiento y Melody tensó la musculatura para atraparlo en su interior. Enseguida acompasaron el ritmo de sus movimientos y, con cada uno de ellos, Melody sintió que estaban reafirmando los votos que habían pronunciado dos años atrás, pero con un significado especial. Entonces, estaban locamente enamorados y embriagados por la novedad de los sentimientos que experimentaban. Dos años después, habían superado una gran crisis y, por ello, su unión era más intensa y apasionada. Era como si sus almas se fusionaran y ambos cuerpos se atrajeran por igual.
Cuando llegaron al éxtasis, comenzaron a sacudirse con fuerza distanciándose por completo de la realidad. De todas las veces que habían llegado juntos al orgasmo, ninguna había sido tan intensa y ella sabía que Zeke también se había dado cuenta. Con el cuerpo tembloroso, él la abrazó con fuerza para mantenerla unida a él durante un rato más.
—Te quiero —dijo él en tono sensual—. Más que a la vida misma.
—Yo también te quiero —susurró ella.
Zeke la miró fijamente a los ojos y la besó en la punta de la nariz.
—Eres adictiva, ¿lo sabías? Antes de recogerte del hospital me prometí que iría despacio, que permanecería a tu lado, sin presionarte, sin estresarte, respetando tu ritmo. Y ahora, en unas pocas horas, te he hecho el amor tres veces. Mi única excusa es que durante los tres últimos meses he estado despierto cada noche, en nuestra cama, deseando que estuvieras conmigo, recordando cómo era cuando te tenía a mi lado, volviéndome loco.
Se retiró de su interior, pero la rodeó con los brazos y susurró:
—No puedo creer que ahora estés aquí. Antes, cuando desperté y no estabas…
Ella le sujetó el rostro y lo besó con fuerza.
—Lo siento —le dijo—. No volveré a hacerlo. Lo prometo. Ya estoy aquí.
Zeke la besó también, acariciándola mientras la estrechaba contra su cuerpo.
—¿En mente y cuerpo? —le preguntó—. Y no mientas para hacerme sentir bien. Necesito saber cómo te sientes si vamos a superar esto.
Como respuesta, ella arqueó el cuerpo contra el suyo.
—Estoy aquí —repitió con firmeza, y le acarició la espalda antes de pasar a su vientre y recorrer la línea de vello que llegaba hasta su miembro, provocando que él se excitara. Después, lo rodeó con la mano y sonrió.
—¿Te apetece empezar otra vez para llegar a la cuarta vez que hacemos el amor? —murmuró, y lo besó en la boca con delicadeza.
Esa vez se amaron lentamente y, cuando regresaron de un mundo lleno de sensaciones íntimas, Melody permaneció entre los brazos de su marido con el cuerpo completamente relajado, mientras Zeke estiraba el edredón sobre ellos. Los eventos de las últimas veinticuatro horas y, por supuesto, las semanas de angustia y ansiedad de antes de Navidad le estaban pasando factura, pero ella no quería quedarse dormida otra vez. Necesitaba estar con Zeke, sentirlo, mirarlo, acariciarlo. Se sentía como si hubiese regresado a casa de un viaje largo y peligroso.
—¿Dijiste que tenías algunas ideas acerca de lo que podría hacer en un futuro? —murmuró—. ¿Y cuáles son?
Zeke la sujetó por el trasero y la estrechó contra su cuerpo antes de besarla durante largo rato. Cuando se separó, le dijo:
—Las tengo. ¿Qué te parece si voy por algo de beber y hablamos? Ha vino en la nevera.
Ella sonrió.
—¿No es un poco pronto para tomar vino? Ni siquiera es la hora de comer.
—Para nada. Es Navidad. Las normas de siempre no se aplican. Además, te abrirá el apetito para la hora de comer… Y por cierto, sugiero que comamos en la cama. De hecho, no veo ningún motivo para levantarnos en todo el día, ¿y tú?
—Ninguno —admitió ella.
El vino estaba helado y delicioso. Zeke había llevado la botella y dos copas a la cama, junto con el resto de regalos que había bajo el árbol del salón. Ella abrió los regalos entre sus brazos. Un reloj de oro, un camisón de seda y un picardías, su perfume favorito y otros regalos, todos ellos elegidos con amor, pero lo que no podía dejar de mirar era la alianza que llevaba entre el anillo de compromiso y el anillo de boda. La alianza era preciosa, pero lo que realmente era precioso era el significado que tenía. Él se la había regalado cuando ella lo había rechazado, porque la amaba y estaba decidido a amarla de por vida. Y así era.
—Antes de que te hable sobre mis sugerencias de futuro, ¿puedo decirte que están pensadas para que podamos conciliarlas con la crianza de nuestros hijos? —preguntó Zeke.
Los hijos de Zeke. Melody no podía creer que pudiera suceder. Ella sonrió radiante.
—Puede que ocurra antes de lo que tú crees —repuso ella—. Hemos hecho el amor cuatro veces en medio de mi ciclo y llevo sin tomarme la pastilla anticonceptiva desde que entré en el hospital, así que…
—¿No te importaría? —preguntó él.
—¿Y a ti?
—No puedo esperar a verte embarazada —dijo él—. Y encajaría muy bien con ciertos cambios que he hecho en mi vida en los últimos tiempos —sonrió al ver que ella fruncía el ceño y la besó.
Rellenó las copas de vino y dijo:
—Un brindis por el nuevo propietario de Media Enterprises… David Ellington.
Ella lo miró asombrada.
—¿Has vendido la empresa? —David Ellington era otro magnate multimillonario.
—Dicho y hecho —dijo él, y bebió un sorbo de vino—. Debería haber estado contigo el día del accidente en lugar de estar por ahí tratando de resolver una maldita crisis. Fue un toque de atención para que reaccionara. Eso sí, aterrador. La noche del accidente prometí que si sobrevivías reconsideraría lo que realmente era importante en mi vida. Y eso hice. No me costó mucho pensarlo.
Melody estaba horrorizada. Zeke había trabajado mucho para construir su imperio poco a poco y ella sabía que él se sentía muy orgulloso de lo que había conseguido.
—No deberías haber hecho eso —susurró—. ¿No puedes cambiar de opinión?
—Demasiado tarde —sonrió—, y es exactamente lo que tenía que hacer. Ayer mismo me lo confirmaste. Me dijiste que tendrías que crearte una nueva vida para separarte del mundo del espectáculo en el que trabajábamos, un mundo en el que las fiestas y otros eventos nos roban mucho tiempo. Yo también había llegado a la misma conclusión. Habría ocurrido tarde o temprano una vez que hubiéramos decidido formar una familia. El accidente simplemente aceleró las cosas. Tenías razón cuando dijiste que había demasiada gente que quería algo de mí, pero te equivocaste en lo de que solo eras otra de ellas. Eso nunca ha sido verdad, aunque tú lo percibieras de esa manera. Ayer me pareció que no era el momento de contarte que había vendido la empresa, teníamos que solucionar otras cosas primero. Sin embargo, cuando te dije que podría marcharme sin arrepentirme o mirar atrás era porque lo había hecho. Mi mundo nunca fue el negocio o los contactos que tenía gracias a él. Y menos después de conocerte. Tú eres mi mundo, Dee. Hemos hablado de formar una familia, pero si los hijos no llegan por algún motivo, seguiré considerándome afortunado entre los hombres. Eres mi sol, mi luna y mis estrellas. El centro de mi universo.
Zeke le acarició el rostro con un dedo, recorriendo sus mejillas y el contorno de sus labios.
—Me alegro de haberla vendido, Dee. De veras. Fue una etapa de mi vida que disfruté mucho, pero quería avanzar contigo a mi lado. También nos ha dado mucho dinero —añadió—. Más que suficiente como para poder hacer lo que queramos durante el resto de nuestras vidas.
Ella no podía creer que hubiera vendido su imperio. Si él le hubiera dicho que estaba pensando en vender, ella habría creído que no hablaba en serio. ¿Era por eso por lo que él había vendido antes de contarle sus planes? Melody se habría sentido culpable, creyendo que solo lo hacía por ella, y habría tratado de convencerlo de que podían continuar como estaban. ¿Quizá él la conocía mejor que ella a sí misma?
—Gracias —murmuró ella.
De pronto, se sintió como si le hubiera quitado un gran peso de encima. Ya no tendría que ir a más estrenos, ni a más eventos sociales.
—¿Y qué vas a hacer? —preguntó ella, sin saber si quería reír o llorar. Zeke no era el tipo de hombre que podía quedarse sentado sin hacer nada.
—Mi trabajo principal será ser un buen esposo y padre. Aparte, tengo un par de ideas que podrían combinarse con el programa de recuperación que los doctores te han preparado y que consistirá en un día de trabajo a la semana durante algún tiempo, con la posibilidad de alcanzar la movilidad completa dentro de seis meses o así. Hay un médico suizo que se especializa en tu tipo de lesiones, no hay nadie mejor que él, ni siquiera en los Estados Unidos, y él confía en que a estas alturas del año que viene podrás caminar con normalidad.
Ella se incorporó sobre un codo y lo besó. Saber que él estaba dispuesto a luchar a su lado significaba mucho para ella, y hacía que no le importara tanto si no conseguía recuperar todo lo que había perdido.
Zeke la besó también y, cuando se separaron dijo:
—La primera idea es que podemos abrir una escuela de teatro para jóvenes sin recursos. Con niños de nueve años para arriba. Tendríamos que contratar profesores para las asignaturas normales, para las clases de teatro y las de baile. Los que quisieran podrán estar en régimen de internado. También podríamos acoger a niños de familias desestructuradas. Todos tendrán que tener afición por el baile, el canto o el teatro, pero una vez que estén con nosotros podrán quedarse hasta que elijan marcharse. Y la casa no solo será un centro institucional, sino una casa donde reciban apoyo incondicional y se sientan seguros.
El tipo de sitio en el que él habría deseado estar cuando era un chico problemático y se sentía perdido. Melody tragó saliva para deshacer el nudo que sentía en la garganta.
—Por supuesto, tú estarás a cargo de la parte artística, de contratar a los profesores de teatro y todo eso… Y pensé que a ti te gustaría impartir las clases de baile. Necesitaremos un terreno grande para hacer una piscina, una pista de tenis, y una casa para nosotros, separada del edificio de la escuela será fundamental. No tengo ni idea de cómo hay que hacer todo eso, pero conozco gente que podría hacerlo si alguien lo financia.
—¿Y podríamos permitírnoslo? —preguntó ella.
Zeke sonrió.
—Muchas veces, cariño —le acercó la copa de vino a sus labios y él bebió un sorbo de la suya antes de continuar—. Por supuesto, hay otras opciones. A lo mejor prefieres que viajemos durante un par de años cuando terminemos el tratamiento. Un viaje por el mundo, quedándonos allí donde nos guste el tiempo que queramos. ¿O podíamos montar nuestro propio teatro? ¿Algo así? ¿O podrías dirigir una escuela de baile tradicional?
—¿Tú no crees que lo de la escuela de teatro no sería algo demasiado ambicioso para hacerlo bien?
—Sin duda. La parte del baile incluiría coreografía, gestión, historia de la danza, estética, producción, acompañamiento y composición musical, y eso sin la parte del teatro. Representación, dirección, aspectos técnicos, redacción de guiones, todo eso será necesario.
Melody lo miró maravillada.
—Has pensado en ello de verdad, ¿no?
Zeke asintió.
—Sería un cambió de vida total, Dee. Y si lo hacemos bien podríamos combinarlo con la vida familiar. Podríamos permitirnos tener a la mejor gente para los niños de la escuela, y pensé que…
Se calló de pronto y ella vio que tensaba el mentón.
—¿Qué?
—Que podríamos conseguir que sus vidas cambiaran. Sé que no para todos los niños, pero merecerá la pena si alguno encuentra una vocación para el futuro. Solo es una idea.
Melody ocultó el rostro contra su cuello, abrumada por el giro que habían dado sus vidas. Aquella idea era perfecta, y solo Zeke podía haber pensado en ella.
—¿Dee? No hace falta que digas nada hasta que hayas pensado en ello. Es un tema importante…
Melody lo abrazó por la cintura y lo interrumpió diciendo:
—Te quiero, te quiero… Y no se me ocurre nada mejor. Piénsalo Zeke. Niños que no tienen nada encontrando un lugar donde valoren el don que tienen. ¿De veras crees que podríamos darle un hogar y esperanzas de futuro?
—Por supuesto —contesto él, y ella supo que podrían conseguirlo.
Melody lo besó en los labios. No solía ser ella la que daba el primer paso y él reaccionó inmediatamente y la abrazó para besarla de forma apasionada. Se besaron durante largo rato, dedicándose palabras de amor.
—Podría hacer cualquier cosa si estás a mi lado. Sin ti, no soy nadie. No me dejes nunca sin decirme adiós, como esta mañana. Pensé que te había perdido. Te necesito, cariño. No te imaginas cuánto.
—Creo que sí, porque yo te necesito tanto como tú a mí —susurró ella—. He sido tan miserable. No solo por el accidente y por el hecho de que no podré volver a bailar, sino porque pensaba que tenía que dejarte marchar. Eres mi mundo, Zeke. Mi existencia.
Él soltó una carcajada.
—¿Así que los dos hemos estado destrozados porque nos queríamos?
—Quizá no seamos los más listos del mundo —admitió ella. Un sentimiento de felicidad la invadió por dentro.
Podía confiar en Zeke. Había perdido semanas de su vida permitiendo que fuera el miedo quien gobernara, pero ya nunca sería así. Había sido una locura imaginar que Zeke podría fijarse en otra mujer o marcharse de su lado. Él no era como su padre, ni como su abuelo. Era único, y solo para ella. Su esposo, su amor, su vida.
Se abrazaron en silencio durante largo rato y Melody añadió después.
—Tengo reservada la habitación de hotel para unos cuantos días. ¿Podríamos pasarlos en la cama? ¿Y comer y cenar aquí?
Ella sabía que él estaba sonriendo, lo notó en su voz cuando dijo:
—Por supuesto —le acarició la espalda—. Tenemos que recuperar mucho tiempo perdido y no se me ocurre un lugar mejor para hacerlo. Además, lo que necesitas es eso, muchas horas de sueño, mucho ejercicio del bueno, comida y bebida. Es nuestro momento. Nadie sabe dónde estamos, no sonará el teléfono y tengo el móvil apagado. Y excepto el servicio de habitaciones, nadie llamará a la puerta.
—Mmm, el paraíso en la tierra.
Melody cerró los ojos y notó que estaba a punto de quedarse dormida. Zeke respiraba de forma relajada y ella supo que se había quedado dormido, pero con una mano sobre su cintura y con la otra enredada en su cabello como si necesitara saber que ella estaba segura incluso cuando él dormía.
Melody pensó en la familia de nieve del patio y sonrió. La noche anterior había sido mágica, pero les quedaba toda una vida por delante. Las noches las pasarían abrazados, y los días trabajando para conseguir que niños sin recursos recuperaran la esperanza, niños que sufrían lo mismo que había sufrido Zeke. Era un nuevo capítulo, un nuevo comienzo, y cuando tuvieran hijos, los querrían mucho, al contrario de lo que les había sucedido a ellos. Sus hijos crecerían fuertes y seguros con unos padres que se amaban, Zeke y ella se asegurarían de ello.
Zeke se movió un momento y la abrazó mientras murmuraba su nombre entre sueños, y ella se sumergió en un lugar cálido y seguro, sabiendo que lo era todo para él, la única mujer que él podría amar.
El sueño se apoderó de ella, y hasta que se quedó dormida pensó en Mabel y en sus sabias palabras. Volvería a visitarla, y llevaría a Zeke para presentársela. Sentía que llegarían a ser buenas amigas, y que podría ayudarla a sentirse menos sola. A los niños les gustaría tener una abuela, y un perro también. Además, estaba segura de que cuando la escuela estuviera en funcionamiento, Mabel colaboraría con ellos ayudando a curar los corazones de los niños, de la misma manera que la había ayudado a ella aquella mañana.
Finalmente se quedó dormida, y los dos continuaron abrazados toda la noche. Dos corazones latiendo al unísono, dos mentes unidas hasta la eternidad por el lazo más poderoso de todos, el amor verdadero.
Habían conseguido salir del infierno. Estaban en casa.