Capítulo 36

Perseguidos a través de los serpenteantes e insólitos canales del artefacto, el Teniente Scott condujo a sus restantes marines y Murciélagos de Fuego hacia las profundidades de su misterioso núcleo. Aunque la gran batalla aún continuaba produciéndose en la superficie del valle, aquí dentro el comando terráqueo encontró numerosos grupos de exploración de Fanáticos protoss y criaturas zerg, todos los cuales parecían haber recibido la misma misión de reconocimiento que el equipo de Scott.

«Esto parece una carrera —pensó—. E intentamos ganarla».

La luz de las paredes se volvió más brillante, como si algún fuego interior estuviese siendo atizado. Los racimos de joyas se volvían mayores dentro de la arqueada estructura biopolímera, profundas gemas carmesí cortadas en extrañas caras e inusuales formas, como si fuesen órganos internos.

Scott no tenía ni idea de qué encontraría cuando alcanzasen su destino, pero dudaba de que los zerg o protoss supiesen algo más que los terráqueos. Adquiriría la información para el General Duke y, si le era posible, evitaría que cualquier alienígena se apropiara de los mismos datos.

No se detuvo para luchar con un grupo de zerg que reptaba y traqueteaba a través del corredor. Más bien, indicó a sus hombres que avanzaran a paso ligero, dejando atrás los corredores incluso aunque oyeran una multitud de monstruos en continua persecución. Los marines y Murciélagos de Fuego estaban deseosos por pelear, pero su sed de sangre había sido saciada por las severas pérdidas que sus tropas ya habían sufrido. Ahora preferían completar su objetivo y volver sanos y salvo.

El comando siguió la centelleante luz delantera, recordando instalar localizadores como «migas de pan» que pudieran señalarles el camino de regreso. Scott esperaba que las naves de evacuación estuvieran allí a tiempo para recogerlos. Sin embargo, no se preocupaba por ello. Los miembros del Escuadrón Alfa conocían su propio deber.

La palpitante luz de las paredes formaba una llamada hipnótica, una llama que atraía las polillas de la oscuridad. Los zerg y los protoss parecían sentir también la llamada. Seguían pasadizos diferentes, pero todos ellos convergerían en la masa central como si todas las criaturas pudiesen encontrar las respuestas allí.

Finalmente, con sus marines y Murciélagos de Fuego apresurándose por avanzar, el Teniente Scott y su escuadrón emergieron en el resplandeciente núcleo del artefacto, una temible y gigantesca gruta repleta con una luz de tamaña brillantez. Pero el fuego era frío y eléctrico, y de algún modo vivo.

Los muros y el techo de la gruta reflejaban la luz en un deslumbrante arco iris. Afilados fragmentos cristalinos sobresalían en todas direcciones. Scott permaneció con la boca abierta, embargado por la grandeza y el puro poder frente a él. Pero aunque había llegado aquí como le ordenaron, no tenía forma de explicar lo que veía, no podía comenzar a sacar conclusiones o a proporcionar informes que fueran útiles para el general.

De otros pasajes, burbujeantes aberturas oscuras en los muros de resina orgánicos, emergieron zerg y protoss, monstruosos hidraliscos y acorazados Fanáticos. Pero mientras todos convergían en la gruta, ninguno de los enemigos alienígenas hizo ningún movimiento de ataque. El feroz núcleo del artefacto xel'naga era demasiado imponente, y las tres especies permanecieron aturdidas y sobrecogidas.

Entonces el resplandeciente corazón se volvió más brillante, como si algún tipo de ignición hubiese sido activada. Tentáculos de luz se elevaron vertiginosamente de los angulosos cristales Khaydarin de las paredes, como crepitantes arcos en torno a toda la gruta.

Uno de los Murciélagos de Fuego gritó. El Teniente Scott sabía que debía ordenar la retirada, pero no fue capaz de formar las palabras en sus labios. Sus pies se mantenían firmes en el suelo, sus músculos agarrotados en la misma posición.

Los rayos de energía se tornaron más poderosos. El pulsante corazón del artefacto xel'naga llameó en una cegadora bola blanca. De improviso el relámpago golpeó, alcanzando a todas las formas de vida que se encontrasen en las cercanías.

Los rayos se estrellaron contra los Murciélagos de Fuego y los marines, aunque al mismo tiempo aniquilaban a los espectadores zerg y protoss. El Teniente Scott abrió la boca para gritar, pero la energía lo inundó también, como si estuviese escaneando y absorbiendo a todos los intrusos. Observó a los zerg desaparecer. Pronto, todos en la gruta fueron eliminados… los protoss, los zerg, y todo el escuadrón terráqueo. Toda visión se desvaneció ante sus ojos…

* * *

La gruta quedó sin rastros de vida; el objeto xel'naga había acopiado a todos los especímenes dentro del alcance. Los terráqueos no eran necesarios, pero el resto de estos hijos de los xel'naga era exactamente lo que el artefacto necesitaba.

En todas las cámaras y en todas las paredes, la resplandeciente iluminación aumentó de intensidad. Racimos de joyas explotaron con la oleada de energía. Más barro y rocas se desplomaban de la ladera de la montaña a medida que un vibrante zumbido penetraba en el esqueleto biopolímero.

Activándose, el largo tiempo sepultado artefacto xel'naga comenzó los preparativos finales para su emergencia…