Capítulo 15
Mientras la nave se desplazaba a través del vacío del espacio, la Templaria Oscura Xerana se sentó rodeada por sus fuentes intelectuales, la biblioteca y el museo que había recabado. Sus tesoros.
No necesitaba dormir ahora que tenía un misterio entre manos.
Xerana había recibido y grabado la estrepitosa señal desde ese distante mundo sin importancia. Había estudiado la transmisión, buscando sus matices, intentando decodificarla. Tomó los antiguos e incomprensibles patrones electromagnéticos y los organizó en capas de sutil significado. Dudaba que hubiese muchos seres en toda la galaxia que fueran capaces de comprender tales conceptos.
Pero los Templarios Oscuros eruditos tenían acceso a fuentes y textos arcanos xel'naga. Conocía retazos de historia que el resto de los protoss habían olvidado hacía tiempo. Sólo Xerana, entre toda su raza, tenía la menor oportunidad de descifrar el verdadero significado y origen de esta transmisión alienígena.
Dejó que su nave derivara, permitiendo a las corrientes del Vacío llevarla a donde los caprichos de la gravedad y del viento solar pudieran conducirla. Reprodujo la señal una y otra vez hasta que todas las células de su cuerpo se empaparon de la pulsante cadencia, hasta que su mente estuvo repleta del tono hipnótico… y finalmente, usando cada chispa de conocimiento que conservaba en sus archivos, Xerana fue capaz de comprender el profundo secreto del insólito objeto.
Despertada al fin de su obsesiva concentración, la Templaria Oscura experimentó el escalofrío del entendimiento al surgir a través de su cuerpo. Pero mientras recorría el camino hacia el puente de su errabunda nave, se sintió débil y vacilante. Se detuvo por un momento para recuperar energías. Tenía tanto que hacer, una misión que cumplir… Se apresuró por tomar el control y sentarse en la silla de mando, sintiéndose como si se hubiese vuelto una con su nave.
Aunque había traducido la misteriosa señal, Xerana también sabía que otros protoss, y quizá incluso zerg, habrían oído la baliza. Pero ninguno de ellos entendería lo que «era» el artefacto.
No tenía otra elección excepto cumplir con su deber.
Hacía bastante tiempo desde que el Cónclave de los Judicadores desterrara a los Templarios Oscuros. Aunque su pueblo había sido exiliado de Aiur, expulsado del resto de su raza y perseguido, Xerana y sus camaradas aún mantenían su lealtad. Incluso ahora, el honor requería que diera la voz de alarma, sin importar el coste para ella misma.
Xerana activó los motores de su nave de exploración y aceleró a una imprudente velocidad, navegando hacia las coordenadas que había rastreado como el origen de la señal. Aparte de sus conocimientos y de su seguridad en sí misma, pocas armas poseía.
Viajaba sola, completamente consciente de que incluso otros protoss podrían estar convergiendo hacia el lugar en este mismo momento. Cualquier Judicador estaría ansioso por capturar un Templario Oscuro como ella. Ese viaje sería muy peligroso, pero Xerana no tenía tiempo para tener miedo. No tenía otra elección excepto correr el riesgo. Su nave se aproximó con rapidez a Bhekar Ro.