“No importa el lugar donde estés ni el conocimiento que obtengas, la raíz inspiradora es universal, y tiene un solo nombre, Dios.” Vedina.
Sarnath, Un remanso de paz en medio del caos.
A sólo 20 minutos de Varanasi la ciudad santa del hinduismo llegaron a Sarnath la ciudad Santa del Budismo, dos mundos opuestos, pasó de un lugar bullicioso entre la vida y la muerte, a otro que trasmite serenidad, no imaginó que conocería la gran estupa Dhamek donde Buda realizó su primer discurso a los discípulos después de su iluminación dando nacimiento al Dharma, un viajero tradicional lo observaría con ojos superficiales, pero era un lugar lleno de historia, la remembranza de imaginar aquel Buda tan distante de su cultura y tan cerca de su credo resultaba emotivo, en alguno de esos senderos, él había paseado, habría dado a conocer toda su sabiduría para el desarrollo espiritual.
Grandes grupos de peregrinos budistas llegaban de Sri Lanka concentrados en la estupa besando el muro cubierto de oro, uno de ellos se sorprendía al ver a Vedina mostrar interés por sus prácticas.
Un hermoso parque rodeado de restos arqueológicos, el museo con auténticas joyas del budismo e hinduismo, los leones de Ashoka aquel que aparecen en los billetes de rupias y el gran buda en posición de loto, hubiese deseado sacar su cámara y registrar aquel momento.
En tan poco tiempo había admirado su legado, no era religión ni filosofía, eran enseñanzas al alcance de todos, estaba en la libertad de elegir lo que le ayudaría a mejorar su vida y la práctica de meditación era una de ella.