Aprobaciones
Por comisión del señor licenciado Gabriel de Aldama, vicario
general de Madrid, he visto este libro intitulado
Vida de Marco Bruto, cuyo autor es D. Francisco de
Quevedo Villegas, caballero de la Orden de Santiago; y reconozco en
él muy útiles advertimientos políticos para ejemplo y escarmiento,
tanto que se conoce en ellos más intención de aprovechar a otros
que ambición de alabanza propia.
El estilo es el que en tantas obras suyas hemos leído, traducidas
en los idiomas italiano, inglés, flamenco, francés y latino. No hay
en esto voz que ofenda las buenas costumbres, ni discurso contrario
a nuestra santa fe católica romana, y así, me parece digno de la
licencia que pide.
En Madrid, a 16 de junio de 1644.-
Doctor don
Diego de Córdoba.
Aprobación del doctor don Antonio Calderón,
canónigo magistral de la santa iglesia de Toledo
Vuestra alteza me mandó viese la
Vida
de Marco Bruto que ha escrito D.
Francisco de Quevedo Villegas, caballero de la Orden de Santiago.
Hela visto, y no hallo en ella cosa que desdiga de la religión y
costumbres cristianas. Lo que hallo es en pocas hojas muchos
volúmenes de la más atenta política. Aquí enseña a los príncipes el
gobierno, a los vasallos la obediencia, a todos el celo del bien
público.
Traduce D. Francisco a Plutarco y le comenta; y aunque aquel autor
dejó mucho y bien dicho, muestra D. Francisco en la traducción que
lo bien dicho se pudo decir mejor, y en el comento que lo mucho
pudo ser más. Y excediendo a Plutarco D. Francisco en los
discursos, hace que Plutarco exceda a Plutarco en el texto.
En esta obra une a la lengua española la majestad de la latina, con
la hermosura de la griega, para envidia y admiración de las demás.
La
Cuestión política de Julio César es otro testigo desta
verdad; y la
Suasoria séptima de Marco Séneca, traducida, muestra que
Séneca, como español, habla mejor en español que en latín, y que
persevera en España la familia de los Sénecas en el ingenio, ya que
no en la sangre. Dejose el cordobés indefensa la segunda parte de
la
Suasoria, porque la juzgó
indefensible; y D. Francisco, tomándola a su cargo, la ha hecho más
fácil y aun la ha persuadido.
Parece que Séneca se ha estado casi diez y seis siglos estudiando
la respuesta, y que ahora la pronuncia por boca de D. Francisco con
las ventajas de tan larga meditación.
Ceso, porque no se me manda panegírico, sino censura; y sólo digo
que en esta obra no sólo se ha excedido D. Francisco a todos, sino
a sí mismo; y que es digna de la estampa por el más ilustre blasón
del lenguaje español, y la más ardiente envidia de los extranjeros.
Éste es mi parecer, etc.
En Madrid, a 22 de junio de 1644.-
Doctor don Antonio
Calderón.