15. El libro de los píos

Cuando llegó el otoño las visitas al mercado del valle eran tan escasas que Torin había perdido casi toda su influencia. Los vecinos seguían comprando, y los comerciantes mantenían sus tiendas, pero la mayoría de las ventas se hacían a domicilio. La antigua prohibición había sido revocada, y la mayoría de los residentes y los comercios de Villalomas tenían bicicletas o triciclos.

Los intentos de Berta por compensar la caída de las ventas la llevaron a realizar grandes esfuerzos para gritar más fuerte, lo que causó serios daños en sus cuerdas vocales. Al final, vendía tan poco que empezó a comprarle menos al pescador que le traía el género directo del mar.

Una mañana, mientras caminaba por el muelle hacia el barco de pesca, observó algo extraño. El pescador estaba de pie en la proa de su vieja barcaza con un pajarito en el hombro. Por un momento pensó que lo había visto antes, pero no le dio más importancia.

Mientras el pescador descargaba las cajas de pescado, Berta dijo:

- Hoy no creo que vaya a necesitar salmón.

El hombre depositó una caja entera de salmón fresco en el muelle.

A Berta aquel gesto no le hizo ninguna gracia.

- ¿Es que no me has oído, chico?

Berta empezaba a echar humo, enojada con el chaval, cuando se dio cuenta de que el muchacho se disponía a descargar otra cosa: su propia bicicleta.

Sin darle tiempo a reaccionar, el joven pescador cargó el pescado en su nueva bicicleta y se dirigió hacia el pueblo sin decir ni una palabra. Mientras el pajarito revoloteaba sobre el pescador en la distancia, Berta se quedó muda en el pantalán.

Entonces, Berta observó que en el barco, sobre la silla del capitán, había un viejo libro con un pajarito dibujado en la portada. Cuando lo tuvo en sus manos pudo leer el título: El libro de los píos.

Vencida por la curiosidad, Berta empezó a hojearlo y no tardó en darse cuenta de su significado. Dejó el libro a un lado y hundió la cabeza en ambas manos en señal de desesperación.

El libro solo contenía diez frases:

• No puedes desandar lo andado.

• Tus amigos te quieren a ti. Mantén el contacto, sé cercano y accesible.

• El buen anfitrión recibe invitación.

• Nadie quiere sentarse junto al invitado pesado.

• Si quieres conocerles, primero te han de permitir ser uno de ellos.

• Reúne a tus amigos y te defenderán.

• Déjales marcar el camino y tendrás seguidores.

• Cuando te escondes, escoges bando.

• Si engañas a todos, acabas siendo el engañado.

• Prohíbe dos y tendrás tres.