Capítulo 2

Donegal, Irlanda, s. XXI

 

31 de enero

 

 

 

Ya había pasado un mes desde su regreso del pasado y había logrado retomar su rutina. Tras dar un millón de escusas falsas en el hotel en el que trabajaba para excusar su desaparición y la marcha de Kara, consiguió poner un poco de orden en su vida.

 

Sin embargo, la costumbre de ir los viernes a cenar al pub se mantenía. Era una manera de recordar a Kara, ya que seguía sin saber nada de ella y eso la ponía de mal humor. No creía que, a pesar de que no viviera ya en Donegal, no fuera a tratar de verla. Había prometido visitarla, y suponía que Kara lo haría.

 

Sentada en una mesa al fondo del local, Norene bebía su cerveza mientras observaba el ambiente sin demasiado interés.

 

Kyran entró con paso fluido al club donde por costumbre se reunía con sus amigos. Paseó su mirada azul por el local y sonrió satisfecho cuando vio a Norene. Hacía varios años que se conocían y entre ellos había una relación bastante íntima, pero que no pasaba de encuentros fortuitos y divertidos.

 

―¿Qué hace mi pelirroja favorita tan sola una noche como esta? ―Kyran se sentó justo a su lado besándole la mejilla.

 

―Pues tu pelirroja favorita, no lo sé. Yo, tomando algo después del trabajo ―contestó ella.

 

―Ok, ¿qué ocurre? ¿Un mal día? ―Puso cara de horror―. ¡No me digas que estás en esos días de las mujeres!

 

―Vete a la mierda, Kyran. No, es solo que echo de menos a Kara. Odio que se haya marchado a Estados Unidos a vivir. ―Debía seguir usando la mentira que había dicho para justificar su ausencia.

 

―Nena, tu hermana ya es mayorcita, y tú, también. Si te apetece, puedo hacerte compañía esta noche y las quieras. Ya sabes, tú y yo, cena íntima y sábanas de seda.

 

―Tengo las sábanas en el tinte, Kyran. Tal vez otro día ―contestó con desgana.

 

―Vamos, Norene. Es ejercicio y además quita el estrés.

 

―No tengo estrés, solo que no estoy de humor para tonterías.

 

―Está bien, tú mandas. ―Hizo un mohín―. Voy a ver si localizo a los demás. Nos vemos, preciosa. ―Se despidió de ella besando esta vez sus labios en un fugaz beso.

 

Norene se tocó los labios cuando Kyran se apartó. No había sentido nada: ni bueno ni malo.

 

Volvió a darle un trago a su cerveza, esperando emborracharse y olvidarse de todo y de todos, cuando una mujer alta, con curvas de infarto y una melena rubia lisa hasta media espalda entró en el club.

 

Las miradas masculinas se volvieron al pasar ella, pero la rubia, ignorándolas, fue directa a Norene. Se sentó a su lado y con una sonrisa encantadora se presentó.

 

―Hola, me llamo Ciara, y no he podido evitar ver cómo has rechazado a ese bombón moreno con unos increíbles ojos azules.

 

Norene la miró sorprendida. No le sonaba de nada, tal vez era un nuevo huésped del hotel. Podría ser; ella se encargaba del restaurante y no conocía a todos los que se hospedaban.

 

―Hola... Yo soy Norene. Y con lo de bombón, ¿te refieres a Kyran?

 

―Vaya, ya sé su nombre ―sonrió―. Chica, ve a por él. Hoy es una noche mágica.

 

―No, gracias. Pero si te gusta, es todo tuyo. Está libre.

 

―No me interesa ese chico. Solo me ha sorprendido que lo rechazaras. Es muy guapo.

 

―Ya... ―reconocía que Kyran era alto, fuerte y de rasgos muy masculinos―. Pero es que no me veo con novio ahora, o con nada, en realidad.

 

―¿Mal de amores? Vaya, perdona, mi padre siempre me dice que soy demasiado curiosa.

 

Norene sonrió. Había algo extraño en ella, pero parecía amigable. Y hacía mucho que no hablaba con nadie, y en ocasiones, era más fácil hablar con desconocidos que con amigos.

 

―Sí... Puede decirse así. Pero ya da igual. Lo nuestro se acabó antes de empezar.

 

―Lo siento, sé lo que se siente.

 

―¿Tú? ―dijo extrañada―. Pero ¡si eres guapísima!

 

―No para aquel al que amo con locura ―sonrió de medio lado.

 

El hombre al que ella amaba, ya estaba enamorado de otra mujer. Llevaba demasiados años suspirando por ese amor perdido.

 

―Pues menudo gilipollas... Bueno, en el fondo todos lo son, ¿verdad? ―preguntó Norene.

 

Ciara se encogió de hombros.

 

―No pierdo la esperanza. Aunque sea un gilipollas, sé que es el hombre de mi vida.

 

―No lo hagas. ―Norene pensó que al menos que una de las dos, debería conseguir al hombre que amaba―. ¿Quieres otra cerveza? Invito yo.

 

―Te la acepto encanta ―contestó Ciara con una sonrisa.

 
Un amor para Navidad
titlepage.xhtml
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_000.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_001.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_002.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_003.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_004.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_005.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_006.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_007.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_008.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_009.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_010.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_011.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_012.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_013.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_014.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_015.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_016.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_017.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_018.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_019.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_020.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_021.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_022.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_023.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_024.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_025.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_026.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_027.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_028.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_029.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_030.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_031.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_032.html
CR!7WEY5QSMJH4MD5T71FHGFV43HVPA_split_033.html