ACTO 3

De vuelta a casa

Despertar en un país o una ciudad diferente, se había convertido en la rutina de Daniel Sierra. Había logrado conseguir importantes patrocinios de algunos de los fabricantes más reconocidos de baterías en los Estados Unidos.

Su nombre solía resaltar en revistas de esta temática, mientras que su banda había conseguido vender más de 200 mil copias de su álbum debut. Estaba viviendo el sueño de todo músico, viajaban en un lujoso autobús acondicionado para la banda, donde solían dormir una gran cantidad de mujeres increíbles.

Daniel se había transformado completamente, ya no era el chico tímido y reservado, ahora era todo un símbolo sexual que 9 años después era la sensación de toda una generación.

Daniel no era fácil de ubicar, a pesar de ser todo un depredador con las mujeres, no solía dar demasiadas entrevistas, y por lo general, termina acostándose con las periodistas que ingresaban a su camerino.

Aquella mañana se había convertido en un verdadero infierno para él, después de 5 largos años de ausencia de la ciudad de Houston, finalmente regresaba.

Una hermosa rubia se encuentra entre sus brazos, ha tenido una noche muy agitada en la que después de su última presentación, las drogas y el sexo se hicieron presentes.

A pesar de que esta vida lo estaba consumiendo, podía acceder a los lujos que quisiera, mujeres hermosas y horas de hacer música, que era realmente lo que amaba.

Desde su último encuentro con Paula Pérez, realmente no había sentido la compenetración con una mujer que le hiciera experimentar sensaciones similares a las que obtuvo aquella noche.

Mientras se acostaba con una mujer diferente cada noche, no podía sacar de su mente la imagen de la hermosa y delicada rubia de 18 años que se entregaba a él por primera vez. Pero tenía que superar aquella situación.

Dylan jamás descubrió el romance existente entre la pareja, y en aquel entonces no había posibilidades de que ocurriera algo serio entre ellos. Pero con solo unos pocos años de carrera musical, Daniel no estaba dispuesto a renunciar al estilo de vida que, con tanto esfuerzo había conseguido obtener.

— Detesto venir a Houston. Odio esta maldita ciudad. — Comentó Daniel.

— ¿Qué es lo que hay aquí que detestas con tanta fuerza? — Preguntó la chica.

— El amor. — Respondió Daniel.

A Daniel le costaba aceptar que se había enamorado de Paula, y que a pesar de todos los años que habían transcurrido la chica seguía siendo muy importante para él.

Eran dos caminos muy diferentes los que cada uno habían decidido tomar, así que Daniel decidió dejar a un lado los sentimientos y se alejó definitivamente de la chica para dedicarse a recorrer el mundo junto con su banda. Dylan era el único nexo existente entre ellos, y evitaba obtener información sobre la chica.

Paula se había convertido en una importante reportera de la ciudad, cosa que desconocía totalmente Daniel. La chica sabía que la banda estaría en la ciudad por unos días, por lo que había arreglado algunas entrevistas exclusivas, gracias a su hermano Dylan.

La chica superó rápidamente su relación con Daniel, fue algo fugaz, inocente, pero la había marcado profundamente. El hecho de que Daniel prefiriera seguir sus sueños, que quedarse a su lado, le dio la fortaleza para continuar con sus proyectos.

Siempre le había apasionado el periodismo, solía trabajar para el periódico local, pero sus noticias eran realmente polémicas, por lo que rara vez podía mantener un empleo.

Paula tenía una historia de amor y odio con importantes cadenas de televisión, solía hacer reportajes increíbles, pero siempre terminaba metiendo en problemas a la empresa, al hablar más de la cuenta.

Pero a pesar de su polémica reputación, muchos la admiraban y seguían su carrera, era una verdadera promesa del periodismo. A sus 27 años, Paula Pérez había cubierto noticias referentes al narcotráfico que la habían puesto en las portadas de una gran cantidad de revistas, también era una celebridad, aunque desde un punto de vista muy diferente a Daniel.

— Chicos, bienvenidos a Houston. — Dijo Frank, el manager de la banda.

— ¿Podrías dar vuelta al autobús y largarnos de aquí? — Comentó Daniel.

— Tenemos tres presentaciones programadas en la ciudad, aprovechen estos días para compartir con sus familias, pues la gira norteamericana termina aquí. Luego iremos a Japón.

Esta noticia le cambió completamente el ánimo a Daniel, era la primera vez que irían al continente asiático, así que algunos días en la ciudad no serían importantes. Daniel había tenido la posibilidad de enviar suficiente dinero a su familia para que cambiaran sus condiciones de vida.

Ahora vivían en un lujoso departamento en el centro de la ciudad. Vicente había caído en una fuerte depresión y casi no salía de su habitación, mientras que Leticia había dejado su empleo y había conseguido abrir su propio spa.

Alex, uno de los hermanos de Daniel, viajaba constantemente con él, formaba parte del equipo técnico, ayudaba al traslado de los equipos y apoyaba a la banda durante las presentaciones.

Era una vida bastante estable para la familia Sierra, aunque uno de los hermanos había tenido que ser recluido en un centro de rehabilitación por su fuerte adicción a la heroína. Había intentado suicidarse en dos oportunidades, sin tener éxito.

Volver a la ciudad de Houston era algo que simbolizaba volver a los antiguos problemas y conflictos. Estando allí, Daniel podía recordar cuán traumática y desagradable fue su niñez, las carencias que tuvo de adolescente y tener que enfrentar la presencia de Paula Pérez.

Era inevitable que tuviera que encontrarse con ella de nuevo, era la hermana de uno de los miembros de la banda.

Pero había pasado suficiente tiempo como para que las heridas sanaran, o al menos esto era lo que esperaba al volverse a cruzar con los ojos verdes que lo cautivaron una vez, y amenazaban con atraparlo de nuevo.

El aspecto de Daniel había cambiado un poco, siempre fue delgado, pero su genética era de primera. Tenía un cuerpo definido, su piel blanca no era común, y sus ojos azules lo convertían en objeto de atención de la mayoría de las fanáticas de la banda.

Había dejado crecer su cabello hasta los hombros, una larga y lisa cabellera de color negro que solía recoger con una pequeña banda de goma de color negro. Su sonrisa podía cautivar a cualquiera, era un hombre que no solo era atractivo, sino muy interesante.

Daniel solía leer mucho durante sus tiempos libres, el hecho de no poseer una carrera profesional no le impedía ser alguien culto y preparado. Detestaba el estereotipo que se había popularizado entre los músicos de rock, ganando la fama de que eran estúpidos y vacíos intelectualmente.

Hablar con Daniel Sierra era una experiencia muy gratificante, ya que podía hablar de cualquier tema con absoluta fluidez. Esta era una de las características más atractivas del músico de 27 años, que siempre se iba a la cama con una chica diferente después de cada presentación.

Al llegar al departamento de sus padres, Daniel podía respirar la tristeza y desolación que había allí dentro. Su padre había perdido mucho peso y se había convertido en una sombra de lo que solía ser.

La depresión de su hermano, se debía en parte a la incapacidad de aceptar el estado deplorable de su padre. Ya con una edad avanzada, era imposible que recuperara la visión, y esto había devastado a la familia. Daniel no perdía las esperanzas de regresarle la luz a los ojos del viejo Vicente.

Un cuarto completamente oscuro era el lugar donde había decidido atrincherarse Vicente, no deseaba recibir visitas y le gustaba compartir con otras personas que no pertenecieran a su círculo de personas cercanas.

— Papá he venido a verte. ¿Cómo estás? — Preguntó Daniel.

— Hijo mío. No sabes cuanta alegría invade mi corazón al escuchar tu voz. Dame un abrazo.

— Estás muy delgado papá. No me agrada verte así.

— Quisiera que mi vida se extinguiera de una vez. No sabes cuan deprimente en vivir en la oscuridad, Dani. — Dijo el viejo, entre lágrimas.

Ambos se unieron en un emotivo abrazo que se extendió por algunos minutos. Daniel podía sentir el grito de auxilio que daba su padre. Ya no quería seguir viviendo en aquellas condiciones que lo alejaban completamente del mundo en el que había vivido los últimos años de su vida.

Después de haber presenciado impresionantes espectáculos de luces, ahora debida vivir en una absoluta oscuridad durante el resto de su vida.

— No tienes idea de lo que daría por volver a ver los fuegos artificiales estallar. Sus colores, su intensidad. No quiero vivir así, Dani. — Dijo Vicente.

— Papá, tienes que creerme cuando te digo que he hecho lo que ha estado en mis manos para devolverte la visión, pero a estas alturas ya es casi imposible.

— No sé qué fue lo que hice, pero la vida me lo está haciendo pagar muy caro.

— No digas eso, papá. Pronto todo estará bien.

Daniel pasó el resto del día en el departamento de sus padres. A pesar de la tristeza que sentía estando en ese lugar, se sentía feliz de poder ver nuevamente a su padre con vida.

Tenía continuas pesadillas en las que su padre moría luego de la explosión que le arrebató la vista.  Aquel nefasto episodio lo había marcado para siempre, y no había podido eliminar aquel recuerdo de su padre casi sin vida, con el rostro completamente quemado.

Era hora de ir al hotel donde estaba hospedada la banda, así que Daniel se despidió de sus padres y abandonó el departamento. Le esperaban algunas ruedas de presa y un par de entrevistas, la rutina de siempre. Daniel estaba muy emocionado por la gira asiática, este mercado siempre había sido uno de los mejores para la música rock, así que tendría mucho de qué hablar en la rueda de prensa. Pero, los planes que tenía su manager no eran los más adecuados para él.

Todo lo que necesitaba Daniel para poderse ir tranquilo a la cama, era poder contar con una hermosa chica que lo acompañara después de la serie de entrevistas, pero al descubrir que una de las periodistas era Paula Pérez, Daniel perdió el control de sus nervios. Buscaba la manera de evadir la situación y salir corriendo del hotel. Inclusive sentía que le faltaba el oxígeno.

— ¿Te pasa algo, Daniel? — Preguntó Frank, el manager de la banda.

— Tengo que salir de aquí. No puedo dar entrevistas hoy. — Dijo el músico mientras caminaba en dirección al elevador.

— Los fanáticos están esperando por ti. No puedes hacerles esto. — Respondió.

— Realmente no me siento bien. Haz subir a alguna reportera sexy a mi habitación y tendrá su entrevista.

Pero estas palabras sellaron el destino de Daniel, quien subió rápidamente a su habitación, tomó un baño y se dispuso a esperar a alguna chica que eventualmente entraría por la puerta de la habitación.

Solían llegar acompañadas de algunos empleados de seguridad, quienes garantizaban la seguridad de ambos. Mientras Daniel aparentaba proporcionar una entrevista, nadie podía entrar al lugar, cuando en realidad lo que estaba haciendo era dándole unas cuantas sacudidas a la chica contra la cama o contra el suelo, según se presta la ocasión.

Frank había cedido ante la constante insistencia de una de las reporteras. Paula no solía hacer uso de sus influencias con Dylan, quería ser tratada como una más, así podía generar un reporte completo de su experiencia.

La chica estaba decidida a tener un encuentro directamente con Daniel, aunque este la hubiese estado evitando durante los últimos años. Paula no había tenido relaciones estables desde entonces, así que era su oportunidad para demostrarle a Daniel que aún sentía interés por él.

La puerta sonó, pero Daniel decidió ignorar el llamado. Después de dudarlo unos segundos, se dirigió a la puerta y abrió, Pensó que quizás habían enviado a alguna de las chicas sin un acompañante.

— Hola Daniel, ha pasado mucho tiempo. — Dijo Paula Pérez al abrirse la puerta.

La mirada de Daniel fue de absoluto terror. Después de 5 años, nuevamente la pareja volvía a verse las caras.