LA MEDITACIÓN

Otra práctica ancestral que puede mejorar nuestro rendimiento sexual es la meditación. El uso de este sistema para aliviar el estrés es cada vez más común en Occidente. Además, su aplicación también puede aumentar el deseo sexual y la resistencia.

Con un uso regular de la meditación se pueden conseguir los siguientes efectos: descenso de la ansiedad, depresión o irritabilidad, aumento de la estabilidad emocional y felicidad, mayor vitalidad y creatividad.

Un torrente de ideas bombardea continuamente nuestra mente. Aunque estemos realizando un trabajo, o conduciendo, podemos pensar al mismo tiempo en la lista de la compra, en el partido de mañana o en lo que haremos el fin de semana. Toda esta actividad mental nos erosiona. La meditación es un proceso de concentración de la mente, normalmente en un objeto. Nos concentramos en dicho objeto y procuramos que la mente no se distraiga. Al final, tras bastante práctica, conseguimos vaciar nuestra mente de todos los demás pensamientos y así conseguir un estado de relajación, no sólo mental, sino también físico. Por esta razón, también el cuerpo agradece su práctica: disminuye la presión arterial alta, elimina o disminuye los dolores posturales y articulares, el aire circula mejor por los pulmones… Todo son ventajas. Incluso, con una práctica repetida, mejorará nuestro rendimiento en el trabajo y en la cama.

Si estamos menos estresados y somos capaces de una mayor concentración, todo nuestro ser estará volcado en la actividad que se está realizando en el momento. Es decir, si somos practicantes habituales de la meditación, cuando realicemos el acto sexual, tanto nuestra mente como nuestro cuerpo se concentrarán sin distracciones en lo que estamos haciendo, por lo que aportaremos todas nuestras energías al proceso. Sin duda resultará un acto mucho más gratificante que si estamos a la vez pensando –aunque inconscientemente– en multitud de cosas.

Vamos a mostrar una técnica simple de relajación que se puede practicar en casa.

Debemos llevar ropa cómoda, que no nos apriete. Desconectamos cualquier fuente de ruido de la casa: tele, radio, teléfono… Nos sentamos en el suelo o en una silla, pero no nos tumbemos para evitar dormirnos. Cerramos los ojos y relajamos el cuerpo poco a poco, de abajo hacia arriba, empezando por la punta de los dedos de los pies. Contamos nuestras inspiraciones de uno a diez. Luego seguimos contando al revés, de diez a uno. Continuamos con este ejercicio durante al menos cinco minutos y procuramos respirar hondo, que el aire llene nuestros pulmones por completo, incluso nuestro estómago, eso relajará todos los músculos del pecho y vientre. Debemos intentar alejar todo pensamiento que no sea el de contar nuestra respiración. El momento de vacío llegará con la práctica. Saldremos de este ejercicio más relajados y renovados.