EL TACTO
El sentido del tacto o mecanorecepción se encuentra en toda nuestra piel, no solamente en las manos. Y la piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo, por lo que se pueden recibir muchas estimulaciones a través de ella. Está cuajada de receptores para todos los tipos de estímulo posibles: frío, calor, aspereza, suavidad, dolor, placer… Estos receptores nerviosos envían la información de lo percibido al cerebro.
Este sentido tal vez parezca ser más importante en la segunda parte de la noche, pero también juega un papel importante en los comienzos de la velada: una mano suave al rozarse, una mejilla tersa, una ropa agradable al tacto o una caricia ayudan a multiplicar nuestro deseo.
Tras la cena, puede ser agradable tomar el café o la copa en un sofá mullido, cubiertos por una manta esponjosa que nos acaricie la piel. Tiene que haber una temperatura agradable en la habitación, tejidos sedosos a nuestro alrededor que nos mimen y una piel suave que acariciar. Todo esto nos proporcionará un placer incrementado por el resto de nuestros sentidos.
Para la preparación al sexo propiamente dicho, debemos hablar de las zonas erógenas del cuerpo. Tenemos que conocer y saber mimar el cuerpo del otro. Normalmente, cada persona posee un mapa erógeno exclusivo y diferente. Por eso es muy importante que cada persona explore el cuerpo de su pareja para descubrir sus “debilidades”. También es importante tener conocimiento previo del mapa erógeno propio6.
Las zonas erógenas son partes de nuestro cuerpo donde las caricias producen sensaciones más placenteras. No se trata de puntos arbitrarios: en ellos se concentran gran cantidad de terminaciones nerviosas y, gracias a esto, responden con una especial sensibilidad a la estimulación.
El cabello: El masaje del cuero cabelludo produce un relax muy placentero, por lo que resulta recomendable al comienzo y al final del acto sexual. Podemos utilizar los pulgares para dar a nuestra pareja suaves masajes circulares. Estimulemos también las sienes y el centro de la frente.
Los ojos: Los párpados están repletos de terminaciones nerviosas que se excitan fácilmente. Los besos, las caricias suaves con la lengua o los dedos producen sensaciones muy agradables y estimulantes.
La boca: La sensibilidad de los labios aumenta con la excitación, haciéndolos muy sensibles al roce y a la caricia. La lengua permite realizar suaves caricias en cualquier parte del cuerpo de tu pareja y es para muchas personas el vehículo para obtener los juegos sexuales más excitantes.
Las orejas: El lóbulo y la parte trasera de la oreja son los puntos más sensibles para ambos sexos. Acariciar estas partes con la lengua, realizando con ella movimientos circulares, mordisqueando delicadamente, incluso soplando suavemente sobre ella y acompañando estos movimientos con algunas palabras tiernas (u otras menos tiernas, según preferencias), derretirán de placer a nuestra pareja.
El cuello, la nuca y los hombros: Se pueden provocar escalofríos placenteros estimulando estas zonas tan sensibles con las manos o la boca. Psicológicamente, la nuca transmite una sensación de confianza a quien recibe la caricia, y de ternura al que la lleva a cabo.
Si nuestra pareja es un hombre, debemos proceder con energía, ya que la piel de su cuello es más gruesa; quizá sea necesario un poco más de presión para lograr más placer y excitación. Si nuestra pareja es una mujer, besemos, lamamos y acariciemos su cuello suavemente, masajeando con dulzura los hombros.
La espalda: Esta zona debe estimularse manual u oralmente en sentido vertical. Los lados de la columna vertebral son más sensibles que el resto de la espalda. Y junto al hueso sacro o rabadilla existe una zona especialmente excitante.
Las ingles: Son especialmente sensibles en los hombres. Se puede recorrer la ingle con los dedos, haciendo un suave masaje desde la cadera hasta el interior del músculo y combinándolo con besos en la cara interna del muslo. Esta técnica puede ser un excelente preludio al sexo oral.
Los muslos: El muslo interior, donde la piel es más suave, es un área muy sensible que puede ser fuente de placer si se acaricia, lame o besa. Prueba a hacer frotamientos circulares.
Los brazos: Una estimulación manual suave en la zona axilar y la cara interna del antebrazo resulta muy placentera. Como extensión de la línea mamaria requiere una estimulación muy suave. La parte interna del codo resulta una zona erógena de carácter secundario y tiene utilidad en combinación con otras zonas, pero no de forma independiente. Sin embargo, las manos tienen más de 40.000 terminaciones nerviosas. Sube y baja por sus dedos con las yemas de los tuyos, y acarícialos suavemente. La receptividad nerviosa de los dedos es especialmente intensa. Esta sensibilidad los convierte en un medio muy adecuado para sentir el cuerpo de la pareja.
Los pechos: El pecho del hombre responde sexualmente pero con menos intensidad que el de la mujer. Los senos de una mujer son muy sensibles, se trata de un centro de placer sexual femenino. Los pechos pueden ser estimulados de muchas maneras. Pueden ser acariciados y masajeados, mediante besos, lamidos, etc. Los pezones son extremadamente sensibles tanto en los hombres como en las mujeres.
Las nalgas: Contienen muchas terminaciones nerviosas que pueden ser estimuladas con facilidad mediante pequeñas palmadas o fricciones. El hombre suele tener debilidad por las caricias en este punto de nuestra anatomía. Si hacéis el amor en la postura del misionero, aprieta suavemente sus nalgas. Acaricia uno de sus puntos favoritos, allí donde confluyen espalda y trasero usando las dos manos.
La próstata: Es el llamado punto G masculino por las sensaciones tan intensas que produce. La única forma de llegar hacia este músculo directamente es a través del ano, aunque puede estimularse también a través del perineo.
El ano: De gran sensibilidad tanto en el hombre como en la mujer. Se puede estimular mejor con suaves movimientos circulares con la yema de un dedo o con la punta de la lengua.
El perineo: La zona comprendida entre los órganos genitales y el ano es muy sensible a la estimulación y de la cual disfruta poca gente. En el caso de la mujer, esta zona reacciona muy bien a la presión de los dedos o a las caricias circulares. En el caso del hombre, es más sensible aún, debido a que bajo la piel de encuentra la próstata, el llamado punto G masculino.
Los pies: Los pies están llenos de terminaciones nerviosas que proporcionan sensaciones muy placenteras. Para empezar, puedes darle suaves masajes en la planta de los pies, empezando por el tobillo y bajando hasta los dedos. Estira y haz masaje en cada dedo. Termina con un masaje en el puente del pie. Evidentemente, aparte de masajes, puedes atreverte con juegos más sensuales, como lametones, mordisquitos...
Ahora que ya estamos al día de la anatomía del placer, nos va a ser más fácil conseguir que nuestra pareja se sienta a gusto y dispuesta a seguir todos los juegos que queramos plantearle. Recuerda, por lo tanto, que la temperatura en la casa sea agradable, más bien cálida, pues un exceso de ropa nos impediría el escarceo sexual y no podemos estar tiritando en estos momentos tan intensos.