ELECCIÓN DE PAREJA

Fuera de los componentes socio-culturales, estéticos o psicológicos de compatibilidad, existe claramente un componente físico que nos impulsa a decantarnos por una persona u otra a la hora de elegir pareja. Cuando conocemos a una persona, antes de hablar con ella y conocerla, “algo” nos dice si nos atrae o no. A veces no es una persona especialmente bella físicamente. Entonces, ¿qué nos hace acercarnos a ella?

Según un amplio sector de los biólogos evolucionistas, existe un grupo de genes, el MHC que segrega ciertas proteínas. Este es el responsable del reconocimiento de proteínas de origen externo. Simplificando el proceso, podemos decir que el MHC es el responsable de seleccionar parejas con un MHC distinto del propio. Esta elección conferiría a la progenie una mayor heterozigosidad, es decir, una ventaja para hacer frente a parásitos o enfermedades al poseer un conjunto de genes más diversificado.

En 1995 se realizó un experimento para confirmar esta teoría. Un grupo de mujeres valoró el olor de las camisetas usadas para dormir por un grupo de hombres, sin conocer, por supuesto, a los individuos.

El resultado fue que en general –exceptuando a las mujeres que tomaban anticonceptivos-, cada mujer prefería el olor de las camisetas de los hombres que poseían un MHC distinto al suyo.

Esto implicará, supongo, que la atracción sea mutua en estos casos, ya que si lo importante es la distancia genética entre un MHC y otro, tendrá que ser recíproca.

Tal vez las agencias de contactos deberían pedir, aparte de la foto de rigor, una camiseta usada a cada cliente para que sus posibles parejas vean si se sienten o no atraídas por su olor. ¿Sería una manera de ahorrar en citas inútiles?

Bien, como hemos visto en este apartado, la atracción sexual está regida en un principio por impulsos primitivos y muy físicos. Evidentemente, debemos tener en cuenta a partir de ahí muchos otros factores que pueden influir a la hora de elegir pareja. Los aspectos socio-económicos, los estéticos, los de compatibilidad de caracteres… Todo esto ya no forma parte de nuestra mitad primitiva, sino de nuestro ser social y desarrollado. Así que ahondaremos más en el siguiente capítulo: la psicología del sexo.