XVI
Los resultados del análisis de los restos de ADN encontrados en la jaula que Tom Campbell había construido en el desván de su vivienda confirmaron lo que ya se presentía: allí sólo habían estado el propio Campbell y su difunto padre. Nadie más. En toda la vivienda del vigilante tampoco se halló ni un cabello que lo vinculase con el crimen de Sarah Brown. Habían llegado a una vía muerta. El departamento de policía de Cedar Falls no tenía sospechosos, ni testimonios, ni el menor indicio de quién había podido acabar con la vida de la estudiante. Poco más de un año después del día en que fue descubierto su cuerpo sin vida la investigación era archivada. Una más engrosando las listas de casos sin resolver de los Estados Unidos de América.
Stevens no pudo superar el golpe. Tenía pesadillas constantes en las que Sarah le pedía que no la abandonase, que no se olvidase de ella. En esas condiciones le resultaba imposible continuar con su rutina diaria, de modo que solicitó una excedencia y se largó de Waterloo para trabajar en una granja familiar ubicada en el estado de Kansas.
Davies resistió mejor el golpe, y consiguió un puesto como detective en Chicago, ciudad con la que llevaba años soñando. Allí los homicidios eran el pan nuestro de cada día, de modo que la capa dura de protección que debe desarrollar todo buen policía se curtió con rapidez. Su mentalidad por naturaleza optimista le permitía convivir cada día con lo peor de la sociedad, sin olvidar que la mayoría de las personas que habitan este mundo son fabulosas, y que sólo un puñado de canallas se preocupa de perturbar la paz de la comunidad. Él estaba allí para arrestarlos, para evitar que el mal se propagase. Y eso le hacía sentir bien.
Philips siguió en Cedar Falls. Consiguió primero un ascenso a investigadora. Consiguió años después, tras la jubilación de Patrick Thomas, convertirse en jefa de la policía local. Consiguió, con mucho esfuerzo, dejar aparcado el horrible crimen de Sarah Brown para que aquel hecho no le impidiese disfrutar de su trabajo, de su familia y de su preciosa ciudad.
La vida debía continuar.