EN LA "ACADEMIA"
En la recepción de la Academia de la Historia se durmió.
Y podemos asegurar también que el sitio en donde Dios se divirtió de veras fue en el Festival del Circo de Parish.
El clowm Patsy y su augusto Robinet ejecutaron una entrada cómica, alusiva a Dios, con su lenguaje fingidamente infantil:
"-¿Tú sabes quién hizo el Mundo, Robinet?
"-Sí lo sé, Patsy.
"-Vamos a vé si lo sabe… ¿Quién hizo el Mundo Robinet?
"-El Mundo lo hizo aquel Señor… Y señaló al palco ocupado por Dios. Este rió alegremente. (Todo el Circo, ocupado por personalidades, rió alegremente entonces.) Siguieron los clowns:
"-¿Y sabe en cuánto tiempo disen que hizo Dios el Mundo, Robinet?
"-¿En cuánto tiempo, Patsy?.
"-Pues disen que lo hiso en siete días, Robinet. Nada más que en siete día."
A lo que contestó Robinet:
- "¡Así ha salido ello!"
Fue un. éxito estruendoso.
Dios llamó al palco a Robinet y a Patsy y los felicitó calurosamente.
Durante una semana, del 11 al 18, Dios convivió con los hombres, como Él mismo anunció a su llegada que se proponía hacer. (O, como decían los periódicos, le "tomó el pulso a la existencia terrenal".) ¿Y cuál era la posición de Dios ante la vida de los hombres? ¿Qué le parecía la existencia terrenal? ¿Le extrañaba algo? ¿Había sorpresas para Él? O, por el contrario ¿guardaba la actitud del que está por encima de todo, porque lo sabe todo, lo conoce todo y lo prevé todo?
Ni una ni otra cosa.
Observaba, contemplaba, sonreía y muy de tarde en tarde hacía un comentario; pero ni de su observación, ni de su sonrisa, ni de sus ligerísimos comentarios se desprendía o traslucía el efecto que la vida del Hombre le causaba.
Procedía, en fin, como procede un ministro de Instrucción Pública cuando las fiestas del centenario de Cervantes -por ejemplo- le obligaron a jirar una visita a su Instituto o a un Liceo. El ministro entra sonriendo, saluda a los alumnos y al catedrático sonriendo, se sienta sonriendo en un gran sillón de terciopelo rojo y le pide sonriendo al catedrático:
- Siga… Siga usted la clase como si no estuviera yo presente…
Después el ministro asiste sonriendo al interrogatorio de varios alumnos: de éstos, algunos contestan bien y el ministro sonríe, y algunos contestan mal y el ministro sonríe igualmente. Por último, el ministro se pone de pie sonriendo, dice, sonriendo, un par de generalidades, vuelve a saludar sonriendo y, sonriendo, se va. ¿Qué piensa el ministro? ¿Se marcha satisfecho? ¿Se va decepcionado? ¿Alegre? ¿Triste?.¿Se ha dado cuenta de los aciertos de algunos alumnos? ¿Ha caído en las equivocaciones de los otros? ¿Sabía é1 lo que ignoraron los muchachos? ¿Ignoraba él lo que ignoraron los muchachos? ¿Ignoraba él lo que los muchachos supieron?
Misterio. Misterio. Misterio. Pues igual le sucedía a Dios.
Sin embargo, hubo algo en la existencia terrenal que le extrañó a Dios, que le sorprendió, que le hizo exclamar al verlo: -¡Caramba, qué curioso! ¡Qué bien ideado! Es sencillo, es práctico, es útil y, sobre todo, es ingenioso… Está muy bien. ¡Pero muy bien!…
Me gustaría conocer al hombre que lo ha inventado… ¿Qué era esto que le extrañaba y le sorprendía a Dios? ¿Qué era esta única cosa que le llamaba la atención al Hacedor Supremo?
Sencillamente: