SUICIDAS
En la calle de Alcalá, esquina a la de Barquillo, fue donde un hombre se tiró de cabeza a los pies de Dios, desde lo alto del Banco del Río de la Plata. Algunos pasos más allá se tiró una mujer y ya, en adelante, menudearon estos casos de suicidio fanático. Guardias de Seguridad, rápidamente prevenidos, ocuparon las azoteas del resto del trayecto, donde había personas en actitudes sospechosas, con el fin de evitar nuevos suicidios; pero, como los suicidas obedecían a un impulso desequilibrado e incontrastable, al llegar el momento de lanzarse, luchaban a brazo partido con los agentes prohibicionistas y merced a aquella prudentísima medida lo que se consiguió fue que -en lo sucesivo- en lugar de suicidas solos, cayesen a los pies de Dios suicidas y guardias.
A guardia por suicida. (Frente a la Granja del Henar la furia de la multitud, lanzándose de nuevo contra el Cortejo para acercarse a Dios, obligó a los cañones a disparar por segunda vez.) Un poco más arriba había sido donde Dios se volvió hacia el presidente del Consejo para decirle que "el Cielo de España era maravilloso, aunque reconocía que no estaba bien que él lo dijera" (1).
(1) Al elogiar el cielo de España, Dios, realmente, alababa una cosa que El mismo había creado; de ahí el que, por impulso de su Perfección Divina, añadiese al elogio aquella coletilla.