Capítulo 4
La ITV del runner
Antes de iniciarse en cualquier práctica deportiva lo más aconsejable es acudir a un profesional de la medicina y saber cuál es tu estado de salud. Así te evitarás problemas. Obvio, ¿no? En esto debes tener una cosa clara: tanto el paciente como el médico sois cómplices de una historia que busca un final feliz. El médico no es el enemigo. Y ni el médico ni tú queréis sorpresas desagradables. Este es el enfoque que debes tener cuando vayas a hacerte una revisión antes de practicar el running.
Pero la verdad es que no todo el mundo se lo toma así y tiene este elemental cuidado antes de ponerse a hacer ejercicio de manera rutinaria. Una pequeña encuesta realizada a runners principiantes dio como resultado que el 90% no había visitado a ningún médico y menos a un especialista en medicina del deporte antes de saltar al ruedo. ¡Cuánto inconsciente! Si uno corre para mejorar su salud, no comprobar antes cómo está tu cuerpo es un contrasentido injustificable.
También es cierto que no en todos los centros deportivos a los que los runners acuden a entrenar tienen este servicio a disposición de los socios. En mi práctica médica en DiR, una conocida cadena de centros de fitness de Barcelona, la revisión es parte de las recomendaciones o una obligación, según la edad, antes de que sus socios inicien sus rutinas de ejercicios. En otros centros, en el mejor de los casos, si no se pasa una revisión médica se le pide al runner, como a cualquier otro socio del club deportivo, que rellene lo que se llama el PAR-Q test. Este cuestionario fue creado en Canadá hace ya bastante tiempo para la población entre los 15 y 69 años para identificar fundamentalmente a individuos de alto riesgo cardiaco, aunque también identifica problemas músculo-esqueléticos o que requieren medicación. Según las respuestas que se den a este cuestionario, es muy aconsejable realizarse un chequeo médico a fondo antes de comenzar a hacer ejercicio de forma sistemática.
Los motivos de la ITV
Cuando le pregunto a alguno de mis pacientes runners el motivo que le trae a mi consulta para someterse a una revisión médica, suelo recibir tres tipos de respuestas.
La primera suele ser: «Yo me siento bien, además, ya me hago la revisión anual de la empresa (que sale bien), pero como oyes o lees que a un atleta le ha pasado esto o lo otro, pues no vaya a ser que a mí me ocurra lo mismo. Así que más vale que me mire». También hay el que viene porque su médico de cabecera le ha recomendado hacer ejercicio y él ha decidido que el running es lo que va a practicar para adelgazar, bajar los niveles de colesterol, etc. La tercera posibilidad es que se trate de un runner que hace tiempo que entrena, pero que nunca se ha hecho ninguna valoración para conocer su estado y quiere saber cómo puede mejorar, siendo mucho más metódico y afinando sus rutinas.
Sea cual sea la razón de la consulta, mi reacción es siempre la misma: los felicito. Ponerse en manos de un profesional es lo adecuado si la salud es la protagonista. No siempre la actividad que uno cree la mejor para su problema es la solución. Por mucho que tu vecina o tu primo corran, quizá no es lo ideal para ti. Solo si se practica el ejercicio que mejor le va a uno por sus condiciones y estado de salud, los resultados serán óptimos.
Pero, por desgracia, como hemos indicado, no son muchos los runners que deciden acudir por su propia voluntad a un médico del deporte, el profesional más adecuado y cualificado para poder informar al runner con conocimiento de causa. Hay otros profesionales que pueden ayudar a complementar dicha información, pero la base para la información y una valoración adecuada del runner está en los informes del médico del deporte. Más adelante entraré en el porqué de esta afirmación.
Volviendo al runner y a sus razones para evitar a los médicos cuando se encuentra bien, el problema radica en que tienen miedo de recibir una mala noticia de manera inesperada. Para ti, runner, que el médico te encuentre algo que limite tu práctica deportiva, y no digamos ya que te la prohíba, es como «ir al matadero», palabras textuales de uno de mis pacientes. Ramón vino porque sus compañeros de trabajo, runners también, se habían realizado revisiones con anterioridad y él, como ellos, quería prepararse para una maratón. Llegó a mi consulta reconociendo que no las tenía todas consigo, ya que le encantaba correr y, si por cualquier razón se lo desaconsejaba, le iba a plantear un serio problema. Lamentablemente, así fue. No es lo habitual, pero pasó. Como médico, entiendo que la noticia no fue la que Ramón esperaba, pero le hice ver la parte positiva. En su caso, haber descubierto una alteración en el electrocardiograma, le permite en la actualidad cuidarse mejor y probablemente evitarse serios problemas.
En resumen, el miedo a lo desconocido es una razón para no acudir al médico antes de iniciar una práctica deportiva. Y ese miedo está muy extendido. Es un miedo normal. Pero ¿es racional? La sabiduría popular ya lo dice: «Más vale prevenir que curar». A este respecto, Jordi, un runner muy consciente, que dedica parte de su tiempo a la web www.cursescatalunya.com, me hizo una serie de reflexiones sobre la información que tiene la población runner en general sobre las revisiones médico deportivas y pruebas de esfuerzo. En su opinión, no cabe duda de que el running se ha transformado en un deporte de masas desde hace un tiempo. Motivos no le faltan: el hecho de ser un deporte económico en un momento de crisis global, la libertad absoluta a la hora de practicarlo, los múltiples beneficios que han promocionado algunos medios de comunicación… Y es un deporte que lo puede practicar cualquiera con unas condiciones físicas más o menos aceptables. Pero él cree que el denominado social runner, que conoce todos sus beneficios, desconoce los múltiples riesgos que pueden suponer un mal entrenamiento, una sobrecarga, o sobre todo, un sobreesfuerzo a nivel cardiológico. En el mundo del fútbol, deporte indiscutible en nuestro país y en el Viejo Continente, cualquier aficionado puede intentar imitar a su manera a los astros del balón, pero en el mundo del running, el hecho de elegir como espejo a un atleta profesional puede llevarnos a caminos preocupantes, nunca mejor dicho. A modo de ejemplo: no es lo mismo que un adolescente quiera imitar con un balón a Leo Messi, que intentar subir y bajar una montaña emulando al sky runner Kilian Jornet, cuatro veces campeón del mundo. Las condiciones físicas para jugar al fútbol pueden ser las justas, dejando al margen la técnica. ¿Cuántas veces no hemos visto jugadores con cierto sobrepeso que suplen esta carencia con una depurada técnica? Por el contrario, ¿cuántos runners hemos visto a nivel profesional que se puedan olvidar de su condición física? Realmente ninguno. En opinión de Jordi, hay que mentalizar a la población «runner» de la imperiosa necesidad de que realicen pruebas físicas, de esfuerzo y cardiológicas con regularidad. Y concluye: «Es prioritaria la formación informativa acerca de los pros y contras de este apasionante deporte».
Te gastarás lo que sea en unas buenas zapatillas para prevenir lesiones, usarás ropa técnica para evitar rozaduras y escozores, harás los estiramientos adecuados…, pero quizá no te has llegado a plantear lo más esencial: ¿Conoces cómo estás ahora? Esta pregunta tan sencilla puede llegar a tener una respuesta complicada, pero esa respuesta es fundamental para adaptar tu rutina de running a tus condiciones. Con ello no solo te estás labrando una mejor salud en el presente, sino también en el futuro.
¿Qué voy a tener que hacer?
En primer lugar, hay que decir que cada runner presenta características y condiciones propias, empezando por algo tan evidente como el sexo o la superficie por la que entrena. Por ello, aunque hablaremos de forma genérica, el médico, en la consulta, hará de la individualización una parte esencial de su valoración.
Para una buena ITV previa del runner, como mínimo hay que pasar por una serie de cuestionarios y pruebas, tanto a nivel de información verbal entre médico y paciente como físicas, siendo la más conocida la prueba de esfuerzo. Todas estas pruebas no son arbitrarias. La Societat Catalana de Medicina de l’Esport (SCME) estableció muy claramente las recomendaciones que ahora te expondré para todos los deportistas, según sus edades, tipo de deporte y dedicación a esa práctica deportiva.
Si eres un runner que se inicia, la edad recomendada para someterse por primera vez a una revisión médica, siempre y cuando no haya antecedentes de problemas, sobre todo cardiovasculares, es de 35 años. Quizá te choque un poco que esta sea la edad a la que se recomienda una revisión; pero es evidente que, cuanto antes tengas información de tu estado de salud, antes podrás hacer algo al respecto. Si existe ya una carga previa en dedicación al running, la edad se sitúa por debajo de los 35 años.
LA HISTORIA CLÍNICA, UN INTERROGATORIO NECESARIO
En una buena historia clínica las preguntas son esenciales para conocer tus antecedentes tanto a nivel personal como familiar. Quizá no te extrañará que el médico te pregunte si tienes familiares con problemas cardiacos, pero puede que sí te sorprendas cuando te pregunte si en tu familia hay alguien con problemas de tiroides. Para el médico toda información es poca, así que haz memoria: para ti puede ser primordial.
Tus enfermedades, pasadas o actuales, serán también importantes; intenta no dejarte nada en el tintero. En condiciones normales, puede ser que no se requiera ninguna actuación especial; pero si se sufre alguna patología, lesión o se toma medicación, la cosa cambia. Si existen alteraciones o elementos que pueden distorsionar lo que sería «la normalidad», es fundamental que el médico lo conozca. Por poner un ejemplo, la hidratación es una parte esencial en toda rutina deportiva, pero si eres diabético esa importancia se multiplica.
Otra cuestión muy relevante son los hábitos del runner en cuanto a sedentarismo/actividad, saber si eres o no vegetariano, si distribuyes las comidas adecuadamente durante el día, si te hidratas correctamente, etc. Conocer toda esta información ayudará a crear una pauta adaptada a tus horas de entrenamiento o a la competición para la que te preparas. Cuanta más información tenga el médico de tu estilo de vida, más y mejor podrá aconsejarte.
También son relevantes los hábitos de entrenamiento: si sales solo o en grupo, si solo corres o lo compaginas con algún otro deporte, a qué hora sales a correr, cuánto rato le dedicas, cuántos kilómetros recorres, la superficie… Al médico todo esto le sirve para tener una idea clara de la carga de kilómetros semanales y en qué condiciones se realiza. De ahí sacará conclusiones de eventuales lesiones asociadas o problemas de sueño, por ejemplo, además de otras muchas posibilidades asociadas a comentarios individuales y a hallazgos efectuados en la revisión.
Igualmente son interesantes los hábitos de calzado y de equipación: entre la amplia variedad de modelos de zapatillas o de equipación la elección es muy compleja. Las variables son infinitas: superficies, carga de kilómetros, tipo de pisada, etc. Recoger datos para llegar a discernir entre la gran cantidad de posibilidades es cosa de dos. De lo que se trata en la consulta es que el médico comente las opciones que más se adecuan a tus necesidades tanto físicas, como de entrenamiento, y comentar todas aquellas dudas que tú puedas tener y que el médico pueda clarificar. Está claro que la consulta del médico no es una tienda especializada, pero a partir de nuestras preguntas y tus respuestas, además de las exploraciones y las pruebas, se podrá llegar a tener una idea clara de cuáles pueden ser las mejores opciones para ti.
LA EXPLORACIÓN
La siguiente fase, la exploración, consiste en realizar una serie de pruebas encaminadas a conocer los siguientes datos:
• Las constantes basales. Hay personas que en reposo, sentadas delante del televisor, tienen un latido cardiaco rápido, y los hay que lo tienen lento. Lo mismo puede ocurrir con la tensión arterial. Antes de cualquier prueba en movimiento, hay que tener los datos estando en reposo. De este modo se puede realizar una comparación con los que se puedan obtener de pruebas activas (como podría ser una prueba de esfuerzo). Para la tensión arterial los valores aceptados internacionalmente como normales son de 140/90 mmHg. En ocasiones, puede aparecer lo que se conoce como «síndrome de la bata blanca», es decir, al realizar la toma se obtienen valores más elevados a pesar de que esa persona habitualmente tiene una presión arterial normal. Esto se debe a la situación de estrés que genera el momento. Por ello, para que se considere a alguien hipertenso, debe tomarse la tensión varias veces al día y que esta siempre muestre valores elevados.
Con estos datos básicos, el médico ya se puede hacer una composición de tu caso y encaminar las recomendaciones hacia un inicio de actividad más suave o más exigente.
• La talla y el peso. Estas dos mediciones permiten conocer el IMC (Índice de Masa Corporal = peso/talla al cuadrado) que te indicará si estás en lo que se considera un peso normal, con sobrepeso, o si padeces obesidad.
• Aparato locomotor. Si el runner «desgasta y consume» alguna parte de su cuerpo más que otras, esa son las piernas y los pies, es decir, todo el aparato locomotor. Conocer, sin accesorios (zapatos, ropa, etc.) cuál es tu postura natural es esencial. Si nunca antes te has hecho ninguna valoración, quizá no eres consciente de que tienes una cadera más alta que la otra o cierta tendencia a inclinarte hacia un lado. Identificar estas alteraciones o asimetrías puede evitar posibles problemas antes de empezar a correr o, si ya existen, corregirlos mediante recomendaciones para adecuar la manera de apoyar o ejercicios de reeducación postural.
•Auscultación y electrocardiograma (ECG). Estas dos pruebas permiten obtener una información que a simple vista no da síntomas. Escuchar el corazón, poder oírlo en reposo y saber si sigue o no un ciclo correcto, nos puede avisar de la existencia de alteraciones que hay que tener muy en cuenta antes de salir a trotar.
RUNNER, AHÍ TE QUIERO VER: LA PRUEBA DE ESFUERZO
Ahora hemos llegado al momento que todo runner que viene a la consulta espera: la prueba de esfuerzo. Es curioso observar que en este instante suele darse cierto nerviosismo entre los runners: la procesión va por dentro.
Dependiendo del tipo de runner que seas, tus expectativas ante la prueba de esfuerzo pueden variar. Pero para el médico son siempre las mismas: conocer tu adaptación cardiovascular al esfuerzo. Me he encontrado en situaciones muy diversas y tal vez tú te veas reflejado en alguna. El runner principiante se enfrenta a un trance desconocido, no sabe cómo reaccionará su cuerpo ante la prueba e incluso, por orgullo, puede no querer decepcionarse a sí mismo. Por otro lado, tenemos al más «pro», que conoce al dedillo cuáles son sus tiempos y ritmos, pero que, al no saber cuál será su reacción a nivel de la tensión arterial o en el electrocardiograma, tiene cierto temor. Sea cual sea tu nivel, este test va a ser la prueba más fehaciente de tu estado, y, pienses lo que pienses acerca de tu capacidad, no hay mejor manera de valorarlo que sometiéndote a un esfuerzo real monitorizado.
Dentro de las pruebas de esfuerzo existen pruebas más o menos complejas. La básica sería aquella en la que se monitoriza la tensión arterial, la frecuencia cardiaca, y se ve un electrocardiograma en la pantalla para controlar el ciclo cardiaco. Más complejas serían aquellas que controlan el nivel del ácido láctico, mediante registros con pequeñas punciones para obtener una mínima cantidad de sangre, o las que miden los niveles de gases donde se coloca una mascarilla en la cara y se comprueban los cambios en la respiración.
A mis pacientes les aconsejo empezar por la más básica, que, a pesar de su nombre, es mucho más que eso. La cantidad de información que se puede obtener es mucha. Recabar más datos, a mi parecer, es para aquellos runners que entrenan a niveles más exigentes, o profesionales.
Desde mi punto de vista como médica del deporte, una prueba de esfuerzo no es solo una valoración cardiovascular. Va más allá. En el momento en que un runner pisa la cinta continua, solo ese hecho ya me está dando información real y de valor incalculable. Ver cómo coloca los pies sobre el tapiz, si bascula o no las caderas, si resopla en exceso al ir incrementando la velocidad… para mí, es un momento perfecto para ir observándole en su «salsa».
El informe, la nota final
Para el médico cada uno de los datos que obtiene de las pruebas anteriores, tanto las lecturas monitorizadas como los datos de observación, tiene su importancia por separado, pero en conjunto adquieren un mayor significado aún. En todo caso, como venimos recalcando, las recomendaciones del informe final han de ser personalizadas, de ahí la relevancia de las pruebas. Podemos tener dos runners con características físicas muy parecidas, mismo peso, talla y edad, pero que en alguna de las pruebas arrojen resultados distintos. Por eso, para cada runner hay que buscar su tipo de entrenamiento, su técnica, su material, su dieta ideal, etc. El objetivo siempre es ayudar al runner a mejorar su práctica deportiva.
Un consejo para aquellos que empezáis: no os dejéis apabullar por nombres técnicos ni palabras extrañas. Si tenéis dudas, pedid que os las aclaren, que os expliquen lo que no entendáis. Ahora bien, es mejor que cuando preguntéis algo sea por una buena razón. De vez en cuando aparece el típico runner que ha leído revistas y que, casi sin que haya motivo, te pregunta: «¿Cuál es mi umbral anaeróbico?», cuando él mismo no sabe ni siquiera lo que significa. Si se lo explico probablemente se quedará con las mismas dudas o se hará un lío, lo que aún es peor. Haz preguntas sencillas y recibirás respuestas sencillas. Pero insisto, si no entiendes lo que te dice tu médico, pregúntale: al fin y al cabo eres tú el que saldrás a correr.
A modo de conclusión de este capítulo, y para transmitir la importancia de que cualquier runner se someta a una revisión, aprovecharé un comentario hecho por Jordi: «Desde mi punto de vista cada corredor tiene un límite físico distinto, y con la prueba he podido conocer cómo responde mi corazón ante un esfuerzo considerable y, sobre todo, cuál es mi nivel de recuperación. A la vez, he podido consultar ciertas dudas que me habían surgido a lo largo de estos primeros meses corriendo, por lo que me he quedado un poco más tranquilo (y mi familia también)». No se puede pedir más ¿no crees?