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Falsa alarma: las crisis de angustia

El estrés laboral puede tener muchas causas, como hemos visto en capítulos precedentes. El caso es que la tensión se va adueñando de todas las parcelas de nuestra vida.

En ciertas situaciones, este estrés puede llegar a tal punto que desemboca en ataques de pánico. Estas crisis de angustia nos despiertan una sensación de muerte inminente, ya que vienen acompañadas de una presión localizada en el pecho. Esta sensación hace que acudamos al hospital creyendo que estamos sufriendo un ataque al corazón.

Cuando vemos que no era eso, hasta podemos sentirnos muy incomprendidos, incluso ridículos, ya que los demás consideran que somos exagerados y que les hacemos perder el tiempo.

En consulta. El ansioso que dejó su trabajo

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El siguiente testimonio nos llega, nuevamente, del campo de la aviación, aunque aquí el tema de fondo es otro. Es el caso de un joven piloto de Lufthansa, de treinta y un años, que completa rutas transoceánicas. Está constantemente cambiando de horarios y le cuesta adaptarse a ellos, por lo que duerme mal y acumula cansancio.

Pero no sólo tiene dificultades para dormir cuando está pasando franjas horarias. También tiene problemas para dormir cuando está en casa, en un período de descanso o de vacaciones de quince días.

Es una persona activa, divertida y con ganas de hacer muchas cosas, pero, a su vez, es alguien que le da mil vueltas a las cosas. Es muy autocrítico y se preocupa en exceso por todo, incluso por cosas de las que no se puede ocupar en ese momento o que ni siquiera han ocurrido.

Normalmente, lo que hacen las personas que se preocupan por todo es anticipar la ansiedad. Eso pone muchas trabas al sueño.

También padece ataques de ansiedad que lo despiertan en medio de la noche.

Al realizar las pruebas necesarias, detectamos que su insomnio ya se manifiesta en una dificultad para conciliar el sueño. No pasa de un descanso superficial y, además, el estrés y la ansiedad que va acumulando durante el día se traducen en pequeños despertares nocturnos. Esa combinación provoca un mal reposo.

¿Cómo se puede tratar esta clase de insomnio?

No existe una fórmula mágica que transforme el carácter de las personas, pero sí hay tratamientos que pueden ayudar. Sin embargo, en este caso, el paciente es, además, piloto de aviones, por lo que no puede tomar según qué clase de medicamentos. Esto lo complica.

La única manera de solventar los problemas de insomnio es, como ya hemos explicado, ir a la raíz del problema, encontrar la causa de tanta ansiedad y estrés.

En este caso, el problema es el trabajo. El paciente está contento con él, pero se siente desbordado, y su vida se ve muy afectada por los cambios horarios, el estrés y la tensión.

Así que actuamos en consecuencia. Cuando abandonó el trabajo, pudimos iniciar un tratamiento específico para controlar los ataques de ansiedad, ya que era necesario utilizar ansiolíticos que redujeran el nivel de angustia y estrés.

Con el cambio de trabajo y el tratamiento, ha mejorado mucho su calidad del sueño y, como resultado, también ha mejorado su calidad de vida.

Una curiosidad: cambió el avión por el helicóptero, trabajo que le permite seguir horarios diurnos y no tener que enfrentarse a unos cambios de hora que eran nefastos para su descanso.

El tratamiento del insomnio por el estrés

Para tratar el insomnio, lo habitual es aplicar dos tratamientos en paralelo: el farmacológico y el psicológico.

Un tratamiento sólo farmacológico aliviará los síntomas, es decir, resolverá durante unos días el insomnio, pero si no se trata el problema de base pronto volveremos a la misma situación que nos impedía dormir correctamente. De ahí que estos dos tratamientos deban ir juntos.

La idea principal de nuestra terapia es tratar el día, no la noche.

¿Qué quiere decir esto? Por ejemplo, el uso de ciertos medicamentos nos puede ayudar a dormir mejor, y los tomamos al principio del tratamiento, para empezar a disfrutar de un buen descanso.

En el momento en que el descanso aumenta y dormimos mejor, pasamos a tratar el día, o sea, empezamos a corregir los malos hábitos, los que nos han llevado a la situación de insomnio.

Trabajamos la capacidad de enfrentarnos a los problemas y solucionarlos para evitar un estrés negativo, aprendemos a tomar decisiones personales —también sobre el trabajo— para conseguir que ninguna de ellas nos sobrepase, incorporamos unos buenos hábitos en el trabajo y en el hogar para disminuir la tensión…

Éstos son algunos de los puntos por los que un insomne estresado tendrá que pasar. Las técnicas de relajación, así como el apoyo mediante el coaching, la acupuntura o el biofeedback pueden ser muy útiles.

Os explicamos más cosas sobre este último.

El biofeedback

Esta herramienta surgió en Estados Unidos alrededor de los años sesenta sobre todo para ayudar a los deportistas a mejorar su rendimiento.

El objetivo del biofeedback es, gracias a un aparato específico para medir la actividad, conseguir información acerca de nuestro cuerpo que nosotros mismos no podemos saber, y a partir de ahí empezar a trabajar para rebajar el estrés, por ejemplo. Este aparato distingue si el estrés es auditivo, visual (un coche que circula y se para cuando el paciente se pone tenso) o incluso táctil. En niños, por ejemplo, se usan muñecos de peluche que vibran cuando el niño transmite una onda cerebral que se quiere reforzar.

El biofeedback es totalmente conductual: se colocan unas sondas en la frente y otras partes del cuerpo del paciente. El músculo frontal tiene una gran actividad durante el insomnio y si aprendemos a relajarlo será más sencillo relajar el resto de los músculos faciales. Si queremos alcanzar un determinado nivel de relajación, gracias a las indicaciones de la máquina, detectaremos el momento en que el músculo se destensa y, cuando eso suceda, la máquina mandará la información al paciente para decirle que lo está haciendo correctamente. De esta manera, el paciente poco a poco será consciente de su propia musculatura y aprenderá a dominarla. Si lo que queremos es lograr un estado de meditación, le colocaremos unos electrodos que controlen las ondas cerebrales hasta que el paciente registre las ondas requeridas.

Este método se utiliza también para tratar a personas epilépticas o con déficit de atención, ya que resulta muy efectivo como entrenamiento activo.

LA MÁQUINA DEL ESTRÉS

En nuestra consulta, cuando vemos que el paciente tiene un problema de estrés diurno que afecta al descanso nocturno —es casi siempre la razón por la que nos visitan—, le demostramos primero que es capaz de relajarse por sí solo, aunque esté convencido de que no es posible, pues lo ha intentado previamente con clases de yoga, con masajes y con un montón de técnicas, y no lo ha logrado.

Cuando le conectamos a la máquina y ve en los gráficos que efectivamente está logrando calmarse, se sorprende. Nosotros usamos unas máquinas que se llaman GSR y miden la conducta galvánica de la piel (como el famoso polígrafo, pero en este caso utilizado con fines médicos).

Si la persona se pone nerviosa, genera una temperatura interior más alta y el cuerpo tiende a la homeostasis, que es la autorregulación de la temperatura. Es entonces cuando empieza a sudar y la máquina de biofeedback establece un pequeño circuito con el cuerpo.

Cuando el paciente suda, el circuito se acelera. Si yo hago una pregunta al paciente y éste piensa y se pone nervioso, la máquina gira más rápido. Él se da cuenta y se sorprende de que su pensamiento pueda verse reflejado en el aparato.

Así es como un paciente llega a creer que sí es capaz de relajarse, pues la máquina se lo está indicando. Y a partir de entonces se convence de que debe seguir una rutina de desconexión antes de irse a dormir.

LA MÁQUINA DE LAS EMOCIONES

Trabajamos además con otro aparato que mide las emociones a partir del latido del corazón y su regularidad. Eso nos permite reconocer si el paciente está excitado, apático, triste… Es del tamaño de un teléfono móvil y se lo damos a los pacientes para que se lo lleven a casa y practiquen con él.

Durante el día, en los momentos de mayor intensidad emocional la persona debe tratar de controlar el nivel de estrés con su aparato.

Tenemos un paciente, por ejemplo, que antes de regresar a casa después de un día de trabajo y tensiones se conecta el aparato para calmarse. Volver a casa y ver a su familia estando relajado le ayuda a no entrar en conflicto con ellos. Esta persona trabaja en una multinacional, hace jornadas muy largas y está sometido a muchas exigencias, y como no podemos decirle que deje el trabajo para que duerma mejor, lo que tiene que lograr es relajarse durante las horas previas a irse a dormir.

Es lo que hemos bautizado como «el camino hacia el sueño», y lo que resumo al final de este libro. Tiene que aplicarse de siete de la tarde a doce de la noche, es decir, hasta justo antes de descansar.

Con el tiempo, la máquina de biofeedback va subiendo el nivel de dificultad de manera que el paciente cada día sabe cómo estar un poco más relajado. Consigue tomar conciencia de nuestras emociones, se da cuenta de si está alterado o no.

Cuando el paciente aprende a mirar dentro de sí mismo y practica la autorrelajación, duerme mejor por la noche. ¡Por fin!

Un día de nervios para una persona que no tiene el control sobre sus emociones conduce casi siempre a pasar una mala noche.

El neurofeedback

Ahora vamos a hablar del hermano mayor del biofeedback. El neurofeedback es un sistema que usa un aparato que mide la actividad eléctrica del cerebro y mediante el cual podemos averiguar qué relación existe entre nuestros hábitos o comportamientos y la actividad cerebral. Incluso podremos hacer pruebas: si tomamos café, podremos comparar los datos que nos proporciona la máquina con aquellos que nos ofrece en un día en el que no lo hayamos tomado, de modo que tendremos la posibilidad de conocer el efecto que puede causar en nuestro organismo. A partir de entonces tendremos un mayor dominio de la actividad cerebral y sabremos relajarnos y controlar el estrés mucho mejor.

En mi Clínica del Sueño aplicamos sensores en la cabeza del paciente mediante esta potente máquina para guiarle con sonidos agradables y ayudarle a relajarse. Conseguimos que llegue al estado de calma necesario para dormir sin problema.

Esta terapia alternativa se utiliza mucho en países centroeuropeos y sobre todo en Estados Unidos.

El hecho de que en España se duerme poco y mal es algo que me comentan a menudo en los congresos europeos a los que voy. En nuestro país empezamos con los malos hábitos para ir a dormir desde muy niños: desayunamos mal y nos acostamos muy tarde, pero nos levantamos igual de temprano que el resto de los europeos.

Y cuesta convencer a la gente de que la rutina es básica para lograr que nuestros hijos duerman bien y estén tranquilos. Afortunadamente esto está cambiando, aunque poco a poco, pues todavía estamos a años luz del resto de Europa.

Siguiendo con el biofeedback, diremos que a veces se le llama «yoga de Occidente» o «zen electrónico», ya que comparten la misma filosofía mente-cuerpo, mens sana in corpore sano, con la tecnología occidental.

Esta terapia comporta, en esencia, desaprender todo lo que el paciente ha aprendido mal, pues los malos hábitos que se tienen en relación con el sueño, la alimentación y el descanso nos perturban.

Debemos reinventarnos. En ese sentido, el insomnio es una oportunidad perfecta para tomar una decisión drástica y empezar de cero con una vida más sana.

¡Si la vida que llevas es incompatible con tu salud, reinvéntate!

El perfil de persona que nos visita normalmente es el de una mujer ejecutiva. Lo primero que le decimos no es que intente relajarse, sino que nos cuente qué sensaciones está experimentando, porque eso mismo tendrá que hacer cada noche antes de ir a dormir.

Después analizamos el planning diario de la paciente y, dependiendo de la situación, le ayudamos a activarse o desactivarse. Aquí es donde vamos introduciendo la rutina para comer, dormir, descansar…

Con ayuda de la máquina, en una primera sesión de relajación profunda, la paciente experimenta lo que significa la calma total. En una segunda, le enseñamos cómo controlar el estado emocional diurno y, en una tercera sesión, analizamos los cambios y cómo los hemos alcanzado. Utilizamos el neurofeedback, que luego aplicaremos una vez al mes para hacer un seguimiento del paciente.

Trabajamos además con hipnosis o incluso a veces con acupuntura. La duración del tratamiento para conseguir que una persona estresada y con insomnio logre descansar correctamente es lo que se tarda en instaurar un hábito: veintiún días. Tras este acompañamiento para reaprender rutinas de desconexión, no hay que descuidarse y confiar en que la máquina en cuestión nos salvará del agobio cada vez que nos revolucionemos. Es hora de que nos apliquemos y nos cuidemos del estrés no saltándonos los buenos hábitos. Dormir bien es vivir bien, pero una buena vida te regala un mejor descanso.