Capítulo 9

—¿Qué pasa, Tess? —le preguntó su padre mientras sus penetrantes ojos observaban la nueva casa de ella—. He oído decir que Nick Ramírez compró esta casa en cuanto salió al mercado hace un mes o así. Pagó quince millones.

—Efectivamente —confirmó ella sin estar muy segura de si esa reunión matinal era la mejor ocasión de darle la noticia.

—Entonces, ¿cuánto te ha sacado a ti?

El tono de su padre era receloso y agresivo ante la idea de que Nick hubiera podido timar a su hija en una operación inmobiliaria.

—No digo que sea una mala compra —siguió él—. Está en una zona muy buena, pero se ha dado mucha prisa en venderla.

—No ha sido así, papá —le tranquilizó ella.

Él frunció las tupidas cejas blancas.

—¿Qué quieres decir? ¿La ha comprado él en tu nombre?

—Bueno, algo así. La ha comprado para mí... y para Zack. Como un hogar para nosotros.

—¿Por qué has recurrido a él?

Tess notó que el corazón se le encogía ante el tono de disgusto.

—Si querías un agente para comprarte una casa... —siguió su padre.

—Por favor, papá, déjalo —le pidió Tess—. Sólo quiero enseñarte...

—De acuerdo.

Él levantó una mano como si así alejara los prejuicios del pasado y volvió a echar una ojeada a lo que le rodeaba.

—Es una casa preciosa, Tess.

Salieron al patio. Tenía unas vistas que abarcaban el puerto, la ópera y el puente de Sidney. Era una preciosa mañana soleada y Tess quería con toda su alma que su padre recibiera la influencia de las circunstancias positivas.

—Vas a necesitar mucho personal —comentó él mientras observaba el enorme jardín con piscina.

—Eso ya está resuelto, papá —le tranquilizó ella mientras se dirigían a la pérgola con una barra de bar—. Siéntate mientras hago un té.

—No es fácil encontrar gente de confianza —le avisó él mientras se sentaba en un taburete—, ¿Has comprobado bien sus credenciales? Al venirte a vivir aquí vas a tener que pensar más en la seguridad. Ya no estás sola. Hay que pensar en mi nieto. El secuestro no es muy corriente en Australia, pero... ¿dónde está Zack? —se volvió como si buscara una cuna o algo parecido—. Esperaba verlo...

Tess tomó aliento al comprender que no podría mitigar la impresión.

—Zack está con su padre.

—¡Su padre! —la miró con unos ojos que la atravesaron.

—Me aconsejaste que le dijera que tenía un hijo y lo he hecho.

—No te aconsejé que le dieras ningún derecho de custodia —replicó él—. ¿Quién es él? Creí que dijiste que él no tendría ningún interés.

—Me equivoqué.

—Pero Zack es un bebé. ¿Cómo has podido dejarlo desatendido? Mí nieto...

—No está desatendido. Somos... una familia, papá —Tess hizo acopio de valor—. Hace tres semanas me casé con el padre de Zack.

Él se quedó boquiabierto.

—No quería una boda multitudinaria —siguió ella inmediatamente—. Fuimos a Cairas y...

Su padre dio un puñetazo en la barra mientras se levantaba con la respiración entrecortada por la ira.

—¿Te has casado con un canalla que te dejó embarazada sin dejarme que los abogados se ocuparan de él primero? —rugió—. ¿Te has vuelto loca? Se aprovechó de ti una vez y volverá a hacerlo.

—¡No, no lo hará! —replicó ella con convencimiento—. Nick nunca aceptaría ni un centavo del dinero de los Steele. Compró esta casa para nosotros. Ha pagado todo lo que hay en ella. Ha contratado al personal y paga sus sueldos...

—¡Nick! —lo soltó como un trueno—. ¿Estás diciéndome que te has casado con Nick Ramírez? —estaba rojo de ira—. ¿Él es el padre de Zack? ¿Es eso lo que estás diciéndome?

—Sí —Tess levantó la barbilla desafiantemente.

Él sacudió la cabeza con incredulidad.

—¡No me lo creo! —dio la espalda a Tess como si no quisiera afrontar la confirmación—. ¡No puedo creérmelo!

—Nick es muy bueno con Zack, papá —intercedió Tess—, Muy bueno.

Él se dio la vuelta con los puños en alto.

—Casarte con Nick Ramírez es exponerte a una humillación tras otra. Quizá no sea un gigoló que busque tu dinero, pero sé que se acuesta con cualquier mujer hermosa que se le cruza en el camino. Como su padre.

Eran unas palabras cargadas de odio por la humillación que había sufrido él a manos de Enrique Ramírez.

Tess buscó angustiosamente algún argumento. Le angustiaba que pudiera abrirse una brecha insalvable entre su padre y ella. Ella no podía negar la reputación de Nick y tampoco podía asegurar que todo sería distinto en el futuro, pero sí tenía que creer en la sensación de unidad que habían alcanzado durante las siete semanas anteriores.

—Por lo menos, Zack sabrá que me he casado con su padre —alegó ella con firmeza—. Sabrá que he intentado formar una familia para él. Si todo falla, él siempre tendrá una madre que no sólo lo quiere, sino que le dedicará el tiempo que quiera.

Los ojos de Tess se llenaron de lágrimas al recordar lo profunda y frecuentemente que su madre le había negado el tiempo y el cariño cuando ella más lo necesitaba. Su vida había estado repleta de ausencias y quizá Nick no las llenara, quizá él las hiciera más palpables, pero por el momento...

Sonó un pitido del agua hirviendo. Ella buscó el interruptor y, casi en ese mismo instante, se encontró con que su padre había dado la vuelta a la barra y la abrazaba con fuerza como si fuera una niña que necesitaba consuelo. Lo cual era cierto.

—No pasa nada... Tienes a tu padre, Tessa —la tranquilizó con cierta brusquedad—. No importa lo que pase con Nick Ramírez, acuérdate de que tienes un padre a quien acudir.

Tess notó un alivio intenso. Su padre no iba a rechazarla.

—Siento que lo pasaras tan mal de pequeña —el pecho de su padre subió y bajó con un suspiro—. Fue una situación muy complicada. Intenté suavizarla, pero me parece que no lo hice muy bien.

Tess pensó que no lo había hecho demasiado mal dado el temperamento caprichoso de Liwy y los celos de su tercera mujer. No sentía resentimiento hacia él por el papel que había tenido en su vida.

—Siempre lo has hecho bien, papá —consiguió mascullar ella.

—Tendrías que haberme dejado que te diera una boda como Dios manda —le reprochó él con cierto tono de orgullo herido—. Eres mi única hija... habría sido la boda más maravillosa que se pueda comprar con dinero.

Tess tragó saliva y apartó la cabeza para mirarlo directamente.

—No se pueden comprar los sentimientos, papá. Te habría horrorizado entregarme a Nick y tus tres mujeres se habrían tirado de los pelos.

El hizo un gesto que reconocía la verdad innegable.

—Ha sido mucho mejor hacerlo en la intimidad. Nick, Zack y yo solos —añadió Tess.

—Zack... —él esbozó una sonrisa forzada—. Me temo que estoy atrapado por mi propio consejo.

—Fue un consejo acertado. Ha dado buenos resultados.

—¿De verdad, Tessa? —la miró a los ojos con preocupación—. Olvídate de Zack. Lo digo por ti. El amor te ha defraudado toda la vida. Casarte por el bien de un niño...

—¡No! —ella sacudió la cabeza vigorosamente—. No pienses eso. Nick y yo... compartimos cosas fantásticas...

¡Sexo! Una vida sexual, maravillosa, fantástica y adictiva. Sin embargo, no podía decírselo a su padre y notó que se sonrojaba sólo de pensarlo.

—No me habría casado con él si no... lo hubiera deseado como marido —remató ella.

—Deseado... —el tono de su voz y el brillo burlón en la mirada de su padre indicaban que sabía a qué se refería.

Tess sintió vergüenza al comprobar que había revelado la verdad.

—Lo quiero, papá. Lo he querido desde el principio y voy a sacar todo lo que pueda de él. Por favor, intenta entenderme y no me abandones.

—Lo entiendo, Tessa —le secó las lágrimas de la mejilla y volvió a mirarla con ojos burlones—. Nos apoderamos de todo lo que podemos que nos parece bueno. Por eso merece la pena vivir.

Tess no estaba segura de compartir ese principio. Para él, había que quedarse con lo que pudiera, pero también había que pagar un precio porque nada era gratis. Era parte de la perversión que acompañaba a una gran fortuna. Ella se dijo que el amor estaba por encima de eso. Era algo que no podía comprarse. Sin embargo, podía pagarse el precio del dolor.

—Vamos a volver a calentar el agua —su padre la soltó—. A los dos nos vendrá bien una taza de té.

Era un alivio que la armonía entre padre e hija se restableciera y que una actividad normal Nos librara de la extraña sensación de haber expresado tantos sentimientos. Tess hizo el té y lo llevó a la mesa donde se había sentado su padre.

—¿Le has dicho a tu madre que te has casado? —le preguntó él.

—Todavía no. Ella está de gira y yo acabo de volver de la luna de miel. Nick quiere hacer una gran fiesta de celebración cuando tengamos la casa preparada. Se lo diré antes de mandar las invitaciones.

—Prepárate para causar una sensación cuando lo hagas público.

—Sí, pero no durará mucho. Además, es más fácil presentarlo como un hecho consumado, ¿no?

—Lo hecho, hecho está —corroboró él irónicamente—. Bueno, ya que hemos tenido nuestra sesión privada, ¿dónde están tu marido y mi nieto?

Volvió a notar cierto tono agresivo y supuso que indicaba que quería verse cara a cara con Nick, algo que éste también había pedido. Nick le había concedido media hora a solas con su padre La idea de dos toros embistiéndose la alteraba y miró hacia las escaleras que llevaban hacia la terraza donde estaba la piscina.

Su mirada se vio atrapada por la de Nick cuando su cabeza apareció subiendo las escaleras. Luego aparecieron sus hombros y, por fin, Zack en la mochila que Nick llevaba atada contra el pecho. Nick sonreía a su hijo y mantenía el habitual monólogo con él.

—Quiere a su hijo —comentó con rudeza su padre.

—Mucho.

—¿Y a ti, Tessa? —el tono se endureció—. ¿Cuánto te quiere a ti?

Ella dudó. No quería resultar negativa, pero tampoco sabía la verdadera respuesta.

—Más de lo que me imaginaba. No deja de sorprenderme.

Eso era completamente cierto.

Sin embargo, ella estaba sobre ascuas al ver que Nick se acercaba con un gesto tenso, con los ojos escudriñando el lenguaje corporal del hombre cuyo poder económico e influencia podían llegar a ser importantes en sus vidas.

Su padre se levantó y, por consideración hacia ella, se dirigió hacia Nick con la mano extendida para que él la estrechara si quería.

—Ya no llevas mi nombre —dijo él refiriéndose al cambio de apellido de Nick—. Respeto la integridad de enmendar públicamente esa mentira y proclamar tu ascendencia. No obstante, mi hija me ha dicho que eres mi yerno, el padre de mi nieto, y esas dos circunstancias hacen que seamos familiares, ¿de acuerdo?

—De acuerdo —Nick estrechó con fuerza su mano—. Quiero dejar claro que lo habríamos sido mucho antes si Tess me hubiera dicho que estaba embarazada de mi hijo.

El padre de Tess asintió como si supiera que eso también era verdad.

—Es una situación difícil cuando no quedan alternativas, ¿no? —le preguntó él.

—No culpo a Tess por las decisiones que tomó. Según su punto de vista, tuvo buenos motivos, aunque yo le habría hecho cambiar de opinión si hubiera tenido la ocasión. Lamento profundamente no haber estado a su lado y compartir ese momento con ella.

—Quiero pensar que habrías estado a la altura. No sé si te lo habrá dicho, pero Tess lo pasó muy mal al dar a luz. Los malditos médicos tardaron mucho en hacerle la cesárea, creo yo. Produjeron estrés en Zack y en ella. Luego esa infección por la operación...

—Basta, papá —le interrumpió Tess al ver que el rostro de Nick se ponía en tensión y amenazaba con tirar por tierra la reconciliación.

—Sí, me lo dijo —espetó Nick—. Tienes mis respetos y toda mi gratitud por atender a sus necesidades, por no dejarla sola cuando estaba dando a luz. Estuviste apoyándola cuando te necesitó y te lo agradezco sinceramente.

—Es mi hija...

—Ahora es mi mujer —replicó Nick con vehemencia—. Te aseguro que nunca tendrás que volver a ocupar mi puesto —soltó la mano y agarró a Zack—. También te aseguro que nunca tendrás que sustituirme en nada que se refiera a mi mujer o mi hijo.

Nick irradiaba orgullo y Tess contuvo el aliento al ver que su padre entrecerraba los ojos.

—Cumple con esas palabras, Nick Ramirez, y nunca tendrás el más mínimo problema conmigo.

—No soy como mi padre, Brian Steele. No cometas el error de otorgarme su personalidad. Adopté su nombre porque me pertenecía, pero soy como soy y puedes estar completamente seguro de que lucharé por lo que me pertenece.

—Yo también. Si yo fuera tú, nunca olvidaría quién es tu mujer.

—Papá... —Tess se levantó de un salto con un gesto para que su padre escuchara y entendiera—. Las amenazas no sirven de nada. No me hagas esto, por favor. Es mi decisión, mi riesgo, mi vida...

—¡Nuestra vida! —la corrigió Nick mientras le pasaba por el hombro el brazo que tenía libre—. Tess y yo estamos solucionándolo juntos. Tenemos un hijo. Vamos a ser una familia. Tú puedes formar parte de ella...

—Por favor, papá —intervino Tess estimulada por las emotivas palabras de Nick—. Que todo salga bien... Su padre suspiró profundamente con un gesto de dejar a un lado todo recelo y animosidad. Miró desafiantemente a Nick y luego bajó la mirada a la mesa.

—El té se habrá quedado frío —gruñó—. Además, mi nieto no tiene una niñera. Será mejor que os ocupéis de eso. Me habéis invitado a venir y sólo he recibido agravios.

La tensión se disipó como había aparecido. El padre de Tess empezó a hablar de la compra de terrenos y Nick se sentó a la mesa para seguirle la conversación mientras sacaba a Zack de la mochila y lo entregaba delicadamente a su abuelo.

Tess volvió detrás de la barra para calentar el agua otra vez. Después de haberse visto metida en un torbellino de primitivismo masculino en el que su padre la protegía y su marido dejaba ciaros sus principios, era un alivio casi insoportable representar un papel en la civilizada ceremonia de preparar un .

Afortunadamente, aquellos dos hombres tan importantes en su vida tenían el dominio de sí mismos y la inteligencia de evitar una situación irreparable, aunque Tess había captado cómo se habían medido ras un intercambio de opiniones aparentemente inofensivo. Ninguno de los dos iba a ceder el terreno al otro aunque el respeto acabó por imponerse, pero Tess notaba que estaba condicionado a lo que pudiera ocurrir en el futuro. Lo cual, concedió, era razonable. Ella también tenía ciertas dudas sobre el alcance del compromiso de Nick con ella. Su matrimonio por el momento se sostenía por la paternidad y el sexo y ambos factores representaban una novedad para Nick. Si bien ella creía que él siempre estaría junto a mi hijo, sus aventuras sexuales nunca habían durado mucho.

Inmediatamente dejó de pensar en un futuro demasiado lejano. Por el momento, Nick no le había dado motivos de duda sobre la duración de su matrimonio y ella no iba a dar sensación de incertidumbre a su padre. Ese día, al menos, quería presentar un frente sólido con Nick.

—Con sólo miraros a Zack y a ti, no podrías tener la más mínima duda de que eres su padre —el padre de Tess miró sarcásticamente a Nick.

—No, aunque habría creído a Tess si Zack se hubiera parecido a ella —le replicó Nick.

—Como yo creí a tu madre —reaccionó burlonamente su suegro.

Tess se temió otro cruce de dardos envenenados.

—No se puede comparar a mi madre y a Tess —Nick sacudió tranquilamente la cabeza—. Tienen corazones muy distintos.

El padre de Tess dejó escapar un gruñido de aprobación.

—Me alegro de que lo sepas.

—Aunque sé que el nacimiento de Zack fue muy difícil para ella, ¿Tess estaría dispuesta a tener otro hijo?

—¿Quieres que tengamos otro hijo? —intervino Tess entusiasmada ante la perspectiva.

—Ni tu madre ni la mía nos dieron hermanos, Tess —señaló Nick—. Creo que fuimos unos niños muy solitarios.

—Sí —confirmó ella inmediatamente.

Los hipnotizadores ojos verdes de Nick la miraron con cautela, como si no quisiera presionarla.

—Me gustaría que nosotros diéramos hermanos a Zack.

—Lo haremos.

La promesa brotó en medio de una sonrisa de felicidad que acabó con cualquier posible discrepancia de su padre.

Nick había vuelto a sorprenderla. Otro hijo... una demostración más profunda de su compromiso como pareja. Eso tenía que estar pareciéndose al amor. Aunque quizá ella estuviera adornando esas sorpresas con su propio amor.

Fuera lo que fuera, la vida con Nick era cada día mejor.