Capítulo 3
Nick sonrió al entrar en el hotel Regent. Empezar una relación con Tess a la luz de los focos de un estreno había sido una jugada maestra, Si el encargado de informar a Javier Estes, el abogado de Enrique, estaba haciendo su trabajo, lo vería fácilmente. Era el primer paso para el amor y el matrimonio.
Eran las seis de la tarde y el vestíbulo del hotel estaba lleno de gente que se preparaba para todo tipo de planes. Nick se quedó en un hueco cerca de los ascensores para que Tess pudiera verlo cuando bajara. Tess. Al revés que casi todas las mujeres que había conocido, era muy puntual.
Seguro que sería una costumbre que había adquirido en el internado. Era otra parte del pasado que compartían. Los dos habían ido a un internado, donde acababan muchos hijos molestos. También estaba seguro de que Tess estaría de acuerdo en que su hijo no iría a un internado, si tenían un hijo...
Nick no estaba completamente convencido de la idea de tener un hijo con todas las responsabilidades que eso implicaba. Por el momento sólo estaba tanteando las posibilidades. Podía imaginarse la parte del matrimonio con Tess. Era una cuestión de papeleo, un contrato que se firmaba y se rescindía según quisieran las partes. La parte del hijo era más complicada.
Aunque pareciera raro, Enrique había despertado en él la cuestión sobre cómo los padres tenían que tratar a los hijos. Nick se encontró con una lista interminable de negativas sacadas de su propia experiencia. Sin embargo, lo más difícil era elaborar una lista de aportaciones positivas que todos los niños merecían. Eso exigiría una programación muy consistente. Si se metía en aquello.
Enrique había planteado un reto muy astuto. Para tener unos hermanos, tenía que tener un hijo. Sin embargo, un hijo era un hijo y exigía mucha dedicación. Sus hermanos tenían que ser personas adultas, hombres que podrían caerle mal, que no se merecieran que él pasara por todo aquello para conocerlos.
No obstante, que se los hubieran ocultado arbitrariamente... ¡Era insoportable!
El bullicio del vestíbulo se convirtió en expectante y notó que la gente se giraba hacia la escalera que bajaba del entresuelo, donde estaba el restaurante principal. Seguramente, sería uno de los protagonistas de la película. Nick la reconoció, pero tardó unos segundos en asimilar lo que estaba viendo.
Tess estaba bajando las escaleras como una reina de la pantalla... Tess estaba tan resplandeciente y maravillosa, que la madre de ella y él pasarían desapercibidos...
El pelo rojo le caía con unos rizos largos y dorados sobre los pálidos hombros. Ese marco impresionante rodeaba a una cara que irradiaba la energía generada por sus ojos azules y su sonrisa de una blancura cegadora.
Llevaba un vestido que habría despertado la admiración en cualquier alfombra roja del mundo. El encaje con lentejuelas plateadas apenas cubría sus pechos y se ceñía a su esbelta cintura para caer provocativamente sobre las largas piernas y las seductoras sandalias de tacón alto.
Como remate estaban las joyas: una pulsera de diamantes, unos pendientes largos, también de diamantes, y una fina cadena de diamantes alrededor del cuello que terminaba en un gran diamante. La heredera del imperio minero no ocultaba nada de su esplendor.
La visión de Tess produjo cosquilleos en el estómago de Nick y la reacción normal en un hombre. Lo cual le impidió seguir pensando.
Tess se paró a medio camino de la escalera. Ella vio a Nick antes de seguir el peligroso descenso sobre los zapatos de tacones vertiginosos que tenía que llevar con aquel vestido. Él no podía apartar la mirada de ella, pero no se movió, no hizo nada para acercarse a ella.
Tess sintió una satisfacción casi perversa por la expresión de asombro que tenía él. Ella había decidido no arreglarse especialmente para él cuando tenían que verse por motivos de trabajo para que él no creyera que era otra mujer que se moría por captar su atención, pero eso no significaba que no pudiera sacar partido de sí misma si quería. Sólo necesitaba tiempo para ir a la peluquería, al esteticista y de compras. Y dinero, naturalmente. Siempre había creído que el aspecto externo era muy importante.
Si ella tenía que hacer zozobrar la relación entre ellos al decirle que tenían un hijo, había decidido que también podía hacerla zozobrar en todos los sentidos Connseguir que él no la viera como alguien deseable de vez en cuando, conseguir que él se acordara de lo que había sentido la noche que engendró a Zack. No sabía si se había puesto tan provocativa por mero orgullo o por una necesidad incontenible de dejar pasmado a Nick y que él se replanteara lo que quería de su relación.
Hacía casi un año desde que él desapareció después de una noche de sexo desenfrenado. ¿Estaría él recordándolo en aquel momento? ¿Por eso se habría quedado clavado en el sitio? Era Tess la malvada que se lo recordaba, Tess la descontrolada que no hacía algo sensato por una vez.
Empezaba a rebelarse contra la situación en la que la había puesto Nick. El seguía parado en medio del vestíbulo. ¡Muy bien! Ella iría hasta donde estaba él y le obligaría a reconocer que esa noche estaba con ella porque él se había empeñado.
Se puso otra vez en marcha con una furia que tornó su elegancia inicial en un descarado pavoneo. Quizá aquello lo sacara de su pasmo. Él se acercó hacia el pie de la escalera. Como pasaba siempre, la gente se apartaba a su paso como el mar Rojo al paso de Moisés. Era alto, moreno y guapo y tenía un carisma imponente, sobre todo cuando iba vestido de etiqueta. Ese aspecto de latín lover despertaba una sensación de peligro que se sumaba a su atractivo sexual.
Cuando Tess lo vio por primera vez, pensó que no habría ninguna mujer en el mundo que fuera inmune a sentir el deseo de conocerlo en la cama. El problema era que Nick lo sabía y ella sintió ganas de ser la excepción y desafiar el poder que tenía para que las mujeres se rindieran a sus pies.
Sin embargo, ella no fue la excepción.
Ella sucumbió cuando él le concedió la posibilidad de acostarse con ella y habría sucumbido otra vez si hubiera tenido la oportunidad. Sin duda, sería mucho más fácil decirle que era el padre de su hijo si estaba en la cama con él.
Sin embargo, si ella lo había alterado, había recuperado el dominio de sí mismo cuando llegó al pie de las escaleras y la tomó de la mano para besársela con cierta solemnidad burlona.
—Puro Hollywood, Tess —susurró él mientras le rozaba la piel con los labios—. ¿Estás preparándote para el estreno?
Ella notó una descarga de adrenalina que la puso a la defensiva y su corazón se le aceleró por la decepción. Si él buscaba algo personal esa noche, evidentemente, no iba a pasar de la amistad platónica.
—He pensado que tenía que subir el listón por la publicidad —explicó Tess para ilustrar sus esfuerzos por impresionarle a él de una forma profesional y no personal.
—No lo has subido, Tess —él se rió irónicamente—, has liquidado cualquier competencia posible.
—No estoy compitiendo —replicó ella inmediatamente—. ¿Me he excedido? ¿Por eso te has quedado ahí parado en vez de ir a buscarme?
El negó con la cabeza y sus ojos brillaron burlonamente al captar esa repentina falta de confianza en si misma.
—No te has excedido, Tess. Es más, te mereces una ovación por una producción perfecta. No me esperaba una entrada tan espectacular.
—Bueno —ella se encogió de hombros—, cuando quiero puedo ser una hija digna de mi madre. ¿Por qué no iba a hacerlo si voy a un estreno?
—¿Por qué no? Lo que pasa es que yo he necesitado „un momento para acostumbrarme a esta imagen tuya.
—Ya me habías visto arreglada —replicó ella impulsada por la necesidad de que él reconociera que la había encontrado deseable la última vez que ella se arregló especialmente.
Él bajó las pestañas para ocultar su reacción ante ese recuerdo y esbozó una leve sonrisa con aquellos labios carnosos.
—¿Estás jugando con fuego?
Ella notó que se sonrojaba y maldijo no poder contener una señal tan clara de lo que estaba sintiendo. Su alteración exigía un contraataque.
—Tú has empezado, Nick. Yo no te pedí que me acompañaras. Te invitaste solo.
—Efectivamente.
La boca de Nick seguía con su gesto provocador que hacía que Tess fuera otra de las muchas mujeres que querían devorarlo.
—En cuanto a la entrada espectacular —arremetió ella para intentar igualar la situación—, tú estabas tan ensimismado en tu mundo, que no pude captar tu atención desde arriba. Luego, cuando empecé a bajar y tú me miraste por casualidad, en vez de ir a mí encuentro te quedaste clavado y tuve que bajar sola...
—No me digas que no disfrutaste al causar tanta impresión —comentó él con sorna.
—Resulta que me he vestido para la ocasión, Nick Ramírez, y en vez de alentar tu vanidad pensando que me he vestido para ti, podías acompañarme otra vez arriba para tomar algo en la cafetería antes de ir al cine.
—A su disposición —él sonrió encantadoramente y le puso la mano en su brazo—. Además, esa lengua tan afilada me ha recordado por qué te he echado tanto de menos.
—Déjate de milongas —espetó ella.
Tenía el pulso desbocado y por eso no podía quedarse dentro de los límites de la discreción. Estaba celosa de todas las demás mujeres, pero demostrarlo con su lengua afilada no era una buena idea.
Para alivio de ella, Nick se rió y la miró con sus ojos verdes rebosantes de placer, lo cual hizo que casi se derritiera el férreo orgullo que Tess intentaba conservar. No era justo que un hombre fuera tan atractivo. Si sólo fuera una impresión física, no sería difícil pasarlo por alto, pero cuando los dos conectaban mentalmente, algo que ocurría con demasiada frecuencia, toda ella anhelaba tener a Nick como su hombre en exclusiva. Desgraciadamente, saber que eso no pasaría nunca no restaba nada de deseo. Tess casi siempre lo contrarrestaba con una buena dosis de cordura y objetividad cuando estaba cerca de Nick. Ella no estaba en su mejor momento. Seguramente, nunca volvería a estarlo. En esos seis meses de distanciamiento, había perdido práctica en el juego de las frases ingeniosas.
Tess volvió al amargo mundo de las mujeres de él y decidió que podía ser clara para resolver esa situación.
—¿Podrías explicarme por qué has dejado a un lado a tu actual compañera de cama para venir conmigo esta noche?
—Mera casualidad. Ella estaba preparada para dar ese paso —sonrió sarcásticamente—, ya tenía a otro tipo en el punto de mira.
—¿Se había dado cuenta de que nunca te casarías con ella?
—Nunca incito a ninguna mujer a pensarlo, Tess,
—Tampoco haces nada para evitar que lo esperen. Al fin y al cabo, es parte del acuerdo tácito. —¿Qué acuerdo tácito?
—Sabes perfectamente de lo que hablo. Es parte del mundo en el que los dos vivimos. Los hombres persiguen a las mujeres más guapas que puedan permitirse y las mujeres persiguen al hombre más rico al que puedan atraer.
Su padre y su madre eran dos ejemplos perfectos de esa pauta de comportamiento.
—Yo no compro mujeres —replicó Nick. Ella lo miró con sorna.
—Claro que lo haces. Las compras por ser quien eres, aunque nunca cierres el acuerdo. Al principio no se dan cuenta de que sólo quieres colarte en sus dormitorios y no quedarte en ellos. Estoy segura de que cada una de ellas cree que será la que consiga conservarte.
—Bueno, yo no puedo controlar las esperanzas de los demás, pero no las estimulo.
—¿Quieres mantener tu prestigio de integridad? —Siempre he detestado los engaños, Tess. Eso le puso los nervios de punta al pensar lo que estaba ocultándole. Quizá debiera soltárselo en ese momento, comunicarle su paternidad y ver cómo reaccionaba. Además, todavía no le había dicho por qué quería acompañarla esa noche y tenía que haber algún motivo. Tess no se creía que sólo hubiera echado de menos su lengua afilada.
La cuestión de la paternidad podría esperar un poco. Primero quería satisfacer su curiosidad.
—¿Te conformas con un plato de fruta y queso o quieres algo más consistente? —le preguntó Nick mientras la llevaba a un rincón que daba al vestíbulo—. ¿Qué quieres beber?
—Mmm... Un delicioso brandy Alexander para beber y un perverso trozo de tarta de chocolate para comer —había decidido darse ese placer, ya que llevaba una carga tan especial—. Además, no voy a compartirlo, de modo que si tienes hambre, pídete algo.
Nick la miró con sorpresa ante un pedido tan alejado de un régimen.
—Esta noche no estás con una modelo —le aclaró ella con ironía—. Me apetece darme un capricho.
—Las curvas están muy bien —Nick sonrió con calidez.
Nick le dirigió la mirada al escote cuando ella se sentó y Tess volvió a sonrojarse. Para sonrojarla más todavía, él la miró con unos ojos cargados de lujuria.
—Iré a pedirlo, tardaré un minuto.
Ella asintió con la cabeza y pensó que se había vestido para provocar ese tipo de reacción. Él seguramente no podría evitarlo y ella tendría que sentirse contenta. Ella quería que él la deseara, aunque no sólo porque esa noche ella hubiera resaltado sus abundantes pechos. Eso hacía que ella se pusiera en la misma categoría que las demás mujeres de él. Tess sacudió la cabeza, no sabía lo que quería de Nick esa noche, pero sí sabía que no quería que él se diera cuenta de lo vulnerable que era a los deseos que despertaba en ella. Afortunadamente, el vestido tenía lentejuelas que disimulaban los prominentes y duros pezones.
Era muy fastidioso verse alterada sexualmente cuando no conseguía respuestas de él. Tomó aire para tranquilizarse y decidió tomar la iniciativa. Se lo preguntaría en cuanto él volviera. Antes de que pudiera plantearse la estrategia. Nick estaba sentado enfrente de ella.
—¿Tú dónde entras en el acuerdo? —le preguntó él.
Ella lo miró sin entender nada.
—¿De qué acuerdo hablas?
—Del que los hombres persiguen a las mujeres mas atractivas que pueden permitirse y las mujeres persiguen a los hombres más ricos a los que pueden atraer.
—Yo no entro —Tess se encogió de hombros—. Supongo que no puedes separar a una heredera de la fortuna que va con ella. En caso de matrimonio, sería inevitable que los hombres pensaran más en mi dinero que en mí y yo preferiría no notar que están conmigo por ese motivo.
—¿Por eso sigues soltera? ¿No crees que un hombre pueda quererte por ti misma?
—¿Por qué intentas psicoanalizarme otra vez? No se te da muy bien. La última vez decidiste que me habían engañado y herido tantos hombres, que me había convertido en un témpano. Todo porque no te seguía el juego... —¿Qué juego?
—El de que tú exhibes todo tu magnetismo sexual y yo debería convertirme en plastilina para que puedas moldearme como quieras. Él puso los ojos en blanco.
—No he intentado anularte con mi magnetismo sexual.
—No, seguramente brote de ti de forma natural, pero te irritó mi resistencia. Si no, ¿por qué dijiste que yo era un témpano?
—También renegabas de tu feminidad, Tess. Siempre ibas con una camisa y unos vaqueros, sin maquillar y con el pelo peinado de cualquier manera.
—Sencillamente, en mi trabajo no tengo que impresionar a nadie con mi aspecto. Vendo el aspecto de mis clientes y es mejor que yo no interfiera.
—Muy bien, te he interpretado mal —volvió a hacer la mueca tan sexy—. Además, me has demostrado que estaba equivocado. Hace mucho que dije que eras un témpano sexual.
—Hace sólo un año —le recordó ella. Era una fecha muy pertinente para ella, considerando que todavía tenía que hablarle de Zack. —Ahora te conozco mejor —insistió él.
—íntimamente mejor —añadió ella para que él recordara lo que ella no podía olvidar.
—¿Alguna objeción a volver a estar tan cerca, Tess?
Se lo preguntó a bocajarro, sin preámbulos, sin ningún coqueteo que pudiera prevenirla.
Tess se quedó muda y sin aliento. Aunque estaba tan atónita, que tampoco podía pensar nada que pudiera decir. Más aún, los latidos de su corazón retumbaban en su cabeza vacía.
Un camarero se acercó para servir las bebidas y la tarta de chocolate.
Nick podía esperar una respuesta hasta que volvieran a estar solos. Se dejó caer sobre el respaldo y esperó. La observó y esperó. Tess tuvo la extraña sensación de que él reservaba toda su energía para rebatir su réplica y obtener lo que quería como fuera.
¿Con qué objeto? ¿Por qué en ese momento?