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EL MÉTODO DE INVERSIÓN
El fraccionamiento o división, en sus diferentes formas, constituye un método útil para la obtención de nuevos enfoques de un problema, pero presenta también sus limitaciones: las fracciones, a pesar de provenir de una división artificial, son en sí mismas modelos fijos estandarizados. Su selección se efectúa normalmente sobre una base lógica que tiende a seguir las líneas divisorias naturales, con lo que las fracciones vuelven a ordenarse en la misma disposición estándar. Aunque la división facilita la obtención de nuevos enfoques, su proceso selectivo convencional limita la variedad de esos enfoques. Si se divide un cuadrado en secciones rectangulares o de otro tipo para su subsiguiente reordenación, el número de nuevas figuras que pueden obtenerse es limitado y su forma es determinada directamente por el tipo de fracción que se elige.
Existe otra técnica de naturaleza más lateral que el método de división descrito y cuyas reestructuraciones son menos corrientes.
Si se plantea a alguien un problema que no posea una solución única, sino una gama de posibles alternativas, le resultará difícil saber qué dirección ha de tomar. Esto se puso de manifiesto cuando solicité a un grupo de personas que intentara dibujar una nueva versión del cuerpo humano. El enfoque más general fue adoptar como punto de partida alguna parte o miembro y modificarlo de manera simple. Otras soluciones consistían en un aumento del número de brazos o en conferirles mayor longitud, o bien una superior flexibilidad.
A menos que se decida esperar la imprevisible aparición de la inspiración, el modo más práctico de empezar a concebir ideas creadoras es usar el modelo existente como punto de partida. En las competiciones de natación, cuando los nadadores giran volteándose al llegar al extremo de la piscina, adquieren mayor velocidad a causa del impulso que se dan con el pie contra la pared. En el método de inversión se coge impulso apoyándose en los modelos fijos existentes para alejarse en dirección contraria.

Cuando un letrero en un cruce o bifurcación señala un lugar determinado, la dirección opuesta es igualmente obvia. Cuando un avión vuela hacia Nueva York, se aleja de la ciudad de que parte. Cuando se tiene ante sí una acción concreta, la acción inversa es igualmente bien definida. Si se llena de agua una bañera, es evidente que la acción opuesta consiste en vaciarla. Cuando tiene lugar un proceso físico, su desarrollo se produce en el tiempo: por consiguiente, puede recorrerse el mismo desarrollo en el tiempo, pero en sentido regresivo. Es como si se proyectara una película en marcha atrás. Cuando hay una relación unidireccional entre dos partes, puede invertirse la situación invirtiendo el sentido de dirección: en vez de la obligación que tiene el ciudadano de obedecer al Gobierno, puede decirse que el Gobierno debe obediencia al ciudadano (o al pueblo).
En el método de la inversión se consideran los problemas y las situaciones en su estructura real y se invierte ésta en un sentido u otro: de arriba a abajo, de fuera a dentro, etc. Luego se analizan los resultados. Se ha provocado una reordenación forzada de la información.
Por ejemplo, se hace que el agua de los ríos fluya hacia atrás, o sea hacia sus manantiales de origen. En vez de conducir un automóvil, es éste el que conduce al chofer.
Diferentes tipos de inversión
Hay varios modos de invertir una situación. No debe buscarse la forma perfecta de realizar este ejercicio, ya que basta con aproximarse. Por ejemplo, si se trata de desarrollar ideas creadoras acerca del tema «organización del tráfico por los guardias urbanos», pueden efectuarse las siguientes inversiones:
Organización de los guardias urbanos por el tráfico.
Desorganización del tráfico por los guardias urbanos.
Ambas inversiones son igualmente válidas, sin que una sea necesariamente superior a la otra. Cualquiera de ellas puede resultar eficaz. No puede predecirse qué reordenación será la más eficaz hasta después de obtener las ideas y de llevar a cabo su subsiguiente valoración. No es cuestión de escoger la inversión más razonable ni la más disparatada. El objetivo es encontrar alternativas, cambios, provocar una reestructuración de la información.
En el pensamiento lateral no se busca la solución correcta, sino una distinta ordenación de la información que provoque una visión diferente de una situación.
Finalidad del método de inversión
Normalmente, la inversión de los términos de una situación o problema conduce a una proposición claramente equivocada o ridícula. Sin embargo, su utilización sirve los siguientes objetivos:
• Evitar la concatenación de ideas que conduce siempre invariablemente a la misma visión del problema. Es indiferente que el resultado directo de la inversión tenga sentido o carezca de él, ya que su objetivo primordial es servir de punto de partida para conferir al pensamiento una dirección distinta.
• Liberación de la información contenida en modelos rígidos mediante su disgregación y subsiguiente ordenación en una nueva visión del problema.
• Superar el temor de usar premisas erróneas y de utilizar ideas que no estén justificadas por una evolución lógica.
• Pasar a una nueva situación como punto de partida con el fin de considerar el problema desde un nuevo ángulo analítico y averiguar a dónde conducen las nuevas direcciones que pueden adoptarse desde él.
• Conseguir ideas y enfoques útiles en sí mismos, ya que a veces la simple inversión tiene una aplicación práctica.
En el ejemplo anteriormente citado, la primera inversión del problema del control del tráfico llevaba la idea de que los guardias urbanos eran organizados por el propio tráfico. Dicha idea conducía al concepto de la necesidad de un mayor número de guardias urbanos a medida que aumentase la complejidad de la circulación, así como a su distribución según las variaciones del tráfico. Es obvio que, en realidad, el tráfico ejerce una función consoladora de los guardias, cuyo emplazamiento y acción están claramente en función de la fluidez y de la acumulación de las distintas áreas urbanas. Por consiguiente, pueden formularse preguntas tales como: ¿Con qué rapidez reaccionan los guardias a la evolución del tráfico? ¿Con qué grado de eficacia reaccionan? ¿En qué medida están informados sobre el desarrollo de la circulación en otras áreas? Si el tráfico controla a los guardias y éstos controlan el tráfico, ¿por qué no organizar éste de modo que se controle a sí mismo?
La segunda inversión era en el sentido de que el tráfico era desorganizado por los guardias urbanos. Esto planteaba diversas cuestiones: ¿Qué es más efectivo: el control de la circulación por sí misma, el control mediante semáforos o el control por guardias urbanos? Si los guardias urbanos son más eficaces que los semáforos, ¿qué función o factor determina esta superior eficacia? ¿Podría incorporarse este factor al funcionamiento mecánico o electrónico de los semáforos? ¿Sería quizá preferible regir el tráfico mediante un sistema automático de semáforos?
Un rebaño de ovejas avanzaba lentamente por un camino montañoso bordeado de paredes rocosas. Un automóvil llegó detrás del rebaño y su conductor, al que apremiaba el tiempo, pidió al pastor que arrimase las ovejas a un lado del camino para que el coche pudiera pasar. Sin embargo, el pastor se negó a ello por temor a que alguna oveja no se apartara lo suficiente y fuera atropellada por el vehículo. Buscando una solución, el pastor invirtió la cuestión: solicitó del conductor que permaneciera un momento parado a un lado del camino, hizo volver atrás al rebaño y pasó, con éste, con suma tranquilidad junto al coche parado.
En la célebre fábula de Esopo, el agua de la vasija era demasiado profunda para que el ave pudiera beber en ella. El pájaro empezó a imaginar medios de extraer el agua de la jarra, sin llegar a ninguna solución satisfactoria; luego invirtió el enfoque del problema, y en vez de pensar en los medios de sacar agua, creyó que podía introducir elementos en la vasija para que el agua subiera de nivel. En efecto, empezó a echar piedrecitas hasta que pudo beber.
La duquesa había perdido su línea física desde hacía tiempo. Numerosos médicos fueron consultados para prescribir remedios que la hicieran adelgazar, pero todos fueron despedidos por lo desagradable y duro de los regímenes que establecieron. Finalmente, llegó un médico que no quiso correr el mismo riesgo: en vez de decir a la duquesa que comiera menos, le dijo que no comía bastante para nutrir su enorme figura, recomendando un vaso de leche con azúcar media hora antes de cada comida (lo que redujo notablemente su apetito, adelgazándose tras un tiempo determinado).
Un hombre rico quería casar a su hija con el más acaudalado de sus pretendientes. Sin embargo, ella estaba enamorada de un estudiante pobre. Decidió decir a su padre que estaba de acuerdo en casarse con el más rico de sus pretendientes, pero que era difícil saber cuál era el más opulento, pues de poco serviría intentar averiguarlo pidiéndoles que ofrecieran un regalo, ya que podían mentir y obtener dinero prestado. La joven propuso a su padre que regalase una elevada suma de dinero a cada pretendiente con el fin de averiguar cuál era en realidad el más rico por la forma en que el dinero entregado modificase su vivir cotidiano. El padre elogió la sabiduría de su hija y regaló a cada pretendiente una elevada suma; ello permitió a la joven casarse con el estudiante pobre de quien estaba enamorada, ahora enriquecido por la donación del padre.
En todas estas situaciones una simple inversión permitió la solución del problema. Naturalmente, ello no suele ser así, pero en todo caso las ideas a que se llega pueden conducir eventualmente a auténticas soluciones. Para la aplicación práctica del pensamiento vertical conviene acostumbrarse a invertir situaciones y explorar luego las ideas resultantes. Aun cuando en ocasiones no se encuentre ninguna solución más eficaz que la solución lógica ya alcanzada, se saca siempre provecho de esta variación del enfoque habitual del problema.
Práctica
1. Inversión y sus diferentes tipos
Las situaciones que se indican a continuación han de ser invertidas por los estudiantes en el mayor número posible de formas. Se recogen las hojas con los resultados y se compone una lista de las formas obtenidas. Finalmente, se comentan las inversiones más obvias e ingeniosas.
Puede hacerse el mismo ejercicio con toda la clase, exponiendo un problema y pidiendo a los estudiantes que lo inviertan. Las diferentes inversiones se relacionan en la pizarra y la lista se complementa con las versiones que encuentre el enseñante.
Pueden utilizarse para ello temas como los siguientes:
El maestro enseña a los alumnos.
El barrendero reparte la leche.
Salida de vacaciones.
Obreros en huelga.
Los dependientes sirven a los clientes.
Comentario
En algunos casos el resultado de la inversión puede parecer sumamente ridículo. No importa. El uso deliberado de ideas ridículas puede tener tanta eficacia como el uso de ideas más consecuentes. En la inversión de los anteriores temas y de otro que sugiera el enseñante no se trata de proceder de modo mecanicista total; puede invertirse algún aspecto o alguna interpretación del tema. Por ejemplo, en el tema «salida de vacaciones», además de «regreso de vacaciones» o «salida para el trabajo», es posible interpretar las vacaciones como un cambio de ambiente y su inversión en tal caso podría ser «completa uniformidad de ambiente».
2. A dónde lleva la inversión
Se estudia la nueva situación creada por la inversión y se desarrollan nuevas ideas, enfoques y posibles soluciones. Este ejercicio se realiza mejor conjuntamente con todos los alumnos de la clase: se pide a los estudiantes que expongan las ideas que van desarrollando a partir de la nueva situación. Por ejemplo, la idea de que «las vacaciones representarían una completa uniformidad de ambiente» puede conducir a la idea de libertad de responsabilidades y tensiones, así como de la constante necesidad de adaptación al modelo de la vida social.
En un principio es difícil concebir ideas a partir del resultado de las inversiones; por esta razón es preferible efectuar el ejercicio conjuntamente con todos los alumnos en vez de tratarlo con cada estudiante por separado. Cuando todos los alumnos hayan comprendido el mecanismo de la inversión y la subsiguiente elaboración de ideas y soluciones, puede repetirse el ejercicio de modo individual. En el desarrollo de estos ejercicios y su subsiguiente comentario es preferible ilustrar la forma en que unas ideas conducen a otras que citar simplemente los resultados finales.