Capítulo 6: Radio y televisión

«Ahora mismo el negocio de la televisión está en menos manos que nunca, cuando hay más canales que nunca». La frase pertenece a uno de los mayores expertos del sector, para quien está claro que el negocio televisivo no está en las audiencias, sino en la publicidad, en la cuota de mercado publicitario. Como dice Paolo Vasile, consejero delegado de Telecinco, «mi obligación no es entretener o educar a la gente, sino conseguir espectadores para vendérselos a los anunciantes».

Último Reducto[8]

Las tertulias en las radios del futuro (y del presente)

Publicado el 5 de julio de 2008 en BlogsUC

«Con sus tertulias y sus noticiarios, la radio (española) se convirtió en espectáculo», decía hace unos meses un analista de medios de ese país. Desde hoy, en el horario prime de nuestro dial, la principal emisora informativa chilena comenzó a programar un género que, apuesto, tomará un rol central en nuestra industria: el de la tertulia, que aún existe en los países donde la radio exhibe fuerza para captar audiencias masivas.

He estado involucrado en el lanzamiento de la sección «El primer café de la mañana», con la que comenzará el programa matinal «La nueva mañana de Cooperativa», que conduce la periodista Cecilia Rovaretti.

Creo que la radio tradicional también se verá perjudicada en el nuevo entorno digital. Junto con la televisión y la prensa, la industria de la radio debe trabajar con rapidez para subirse a las olas digitales. Es evidente que, como la TV abierta y los diarios —los otros grandes exponentes de las comunicaciones de masas del siglo XX— muchas radios tienen todavía décadas de buena salud por delante. Serán muchas las marcas radiales de la FM actual chilena que ocuparán espacios relevantes en el nuevo entorno de medios y marcas que caracterizará el futuro.

Con mayor fuerza que el paso de la AM a la FM, o el más reciente proceso de concentración de cadenas nacionales, la digitalización que estamos viviendo significará en el sector radial un tsunami que cambiará la correlación de fuerzas entre los principales actores.

Lo más relevante para definir el futuro mapa radial serán los pasos que den los principales actores en el corto plazo y las movidas competitivas que se den entre las radios. Cobran relevancia los movimientos programáticos y las estrategias con las que los operadores se empezarán a mover en el entorno digital.

Las radios han creado espacios en la web y el fenómeno del podcast se ha popularizado. Hasta ahora solo Cooperativa ha realizado inversiones relevantes por competir en el mundo de los sitios informativos chilenos y «dar la pelea» frente a los proyectos de los diarios y canales de televisión.

Oscar Pasten, el periodista que la radio escogió como encargado de Internet, hoy ha llegado a ocupar el cargo de director de prensa y de programación de la radio. Por muchos años he defendido en conferencias y polémicas lo medular que era para la radio contar con una fuerte apuesta informativa. Por hacerlo recibí críticas de dueños de diarios en una reunión de la Archi en Arica.

En este sentido, creo que el género de la tertulia es relevante para una radio que quiere disputar liderazgos en el dial que viene. Para hablar de la fórmula, cito a Angel Faus, un profesor español que hace unos días lanzó un libro de 1200 páginas sobre la historia de la radio en España. En una entrevista del diario El País, dice que lo que ha permitido que la radio subsista son dos cosas: «se ha consolidado gracias a la libertad de información. Sin libertad de información la radio hoy no sería nada. Y sin tertulias, la nueva época de la radio pudo con la televisión».

Hoy en España las tertulias son el máximo exponente de la transmisión de opiniones en la radio. Y son un género audiovisual absolutamente consolidado y vivo. En Chile tenemos derivados del género. El mismo programa deportivo «Al aire libre en Cooperativa» y sus similares son tertulias especializadas de profesionales, que se combinan con otros programas meramente informativos.

Una semana de cafés

Publicado el 11 de julio de 2008 en BlogsUC

Me gustó el resultado de «El primer café de la mañana», durante la primera semana de aplicación de la fórmula española de la tertulia radial en el prime time de Cooperativa. Desde la primera edición, la radio estimuló una conversación entre más de 17 profesionales diversos, con la conducción de Cecilia Rovaretti.

Se consiguieron las bondades de la fórmula: una conversación de temas importantes de una manera interesante para una audiencia general como la de esa radio. La elección de la UDI y la menguante importancia de las dirigencias políticas, el problema educacional más allá de la baja asistencia a las manifestaciones de la Alameda, la audiencia del gobierno de Lagos, la encuesta del CEP. En síntesis, se consiguió hablar de política real en el marco de un programa magazinesco.

Con este tipo de programas, la audiencia encuentra una razón para volver a ella. Para cualquier programa que adapte correctamente la fórmula, no son tremendos peaks de audiencias. Así se construye una audiencia fiel.

Me he dedicado a analizar la fórmula en este programa y he llegado a la conclusión de que este tipo de espacios funciona cuando se trata lo relevante desde lo habitual. No es una radio de cuñas perfectas ni cortinas intrigantes.

En esta primera semana estuvieron, el lunes, Juan Braun (empresario), Mónica González (periodista, Ciper) y María Eugenia Weinstein (sicóloga); el martes estuvo Patricio Dussaillant (profesor de Comunicaciones UC) y Henry Northcote (publicista); el miércoles fue el turno de Manuela Gumucio (periodista, Fucatel), Mar de Fontcuberta (profesora de Comunicaciones UC) y Antonio Delfau S. J. (director de la revista Mensaje); el jueves participaron Pedro Hidalgo (profesor de Administración de la U. de Chile), Federico Joannon (Presidente de El Mostrador), y el viernes terminaron la semana Magdalena Piñera (Fundación Futuro), Sergio Micco (profesor de Derecho en la U. de Chile) y Luis Eduardo Escobar (economista).

De la discusión originada tras mi primer post, comparto algunos comentarios de expertos:

1) Claudio Broitman: «Yo escucho todas las mañanas “El diario de Cooperativa”, que se acaba a las 9. Después me cambió de radio y escucho “Desde zero”, un programa de conversación donde básicamente hay tres tipos simpáticos y lúcidos que hablan de contingencia con invitados acordes. Creo que es un formato muy agradable para la mañana, con una buena dosis de humor y de interpretación».

2) Patricio Corvalán: «Lo que a mi juicio deberían explotar los programas de tertulia en Chile no radica en maquillar los actuales programas de conversación, sino que apuntaría a abordar la contingencia sin asumir ese rol pontificador que muchos comunicadores usan».

3) Javier Sanfeliú: «El 99 % de los que tienen la suerte o la responsabilidad de tener megáfono creen ser dueños de verdades absolutas y muy pocas veces generan empatía con el público sino más bien buscan sumar militantes… Claramente estamos en una época donde las gentilezas han desaparecido, y aquello que Eduardo llama tertulias se transforma en un ring de puntos de vista que poco y nada tienen que ver con la gratuidad y generosidad de aquellos que quieren compartir algo con los que escuchan, sino más bien imponer “verdades”. Mil veces tuve que pedir disculpas por la insoportable terquedad de varios de los que hoy se denominan comunicadores».

El aterrizaje de CNN en Chile

Publicado el 4 de diciembre de 2008 en BlogsUC

Se acaba de lanzar la cadena de televisión especializada CNN Chile, el primer canal de 24 horas de nuestra televisión por cable. El canal mostró que nuestra televisión «de pago» ha madurado y esto es el resultado de las crecientes utilidades que obtienen los actores que compiten en ese sector. Se trata de proyectos que se desarrollan de la mano de actores tan relevantes para nuestra economía contemporánea como la telefonía y el acceso a la banda ancha. Lo anterior hace que allí se consoliden «jugadores» que opacaron la posición dominante que una vez tuvieron los canales de televisión abierta como los principales actores de la industria.

Hace unas semanas en la Facultad de Comunicaciones de la UC participamos en el seminario que realizó CNN Chile para más de 150 profesionales, que en un día se incorporaron al naciente medio de comunicación que resulta de una inversión conjunta de TBS (la subsidiaria del grupo internacional Time Warner, Turner Broadcasting Sistem) y la operadora líder del cable chileno, VTR. Fue especialmente enriquecedor presenciar la apuesta por renovar radicalmente la forma de hacer TV en el país.

Rolando Santos fue el activista y motivador. Él fue el ejecutivo que lanzó la nueva señal chilena desde el día cero. Un periodista con alta experiencia gerencial, lo que garantiza la sustentabilidad de la apuesta. Santos se ha encargado de montar todas las cadenas internacionales del grupo. Luego de llegar al cargo más importante que alcanza un periodista en la cadena informativa Headline News, tuvo la responsabilidad de crear las señales latinas en Estados Unidos, la española y la turca.

Nuestra facultad cultiva relaciones con la cadena norteamericana desde hace años. Se han realizado prácticas anuales de egresados en las oficinas de Atlanta. De hecho, según Santos, las buenas experiencias con ellos fueron un factor que también pesó en el desembarco del canal de noticias en Chile. Tiene claro que el periodista chileno puede hacer mucho más que lo que el «mercado» lo lleva a presentar cada día en el horario estelar de las 21 horas.

CNN debería ser entendido como un desafío motivador para la industria. Constituye una justificación definitiva para ajustar una apuesta informativa que podría ser mucho más acorde a lo que espera su audiencia y a lo que siempre han defendido los periodistas al interior de los canales. En este contexto, los noticiarios centrales podrían terminar siendo más irrelevantes en el corto plazo si es que no reaccionan. Los cambios exigirán a nuestros canales reinventarse en medio de la crisis provocada por el tsunami digital.

En los ochenta, las personas le podían dedicar a la televisión, en promedio, hasta 6 de cada 10 minutos de tiempo libre. Fue una posición tan dominante como la que había tenido la prensa a fines del siglo XIX, que continuó hasta los años cincuenta.

En pocos años más, los analistas afirman que la suma de todas las «televisiones» —es decir, la abierta, la digital terrestre, el cable y la satelital— no alcanzará a ocupar más de 3 de cada 10 minutos de las personas. El tiempo dedicado a Internet será equivalente. Ese es el escenario en que se deben construir los nuevos planes estratégicos de nuestra televisión.

Quedó atrás el tiempo de la televisión tradicional masiva «de uno a miles». Ya es parte del consumo televisivo habitual de los chilenos la TV «de uno a pocos» que las señales de nicho del cable nos entregan. En esta tendencia se inserta CNN Chile.

Son cada vez más generalizados los sistemas de grabación digital que permiten que cada auditor produzca su propia televisión. Hoy está en pleno desarrollo la televisión «de muchos a muchos», siguiendo el camino trazado por el cada vez más omnipresente YouTube. Con este desarrollo, lo audiovisual consolidará su creciente liderazgo en las audiencias de Internet.

Terremoto mediático

Publicado el 3 de marzo de 2010 en El Día

La cobertura mediática que se le dio al terremoto y posterior tsunami que ocurrió el 27 de febrero pasado en Chile no resultó ser eficaz. Debería haber mostrado la llegada de efectivos del Ejército a Concepción y cómo, progresivamente, fueron llegando a pueblos aislados con alimentos. Esa imagen no estuvo en los medios a tiempo, porque el Gobierno reaccionó de manera muy lenta.

En general la televisión hizo un buen trabajo. Lo que cuestionamos fue la inicial cobertura de los saqueos. La periodista Andrea Vial le restó importancia a la crítica. Dijo que los medios no influían porque el lumpen penquista no estaba viendo televisión. Ni siquiera tenía electricidad. Cuando pregunté en estos espacios a qué se debía la psicosis, me recordaron que en esta sociedad hipercomunicada los fenómenos imitativos se difunden muy rápido.

Todos sabemos que si una tienda se deja abierta en la noche terminará siendo saqueada. Llegarán oportunistas, gente necesitada y muchos frescos y lumpen; al final la tienda será vaciada si no hay alguien evitándolo. Lo que advertí por Twitter es que en el tema del saqueo, los medios debían manejar el «cómo» se informaba. Un profesional venezolano, @chepele, comentó: «en Venezuela aprendimos la lección con los saqueos de 1989: retransmisión en vivo genera efecto en cadena».

El periodista de CHV Matías del Río me contradijo en Twitter: «que lo sepan algunos iluminados, los canales de TV están sin rating desde el momento del terremoto». Creo que el problema radicaba en el innato espíritu competitivo de los profesionales de la televisión. Otro periodista, ante mi crítica, me preguntó si yo creía que «unilateralmente» tenían que dejar de poner esas imágenes. Al hacerlo reconocía el problema: los medios están dominados por una cultura competitiva y no estaban dispuestos a dejar de hacer su trabajo normal «de show de noticias».

Un amigo español me decía que cuando la TV transmite en directo ya no es periodismo, es electricidad. Esa frase, exagerada, evidencia la importancia del trabajo editorial que se da entre el momento que sucede la noticia y cuando se emite a la audiencia.

Saltarse la TDT

Publicado el 30 de mayo de 2009 en BlogsUC

Qué gusto fue encontrarme con una carta en el diario La Tercera que decía algo que venía «rumiando» por meses. A estas alturas, «hay que saltarse la TV digital», escribió Alfredo Barriga, integrante del grupo Tantauco.

Él dice que con el avance de la distribución de televisión por Internet, nos podemos saltar el paso por la TDT (televisión digital terrestre). Un avance válido en el contexto de los años 90. Barriga dice que, como país, deberíamos apostar nuestras fichas por tecnologías convergentes a favor del consumo de programas en Internet. Ante la tremenda incapacidad de este gobierno de definir la norma técnica (pueden ver mis post que aludían al Subsecretario Bello), ya había comenzado a pensar aquello e insinuarlo. Dije que encontraba ridículo apostar por el camino europeo aprovechando lo digital para multiplicar los canales cuando ese camino no era sostenible por razones económicas (están los ejemplos de Inglaterra y España). No tenía sentido porque Internet ya había multiplicado la capacidad del número de canales.

En mis últimos escritos al respecto decía que el reemplazo de lo analógico se podía usar para favorecer la alta definición y la movilidad porque, incluso, la interactividad se daría por Internet. El verdadero esfuerzo del gobierno debería darse presionando a la industria a favor de universalizar la banda ancha, bajando sus costos de acceso.

Otro tuitero, Ignacio Rodríguez, también venía hablando de este tema hace años. Su propuesta se resumía en un apoyo al estándar japonés.

En su carta, Alfredo fue muy audaz. Dice que incluso ya podríamos olvidarnos del caro paso de la TV analógica a la digital y apostar directamente por el paso siguiente: la TV convergente por el camino de la banda ancha.

La ventaja de la televisión respecto a otros medios masivos es que un mismo contenido se puede mandar a un grupo ilimitado de gente sin costos variables por contacto. En este sentido, es técnicamente un medio poco apropiado para segmentar. Pero la publicidad valora cada vez menos la heterogeneidad de las audiencias, lo que ha aumentado la tendencia a la segmentación.

Cuando nació la publicidad, se decía: «Todo lo demás es gasto». Tú invertías un peso en publicidad y terminabas vendiendo más. Esa relación se acabó. Ni siquiera invirtiendo diez veces más recursos en publicidad te aseguras vender más. En estos momentos la publicidad ya no es eficiente. El modelo de medios masivos financiado por publicidad está en cuestionamiento.

Las provocaciones de Fucatel

Publicado el 31 de octubre de 2009 en BlogsUC

Esta semana me invitaron nuevamente como «provocador» al seminario «Provocaciones 2009», que organiza el Observatorio de Medios Fucatel, dirigido por Manuela Gumucio.

Antes que yo, habían hablado Manuela Gumucio y René Cortázar. Los dos consideraban que la nueva ley de la televisión digital terrestre era lo más importante que le sucedería a nuestra televisión. Para ambos el tema era de enorme relevancia. Hubiera sido cínico para mí asumir esa postura tan acorde con el tono del seminario. Hacía pocos meses había dicho que el país podía saltarse la adopción de ese sistema y que podíamos apostar directamente por la banda ancha.

Hablé a favor de la adopción de la norma japonesa. Había vuelto a ningunear la importancia que se le daba a la medida, salvo por la apuesta implícita por los celulares y la alta definición en perjuicio de la multiplicación de canales. Muchas de las exigencias que piensan plantearle al sistema asumen una realidad inexistente caracterizada por tres términos: control, exclusividad y escasez.

El verdadero impacto digital no tiene nada que ver con la norma que tanto nos ha costado definir ni la ley que ahora se comenzará a discutir. Lo digital es una fuerza mucho mayor que se ha convertido en la tormenta perfecta para los medios masivos. Otros lo han llamado el tsunami digital, un cambio de escenario definitivo. En los 80 la televisión abierta se convirtió en la reina indiscutida de los medios masivos. Los estudios muestran que, entonces, de cada 10 minutos dedicados a cualquier medio, seis se destinaban a la televisión.

Según analistas, en muy pocos años la televisión (abierta, cable y satélite) significará solo 3 de cada 10 minutos que una persona dedica a los medios. Casi lo mismo que dedicaremos a Internet. Hace dos años, en Estados Unidos, Facebook ocupaba más tiempo de los universitarios de ese país que la suma de todo el tiempo que le dedicaban a la televisión.

El problema de nuestro campo audiovisual no son las posibilidades de encontrar espacios de difusión. La consecuencia más importante del tsunami digital es que hay una presión definitiva en perjuicio de la economía de los medios tradicionales, financiados por avisos comerciales. Desde los 80 se ha multiplicado la cantidad de dinero que se invierte en el mundo de las comunicaciones. Sin embargo, estos avisos llegan a un grupo menor de personas, el que, a la vez, le presta menos atención a esos numerosos comerciales.

Ya en la televisión del 2000 había bajado la recordación de marcas a menos del 10 %. El gran cambio irreversible es que mientras en el siglo XIX se decía sobre la publicidad que «todo lo demás es gasto», hace diez años, la revista Advertising Age publicó un ensayo llamado «El escenario del caos», donde mostraba que las agencias parecían no estar preparadas para el inminente fin del modelo tradicional de avisos televisivos.

Hace cinco años apareció el libro La vida después del comercial de 30 segundos, donde Jaffe refuerza esa tesis. El texto comienza así: «Si todavía hay gente por ahí que cree que los medios masivos son un negocio viable, por favor muéstrenle este libro». Desde entonces el desconcierto ha sido absoluto. No es casual que la revista Time haya dicho hace unas semanas que el comediante Jay Leno se convirtió en la última salvación para las cadenas norteamericanas, y que Leno tenga su programa de conversación y farándula todos los días en prime time. El problema de los medios masivos no es la falta de audiencia, es la falta de ingresos publicitarios. Si todo es digital y pronto el almacenaje no será un problema, se entiende el vaticinio de la revista Newsweek de hace dos años: «Uno va a poder ver cualquier cosa que le interese, en cualquier momento, en cualquier parte, desde las TV de alta resolución hasta los celulares».

Cuando se critica a nuestra televisión, se dan ejemplos europeos sin considerar que, por ejemplo, en Cataluña subsidian su televisión local con más de 340 millones de euros por año. Eso es más dinero que el de los presupuestos de todos nuestros canales chilenos. En España solo en el subsidio de la televisión autonómica se usan más de mil quinientos millones de euros por año, esto sin considerar el presupuesto de los canales estatales. ¿Quién pagaría eso en un país donde apenas satisfacemos las necesidades básicas de un porcentaje importante de chilenos? Si no cambiamos nuestro actual sistema de televisión, el país podrá aprovechar la rentabilidad de los canales chilenos, incluido TVN, un canal estatal rentable y exitoso en audiencias.

Hay que trabajar por una mejor televisión. Chile tiene carreteras del primer mundo porque diseñó la forma de comprarlas. Si queremos una televisión de calidad, nuestra sociedad tendrá que invertir para comprarla o producirla. Hoy el Estado no gasta en televisión gracias al autofinanciamiento de nuestro canal público.

¿Por qué no empezamos a discutir un fondo concursable como incentivo para impulsar la calidad de la televisión de los chilenos? Que pueda participar cualquier empresa que consiga audiencias relevantes tanto en la televisión abierta como en el cable. Hablo de 500 millones de dólares, lo que significaría un estímulo real para toda la industria audiovisual chilena.

No olvidemos que «no hay almuerzos gratis». Alguien siempre tiene que pagarlos. Esta frase (que usó un escritor de ciencia ficción norteamericano en los 60 y la popularizó el economista Milton Friedman para mostrar los costos ocultos) nos lleva a entender que tenemos que financiar el déficit propio de las comunicaciones masivas de alguna forma. Si entendemos lo que viene nos daremos cuenta de que no tiene sentido hacer una ley que fuerce a la TV abierta a tener variedad. Eso lo dará la tecnología sin necesidad de ninguna ley. El desafío es asegurar producción chilena de calidad.

Finalicé mi exposición comentando lo que viene. Dije que todo pasaría por los celulares, por la lucha por el siguiente gadget y por el aparato portátil siempre conectado mediante telefonía celular 4G. El aparato que se convertirá en diario, revista, radio, libro y, por supuesto, televisión. Un aparato con el que, en unos segundos, bajaremos películas de dos horas en alta resolución. Por ese aparato están compitiendo las empresas de computadores (netbooks), las de celulares (smartphones), los libros electrónicos y el tablet que todos esperan que Apple lance antes de junio próximo.

Con mis palabras, invité a cambiar, desde ya, el foco de las preocupaciones. Propuse asumir estos sucesos como una urgencia, a partir de lo que está sucediendo en países del norte. Mis palabras tuvieron una buena recepción, aunque con una carga de ironía. Me recordaron que hay zonas en el país que todavía no tienen antenas de celular, que muchos están muy lejos de esto. Mientras hablaba, recordaba esa frase tan drástica del último libro del analista de publicidad Bob Garfield, The Chaos Scenario: «Diarios, revistas y en especial la televisión están condenados».

Una norma casi irrelevante

Publicado el 17 de septiembre de 2009 en BlogsUC

Todas las voces locales en las que confío han valorado la elección de la norma japonesa. Quedé conforme de que no se optara por la alternativa europea, que tenía emocionado al académico Pablo Bello hasta que le pusieron un ministro que sabía del tema. No optar por la norma europea fue no tragarse la idea, tan concertacionista, de que lo que necesitábamos en Chile era multiplicar la cantidad de señales abiertas. Haber usado el cambio a lo digital para conseguir muchos canales ya es algo «tan del siglo XX».

En España están pagando. Se creyó que por imperio de la ley se iban a multiplicar las señales, pero ese inocente pronóstico chocó con un mercado de televisión cada día más maduro. España permitió canales pagados a través de la televisión digital. Antes de cumplir un año, el modelo que nos vendían los intelectuales europeos perdió la supuesta gran ventaja que hoy mismo un diputado chileno recuerda: «que la televisión digital sería una especie de cable gratis». El problema es que más allá de las intenciones de los parlamentarios, «no hay almuerzos gratis», la publicidad viene perdiendo fuerza y no es capaz de financiar todo lo que esos políticos valoran.

Si queremos tener televisión de calidad, hay que pagarla. El camino ya está: fondos como los del CNTV son el camino, pero tenemos que multiplicarlos al menos en 50 veces si de verdad valoramos el rol cultural que tendría una producción audiovisual chilena relevante en nuestras pantallas. Tenemos que aumentar el financiamiento a los concursos y permitir que se participe por esos fondos para cualquier pantalla, sea televisión abierta, de pago, Internet e, incluso, otros espacios como Sub TV.

La elección de la norma japonesa-brasilera parece una opción técnica muy conveniente para nuestro país. Asumo que el gobierno tomó la decisión en favor de un socio relevante para la presidenta actual como es el exitoso presidente brasilero, Lula da Silva. Y creo que la medida tiene consecuencias técnicas indudablemente atractivas. A diferencia de la alternativa europea y norteamericana, la norma japonesa permite que los canales digitales entreguen señales directamente a los celulares. Pueden tomar cualquier iPhone de Claro o Movistar y sintonizar por el navegador la dirección www.13.cl, y así ver la misma señal de Canal 13 con una calidad impresionante. Ese servicio lo tendrán todos cuando la norma se aplique sin tener que conectarse (y pagar) a su empresa de telefonía celular por Internet.

Todo lo que promueva la masificación de teléfonos inteligentes capaces de ver televisión permite al país tener más equipos capaces de tomar imágenes o de mandar información en favor de la red. Además, valoro la calidad técnica y el trabajo previo realizado por el equipo brasileño, que decidió en favor de la norma japonesa. Las declaraciones del Ministro de Comunicaciones brasilero, Helio Costa, confirman lo que he dicho hace meses: mientras aquí se decía que lo digital multiplicaría los canales, ellos entendían que el audiovisual brasilero de calidad no tendría futuro sin una digitalización que apostara por «televisión de alta definición, portátil y móvil».