… figura, agitando la banderita en tu manita. Papá conservará esa imagen en su mente para siempre. ¡Masaki, Banzai! ¡Papá, Banzai! Cuarenta Calmotin, cuarenta y uno. La espesa niebla lo esconde todo salvo la estación del ferrocarril. Vislumbres de casas chinas, ecos de voces chinas. Todo es amarillo. Ahora olemos flores de acacia y vemos banderas del Sol Naciente. Todo es caqui. Se mandan patrullas de reconocimiento y se colocan centinelas. Esta unidad va a la fábrica de fideos y la otra a la fábrica de cerillas. Los chinos de mierda roban a los japoneses. Los soldados cocinan y limpian. Los chinos de mierda violan a las japonesas. Los soldados montan guardia y patrullan. Los chinos de mierda asesinan a los japoneses. Los soldados construyen zonas de defensa. Los chinos de mierda roban a los japoneses. Alambradas de púas y barricadas por toda la ciudad. Los chinos de mierda violan a las japonesas. No hay chino a quien no se interrogue en cada esquina. Los chinos de mierda asesinan a los japoneses. Hay sacos de arena y las calles están cortadas. Llegan más unidades. Hay todo el polvo que quieras pero de agua nada. Llegan más unidades. Todo es polvo y todo es suciedad. Llegan más unidades. Me pica y me rasco. Gari-gari. A las tareas diurnas les siguen las tareas nocturnas. Me pica y me rasco. Gari-gari. A las tareas nocturnas les siguen las tareas diurnas. Me pica y me rasco. Gari-gari. Los colchones tienen desgarrones y los chinches son voraces. Me pica y me rasco. Gari-gari. Tirado entre los cadáveres, no puedo dormir. Bayonetas a punto. Oigo sus gritos. Rifles cargados. Oigo sus súplicas. Los chinos de mierda roban a los japoneses. Los jefes japoneses no pagan a sus trabajadores chinos. Los chinos de mierda violan a las japonesas. Los trabajadores chinos se quejan a sus jefes japoneses. Los chinos de mierda asesinan a los japoneses. Los jefes les clavan agujas de tejer algodón en el espacio que les queda a los trabajadores entre la carne y la uña de los dedos. Oigo sus gritos. Los jefes les clavan agujas en los dedos anulares, los dedos corazones y los dedos índices. Oigo sus súplicas. Ahora los jefes japoneses hacen lo que quieren. He sido impertinente, perezoso y malo. A los trabajadores se los azota con látigos de cuero mojados. Esto es una advertencia. A los trabajadores se los cuelga de las ramas de los árboles. He sido impertinente. Cincuenta Calmotin, cincuenta y uno. Un niño caga detrás de una cerca de paja de sorgo. Por la calle…