CAPÍTULO II
EL MALETÍN DE ÚTILES ESCOLARES
Clara tenía un maletín de útiles escolares muy hermoso.
Ella decía que era el maletín más bonito del mundo. Y era cierto, porque resplandecía como una naranja. Yo veía a mi hermana desde lejos cuando venía del colegio. Primero veía el maletín y luego a Clara, pues el maletín era mucho más grande que mi hermanita.
Yo quería tener un maletín de un color tan vivo como el de ella y no hacía más que pedirle uno a mamá. Nuestro perro Sabueso ladraba aprobando mi petición.
Sin embargo, mamá siempre decía: «No».
—¿Por qué no, mamá?
—Tendrás uno igual cuando vayas al colegio dentro de dos años.
—¿Tendré que esperar dos años? Yo lo quiero ya.
—No, todavía eres muy pequeño.
Pero eso no era cierto.
No quería que mamá se enojara y por eso dejé de lloriquear. Fue difícil porque quería seguir lamentándome hasta que mamá me comprara un hermoso maletín de útiles escolares.
Estaba muy triste. Tan triste que durante todo el día no hice otra cosa que pensar en cómo obtener un maletín igual. Me dio dolor de cabeza de tanto pensar. Incluso llegué a proponerle a mi hermana que me diera su maletín como regalo de cumpleaños, pero me respondió que no podía porque entonces no tendría en qué llevar los libros y cuadernos al colegio. Le dije que tomara la bolsa que utiliza mamá cuando va de compras. Pero, si lo hacía, ¿qué haría mamá cuando fuera de compras? Entonces le dije a Clara que usara dos bolsas de plástico. ¡Tenemos tantas de esas bolsas en casa! Clara me respondió que de ningún modo, pues nadie llevaba los útiles en bolsas de plástico.
Así que tuve que renunciar a mis planes.
Al día siguiente, sentado frente a la ventana esperando a que Clara regresara del colegio, se me ocurrió una excelente idea: le propondría un trato a Clara. Siempre que ella llegaba del colegio se quejaba porque el maletín le pesaba mucho, suspiraba y lo arrojaba en un rincón. Le propondría que me dejara llevarle el maletín. No lo pensé dos veces y salí corriendo de la casa. Pero pronto oí el grito de mamá:
—¿A dónde vas?
—¡A recoger a Clara al colegio! —respondí.
Nuestro perro Sabueso salió corriendo detrás de mí.
El colegio quedaba cerca, al final de la calle. Sabueso y yo no tuvimos que esperar mucho tiempo para que salieran los niños con grandes y hermosos maletines. Al rato también salió mi hermana Clara con su amiguita Petra.
—¿Qué haces aquí? —me preguntó.
—Te estaba esperando —le respondí—, porque quiero llevarte el maletín. Te daré algo a cambio.
—¿Qué?
—Una goma de mascar y cincuenta centavos.
La amiga de Clara dijo:
—Por cincuenta centavos puedes llevar el mío.
—No —dijo Clara—, él es mi hermano y llevará mi maletín.
Le di una goma de mascar y una moneda de cincuenta centavos y ella me entregó el maletín. Este era bastante pesado para mí y me demoré tratando de colgármelo en la espalda. Sin embargo, no tuve ningún problema; soy fuerte porque como bien. Orgulloso, caminé al lado de Clara y de Petra. Varias personas se voltearon a mirarme. Incluso una señora me preguntó:
—¿Tan pequeño y ya vas al colegio? —No —le respondí y tomé un poco de aire—. Todavía no, pero mi hermana Clara está en primero.
—Ésa soy yo —dijo Clara.
—Y yo le llevo el maletín —dije yo.