CAPITULO DIECISIETE

Sábado, 5 de febrero, Coral Gables, 11:45

La siguiente mañana Jonathan  transmitió su programa de radio “Lo que dice la gente” desde la suite del hotel.

-Siguiente llamada, por favor,-le dijo a la centralilla “manos libres”, sentado a la mesa  junto a Daniel, provistos ambos de los grandes auriculares característicos de los locutores de radio. La mayor parte del programa había transcurrido ya, pero nadie había mencionado el tema del Anticristo. Swanlove participaba en calidad de oyente.

Jonathan le había pedido que lo acompañara con la esperanza de que David pudiera reconocer la voz  de alguno de los que llamaba, con lo que la hipótesis de la conspiración de cristianos fanáticos hubiera quedado descartada para convertirse en una venganza personal.

El que llamaba contestó:

-Soy pastor protestante. He oído su programa muchas veces, especialmente estos últimos días, pero es la primera vez que llamo.

Un empleado de la estación hizo sonar la campana  que indicaba que alguien llamaba por primera vez.

- Gracias por llamarnos reverendo, -pensando “Eres un reverendo mentiroso, porque yo he oído tu voz otras veces”,- ¿qué desea plantearle a nuestra audiencia?

-Es reverendo Gantt,-aclaró- lo primero que quiero decir es que mi misión es difundir la palabra de Dios, enseñar el mensaje de las Sagradas Escrituras y que, como habrán percibido todos los que han leído el Libro de Las Revelaciones de San Juan, estamos en los últimos días de la humanidad, el fin del mundo, que va a llegar en éste segundo milenio.

-Gracias por quererlo compartir con nosotros señor, pero éste no es un programa religioso,- le interrumpió Jonathan bruscamente, aunque la llamada le interesaba porque podía estimular a los oyentes a volver al tema del Anticristo.

-Lo sé,-contestó Gantt sin tomarlo en serio,- pero permítame unas palabras para terminar.

-De acuerdo, siga usted.

-He estado escuchando  hablar del Anticristo en su programa y sé lo que dice la  Biblia al respecto,- insistió Gantt.

Jonathan se revolvió en su silla al escuchar, por fin, la palabra “anticristo”. Le hizo un gesto a Swanlove, que lo miró con ojos muy abiertos. 

-Sin embargo,-continuó,- he leído en Internet que está ahora aquí, ¡Y que es bueno! Eso es absurdo, hasta Satanás puede aparecer disfrazado con una piel de oveja. Ese es el tipo de mentiras que se difunden por Internet.

Swanlove y Jonathan se miraron. Jonathan intervino:

-Si tenemos aquí al Anticristo…empezó.

-Sí, ¡sí está aquí! Internet es el vehículo ideal para que el Anticristo se presente ante el mundo entero y adquiera seguidores sin que nadie se dé cuenta de la magnitud de sus intenciones,-dijo hablando en voz muy alta, como un energúmeno.

-Tiene lógica lo que dice, ahora todo el mundo tiene ordenador, -le acotó Blacke.

-El no tiene que empezar al mismo tiempo en todas partes. Lo hace primero por Internet y desde ahí se desplaza a los medios para llegar a todos. Internet es un punto ideal de partida, con una audiencia universal, ¿Se da cuenta?

-En cierto modo, sí,- le contestó Jonathan mirando a Swanlove, que fruncía el ceño, concentrado en lo que le estaba llegando por los auriculares. El programa estaba siendo grabado con idea de que pudiera servir para procesarlo con la policía e identificar a los autores de amenazas.

-La Biblia enseña que el Anticristo será malo, tanto o más que los Cuatro Jinetes del Apocalipsis,-continuó Gantt en tono de arenga.

-Así es, lo aprendí en la Escuela Dominical, -dijo Jonathan.

-¡Pero este Anticristo pretende hacernos creer que es una persona corriente! Incluso hay un poema ¡que dice  que es bueno! Vamos, ¡No puedo creer lo que está pasando! ¡Está engañando a la gente! La profecía bíblica advierte que va a ser el demonio más malvado que ha pisado la tierra mientras que él, en su campaña mediática, se presenta como un santo varón. ¿Comprende lo que está pasando?,- dijo Gantt casi a gritos, pero cuidando de matizar  “bueno” y “santo varón” arrastrando las sílabas para causar mayor efecto.

-¿Qué piensa usted que está pasando, Reverendo?-le preguntó Jonathan para provocarlo a que vomitara toda su rabia y odio contra el Anticristo.

-Usted sabe lo que está pasando. El mismo Belcebú, el Ángel Caído, casi tan sabio como Nuestro Señor, sabe que estamos en el segundo milenio y que debemos arrepentirnos de nuestros pecados ante la inminente llegada del Anticristo, “El Cornudo”, diferentes nombres para el mismo Satanás. Pero ha venido disfrazado de buena persona para que la gente crea que ya no tiene que arrepentirse, esta es la estrategia satánica para triunfar en Armagedón.

-Tiene sentido,-Dijo Jonathan, preocupado porque la arenga religiosa pudiera disminuir la audiencia.

-Yo lo sé, ¡No creáis lo que dice ese monstruo, ese hijo de Satanás!- dijo a voz en grito, al puro estilo de predicador  fanático.

-De acuerdo, Reverendo, pero, ¿qué me dice de la posibilidad de que el poema lo haya escrito una persona inocente, un intelectual buscando la expresión de sus sentimientos?

-No lo creo. Piense que el Anticristo tiene el poder de manipular la mente humana, la de cualquiera que no crea en Nuestro Señor Jesucristo, aunque la Biblia advierte que los trucos de Satanás pueden engañar también a los creyentes. No hablamos de una persona normal o buena, hablamos del Anticristo, cuyo propósito es manipular mentes y voluntades, hasta la de un intelectual inocente,-continuó Gantt, ahora en una voz controlada.

-Me doy cuenta de que usted cree firmemente que el Anticristo ya ha publicado su mensaje en Internet, la afirmación de que él es una buena persona.

-Eso es parte de lo que digo y eso es lo que me preocupa,-contestó Gantt, ahora en voz más baja, en tono dramático.

-Reverendo, usted ha podido expresar sus pensamientos en “Lo que dice la gente” y se lo agradezco, pero tenemos que interrumpirlo, porque no queremos que nuestro programa se convierta en un foro religioso.

-¿Me deja decir una última cosa?,-le preguntó Gantt, casi seguro de que se lo permitiría.

-Seguro, pero primero déjeme preguntarle otra cosa que nos preocupa en nuestra comunidad, ¿Cree usted que este Anticristo es el responsable de los incendios que se han provocado en numerosas iglesias desde hace un año?

La comunicación quedó abruptamente cortada.

Jonathan levantó la vista para mirar a Swanlove, y David, sin hablarle, movía su cabeza estupefacto, con expresión de incredulidad ante la comprobación de las emociones extremas que había generado su poema.

-Me parece que hemos perdido al Reverendo.-comentó Jonathan para dar por terminada la conversación. Hubiera dado cualquier cosa por conocer las reacciones de Gantt ante la pregunta sobre los incendios e incluso insinuarle los asesinatos conectados con el poema.-en cualquier caso ha sido una intervención muy interesante. Vamos a comerciales, pero enseguida seguiremos atendiendo sus llamadas.

Sábado 5, de febrero, 12:05pm, Coral Gables.

Terminado el programa y apagada la luz roja que indicaba que la línea ya no estaba “viva” en la emisora de radio, Jonathan se inclinó hacia Swanlove:

-Ahora  puedes comprender el impacto de tu poema, que para algunos viene directamente del auténtico Anticristo.

-Estoy abrumado ¿Qué más puedo decirte?, pero ¿crees que podría aclararles que lo escribí como un poema inocente?

-Creo que es demasiado tarde para eso. Este reverendo no te va a creer que es un escrito inocente y tampoco lo van a creer los que han puesto bombas y asesinado a personas por su relación con tu poema.

Swanlove bajó la cabeza, abrumado.

A continuación Jonathan llamó a Ross.

-¿Escuchaste mi programa? Me figuro que habrás localizado al clérigo que llamó.

-No me hizo falta. Lo conozco bien, es John Gantt, un predicador apocalíptico, de los que llaman “de fuego y azufre”, que insisten en asustar a sus seguidores con la inminente llegada del fin del mundo y Armagedón. Aunque te sea difícil de creer, últimamente sus seguidores han aumentado. Es el principal sospechoso de estar detrás de todo esto y me gustó que le preguntaras  si pensaba que el Anticristo pudiera estar involucrado en los incendios de las iglesias.

-Sí, ¡pero me colgó!

-De acuerdo, pero eso ya es, en cierto modo, una confesión. Pero aprovecho para contarte los últimos acontecimientos, se trata de un tal Bobby, capturado en Caracas y que tenemos ya encarcelado,-le dijo Ross.

-Bobby, ¿Qué Bobby? Y ¿Qué tiene que ver con esto?

-Es uno del círculo íntimo de Gantt. Después de la explosión en el Courier POBA, la Policía Metropolitana del Condado de Dade  le pidió ayuda al FBI, porque es delito federal atentar contra el Servicio de Correos.

-Es decir que ya se hicieron cargo los federales.

-El FBI, -continuó Ross,- advirtió inmediatamente a nuestra embajada en Caracas ante la posibilidad de que las oficinas de POBA en esa Ciudad pudieran también ser blanco de un atentado.

-Da la impresión de que esta gente está dispuesta a destruir cualquier  cosa relacionada con el Anticristo,-dijo Jonathan con preocupación.

-Te puedes imaginar que con la voz de alarma del FBI, la Policía de Caracas y hasta la DEA, la agencia federal que persigue el narcotráfico, se pusieron en alerta y enviaron agentes para peinar los alrededores de la oficina del Courier. A Bobby lo cogieron antes de que pudiera hacer daño, con explosivos y latas de gasolina en el coche, en el parking del edificio de oficinas. Con las manos en la masa, como quien dice. Con la ayuda de la Embajada fue deportado inmediatamente al Miami International.

-¿Ha confesado?,-preguntó Jonathan.

-Al principio no quiso abrir la boca. Los agentes del FBI, que lo interrogaron, sin éxito durante horas, concluyeron que no iban a poder sacarle nada y lo entregaron a la Policía Metropolitana de Miami donde, siguiendo el protocolo, le sentaron primero frente a Sally, la recepcionista de turno encargada de formalizar la entrada en nuestro sistema carcelario, y que es la típica funcionaria, casi robotizada. Como hace a diario con todos los que le llegan, sin mirarlo a la cara, porque no despega los ojos del monitor del ordenador, empezó a dispararle preguntas a Bobby y éste a contestar automáticamente:

-Nombre, por favor.

-Bobby Shields, soldado de primera, número ABZ234568

-Dirección

-247 Ashley Road

-¿Ciudad?

-West Palm Beach

-Como puedes imaginar, -continuó Ross, -lo demás fue un paseo, porque su identificación no mostraba esa dirección, que hicieron rodear inmediatamente. Allí mismo encontraron reunidos a los otros cinco “apóstoles” como llaman ellos a los del círculo íntimo. Gantt no estaba allí o logró escapar, pero no ha tenido escrúpulo en llamarte al programa. Aunque intentamos rastrear la llamada tan pronto como lo escuchamos en tu programa no dio tiempo para localizarlo. Lo cogeremos, ya tenemos la orden de arresto por un crimen federal.

-Y ¿cuál es el siguiente paso?  ¿Lo acusarán de asesinato y de quemar las iglesias de los afroamericanos?

-Todavía no tenemos pruebas,-dijo Ross,- pero ya hemos empezado a interrogar a los apóstoles y creo que van a cantar pronto. Ya sé que estás haciendo el programa desde un hotel  y me parece una buena idea, pero Gantt  ha demostrado ser rápido y efectivo, no te confíes.

-Sé cuidarme, pero por favor, mantén a mi mujer protegida las veinticuatro horas.

-No te preocupes, así lo haremos, pero tú continúa con el programa para hacerlo salir de su cueva, porque es evidente que a Gantt le fascina la publicidad que están teniendo sus locuras.

Sábado 5 de febrero, West Palm Beach, 9:20am

Tan pronto como hubieron volado las oficinas de POBA  en Miami, John Gantt había convocado a sus apóstoles en la iglesia para un solemne servicio religioso, exclusivo para Walter, Jack, Skip, Kelly, y Eddy, porque Bobby estaba camino de Caracas. Cubiertos por negras túnicas y cónicos sombreros, al puro estilo del Kukuxklán, los sermoneó repetidamente, con su voz más campanuda, acerca de la inminente llegada del fin del mundo, para terminar su discurso con una oración especial: “Yo, John Gantt, escogido directamente por Nuestro Señor, me marcho para volver colocado a la izquierda del Padre. Vosotros debéis permanecer aquí, cogidos de la mano, rezando por mí y dispuestos a obedecer mis órdenes tan pronto las recibáis”.

A continuación fue  al banco, retiró cuarenta mil dólares de los fondos de la iglesia  y volvió a su casa para afeitarse la barba y el bigote. Distribuyó el dinero entre su cinturón, provisto de cremallera en un compartimiento secreto y el resto en un maletín de mano. A continuación preparó una nota a su esposa explicándole que debía salir urgentemente en una labor misionera, por lo que ella y su hija  tendrían que esperarle con paciencia sabiendo que las amaba tiernamente. Llamó a su sobrina para que le llevara al aeropuerto de West Palm Beach, explicándole que tenía que volar urgentemente a Dallas por importantes asuntos de su iglesia, pero que esperaba volver en el día, lo cual explicaba su falta de equipaje.

Al bajarse del coche, frente a la entrada del edificio, tuvo la corazonada de que la policía podía  estar esperándole dentro del aeropuerto, porque es el clásico sitio donde cogen a los fugitivos, así que tomó un taxi a un pequeño y destartalado motel de carretera que había conocido en otros tiempos.

Desde allí llamó al programa de Jonathan.