La publicación de Estudios sobre los quipus
de Carlos Radicati, crónica del poder
de la amistad

Los quipus siempre han representado uno de los enigmas más emblemáticos de la civilización andina. Este legado, curioso código de cuerdas, colores y nudos, es portador de un mensaje cuyo contenido apenas ha podido ser develado por los especialistas. Personalmente recuerdo la honda impresión que me causó observar con curioso detenimiento el importante grupo de quipus descubiertos en Puruchuco en los años cincuenta del siglo pasado por el Dr. Arturo Jiménez Borja y que hoy de conservan en el Museo de Sitio del mismo nombre. Fue justamente durante el período que me tocó dirigir ese museo que mi admiración por estos curiosos instrumentos alcanzó su cenit. Sin embargo, debo admitir que los quipus son también intimidantes; la distancia que marcan con respecto al raciocinio occidental es notoria, lo que hace más complicado aún asumir el reto de su investigación científica. Nunca lo intenté, ni lo intentaré, empero la huella de su misterio siempre será algo particularmente vivo en mi fuero interno.

Esta breve introducción no tendría nada de relevante en lo que respecta a la forma como surgió la idea de esta publicación sino fuera por el recuerdo de aquel día en que encontré a mi colega y amigo Gary Urton trabajando, junto con la asistencia de Carrie Brezine, en el análisis de la colección de quipus del Museo Larco de Lima. En aquel tiempo ya no estaba vinculado al Museo de Sitio de Puruchuco, no obstante el nítido recuerdo de los quipus de su colección vino inmediatamente a mi mente. No pude evitar hablar con Gary y mencionarle la existencia de los quipus de Puruchuco —de los que ya tenía noticia por la tesis doctoral de Carol Mackey—. También le comenté la existencia de algunas referencias periodísticas conservadas en el archivo del Museo que daban cuenta de detalles poco conocidos sobre las circunstancias de este hallazgo. Luego de un breve y entusiasta diálogo convenimos en visitar Puruchuco, lo que sucedió pocos días después.

En su visita, Gary encontró los quipus de Puruchuco muy interesantes, lo que lo obligó a planificar un retorno al Perú a fin dedicarse a su investigación. A partir de este instante se desarrolló una buena amistad fundamentada en el interés de Gary por ahondar sus trabajos y en el mío ayudarlo —humildemente— en alcanzar sus metas. En este tiempo ya me encontraba en la dirección del Museo Raimondi de Lima, institución al amparo de la cual ya había realizado dos reediciones compilatorias de la obra del sabio italiano bajo el sello del Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ello permitió conocer y estrechar mi amistad con José Carlos Ballón, director de esta dependencia de San Marcos así como con todos los miembros de su extraordinario equipo editorial.

En el ínterin, el interés de Gary por ahondar en el estudio de los quipus lo llevó a ampliar el corpus a analizar, y como experto en el tema sabía que una de las colecciones que le faltaba revisar en Lima era aquella conservada en la Casa Museo Temple-Radicati de San Isidro, cuya administración depende directamente de la oficina del Rectorado de la Universidad de San Marcos.

Ante nuestra intermediación, y gracias a la colaboración de José Carlos, el Rector Manuel Burga accedió gentilmente a una reunión en la misma Casa Museo Temple-Radicati. En esta hermosa casona, en una amena conversación entre Gary, José Carlos, el Dr. Burga y quien suscribe estas líneas, se establecieron los compromisos para la posterior formalización de una autorización que permitió el estudio de esta colección, la misma que garantizaba, entre otros aspectos, la mejora de las condiciones de conservación de esta hermosa colección de quipus.

Fue así como en el verano del año 2005 Gary inició el análisis de esta colección, la misma que superaba la veintena de especímenes —originalmente se pensaba que no superaban los diez quipus—. La labor de conservación fue asumida con la reconocida capacidad y dedicación de la especialista textil Patricia Victorio, siempre bajo la atenta colaboración de Rosa Boccolini, Directora de la Casa Museo Temple-Radicati.

Mientras tanto —no recuerdo cuándo ni dónde—, surgió la idea de que esta iniciativa de investigación debería ser acompañada de una publicación compilatoria sobre la obra dedicada a los quipus de este insigne andinista italiano. Ante nuestra iniciativa, Gary accedió con entusiasmo a realizar la selección de sus obras más representativas y a acompañarla de un estudio introductorio sobre la obra de Radicati. Luego, el Dr. Duccio Bonavia —con el mismo entusiasmo— aceptó escribir una semblanza sobre la vida y trayectoria científica del investigador italiano, con quien además se sentía muy cercano debido a la amistad que cultivó tanto con él como con su esposa, la prestigiosa historiadora Ella Dunbar Temple.

Recuerdo que los artículos estuvieron listos a finales del verano de ese mismo año. Glenda Escajadillo, amiga arqueóloga, asumió con desinteresado espíritu de colaboración la traducción y corrección de estilo del artículo de Gary. Al mismo tiempo se iniciaron las gestiones a fin de garantizar la provisión de recursos para la publicación de la obra, el desmontaje de los quipus de sus antiguos marcos y su conservación preventiva, así como la confección de nuevos muebles para su adecuado almacenamiento.

Gracias a la participación y esfuerzos de cada uno de los arriba mencionados, de las instituciones patrocinadoras y de personas que han preferido mantenerse en el anonimato, es que todas las consideraciones medulares tenidas en cuenta para la ejecución de este sueño alcanzaron a concretarse.

De esta manera la publicación que hoy presentamos rinde homenaje a la figura de Carlos Radicati, a su amor por el Perú y a San Marcos, la Universidad a la que dedicó toda su pasión académica y docente. Asimismo, su querida colección de quipus se encuentra en mejores condiciones de conservación y almacenamiento gracias al tratamiento recibido por las piezas como a los muebles confeccionados especialmente para tal fin. Ello permitirá que en el futuro cualquier investigador tenga un acceso más cómodo a esta colección y a la vez contribuirá a dimensionar el propósito por el que el matrimonio entre Carlos y Ella decidió donar su casa, sus valiosas colecciones y excelente biblioteca a su querida Universidad Nacional Mayor de San Marcos: hacer de la Casa Museo Temple-Radicati un centro dedicado a facilitar los altos estudios académicos sobre el Perú.

Haber contribuido humildemente a este objetivo nos enorgullece, más aún cuando las primeras metas de este largo camino se alcanzaron gracias al poder de la amistad.

Luis Felipe Villacorta Ostolaza

Lima, 15 marzo de 2005