13

Cuando Adam despertó, experimentó una intensa sensación de frío y el cuerpo dolorido. Abrió los ojos y comprobó que se encontraba en una mazmorra de piedra. Percibió que alguien respiraba muy cerca y se volvió aterrorizado para ver quién había a su espalda. Tuvo que forzar la vista para discernir algo en la mortecina penumbra.

—¿Quién está ahí? —susurró.

—Soy Watch. ¿Eres tú, Adam?

Una deliciosa sensación de alivio se apoderó de Adam. Al menos hasta el momento en que intentó moverse y comprobó que su mano estaba sujeta con grilletes.

Mientras sus ojos se acostumbraban a la penumbra observó que los dos estaban encadenados y encerrados tras las rejas de una minúscula celda.

—Sí, soy yo —le respondió Adam—. ¿Dónde estamos?

—En los sótanos del castillo de la bruja, en las mazmorras —le explicó Watch, acercándose todo cuanto podía a su amigo. También él estaba sujeto por grilletes; sin embargo tenía algo más de movilidad y pudo acercarse Adam.

Sus ojos parpadearon mientras lo observaba.

—Por casualidad, ¿no habrás traído mis gafas? —preguntó Watch.

Adam palpó su bolsillo.

—Pues… sí, te las he traído.

Con dificultad introdujo la mano en el bolsillo y entregó las gafas a Watch, quien tuvo que enderezar las patillas para poder ponérselas sin que se le cayeran.

Adam imaginó que se habían doblado cuando recibió el golpe al intentar salir por la ventana. Se palpó la cabeza y se sintió feliz al comprobar que aún la conservaba sobre los hombros. Haciendo un esfuerzo, palpó un enorme chichón; por lo demás parecía encontrarse bastante bien. No obstante, sentía la espalda y las piernas heladas y entumecidas, seguramente por haber estado inconsciente sobre el húmedo suelo de la celda durante mucho tiempo.

—Watch, dime… ¿cuánto tiempo he estado inconsciente?

—Te trajeron hace un par de horas —le informó Watch, que seguía manipulando sus gafas.

—¿Y Sally? ¿Qué sabes de Sally? —preguntó Adam.

—¿Ella también está en esta dimensión?

—Sí. Traté de impedírselo, pero fue inútil. Ya sabes cómo es. ¿La has visto?

—No —dijo Watch—, pero tal vez sea una buena noticia.

—¿Por qué?

—Creo que la bruja nos tiene reservada una desagradable sorpresa.

—¿La has visto? —preguntó Adam—. ¿Cómo es? ¿Qué aspecto tiene?

Watch se rascó la nariz.

—Se parece a Ann Templeton, pero sus cabellos no son negros sino rojos. Pero en lo demás Ann Templeton es exactamente igual que Madeline Templeton.

—¿Quieres decir que la bruja que murió hace doscientos años podría ser la misma que ahora nos tiene prisioneros?

—Sí. O tal vez se trate de la contrafigura de Ann Templeton en esta dimensión. Es difícil saber cuál de las dos es la responsable.

Una vez más, Adam recordó las palabras que le dirigiera Ann Templeton.

«Os veré a los dos más tarde… en circunstancias muy diferentes».

—Es muy probable que se trate de la contrafigura de Ann Templeton —dijo Adam pensativo—. Espero que lo sea. Ella no me daba miedo.

—Tú todavía no la conoces —dijo Watch—. Yo sí. Envía al caballero negro a secuestrar niños. He visto a algunos de ellos. Todos han perdido al menos una parte de su cuerpo, la nariz, los ojos, las orejas. O incluso la boca.

«Tienes unos ojos preciosos, Adam ¿te lo han dicho ya, verdad?».

Adam estaba aterrorizado.

—¿Qué es lo que hace con… con esas partes que les quita a los niños?

Watch frunció el entrecejo.

—Tal vez sólo le interese coleccionarlas, como yo colecciono sellos.

—¿Te interesan los sellos? Yo tengo una colección de cromos de béisbol. Supongo que no accederá a dejarnos libres a cambio de nuestras colecciones ¿verdad, Watch? —reflexionó Adam, y enseguida preguntó—: ¿Cómo llegaste hasta aquí? ¿Te atrapó el caballero negro?

—Sí. Me cogió en cuanto llegué a esta dimensión. Estaba esperándome en el cementerio.

—Debía saber que estabas a punto de cruzar a este lado —caviló Adam.

Watch permaneció pensativo durante algunos minutos.

—Sí, yo también he considerado esa posibilidad. Eso significa que Ann Templeton tuvo que estar espiándonos desde el castillo y comprendió lo que nos disponíamos a hacer. Y no sé cómo, comunicó esa información a la bruja que vive en esta dimensión… —razonó Watch—. Aunque eso no nos ayuda a escapar de aquí.

—¿Estabas despierto cuando te trajeron? —preguntó Adam.

—Sí. El castillo es horrible. Además, está lleno de relojes.

—Entonces debes sentirte como en tu casa —se burló Adam, aunque no era el momento de gastar bromas.

—Hay algo curioso en esos relojes. Sus manecillas van al revés. Hacia atrás.

—Eso es muy interesante. Nosotros pudimos seguirte hasta aquí caminando de espaldas hacia la tumba de la bruja.

Watch frunció el ceño.

—Ésa es la clave. Es la respuesta al acertijo.

—Pero cuando intentamos regresar a través de la sepultura del mismo modo, no lo conseguimos.

—¿Intentasteis regresar? ¿Pensabais dejarme aquí?

—Echamos una mirada alrededor y supusimos que tú habías muerto.

—Sí, yo probablemente hubiese hecho lo mismo —admitió, y súbitamente volvió la cabeza—. Creo que la bruja viene hacia aquí.