4
No llegaron a los soportales donde estaba el cine, porque de camino se toparon con Watch, el amigo de Sally.
Watch era un muchachito que llamaba la atención. Tenía aproximadamente la misma estatura que Sally, con lacios cabellos rubios muy pálidos, orejas enormes y largos brazos que casi llegaban al suelo.
Adam descubrió de inmediato de dónde provenía su apodo de Watch. En cada brazo llevaba dos grandes relojes. Tal vez hubiera alguno más en sus bolsillos. Vete tú a saber.
Las lentes de sus gafas eran muy gruesas, daban la impresión de haber salido de un telescopio.
Sally parecía muy contenta de verlo y le presentó a Adam.
—Adam es de Kansas City —le explicó a Watch—. Acaba de llegar y creo que no le gusta este sitio.
Adam frunció el entrecejo antes de responder:
—No es tan malo.
—¿Cuáles son tus asignaturas preferidas en el colegio? —le preguntó Watch.
—Watch es un fanático de las ciencias —dijo Sally—. Si te gustan las ciencias, le gustarás a Watch. En cuanto a mí, me tiene sin cuidado si has suspendido en naturales o mates. Mi amistad es incondicional.
—Me gustan las ciencias —dijo Adam, y luego señaló los brazos de Watch—. ¿Por qué llevas tantos relojes? ¿No tienes bastante con uno?
—Me gusta saber en todo momento qué hora es en cada rincón del país —contestó Watch.
—Existen cuatro zonas horarias en Estados Unidos —explicó Sally.
—Ya lo sé —dijo Adam—. Kansas City va dos zonas horarias por delante de la Costa Oeste. Pero… ¿por qué razón deseas saber qué hora es en cada zona?
Watch inclinó la cabeza.
—Porque mi madre vive en Nueva York, mi hermana en Chicago y mi padre en Denver —explicó Watch, y luego, encogiéndose de hombros, añadió—: Me gusta saber en qué hora vive cada uno de ellos.
Había un dejo de tristeza en la voz de Watch. Adam tuvo la sensación de que no debía preguntar por qué la familia del chico estaba tan esparcida. Sally debió de sentir lo mismo, porque pasó por alto la explicación de Watch, y siguió charlando.
—Precisamente estaba diciéndole a Adam lo peligroso que es este pueblo. Pero no estoy muy segura de que me crea.
—¿Realmente viste a Leslie Lotte cuando se la tragaba la nube? —preguntó Adam a Watch.
Watch miró a Sally.
—¿Qué le has contado?
La pregunta de Watch hizo que Sally se pusiera a la defensiva.
—Sólo le he dicho lo que tú me explicaste.
Watch se rascó la cabeza. Su cabello rubio era muy fino.
—Vi a Leslie perderse en la bruma. Y luego nadie ha podido encontrarla. Pero no sé, a lo mejor se escapó de casa.
—La bruma, una nube… ¿cuál es la diferencia? —preguntó Sally—. La atmósfera se la tragó, y ya está. Eh, Watch, ¿qué piensas hacer hoy? ¿Quieres venir con nosotros?
El rostro de Watch se iluminó.
—Voy a visitar a Bum. Va a mostrarme la Senda Secreta.
Sally se estremeció.
—No vayas por la Senda Secreta. Si lo haces, te morirás.
—¿Eso crees? —preguntó Watch.
—¿Qué es la Senda Secreta? —quiso saber Adam.
—No le digas nada —dijo Sally—. Acaba de llegar y me cae muy bien, no quiero que se muera.
—No creo que vayamos a morir —dijo Watch—. Pero podríamos desaparecer.
De repente, Adam se sintió muy interesado por el rumbo que había tomado la conversación. Él nunca había desaparecido.
—¿Cómo? —preguntó.
Watch se volvió hacia Sally.
—Explícaselo tú —dijo Watch.
Sally negó con la cabeza.
—Es demasiado peligroso. Además, me siento responsable de él.
—¿Quién te ha hecho responsable de mí? —preguntó Adam, molesto—. Yo tomo mis decisiones. No puedes decirme lo que debo hacer —afirmó con tono de fastidio, y volviéndose hacia Watch, agregó—: Explícame lo de la senda. Y dime también quién es Bum.
—Bum es el vagabundo del pueblo —le interrumpió Sally—. Era el alcalde hasta que Ann Templeton, la bruja, le lanzó un hechizo.
—¿Es eso cierto? —preguntó Adam a Watch.
—Bum era el alcalde, sí —confirmó Watch—. Pero no sé si se convirtió en un vagabundo por un hechizo. A lo mejor se volvió perezoso. Siempre fue un pésimo alcalde.
—¿Qué es exactamente la Senda Secreta? —volvió a preguntar Adam.
—No lo sabemos —contestó Sally—, es un secreto.
—Decidme al menos lo que sabéis —insistió Adam, que comenzaba a exasperarse.
—Parece ser que se trata de una senda mágica que serpentea a través del pueblo y que conduce a otras dimensiones —explicó Watch con entusiasmo—. La he buscado durante años pero hasta ahora no he podido dar con ella. Sin embargo, se supone que Bum la conoce.
—¿Quién lo dice? —quiso saber Adam.
—Bum; él lo dice —respondió Watch.
—¿Y por qué habría de contarte a ti el secreto? —preguntó Sally—. ¿Y por qué precisamente hoy?
Watch reflexionó.
—No lo sé. Le di un bocadillo la semana pasada. Tal vez desee agradecérmelo.
—Tal vez desee que te maten —refunfuñó Sally.
—No era un bocadillo tan malo —se defendió Watch.
—Cuando decís que la senda conduce a otras dimensiones… ¿a qué os referís? —quiso saber Adam.
—A que hay más de un Fantasville —dijo Sally.
—¿Ah, sí? —exclamó Adam.
—Este pueblo vive de forma paralela a otras realidades —le explicó Watch—. En ocasiones esas otras realidades penetran en esta realidad, a veces del todo, a veces en parte.
—Y ésa es la razón de que este pueblo sea tan extraño —remató Sally.
—¿Tenéis alguna prueba de que sea verdad todo lo que me estáis contando? —preguntó Adam moviendo la cabeza con incredulidad.
—Hombre, pruebas… no —reconoció Watch—. Pero por lo visto un vecino mío conocía lo de la Senda Secreta.
—¿Y te contó algo? —insistió Adam, ganado por la curiosidad.
—Desapareció antes de que pudiera preguntárselo —contestó Watch, y se detuvo para echar un vistazo a uno de sus relojes—. Bum me está esperando. Si queréis venir conmigo tenéis que decidiros ahora mismo.
—No vayas, Adam —suplicó Sally—. Aún eres joven. Tienes toda la vida por delante.
Adam se rió ante aquella muestra de preocupación.
Estaba muy interesado en la Senda Secreta, aunque no acababa de creerse que existiera.
—No tengo nada que hacer, y quiero saber de qué va todo este asunto —dijo, y volviéndose hacia Watch hizo un gesto afirmativo con la cabeza—. Vamos a buscar a ese Bum.