Capítulo 4

 

 

 

Quedó encantada con su dormitorio. Al contrario que la parte de la casa que ya había visto, aquello era precioso. Sencillo, pero acogedor.

Debía tener en cuenta que la vivienda estaba adaptada a todo lo que necesitarían para hacer un Reality Show, pero aún con todo, había esperado no encontrarse con todo ese equipo electrónico nada más entrar.

Esto sin embargo, era otra cosa.

La cama de matrimonio era enorme y estaba enmarcada con unos estantes blancos con algunos adornos verdes. El cabecero acolchado le parecía un detalle maravilloso, y el papel de pared de dibujos asimétricos de tonos grises y verdes, le daban un toque muy moderno. Al pie de la cama había un baúl que hacía las veces de asiento con un par de cojines a juego con el tono predominante del espacio. Una de las pareces estaba ocupada con un escritorio y una cómoda silla giratoria, y en la otra había un armario enorme de tres puertas hasta el techo. Dentro había mantas, sábanas y algunas toallas. Aquello parecía un hotel.

Dejó la maleta en medio de la estancia para asomarse a la ventana. Tenía un pequeño balcón donde apenas entraban dos personas de pie, pero tampoco necesitaba más espacio extra allí. Abrió la puerta acristalada y salió para ver el exterior. La casa hacía forma de una U torcida. Podía ver unas pequeñas jardineras y algunos muebles de exterior desde allí; a su derecha estaba la fachada que supuso que servía como conexión con la parte trasera de la casa, ya que desde una de las ventanas se percibía lo que debía ser una escalera para la segunda planta de esa parte de la vivienda. Supuso que la parte de la construcción, en la zona que tenía justo enfrente, estarían la cocina y otras instalaciones, y lo que serviría como plató para las grabaciones: las cuatro cocinas totalmente equipadas que habían instalado tras realizar una reforma de mayor envergadura. Paloma les había hablado hacía semanas sobre las reformas y les había enseñado fotos y vídeos, por eso recordaba que en esa parte de la vivienda, y más concretamente en la planta superior, estaría la sala de cine y la de entretenimiento. Justo detrás, en la amplia parcela trasera que colindaba con la casa, se encontraría la piscina climatizada. Ashley no podía verla desde allí, pero las fotos mostraban la majestuosidad del lugar. Tenía muchas ganas de disfrutar de su tiempo libre en las tumbonas que sabía que se ocultaban bajo las enormes sombrillas que tampoco vislumbraba desde su habitación.

Paloma había hablado también sobre la posibilidad de poner una barbacoa para que pudieran pasar tiempo fuera los fines de semana, pero no estaba segura de que lo hubieran hecho.

Luego visitaría el resto de la casa, supuso.

Entró en la habitación de nuevo y cerró la puerta del balcón. Echó un rápido vistazo al cuarto de baño, y se sorprendió por lo bonito que había quedado. Las paredes eran de azulejos de cristal verdes, pero no en un tono que le dieran ganas de salir corriendo, sino de uno suave y relajante, el mismo del papel pintado y de los cojines. Todo hacía juego, y ese añadido quedó como un spa. Increíble. La bañera de patas estaba situada al fondo, con una cortina blanca sujeta con una barra transparente que parecía de cristal. Ashley supuso que el material sería algo más parecido al plástico, porque de lo contrario, podría ser peligroso si tiraba demasiado.

Había pequeños estantes en la pared para los jabones y esponjas. En la parte derecha estaba el retrete y varios accesorios de baño y en la parte derecha había un lavabo doble con un gran espejo con un marco gris muy bonito y elaborado. El mueble colgante era muy espacioso. Desde luego allí no tendría problemas de almacenamiento.

Escuchó unos golpes fuera y fue a ver de quién se trataba.

Apenas salía del baño cuando la puerta se abrió de golpe y entraron sus amigas. Dio gracias al cielo porque se tratara de ellas y no de otras personas. Ahora mismo no se encontraba con ánimos de hablar con nadie más, a pesar de que sabía muy bien que no le quedaba otra.

Tenían trabajo por delante, y aunque quisiera, no podía esconderse allí para siempre.

—¡Ashley! ¡Esto es precioso! —gritó Erika con cara de asombro mientras lo observaba todo.

Jenna fue a abrazarla con efusividad y luego se les unió Erika. Estaban felices y emocionadas por estar juntas allí. De lo contrario, nada sería igual, y Ashley lo sabía mejor que nadie.

—Bien, ¿cuándo empezamos con el maquillaje y el vestuario? —preguntó Erika. Estaba deseando empezar.

—Oh pues, no lo sé —dijo Ashley un poco perdida.

Ni siquiera había preguntado. Su llegada, que debiera haber sido de otro modo, había quedado eclipsada por la mentira de Donovan. Solo recordarlo la hizo poner mala cara. Querría dar un paso atrás, ir al aeropuerto y largarse a casa con su familia y resguardarse en personas que no la juzgaban, pero en Miami todo iba cuesta abajo, y sabía que era un error pensar en marcharse y, además, por muchos motivos.

—¿Qué ocurre? —preguntó Jenna con ternura. La observaba con interés, y supo que no podría eludir el tema por mucho tiempo.

Les contó lo sucedido y ellas escucharon atentas, mostrando su descontento y su apoyo incondicional. Al soltarlo todo, Ashley se sintió un poco mejor, y también pensó en que era un tanto absurdo que se enfadara por eso. Sabía que lo que más le molestaba era el sentirse manipulada, pero lo cierto era que al final, pensándolo como una adulta, y no como una niña con una rabieta, sabía que habría terminado por aceptar el trabajo igualmente, sin tener en cuenta otras implicaciones que empezaban a pesarle.

Escapar de su pasado, tanto en el trabajo como en su vida personal, se convirtió en una necesidad.

Más tarde o más temprano, arreglaría las cosas con Donovan para separar sus vidas para siempre, porque estaba claro que se sentía demasiado atada a esa relación ficticia. Que fueran amigos no significaba que ella tuviera que seguir con la farsa del matrimonio por más tiempo. Ahora encima, tendría que desempeñar el papel ante las cámaras para un numeroso público.

Estaba convencida de que desvelar la verdad causaría un gran efecto, y más ahora que su imagen también iba a tomar un rumbo más notorio, pero ya estaba harta de mentiras. Donovan tendría que hacer las cosas de otro modo si deseaba que continuaran tomándole por un hombre serio y formal, y no por un juerguista sin remedio.

Dependía de él.

Ashley oyó el timbre de su teléfono y lo sacó del bolsillo trasero de su vaquero. Era Donovan.

—Están abajo, nos piden que nos reunamos con el equipo cuando estemos listas —dijo a sus amigas, que la miraban expectantes.

—Bien, vayamos, y ya pensaremos en una venganza por lo que te ha hecho —espetó Erika con voz amenazante.

Ashley y Jenna soltaron una risita nerviosa, porque sabían que su amiga lo decía muy enserio; era una mujer fiel a sus principios, y si le hacían daño a un ser querido, no perdonaba fácilmente. Estaba claro que ya estaba ideando un modo de hacer pagar a Donovan lo que le había hecho. Ashley tembló por dentro. Cuando quería, Erika podía ser muy creativa. Casi demasiado.

Le dieron ánimos entre las dos, y le aseguraron que todo iría bien porque estaban juntas. A los pocos minutos, bajaron la escalera para reunirse con todos en la entrada de la casa.

Había bastante gente allí.

Ashley presentó a Paloma y a las chicas, y como la directora de la productora estaba haciendo su papel de anfitriona, empezó a nombrar a gran parte del equipo de grabación. Había dos cámaras y sus dos ayudantes de sonido e iluminación, varias personas que se dedicaban a organizar el decorado, uno de los guionistas principales, el director de la cadena de televisión donde se emitiría el programa y su secretaria, los dos redactores, y algunos inversores y patrocinadores.

Casi se sentía mareada al ver a tanta gente allí, cada uno contándole su papel en todo el proyecto y haciéndole mil preguntas.

Ella procuró ser amable con todos, pero empezaba a agobiarse. Al cabo de una media hora más o menos, el grupo empezó a disolverse poco a poco. Tenían que empezar a trabajar cuanto antes.

Le entregaron un cuadernillo con la escaleta del programa y lo que tenían previsto para ese día y Ashley le echó un rápido vistazo mientras caminaban por la casa. Al parecer no era la única que solo había visto fotos de las reformas que habían estado haciendo esos meses. Todos estaban deseando ver hasta el último rincón.

Tal como recordaba, la cocina principal era enorme, bien equipada, y una verdadera preciosidad. Se moría de ganas por empezar a usarla, aunque sabía que ese día solo harían unas grabaciones por las instalaciones, de unos quince minutos en total. Harían fotografías en el decorado una vez solucionado el problema del vestuario y del maquillaje, por la tarde, conocería a los alumnos del curso.

Aunque creyó que ya estarían por allí, supo que estarían ausentes mientras Ashley y Donovan trabajaban en el spot publicitario.

Durante el fin de semana, todos juntos se prepararían para empezar el curso. Normalmente ella no necesitaría un tiempo previo para dar comienzo, pero claro, allí tenían que contar con las cámaras, con los tiempos de puesta en marcha del equipo y con el necesario para enseñarles a usar todo el equipamiento.

No podrían hacerlo todo ese fin de semana, porque si no, para cuando tocara utilizar algunos aparatos de cocina para las recetas, ya se habrían olvidado. Los repasos se harían diaria o semanalmente.

Cada día por la tarde, tendrían un par de horas para la revisión de lo grabado, y era ahí cuando se harían nuevas tomas y secuencias para el reality con los comentarios y opiniones de los alumnos y también de Ashley, ya que añadirían todo eso al montar la producción diaria del programa; serviría como narrador para las actividades que se fueran llevando a cabo cada mañana, y cuando se emitiera el programa, quedaría perfecto al intercalar imágenes de la preparación de los platos, con las impresiones de cada grupo en los momentos clave.

Mientras Ashley, Erika, Jenna y Paloma fueron a una zona habilitada para vestuario, Donovan y los demás se marcharon al jardín. La mayoría se quedaría para observar cómo se les daba el primer día, ya que estaban interesados en conocer de primera mano, algunos detalles que solo unos pocos afortunados podrían saber.

Se alegró de que Donovan se marchara, porque la tensión entre ellos era palpable desde que se vieron un rato antes; y tener que fingir con una enorme sonrisa todo el rato, le estaba produciendo dolor de cabeza y de mandíbula.

Ahora por lo menos, con Paloma no tenía que mostrarse simpática si no le apetecía.

Sabía que era infantil, pero no se sentía caritativa con ella, y menos cuando vio la cantidad de percheros que había allí.

No podía creer cuánto espacio había al lado de las cocinas. Había varios sofás con unas taquillas amplias y blancas, dos espejos de cuerpo entero, una zona donde estaba la ropa que se tendría que probar ahora, y dos espacios para que Erika y Jenna pudieran trabajar. Se parecían mucho a los tocadores que se veían en las peluquerías, y además, tenían unos estantes con cantidad de productos de belleza. En cuanto lo vieron, fueron directas para cotillearlo todo.

—Bueno, Ashley —empezó Paloma con cautela—, sé que el conjunto que te mostré en las fotos no fue de tu agrado, así que podremos trabajar con estos treinta conjuntos que nos han cedido las diferentes marcas de ropa que hay en España. Algunas prendas deberás mostrarlas en las grabaciones posteriores de la tarde, porque se trata de nuestros patrocinadores, de modo que hay que hacer publicidad.

Ashley no entendía muy bien el funcionamiento de la televisión, pero escuchó sus explicaciones, y le parecieron razonables. Estuvo mostrándole la ropa y le dijo que debería probarse cada prenda para asegurarse que era de su talla. Escogerían algo con lo que se sintiera cómoda para grabar los primeros cinco minutos, y luego cambiarían para los siguientes.

Empezó a desnudarse y a hacer lo que le había pedido durante un buen rato, y al final optó por un vaquero sencillo de un color oscuro, unas zapatillas de Boutique Moschino con un estampado muy colorido y una camiseta de manga corta verde de H&M. Erika le dio un delantal de color crema con un estampado de hojas verde que le iba muy bien.

Se recogió el pelo en una cola de caballo y dejó que Erika la maquillara y Jenna le pintara las uñas en tonos verdes, algunas más oscuras que otras. Iba conjuntada desde los pies a la cabeza; se sentía cómoda para enfrentarse al proceso que venía a continuación.

Llamaron a la puerta y se escuchó la voz de Paloma.

—¿Cómo va todo por ahí dentro? —inquirió con una pizca de inquietud e impaciencia que no pudo ocultar del todo.

Ashley puso los ojos en blanco y las tres se miraron de soslayo.

—Estoy lista. Salgo en un minuto —dijo en voz alta—. Y veremos cómo acaba todo esto —musitó en voz baja.

Sus amigas soltaron risitas ahogadas y revolotearon a su alrededor cuando se puso de pie.

—Estás genial. Pareces una auténtica profesional, seria pero juvenil al mismo tiempo —aseguró Erika con orgullo fraternal.

Jenna asentía con una mirada resplandeciente.

—Perfecta —declaró dando saltitos de alegría.

Abrazó a sus amigas con cariño y con cuidado de no arruinar su obra de arte, y se sintió con fuerzas para enfrentarse a lo que fuera. Ellas eran diferentes entre sí, aunque igual de alocadas y divertidas. Siempre conseguían animarla. Mientras Erika era puro fuego en cada aspecto de su vida, se comportaba como una auténtica come-hombres con el sexo opuesto; Jenna por el contrario tiraba a ser casi una romántica. Casi. Igual que podía encariñarse con rapidez, olvidaba con la misma facilidad. Tal vez por esa razón se entendían las tres tan bien; se conocían desde hacía ya muchos años, y no había secretos entre ellas, sino una amistad sincera y sin reservas. Eran inseparables.

—¿Vamos? —inquirió Ashley.

—Pues claro, nena. Juntas podemos con ella —bromeó Erika entre risas.

Se encontraron con Paloma y esta tuvo que hacer un gran esfuerzo para ocultar su frustración cuando vio a Ashley saliendo del vestuario.

—Bien, empecemos ya —animó con los dientes apretados.

No parecía muy contenta, pero Ashley apreció la cortesía de que hablara en inglés para que Erika y Jenna participaran de algún modo en la conversación. Un punto a su favor.

Donovan apareció con un traje muy elegante de color azul marino y raya diplomática, zapatos negros y corbata de seda de un tono gris marengo que contrastaba muy bien con la camisa blanca que llevaba bajo la chaqueta. Estaba guapísimo. Todas le admiraron en silencio y él disimuló como pudo el regocijo que sentía en su interior.

—Grabaremos tu parte enseguida —anunció Paloma dirigiéndose a él— porque no queremos que eclipses a Ashley —bromeó con una sonrisa encantadora y coqueta—. Haremos unas fotos por separado y otras con los dos juntos, y así probaremos la iluminación y el mejor escenario posible para que aparezca de fondo en la cabecera principal. Probablemente luego los técnicos montarán algunos efectos visuales para que sea llamativa y comercial, pero por eso no os preocupéis. Iremos tomando archivos de las grabaciones diarias y será al final cuando los realizadores y editores lo examinen todo y lo puedan acabar.

—¿Podremos verlo antes de que el programa se emita? Quiero asegurarme de que van a sacar mi mejor perfil —bromeó Donovan con su mejor sonrisa seductora.

—Claro que sí, aunque tú no tengas sesión de “detrás de las cámaras”, podrás participar desde fuera en un segundo plano, ya que se hará en una habitación abierta que ya casi está preparada. Algunas veces usaremos también una sección que han habilitado en la parte principal de la casa, para variar un poco.

—¿Será una especie de confesionario? —preguntó Erika.

—Algo así. Cuando se emiten los realities, quedan intercaladas las imágenes en directo, y estas otras grabaciones posteriores. El espectador está al tanto de todo lo que ocurre, de todo lo que piensan los integrantes de una forma dinámica —explicó Paloma.

Su ayudante apareció para informarles de que el equipo estaba listo, y al fin llegó el momento de empezar.

Hicieron las primeras grabaciones en el exterior, con la casa tras ellos. Ashley tuvo que hacer algunas poses sola, y luego fue el turno de Donovan.

Ashley se preocupó de no aparecer tan natural tras las cámaras como él, ya que estaba acostumbrado a todo ese tinglado; sin embargo, debía hacer lo que le pedían, y se desenvolvió lo mejor que supo.

Cuando empezó a hacer viento, continuaron la sesión en el interior. La cocina principal se convirtió en el escenario para el resto de la mañana. Ashley estaba contenta por haberse salido con la suya con respecto a la ropa. Se había puesto otros dos conjuntos similares, y uno de ellos, con un delantal en tonos rojos y con una coqueta blusa que dejaba entrever el inicio de sus pechos.

Fue idea de Jenna, que al igual que ella, se había enamorado del color violeta como contraste, y de la forma en la que se entallaba a su delgado torso.

Al finalizar, Paloma se acercó a ella para evitar que las personas que había allí observando todo el proceso escucharan su conversación. Acabaron en la sala de maquillaje y vestuario. Donovan no dudó en acercarse a ellas cuando vio que ninguna parecía muy contenta con la otra.

—¿De qué habláis, chicas?

Ashley puso los brazos en jarras y suspiró con cansancio.

—No pienso ponerme esas chaquetas holgadas, ni un gorro enorme de cocinero. Me vería ridícula —explotó de pura frustración.

—Te verías muy profesional. Ahora solo pareces una amante de la moda que está posando. No pareces una maestra repostera —replicó Paloma sin dejar hablar a Donovan.

Este miraba a una y otra con evidente impotencia.

—A todo el mundo le gustó como hice las grabaciones —apuntó ella—. Y no tengo que parecer nada, porque soy repostera —recalcó con furia—, y mi imagen no va a cambiar eso —se defendió.

—No quiero que los espectadores solo se fijen en que eres joven y guapa. Ese no es el objetivo del programa —repitió por segunda vez.

Ashley empezaba a cansarse de ese estúpido lema tan suyo. No podía creer que pensara eso de verdad. Paloma se enfrentaba a ella porque no coincidían en el tema del vestuario, pero ahora se estaba pasando, según su opinión.

Donovan, en medio de las dos, se sentía perdido mientras las escuchaba y pensaba en algo que decir que no acabara por empeorar las cosas.

—¿Por qué no lo pensáis un poco y mañana lo habláis con más tranquilidad? —propuso con suavidad.

Ashley miró al techo desesperada. Eso no era una opción para ella. Le parecía que Paloma buscaba ridiculizarla, y aunque no fuera cierto del todo, tampoco entendía esa insistencia. Cuando salió con el primer conjunto, a todo el mundo le gustó. Recibió muchos elogios de personas que también estaban implicadas en el programa, así que merecían cierta consideración. No creía que hubieran mentido para hacerla sentir bien en su primer día, al fin y al cabo, todos buscaban que el proyecto tuviera éxito, y no aumentar la autoestima de Ashley, cosa que en realidad no le hacía falta.

Trató de serenarse antes de hablar, porque no deseaba pelear más, y necesitaba que Paloma entendiera que no pensaba ceder ni un milímetro.

—Hay que zanjar este tema. Mañana tenemos reuniones todo el día: con los grupos de alumnos, con los guionistas y… no podemos perder más tiempo en esto —se quejó Paloma.

Todo el proceso había sido muy intenso, y Paloma deseaba terminar con los detalles para centrarse en el inicio del programa, en el comienzo del curso. No quería ceder, pero se le agotaba el tiempo y necesitaba acabar con ello ya. Últimamente había llevado un ritmo de trabajo frenético y agotador con las reformas a toda prisa, la búsqueda de los alumnos que mejor se adecuaran al proyecto, y todo debía salir perfecto.

Reducir todo ese tiempo a la mitad, podría no haber sido su mejor idea hasta el momento, pero deseaba llevarlo a cabo. Estaba muy ilusionada en realidad.

—Si no puedo ponerme lo que yo quiera —empezó Ashley con deliberada parsimonia—, entonces iré desnuda. Y es mi única oferta —añadió cansada.

Dejar a Paloma y a Donovan con la boca abierta y los ojos como platos fue motivo de regocijo para ella. Al fin parecía que captaba su atención. No había vuelta atrás después de soltar aquello. En ningún documento se le exigía el que llevara determinada ropa, y no entendía su cabezonería, pero ya había llegado al límite de su limitada paciencia.

Estaba harta.

No era más que un curso de repostería, y a pesar de que sería en televisión por primera vez en su carrera, lo realmente importante no era el color de su delantal, sino que sus alumnos se marcharan al cabo de cuatro semanas con algunos conocimientos y con una buena experiencia.

Lo demás era secundario. Estaba dispuesta a hacer su trabajo lo mejor posible, a colaborar en todo lo que se le pidiera, pero según ella, la ropa era otra cosa, y no iba a dejar de ser quien era. Ni que otro lo intentara siquiera.

Donovan permaneció en silencio mientras ellas mantenían una lucha de miradas.

Paloma carraspeó y, no sin esfuerzo, compuso una pequeña sonrisa cortés.

—Me da miedo preguntar si eso va en serio —aludió al comentario anterior. Ashley sintió el rubor de sus mejillas, pero no se le ocurrió ceder avergonzada—, así que… está bien. Podrás vestir como quieras, siempre que sean prendas que haya en esta habitación. Al menos para grabar —añadió de manera innecesaria.

Negando con la cabeza de forma casi imperceptible, Paloma aguardó a que Ashley dijera algo.

—Gracias —soltó aliviada—. Si no estuviera cómoda ya desde el principio, no quisiera imaginarme cómo de tensa aparecería en televisión. Sabes que todo esto es nuevo para mí.

—Bien, ahora que esto se ha resuelto —intervino Donovan para aliviar la tensión que se respiraba en el ambiente—, podemos tomar un descanso, comer, y continuar con lo previsto en la agenda de esta tarde.

Estuvieron de acuerdo y, como el catering ya había llegado, se reunieron con el resto en la enorme sala de reuniones que desde ahora tenía todo tipo de usos según las necesidades del equipo en la casa. La primera planta era enorme, con gran cantidad de habitaciones espaciosas en las cuales podrían haber instalado un comedor para un numeroso grupo de personas, pero la parte trasera de la vivienda estaba dedicada solo al espacio para las que se alojarían allí, y la principal, se encontraba ocupada por los equipos, las cámaras, y oficinas improvisadas que tanto necesitaban.

La sala de reuniones se convertiría ahora en un amplio comedor durante algunas horas a la semana, y el personal del catering obtendría un extra para organizarlo y recogerlo todo cuando hubieran acabado de usarlo.

Ashley comprobó que era una empresa maravillosa. Cuando se cambió de ropa y fue en busca de Erika y Jenna, se dirigieron allí y ya estaban casi todos los presentes en la mesa. Algunos se despidieron antes de comer, por lo que ahora solo se encontraban allí Paloma y su asistente, llamada Deborah, Donovan, los técnicos, y los ayudantes de cámara que estarían trabajando cada día con ellos.

Esa tarde aún tenían detalles que ultimar.

La sala fue transformada por completo desde esa mañana. La mesa vestía ahora un mantel suave de un blanco brillante, y había platos de porcelana, cubiertos de plata preciosos, y copas de cristal junto con un centro de mesa con flores frescas. Una decoración de revista.

Fue un momento muy distinto al resto desde que llegaron, y del que todos disfrutaron. Ashley se relajó y pudo observar detalles que pasaron desapercibidos al entrar por primera vez en la casa.

Las paredes aportaban toques de color con los cuadros abstractos que tenían colgados, y habían colocado algunas plantas de gran tamaño, lo que también aportaba cierta frescura y alegría al lugar.

Supuso que las trajeron a lo largo de la mañana, porque al llegar unas horas antes, solo había experimentado la frialdad y sobriedad de la casa. Desde luego la planta principal no parecía un hogar con todas esas pantallas y equipos electrónicos con cables por doquier, pero al menos ahora, la atención se desviaba un poco hacia los nuevos toques de color. Se alegraba de que hubieran cuidado mejor los dormitorios, que eran amplios espacios donde apetecía estar, sin duda.

—La comida es una delicia —comentó Jenna cuando acabó su plato de salmón con verduras.

Erika, sentada a la izquierda de esta, estuvo de acuerdo, pero se acercó un poco a ella para que Ashley, sentada a la derecha de Jenna, oyera lo que iba a decir.

—Lo que sí es una delicia es el bomboncito que está sentado a mi lado —cuchicheó con descaro, y con una sonrisa lasciva.

De manera disimulada, las chicas fingieron que charlaban de algo intrascendente y echaron un rápido vistazo al chico en cuestión. Era muy guapo, y si Ashley no se equivocaba, se trataba de uno de los cámaras.

—Se llama Cristian, y tiene veintidós años —explicó Erika.

—¿Habla inglés? —preguntó Jenna con interés.

—Sí —dijo con alegría—. Él y su amigo Leo hablan muy bien inglés. El que está sentado a su lado —explicó para que supieran de quién hablaba—. Es muy atractivo también —añadió con un leve arqueo de cejas.

—Qué poco tardas en ligar —bromeó Ashley.

—Ya bueno, es un yogurín bastante lanzado —soltó coqueta.

—Menos mal que hablan inglés —intervino Jenna—, porque nuestro español es horrible. Y al menos ahora, tenemos con quién pasar el rato libre —aludió al comprobar que el compañero de Cristian era realmente mono.

Las chicas rieron por lo bajo y no tardaron en encontrarse hablando con los dos jovencitos. Leo, que tenía veinticuatro años, estaba claramente interesado en Jenna, por lo que Ashley, cuando acabaron de comer y salieron a tomar el aire al jardín, la animó a acercarse a él.

Ella no tenía el menor interés en implicarse con nadie del programa, más teniendo en cuenta que todos pensaban que estaba casada con Donovan, así que debía tener cuidado con lo que hacía, y cómo se comportaba con los del sexo opuesto para no ser un tema de conversación.

Sus amigas lo entendían, claro, aunque también se sintieron un poco mal por ella.

En realidad, Ashley en cierto sentido, no le debía lealtad ni explicaciones a Donovan porque lo suyo no era real, pero ambos sabían que de momento no estaban listos para que el mundo lo supiera.