25. QUIERO SER COMO TÚ.

 

No tenía ganas de separarme de Bhadrak y me daba miedo pensar en lo que pudiera hacer, pero como no me había dejado acompañarlo decidí que lo mejor sería poner al día mis asuntos. Una vez en mi habitación, encendí el portátil y abrí el correo. Primero leí el de mi padre de nuevo y le contesté un simple: «No pasa nada, lo entiendo». No tenía ganas de calentarme y conociéndome, sabía que si me ponía a escribir largo y tendido diría algo inapropiado y no merecía la pena. Lo cierto es que durante ese mes en Agra, me había dado cuenta de que habían cosas más importantes de las que preocuparse que el hecho de que un padre no hubiera sabido estar solo y se hubiera echado novia antes de tiempo pero, ¿quién era yo para juzgar a nadie? El hecho de que mi padre estuviera con Marta no hacía daño a nadie, mi madre ya no estaba y yo iba a estar igual de sola tanto si mi padre tuviera pareja como si no. No es que pensara que había sido egoísta al juzgarlo, pues todavía en mi interior pensaba que él no había actuado correctamente, pero estaba empezando a pensar que no merecía la pena estar a malas con él ya que al fin y al cabo era la única familia que me quedaba, además de mi tía Emilia y Liz.

A continuación abrí el correo de mi prima y lo leí.

 

De: Elisabeth Romero Morgan

Para: Laura Morgan González

Asunto:

9 de Mayo de 2016

Hola prima, por fin he dado el paso y he decidido estar con Amanda. Me he dado cuenta de que me gusta estar con ella, no sé si eso significará que soy homosexual o no, pero siento un hormigueo en el estómago cuando la veo que debe de querer decir algo, y de momento sé que me gusta, y mucho. ¡Cómo es la vida de imprevisible! ¿Te acuerdas cuando te conté que me hacía la vida imposible esa mujer? Creo que en el fondo ya me gustaba porque necesitaba hablar de ella, aunque fuera para quejarme, ya que la tenía siempre en mi pensamiento. He pensado este sábado llevarla a comer a casa de mis padres y contarles nuestra relación (uy, lo digo y no me lo acabo de creer, estoy eufórica y con ganas de gritar a los cuatro vientos mi cambio de vida jajaja), pero no sé si será precipitarme demasiado, ¿tú qué opinas? Laura, sabes que me gusta que me des tu opinión sobre todo, porque siempre suele ser la correcta, así que confío en ti para que me ayudes a resolver este interrogante que me está carcomiendo porque ansío contarles a mis padres que tengo pareja y que es una mujer, y no sé si les daré un susto de muerte llevándola como amiga y diciendo que es mi novia jajaja. Te quiere, Liz.

Sonreí al darme cuenta de lo feliz que estaba, pues sus palabras no indicaban otra cosa, y me dispuse a contestarle porque la conocía y sabía que hasta que recibiera mi mensaje estaría muy nerviosa. Le di a responder, escribí el asunto, pero no había escrito ni una palabra cuando alguien tocó con los nudillos a la puerta de la habitación, y me sobresalté porque no era la forma habitual de tocar de Bhadrak. Me acerqué sigilosa a la puerta preguntándome quién carajos tocaba a esas horas de la tarde. Desde luego, ver lo que le había pasado a Nandita y a Lali durante el tiempo que yo llevaba allí me había infundido un miedo que yo desconocía, la situación de la mujer en aquel país era muy distinta a la que yo vivía en mi querida España, y temía que me pudiera pasar algo a mí también.

Volvieron a insistir y no tardé en escuchar una delicada voz que decía:

—Laura, soy yo, Nandita.

Me precipité a abrir preguntándome qué hacía la joven allí y más cuando la vi que estaba sola. La cogí del brazo y la empujé dentro de la habitación para que nadie la viera.

—Nandita, ¿qué… qué haces aquí… sola? –le pregunté con los ojos abiertos como platos.

—Me he escapado de casa, no soporto que me vigilen todo el día, yo no he hecho nada malo, ¡ya no aguanto más! –gritó la joven, poniéndose roja debido al sofoco y al calor.

—Pero, ¿te has vuelto loca? ¿Cómo se te ocurre ir tú sola por las calles de Agra? ¿Co… cómo has llegado hasta aquí?

—Vine en taxi, mira –y sacando un fajo de billetes me lo mostró con una tímida sonrisa.

—¿De dónde has sacado tanto dinero?

—Es mío… Bueno, lo encontré en un cajón de la habitación de mis padres, aunque lo cierto es que sabía que estaba ahí. Es el dinero que mis padres tenían reservado para mi dote, y aún falta más. Como no me voy a casar, este dinero me pertenece, ¿verdad? –Nandita me miraba buscando apoyo y yo no sabía qué hacer.

—A ver, pensemos con la cabeza. Si tus padres se enteran de que les has cogido el dinero se van a enfadar mucho y esta vez tendrán razón para hacerlo.

—Pero… es mío –susurró para convencerse.

—Es para la familia y el hombre con el que te cases –aclaré, mal que me pesase que fuera así.

—Si no me voy a casar, me lo puedo quedar yo para independizarme. Laura, quiero ser como tú, quiero vivir por mi cuenta, no depender de nadie.

—Espera, espera, espera… Para empezar, sabes que en esta ciudad nunca vas a poder hacer eso, y además, tan solo eres una niña, eres menor para vivir por tu cuenta.

—¿Soy menor para independizarme pero no lo soy para casarme o para vivir en un prostíbulo como mis padres querían? No tienes idea de lo que tuve que hacer allí, mi vida nunca será lo que imaginé que sería, nunca me casaré, ni tendré una familia así que dime, ¿qué debo hacer?

Nandita me miraba con la cara ardiente por la rabia y la tristeza y yo me sentía impotente porque sabía que tenía razón en todo cuanto había dicho y no sabía de qué manera ayudarla.

—No creo que irte de casa sea la solución, tus padres te han dado una oportunidad, creo que deberías aprovecharla.

—Eso no es darme una oportunidad,  no me dejan salir a la calle y estoy vigilada a toda hora, vivo peor que en una cárcel y ¡no puedo más! –rompió a llorar desgarradoramente y la abracé con fuerza apoyando su mejilla sobre mi pecho.

La llevé hasta la cama y nos sentamos sobre el colchón, dejando que lo único que rompiera el silencio fuera el llanto de la joven a quien habían arrebatado la inocencia antes de tiempo. Le acaricié el pelo al tiempo que intentaba tranquilizarla, a sabiendas de que yo poco podía hacer.

—Ssssshhhh, tranquila, todo se solucionará, ya verás, no te preocupes…

—¿Me  vas a ayudar? –preguntó levantando la cabeza y mirándome esperanzada.

—Claro, ya veremos cómo –contesté dándome cuenta del lío en el que me estaba metiendo. ¿Cómo podía yo ayudarla? Estaba claro que lo que ella pretendía en su país era inaudito, nadie le dejaría vivir sola en paz; sería humillada y despreciada por todos, y después de lo que estaba viendo, quién sabe si pudiera volver a ser violada, y esta vez no por un exnovio precisamente.

Como vi que estaba más tranquila y que está adormilada, la tumbé sobre la cama, la tapé y me quedé mirando ese rostro inocente. La miré con cariño y por primera vez me di cuenta de que no era más que una niña y de que no podía consentir que sufriera por culpa de lo que le habían hecho terceras personas. No sabía cómo, pero de una forma u otra la ayudaría, pues así se lo había hecho creer, y yo siempre cumplía mi palabra.

Una vez comprobé que dormía profundamente, me dispuse a contestar ese correo que había dejado a medio empezar. Me senté frente al ordenador y empecé a escribir.

De: Laura Morgan González

Para: Elisabeth Romero Morgan

Asunto: Espera un poco

10 de Mayo de 2016

Hola Liz, me alegra mucho saber que te sientes feliz por haber decidido estar con Amanda. Ya sabes que a mí me da igual quién sea tu pareja mientras te trate bien, pero en cuanto a lo que me comentas sobre decírselo a tus padres en una comida a la que vayas con ella, creo que deberías pensarlo un poco. Yo les contaría primero que tienes pareja y que es una chica, y cuando viera que lo han entendido, entonces la llevaría. Sé que aunque la tía está un poco chapada a la antigua (y no es por asustarte) lo entenderá, y al tío con tal de que seas feliz le dará igual quién sea tu pareja. Tengo muchas ganas de conocer a Amanda y me encantaría poder estar contigo en este momento tan importante de tu vida, pero sabes que puedes contar conmigo desde aquí y escribirme contándomelo todo, ya que yo te ayudaré con mi opinión de la mejor forma que pueda. No sé cuándo volveré porque aquí tengo que solucionar algunas cosas y no, no son mías; pero me he encontrado en una ciudad con unos problemas que me afectan sentimentalmente y quiero ayudar en lo que pueda, ya me conoces. Espero seguir recibiendo correos tuyos en los que me cuentes cómo te va y sobre todo, cómo te ha ido con mis tíos. Te mando todo el apoyo desde la distancia. Te quiere, Laura.

Terminé de escribir el correo, lo releí buscando posibles erratas y lo envié pensando en lo valiente que era mi prima al dar un paso tan importante. Nunca le había ido bien con los hombres, pero si me ponía a analizar, me daba cuenta de que siempre había sido mi prima la que había roto la relación porque encontraba un pero u otro al novio en cuestión. En ese momento me pregunté si no le habrían gustado las mujeres siempre y ni ella misma lo sabía. En fin, lo importante era que ella fuera feliz estuviera con quien estuviera, y en los tiempos que vivíamos ya no importaba qué tipo de relación tenías, y si a alguien le importaba, pues dos problemas tenía, como decía mi madre.

Estaba pensativa cuando sonaron los nudillos sobre la puerta, esta vez sí como me tenía acostumbrada Bhadrak. Corrí a abrirle ansiosa por recibirle con un abrazo y cuando lo vi me quedé petrificada. Tenía la cara desencajada, sudorosa y el pelo revuelto.

—¿Qué ha pasado? –pregunté asustada.

—Que se me ha ido de las manos, pero no me arrepiento.

—¿A qué te refieres? ¿Qué has hecho?

—He pegado a mi cuñado.

—Uff, qué susto me habías dado, ya creía yo que habías cometido una locura.

—¿A qué te refieres? –me preguntó levantando una ceja interrogante.

—Pues a algo más grave, no sé, a haberlo matado o algo así.

—¿O algo así? –Cuando sonrió, todos mis miedos desaparecieron. De pronto miró hacia la cama y al ver allí acostada a Nandita frunció el ceño y me miró sin entender nada.

—Ha venido hará una hora –expliqué.

—¿Ella sola?

—Sí, ven, tengo que hablar contigo.