13. BOLLYWOOD
Bhadrak se fue y yo me quedé con aquella niña que tanto había pasado en tan poco tiempo. Estaba asustada y no sabía cómo ayudarla. ¡Me daba tanta pena su situación! Ojalá hubiese estado en mis manos el poder de cambiarle la vida, habérmela llevado conmigo a España, haberle buscado trabajo allí y haberle enseñado a ser una mujer independiente; pero por desgracia, eso era imposible y teníamos que buscar una solución a su desesperada vida pero bajo las costumbres indias, y la mejor manera era consiguiendo que su prometido se casara con ella.
—Nandita, ya verás como todo se soluciona –dije, intentando animarla.
—No lo creo –dijo ella, tímida y temerosa—. No puedo dejar de pensar en lo que pasará si tengo que volver al burdel con Valdev.
—¿Quién es Valdev?
—Mi proxeneta. Mis padres le han pagado por mí pero además, yo tengo que darle dinero con mis servicios, ese era el trato. ¿Qué les harán a mis padres si lo incumplo?
—Nandita, para empezar, tus padres son los primeros culpables de lo que está pasando por haberte echado de casa y haberte vendido a ese impresentable. Y en segundo lugar, a ese cretino le ha caído del cielo el dinero que tus padres le han dado, debería de conformarse con eso y alegrarse de que ha ganado un dinero limpio ya que no va a tener que hacerse cargo de ti.
—Entonces, ¿qué voy a hacer? ¿Dónde voy a vivir?
Nandita rompió a llorar y la abracé contra mi pecho intentando tranquilizarla. ¿Y luego me sentía yo mal porque estaba sola y porque mi padre tuviera una novia y pasara de mí? Desde luego viendo a esa joven, mis problemas se quedaban a la altura del betún. Ella sí que tenía problemas.
—Bhadrak conseguirá que Harshad se case contigo.
—¿En serio lo crees?
—Conozco muy poco a Bhadrak, pero creo que es un hombre que cuando se propone una cosa lo consigue.
Pasamos el resto de la tarde viendo el canal MTV y comentando los videos musicales. Como vi que estaba más tranquila, aproveché para mirar mis emails y ponerme un poco al día, ya que en toda la semana no lo había mirado. Tenía un correo de Liz, uno de Sebastián Gutiérrez y otros tantos correos basura. En primer lugar abrí el de mi prima:
De: Elisabeth Romero Morgan
Para: Laura Morgan González
Asunto: qué tal el vuelo
14 de Abril de 2016
Hola prima, ¿qué tal te ha ido el viaje? Espero que no fuera muy pesado y que lo estés pasando bien. ¡¡Mándame fotos de los sitios que hayas visto!! Me gustaría poder llamarte pero si no activo el roming supongo que será muy caro, ¿por qué no te instalas el whatsapp en el teléfono del trabajo? Escríbeme pronto ¿vale?
P.D.: Ayer me llamó tu padre para preguntarme si sabía algo de ti. Le dije que te iba a escribir, que lo hiciera él también, y me contestó que no le funciona internet en casa pero que en cuanto lo arregle lo hará.
«Vaya, qué casualidad», pensé. Acto seguido me dispuse a contestarle.
De. Laura Morgan González
Para: Elisabeth Romero Morgan
Asunto: Todo bien
16 de Abril de 2016
Hola Liz, el viaje fue perfecto todo aunque agotador. Llegué a Agra molida, ¡imagínate! No sabía ni en qué día ni hora vivía pero después de una cura de sueño, me repuse y estoy fenomenal, aunque con un calor sofocante. Aquí no se puede ni respirar porque el aire es tan caliente que agota. He visitado algunos sitios pero aún me queda mucho por ver, ya te iré mandando fotos. Por cierto, mi guía es guapísimo. Me está haciendo olvidar los motivos por los que estaba tan triste y no sé si es bueno pero en fin, aquí hay cosas más importantes por las que preocuparse que mi vida.
P.D.: Dile a mi padre que estoy bien y que no se preocupe, ya me escribirá cuando pueda. Le mandé un email cuando llegué pero si no le funciona internet imagino que no lo habrá visto. Besotes guapa!!
A continuación, eché un vistazo para ver cómo estaba mi invitada y al ver que se había quedado dormida, leí el email de mi jefe.
De. Sebastián Gutiérrez
Para: Laura Morgan González
Asunto: Cuéntame cosas
15 de Abril de 2016
Hola Laura, el otro día hablé con Bhadrak y ya me dijo que el viaje había ido bien. Solo quería decirte que si quieres me puedes ir mandando lo que vayas escribiendo y si tienes alguna duda sobre lo que escribir podemos entre los dos centrarnos en algo. Allí hay mucho que sacar y estoy seguro de que podrás hacer un reportaje a tu antigua usanza. Sé que no me decepcionarás y espero de verdad, que este viaje te ayude a encontrarte mejor. Te mando saludos de todos tus compañeros, que no hacen más que preguntarme todos los días si sé algo de ti, sobre todo la loca de Valeria. Me ha dicho que si no te digo lo mucho que te echa de menos se despedirá, y ya sabes cuánto la necesito en mi periódico, así que ya sabes, si por una de aquellas hablas con ella, asegúrale que te he transmitido su mensaje.
Espero que lo pases muy bien y que no te des cuenta de que estás trabajando. Bhadrak es un hombre de total confianza y te ayudará en todo lo que necesites.
Un fuerte abrazo,
Sebastián Gutiérrez, de “El informal de Guti”
«¡Ostras, Valeria!» Me había olvidado por completo de ella, y sabía que estaría mordiéndose las uñas, intrigada por saber qué había pasado entre Toni y yo. Lo cierto es que no tenía ganas de hablar de eso, Valeria tendría que esperar un poco más, aunque tuviera que oírla cuando volviera a España.
Como Nandita estaba tranquila, pensé que era el mejor momento para contestarle a mi jefe. Además, Bhadrak no tardaría mucho en regresar y en cuanto llegara quería que me pusiera al corriente de todo.
De: Laura Morgan González
Para: Sebastián Gutiérrez
Asunto: Ok
16 de Abril de 2016
Hola señor Gutiérrez, tiene razón en que aquí hay mucho que sacar y me preocupa que lo que realmente me parezca interesante me toque la fibra emocional y sea incapaz de escribir sobre ello. Por lo pronto, en apenas unos días que llevo aquí, he sufrido el machismo de la población en la amiga de una hermana de Bhadrak, y la situación es muy dolorosa. No sé si tendré fuerzas para escribir sobre estos temas, o si lo hago, está claro que hablaré a nivel general porque no me parece bien hablar de una persona en concreto. No sé cuál era su idea al enviarme aquí, pero quiero que sepa que no pienso sacar provecho del sufrimiento de una joven, y me temo que aún me queda mucho por ver. No obstante, le mantendré informado y ya iremos determinando hacia dónde girará mi artículo.
Saludos y besos para todos y sí, si Valeria me pregunta le diré que me ha informado jajaja!!
Justo estaba enviando el email cuando escuché unos ruidos de nudillos tocando a la puerta que ya me resultaban familiares. Corrí a abrir y la sonriente cara de Bhadrak me dio a entender que todo había salido bien.
—¡Cuéntamelo todo! –supliqué.
—He hablado con la madre de Nandita –empezó a contarme—. Como suponía, ella está atormentada por lo que le ha hecho a su hija ya que el que ha tomado todas las decisiones ha sido su marido. Le he hecho prometer que hablará con él y le contará que fue el mismo Harshad el que desvirgó a su hija y que le debe por honor, casarse con ella.
—¡¡Bieeeennnn!!
—No es tan sencillo –me quedé paralizada y con una mueca debido a una sonrisa que se había visto parada en el acto—. Los padres de Harshad pueden alegar que ella ha sido una presa fácil y que no tenía que haber sucumbido al sexo, que podía haberse negado y…
—Pero es que ella se negó –grité, haciendo que Nandita se despertara. La joven se restregó los ojos y al ver a Bhadrak allí, se incorporó en la cama. A partir de ahí seguimos hablando en inglés, ya que era el idioma mediante el cual podíamos entendernos los tres.
—Lo sé, pero su hijo puede haberles dicho lo contrario, y será su palabra contra la suya.
—¿Y no podemos hacer nada para que ese capullo no mienta? No sé, ¿no sabrás algún trapo sucio de él con el que amenazarle?
—No, los hombres podemos hacer lo que queramos, no hay trapos sucios que sacar.
—¡¡Mierda!! –grité.
—¿Qué pasa? –preguntó Nandita, asustada.
—Nada, no te preocupes –la tranquilizó Bhadrak—. He hablado con tu madre y va a intentar convencer a tu padre de que ha hecho mal.
—Eso es imposible —dijo la joven, apesadumbrada.
—Tenemos que tener esperanza –y levantando la cara de Nandita para que le mirara a los ojos, añadió—: La esperanza no hay que perderla nunca.
—Gracias por todo lo que estáis haciendo por mí.
—No hay que darlas. No puedo con las injusticias, y lo que te han hecho a ti es una de las gordas –dije, para que no se sintiera en deuda conmigo.
Esa noche, como Nandita llevaba dos días sin descansar y estaba agotada, después de pedir comida al servicio de habitaciones y de que nos la trajeran, comió un poco y se echó en mi cama, quedándose dormida al instante. Bhadrak y yo la miramos, contentos de que no tuviera que seguir en aquella casa.
—Se la ve tan tranquila ahora –dije.
—Sí. Es demasiado joven para lo que ha vivido. Nadie merece pasar por algo así, ella tan solo es una niña a quien le han arrebatado su virtud.
—Bueno, piensa que solo han sido unos días, tal vez el tiempo haga que se olvide de todo esto.
—Eso dependerá de lo que el futuro le tenga preparado.
—Claro, pero, ¿quién puede saber eso? Nadie.
Me miró con cara de «yo creo en quienes predicen el futuro» y yo puse los ojos en blanco dando a entender que no me interesaba hablar del tema. Si nos poníamos a hablar de adivinos seguro que acabábamos hablando de astros, quien sabe si de fantasmas, etc., o sea, un tema de conversación del que yo pasaba por ser agnóstica y con el que siempre acababa discutiendo.
—Laura, es sábado y hoy no te he enseñado nada de la ciudad, ¿qué te parece si te arreglas y salimos a tomar algo?
—¿De noche? ¿Un hombre y una mujer solos sin estar casados? –pregunté haciéndome la sorprendida.
—Creo que salta a la legua que no eres de aquí y que nuestras costumbres no van contigo.
—Eso, o podría fingir que soy tu esposa –bromeé—. Me agarro de tu brazo, te pongo ojitos… ¿Un besito de vez en cuando tal vez?
—Anda, vístete y no me vuelvas más loco que por hoy ya he tenido bastante locura.
—Umm, te vuelvo locooo. Interesante… —susurré mientras me metía en el baño para darme una ducha y ponerme lo más guapa que pudiera.
Parecía una cría arreglándose para enamorar al chico que le gusta y ni yo misma me reconocía. Hacía tanto que no sentía ese cosquilleo por un hombre que tenía un subidón de adolescente impresionante y a la vez me sentía boba ya que la posibilidad del rechazo era eminente y podría darme bajón en tal caso. Aun así, algo me hacía querer ponerme guapa para él y su rechazo comparado con mi amargada vida de los últimos meses, tan solo me parecía una nimiedad.
Metí la ropa que me quería poner en el baño con la intención de salir solo cuando estuviera lista; me duché, me lavé el pelo, me maquillé y me puse un vestido rojo de seda, con unos tirantes muy finos y muy corto de talle. Me calcé unos zapatos negros altísimos y me dejé el pelo mojado, ya que mi melena no necesitaba el secador para quedarse bien una vez seco.
Cuando salí del baño, noté cómo Bhadrak tragaba saliva y me miraba con los ojos como platos. Saqué un bolso pequeño de la maleta y metí un monederito, un pintalabios, un paquete de pañuelos, la llave de la habitación y el móvil.
—¿Esperas que te llame alguien? –me preguntó guasón.
—¿Quién sabe? Tal vez te me pierdas y necesite llamarte para saber dónde estás.
—Pues entonces puedes dejarlo porque no pienso separarme de ti.
—Ummm, genial.
Bhadrak despertó a Nandita para decirle que íbamos a salir y que si necesitaba algo que lo llamara al móvil. La joven afirmó con la cabeza y siguió durmiendo.
La siguiente parada fue en casa de Bhadrak, ya que él también quería darse una ducha y cambiarse. Mientras lo hacía, me quedé observando su estantería de libros. El día anterior la había visto pero estaba tan cansada que había permanecido en el sofá y no me había dignado a mirarla de cerca.
Me llamó la atención que tuviera libros de escritoras de romántica que yo conocía y que me gustaban, pero lo más sorprendente para mí, fue que tuviera todos los libros de mi escritor favorito, Noah Baldwin; incluso tenía uno que yo no había leído. Lo saqué de su sitio y leí la sinopsis, deseando que ese libro fuera mío. Por supuesto, comprobé que ninguno de los libros estaba firmado por el autor, pues tan en secreto guardaba su identidad, que era imposible que un lector lo conociera en persona y pudiera pedirle que le firmara un ejemplar.
Como Bhadrak tardaba en salir, me puse cómoda en el sofá y empecé a leer esa novela que tanto me intrigaba; pero no había leído ni tres páginas cuando un moreno espectacular entró en el comedor, recién afeitado, con un olor embriagador y una sonrisa seductora. Se había puesto un pantalón de vestir gris y una camisa negra, cuyas mangas había remangado como solía hacer siempre. Su pelo mojado se veía más negro y los mechones que le caían por la frente brillaban y le daban una imagen de niño malo que me hacía derretir.
—Increíble –dije, mirándolo con los ojos entrecerrados.
—¿El libro? A mí también me gusta.
—El libro, como todos los de mi escritor favorito, seguro que es lo más, pero me refería a ti. Chico, estás que no tienes desperdicio, ¿seguro que no tienes una novia escondida por ahí?
—Laura, cada vez me dejas más de piedra con esa forma de ser tan… directa –dijo subiendo los hombros y enseñándome las manos.
—¿Para qué callar lo que es obvio?
—Pero, ¿no te preocupa lo que yo pueda pensar de ti, de lo que dices?
—No, ¿por qué? Hermoso, hay que preocuparse por las cosas verdaderamente importantes, no porque te parezca bien o mal que te diga lo guapo que me pareces. Además, ¿por qué te iba a parecer mal? A mí por ejemplo, me encantaría que me dijeras si te parece que voy bonita esta noche.
—Sabes que esta noche estás espectacular.
—Sí, pero a las mujeres nos gusta que nos digan esas cosas, nos hace subir el ego. Y por cierto, me voy a llevar este libro, ¿cómo lo has conseguido? Conozco todo lo que ha escrito este autor y de este libro ni siquiera había oído hablar.
—Tengo mis recursos. Vamos.
Llegamos al centro de Agra y entramos en una especie de pub, solo que a diferencia de los españoles, donde la luz solía ser tenue para dar intimidad al ambiente, allí estaba todo perfectamente iluminado. Sonaba de fondo música hindú y me di cuenta de que las mujeres llevaban la típica prenda de vestir femenina, llamada sari, de diversos colores, estampados y brillos. Además, casi todas las féminas llevaban pintado en la frente el punto rojo, llamado bindi, y alguna otra lo llevaba amarillo, azul, verde o negro. Era precioso ver el colorido y la alegría que transmitían, nada que ver con la realidad que había presenciado los dos últimos días.
Nos sentamos en una mesa y enseguida vino un camarero a atendernos. Bhadrak pidió una botella de Fenny y una cerveza sin alcohol. Al ver que yo le miraba extrañada, dijo:
—La cerveza es para mí, luego tengo que llevarte sana y salva al hotel.
—¿Qué me has pedido a mí?
—Es un licor típico de la India, querrás probar cosas de aquí, ¿no?
—Sí, sí… claro –contesté, no muy convencida.
El camarero no tardó en traernos la bebida y Bhadrak me sirvió un chupito de un licor transparente y me miró esperando a que lo probara. Cogí el vasito intrigada por lo que iba a beber y al llevarlo a mis labios noté un ligero sabor a coco.
—Umm, está bueno –dije.
—Lo sé. Es una bebida artesanal que se elabora en Goa, no podías irte sin probarla.
—Bueno, acabo de llegar como aquel que dice, voy a tener tiempo de probarlo todo. Dime, ¿qué más bebidas tenéis así de buenas?
—Un día te llevaré a probar los distintos tipos de cerveza que tenemos, si te gusta.
—Síii, me encanta la cerveza –dije, guiñándole un ojo.
De pronto, la música sonó más alta y un grupo de hombres empezaron a bailar acordes mientras uno de ellos se colocaba delante y empezaba a cantarle, por lo que me pareció, a una mujer muy bella que estaba sentada con otras tres, en una mesa como la nuestra.
—Es una fiesta de compromiso –me explicó Bhadrak—. El novio le está cantando a su prometida pidiéndole que se case con él y sea suya para siempre.
—Vaya, qué bonito… y vergonzoso –dije, pensando en que eso en España haría que sintiera una vergüenza ajena impresionante y sin embargo, allí tuve la sensación de estar en medio de una película de Bollywood.
Los hombres bailaban acordes moviendo las manos y la cabeza de una manera muy divertida, sonriendo mientras el novio no le quitaba el ojo a su prometida, quien reía ruborizada ante tal espectáculo. Entonces, ante una señal con la mano del novio, ella se levantó de su sitio y fue moviendo sus caderas hacia él, y cuando estuvo a su altura, las amigas la rodearon y empezaron una coreografía con movimientos espontáneos pero que parecían perfectamente estudiados.
Estaba presenciando todo un espectáculo, y me pregunté, qué diferencia había entre esos jóvenes que lo estaban pasando bien, que se estaban prometiendo amor eterno, que irradiaban felicidad por el matrimonio que pronto tendría lugar; a lo que estaba viviendo Nandita, esa joven que había dejado en la habitación de mi hotel y a quien su novio le había arruinado la vida.
—Es tan bonito… y tan irreal –dije.
—¿Por qué te parece irreal?
—¿Te extraña acaso que lo diga después de lo que hemos vivido estos días? ¿Estás acostumbrado a que pasen estas cosas o es que no tienes sangre en las venas?
—No tienes ningún derecho a hablarme así, ¿crees que no me importa Nandita? Es la mejor amiga de mi hermana, la conozco desde que era una niña, así que no vuelvas a suponer que no me preocupa –dijo Bhadrak enojado. Me había pasado y lo sabía, pero yo era así de impulsiva, no lo podía remediar.
—Lo siento, no debí decir eso –me disculpé—. Pero es que veo a estos jóvenes tan felices… y no me quito a Nandita de la cabeza.
—Ni yo, pero vamos a solucionar su problema –Y cambiando la expresión de su rostro para mostrarme una cómplice sonrisa, añadió—: Guiri linda, hemos salido a divertirnos y eso vamos a hacer, ven –dijo levantándose de su silla y tendiéndome una mano. Agradecí que no se hubiera enfadado conmigo, pero ante ese gesto no entendí qué pretendía hacer, y me temía lo peor.
—¿Que vaya dónde?
—A divertirnos, vamos.
Me levanté de mi sitio y cogida de la mano, llegamos a la pista, donde se habían formado dos grupos: el de los hombres y el de las mujeres; e insinuando que me uniera a mi correspondiente grupo, Bhadrak se colocó en el suyo y me incitó a que siguiera los pasos. La pareja de novios seguía cantándose y un coro de bailarinas acompañábamos a la novia, situadas ligeramente detrás de ella, imitando los movimientos de cadera, manos y cabeza que hacía la protagonista de la noche. Yo las seguía como podía, aunque pronto me di cuenta de que no era demasiado complicado y que básicamente repetían lo mismo una y otra vez. Me lo estaba pasando muy bien, y por un momento el baile hizo que me olvidara de los problemas que me rodeaban y me sintiera feliz, esta vez sin remorderme la conciencia porque, ¿qué mal hacía? Era cierto que mi madre no hubiera querido verme triste, y por primera vez dejé de serlo sin sentirme culpable.
Estuvimos bebiendo Fenny y cerveza sin alcohol y bailando cada vez que se formaba un grupo hasta que cerraron el pub. Para entonces, yo había bebido lo suficiente como para estar desinhibida y lo suficientemente cariñosa como para colgarme del cuello de Bhadrak y lanzarme sin ningún tipo de vergüenza. Me agarré de su cintura porque sentía que me fallaban las piernas y porque quería estar pegada a él y me gustó que me correspondiera al abrazo.
—Laura, creo que has bebido demasiado esta noche.
—La culpa la tienes tú y solo tú por haber pedido una botella de licor solo para mí, ahora tendrás que compensar mi estado emocional.
—¿A qué te refieres? –me preguntó, de camino al coche.
—A que estoy cariñosa y necesito mimitos, y como no veo a nadie más por aquí que me los pueda proporcionar, pues te ha tocado.
—Creo que lo mejor será que te lleve al hotel y descanses, estoy seguro de que mañana no querrás acordarte de esto.
—¿De esto? ¡Tonterías! No es la primera vez que me emborracho, ¿sabes?
Entramos en el coche, y en cuanto Bhadrak se hubo sentado en su asiento, acerqué mi cabeza para apoyarla sobre su hombro.
—Laura, será mejor que te sientes bien si no quieres marearte.
—Marearme, jajaja. Como si no estuviera lo suficientemente mareada ya.
—Pues por eso, no quiero que te marees más.
—Pero es que necesito mimitos, y tu brazo en muy tentador.
—Laura, por favor, así no voy a poder conducir.
—Está bien aguafiestas –refunfuñé cambiando mi punto de apoyo, sustituyendo su brazo por la ventana —. Es que eres taaan guapoooooo, dime la verdad, ¿seguro que no estás casado?
—No lo estoy.
—Bieeeeeennnnn –dije mirándolo con una sonrisa de oreja a oreja.
Bhadrak arrancó el coche y nos dirigimos hacia el hotel, pero no habían pasado ni cinco minutos cuando sentí una angustia tremenda y tuve que gritar para que parara el coche. Bhadrak me hizo caso en el acto y sin mirar dónde estábamos, abrí mi puerta y arrojé todo el alcohol que había ingerido esa noche.
Mi guía turístico se acercó a mí y me sujetó el pelo que me caía por la frente y cuando terminé, me tendió un pañuelo de papel para que me limpiara la cara. Del esfuerzo, unas lágrimas habían salido de mis ojos haciendo que se me corriera toda la pintura. En ese momento sí sentí vergüenza ya que parecía una chiquilla que no sabía beber alcohol y que había estado a punto de vomitar en el coche por mi mala cabeza.
—Lo siento –susurré.
—No importa. No deberías haber bebido tanto, pero no importa. No debí pedirte ese licor.
—Síiiii, no ha sido culpa tuya, yo no debí beber tanto. Lo cierto es que me apetecía pillar una borrachera que me hiciera olvidarlo todo, pero ahora me siento peor.
De pronto, un mal rollo se apoderó de mi ser y empecé a llorar como una niña. Bhadrak paró el coche de nuevo y me arrimó hacia él, con sus brazos cubrió todo mi cuerpo y empezó a acariciar mi pelo mientras yo lloraba sin cesar.
—Sssshhh, no llores preciosa, no pasa nada, no te preocupes.
—No es eso, es que soy una estúpida. Quería emborracharme para olvidar lo sola que me siento y pensé que pasar la noche contigo me ayudaría a estar mejor, ¡qué ingenua, ¿verdad?!
—Laura, yo… creo que no deberías pensar en mí de ese modo.
—¿Por qué? ¿No te parezco atractiva?
—Claro que sí, eres preciosa, pero en este momento mi vida es caótica y la tuya creo que más todavía. No me gustaría aprovecharme de tu estado, yo no soy así.
—Oh, vamos –dije, volviendo a mi sitio—. ¿Un indio diciendo que no al sexo? Eso sí que es nuevo. La única explicación que le encuentro es que estés casado, y ni aun así. Tengo entendido que para los hombres no existe la fidelidad en la pareja, que tomáis a cualquier mujer cuando lo deseáis sin importaros nada.
—Yo no soy así.
—O sea, que de todos los hindús de Agra, ¿he ido a topar con el único que no se acostaría conmigo porque tiene qué, ética, moral? No lo entiendo.
—Mira, será mejor que dejemabos esta conversación, todavía estás borracha y dudo que mañana te acuerdes de algo.
—Está bien, llévame a mi hotel –dije, de mala gana.
Cuando entré en la habitación, encontré a Nandita profundamente dormida, atravesada en mi cama de lado a lado. Me puse el pijama mientras la observaba. Era tan joven, tal delicada, tan ingenua. No se merecía lo que le había pasado y mucho menos que le arrebataran su juventud de esa forma tan cruel. La moví hacia un lado y me metí en la cama. Lo cierto es que me sentía ridícula por el numerito que le había montado a Bhadrak esa noche; me sentía rechazada y no entendía el por qué, si me había dicho que le parecía bonita. Algo había en su vida que no me quería contar y estaba dispuesta a averiguarlo.
Como los pensamientos no me dejaban dormir, encendí la luz de la mesita de noche, cogí el libro de mi escritor favorito que le había pedido prestado a Bhadrak y empecé a leer hasta que Morfeo vino en mi busca.