Notas

[1] Por Beatriz Beck y Jean-François Revel, respectivamente. <<

[2] La pensée sauvage, París, Plon, 1962, pág. 326, (Trad. cast.: El pensamiento salvaje, México. F. C. E., 1984.) <<

[3] I. C. Jarvie, The Revolution in Anthropology, Londres Routledge and Kegan Paul, 1964, pag. 175. <<

[4] Jean Lacroix, «La pensée sauvage», Le Monde, 27 de noviembre 1962. <<

[5] Roland Barthes, «Sociologie et sociologique», Information, 1 (4): págs. 114-122, 1962. <<

[6] Pierre Verstraeten, «Lévi-Strauss ou la tentation du néant», Les Temps Modernes, año 19, n.º 206, págs. 66-109, 1963. <<

[7] Págs. 11 y sigs. <<

[8] París, Plon, 1955. [Trad. cast.: Tristes trópicos. Buenos Aires, Eudeba, 1976; Barcelona, Paidós, de próxima aparición.) <<

[9] Antropología estructural, pág. 252. <<

[10] Jean Pouillon, «L’oeuvre de Claude Lévi-Strauss», Les Temps Modernes, año 12, n.º 126, julio 1956, pág. 158. <<

[11] Clase inaugural —Collège de France, Cátedra de Antropología Social— pronunciada el 5 de enero de 1960. [T.] <<

[12] Parte de esta clase inaugural ya ha aparecido en español con el título «El problema de la invariancia en antropología», en Diógenes, año VII, n.º 31, págs., 23-34, septiembre de 1960. [N. del rev.] <<

[13] Trad. cast.: Las reglas del método sociológico, Madrid, Morata, 1982. [Ndel rev.] <<

[14] Trad. cast.: Historia y ciencias sociales: La larga duración, Cuadernos Americanos, México, año XVII, vol. II, n.º 6, nov.-dic. de 1958. [N. del rev.] <<

[15] Trad cast.; Curso de lingüística general, Barcelona, Akal, 1981. <<

[16] «Tierra yerma». [N. del rev.] <<

[17] Publicado con el mismo título en Revue de Métaphysique et de Morale, año 54, n.º 3-4, 1949, págs, 363-391. <<

[18] H. Hauser, L’enseignement des sciencies sociales. París, 1903. F. Simiand, «Méthode historique et science sociale», Revue de Synthése, 1903. <<

[19] Esto era verdad ya hacia fines del siglo XIX. Pero no debe olvidarse que, históricamente, el evolucionismo sociológico es anterior al otro. <<

[20] L, A, White, «Energy and the Evolution of Culture», American Anthropologits, vol. 45, 1943; «History, Evolutionism and Functionalism», South Western Journal of Anthropology, vol. 1, 1945; «Evolutionary Stages, Progress and the Evaluation of Cultures», íd., vol. 3, 1947. [En castellano puede consultarse La ciencia de la cultura, Ediciones Paidós, Barcelona, 1983, y «El concepto de la evolución en la Antropología Cultural» en Revista de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico, vol. V, n.º 1, págs. 61-83, marzo de 1961, (E.)] <<

[21] E. B, Tylor, Primitive Culture, Londres, 1871, vol. I. pág. 7. <<

[22] E. B. Tylor Researches into the Early History (Mankind and the Development of Civilisation). Londres, 1865, pág. 3. <<

[23] E. Durkheim y M. Mauss, «De quelques formes primitives de classification», L’Année Sociologique, vol. VI, 1901-I902. <<

[24] R. H. Lowie, «Societies of the Hidatsa and Mandan Indians», Anthropological Papers of the American Museum of Natural History, vol. II, 1913. L. Spier, «The Sun-Dance of the Plains Indians», id., vol 16, 1921. A, L. Kroeber, «Salt, Dogs, Tobacco», Anthropological Records, Berkeley, vol. 6. 1941. <<

[25] F. Boas, «History and Science in Anthropology. A. Reply», American Anthropologist, n.s., vol, 38, págs. 137-141, 1936. <<

[26] ídem. <<

[27] F. Boas, The Limitations of the Comparative Method in Anthropology, 1896, en Race, Language and Culture, Nueva York, 1940, pag. 276. <<

[28] Loc. cit., pág. 277. <<

[29] F. Boas, «Evolution or Diffusion?», American Anthropologist, n.s., vol. 26, págs. 340-344. 1924. <<

[30] F. Boas, «History and Science in Anthropology», loc. cit. <<

[31] F, Boas, «The Methods of Ethnology», American Anthropologist, n.s., vol. 22, págs. 311-322, 1920. <<

[32] Idem. <<

[33] R. Benedict, «Franz Boas as an Ethnologist», en «Franz Boas 1558-1942»; Memoirs of the American Anthropological Association, n.º 61, 1943, pág. 27. <<

[34] No nos referimos aquí a los trabajos arqueológicos de Boas, que corresponden a la arqueología, ni a sus investigaciones sobre la diseminación de ciertos temas mitológicos, que son investigaciones históricas hechas con ayuda de documentos etnográficos. De igual modo el doctor Rivet, al formular sus hipótesis acerca de la población primitiva de América, utiliza documentos arqueológicos, lingüísticos y etnográficos en una investigación que es, en sentido estricto, histórica; estas empresas deben ser examinadas desde el punto de vista histórico. Lo mismo puede decirse de, ciertos trabajos de Rivers. <<

[35] A. L. Kroeber, «History and Science in Anthropology», American Anthropologist, n.s., vol. 37. págs. 539-569, 1935. <<

[36] F. Boas «History and Science…», loc. cit. <<

[37] R. H. Lowie, «American Culture History», American Anthropologist, n.s., vol. 42. 1940. <<

[38] B, Malinowski, «The Present State of Studies in Culture Contact», África, vol. 12, 1939, pág. 43. <<

[39] B. Malinowski, «Culture as a Determinant of Behavior», en Factors Determining Human Behavior, Harvard Tercentenary Publications, Cambridge, 1937, pág, 155. En la página siguiente habla también de «esas costumbres extravagantes y sórdidas» en las cuales se descubre a pesar de todo «un núcleo de principios prácticos y racionales». Es un retorno al siglo XVIII, pero a lo que éste tiene de malo. [Para este y los restantes problemas de teoría antropológica en Malinowski puede consultarse en castellano: Malinowski, Bronislaw. Una teoría científica de la cultura, Barcelona, Edhasa, 1970 (N. del rev.)] <<

[40] F. Boas, .«Some Problems of Methodology in the Social Sciences», en The New Social Science, Chicago, 1930, págs. 84-98. <<

[41] B, Malinowski, «Culture», en The Encyclopaedia of the Social Sciences, Nueva York, 1935, vol. IV, pág. 625. <<

[42] Idem, pág, 627. <<

[43] Idem. Por otra parte parece que, para Malinowski, no se impone distinción alguna cuando se pasa de lo general a lo especial: «La cultura, tal como la encontramos entre los masai, es un instrumento destinado a la satisfacción de las necesidades elementales del organismo.» En cuanto a los esquimales: «Tienen, frente a las cuestiones sexuales, la misma actitud que los masai. Poseen también un tipo más o menos parecido de organización social», Culture as a Determinant of Behavior, loc, cit, págs. 136 y 140. <<

[44] B. Malinowski, Prefacio a H. Ian Hogbin, Law and Order in Polynesia, Londres, 1934, págs. 48-49. <<

[45] B. Malinowski, «Culture», loc. cit., pág. 630. <<

[46] B. Malinowski. The Sexual Life of Savages in North Western Melanesia, Londres-Nueva York, 1929, vol, I. pág. 29. [Trad. cast.: La vida sexual de los salvajes del Noroeste de Melanesia, Madrid, Javier Morata Ed., 1971,] <<

[47] B. Malinowski, «Culture», loc. cit., págs, 634 y s. <<

[48] B. Malinowski, The Sexual Life…, loc. cit., pág. 40. <<

[49] Idem, págs. 43-45. <<

[50] F. Boas. The Social Orgarnization and the Secret Societies of the Kwakiutl Indians. Washington, 1895. M. Griaule, Masques Dogons, París, 1938; «Mythe de l’organisation du monde chez les Dogons», Psyché, 1947, vol. 2. <<

[51] B. Malinowski, loc. cit., vol. I, pág. 81. <<

[52] B. Malinowski, Sex and Repression in Savage Society, Londres-Nueva York, 1927, pág. 204. [Trad. cast.: Sexo y represión en la sociedad primitiva, Buenos Aires, Nueva Visión, 1974.] <<

[53] M. Mead, Sex and Temperament in The Primitive Societies, Nueva York, 1935, pág. 279. [Trad, cast.: Sexo y temperamento en la sociedad primitiva, Barcelona, Laia, 1973.] <<

[54] R. F. Fortune, «Arapesh Warfare», American Anthropologist, n.s., vol. 41, 1939. <<

[55] M. Mead (comp.), Competition and Cooperation among Primitive Peoples, Londres-Nueva York, 1937, pág. 461. <<

[56] F. Boas, «History and Science…,», loc. cit. <<

[57] H. Hauser, loc, cit., pág. 414. Se pueden encontrar declaraciones análogas en las obras metodológicas de H. Berr, L. Febvre y H. Pirenne. <<

[58] E. B. Tylor, Primitive Culture, loc. cit., vol. I. pág. 1. <<

[59] F. Boas (comp.), Handbook of American Indian Languages, Bureau of American Ethnology, boletín n.º 40, 1911 (1908), parte I, pág. 67. <<

[60] Idem., págs, 70-71. <<

[61] En una época en que la lingüística indoeuropea cree todavía firmemente en la teoría de la «lengua madre». Boas demuestra que ciertos rasgos, comunes a varias lenguas americanas, pueden resultar tanto de un origen común como de la formación secundaria de áreas de afinidades. Es necesario esperar a Trubetzkoy para ver la misma hipótesis aplicada a los hechos indoeuropeos. <<

[62] R. Jakobson, —Observations sur le classement phonologique des consonnes—, Proceedings of the Third International Congress of Phonetic Sciences, Gante, 1938. <<

[63] Véase nuestro articulo «L’efficacité symbolique». Revue de l’histoire des religions, n.º 385. I, 1949 (capítulo 10 de este volumen). <<

[64] R. Jakobson, «Prinzipien der Historischen Phonologie», en Travaux du Cercle Linguistique de Prague, vol. IV. <<

[65] C. Lévi-Strauss, Les estructures elementaires de la parenté, París, PUF, 1949, caps, VI y VII. (Trad. cast.: Las estructuras elementales del parentesco, México, Paidós, 1983.) <<

[66] L. Febvre, Le problème de l’incroyance au XVIe siècle, 2.ª ed., París, 1946. <<

[67] Publicado con igual título en Word, Journal of the Linguistic Circle of New York, vol. I, n.º 2, agosto de 1945, pags. 1-21. <<

[68] «Rapports réels et pratiques…» en Sociologie et Anthropologie, París, 1951. <<

[69] O. Schrader, Prehistoric Antiquities of the Aryan Pxoples, traducción inglesa de F. O. Jevons, Londres, 1890, capítulo XII, 4.ª parte. <<

[70] O. Schrader, loc. cit.; H. J. Rose, «On the Alleged Evidence for Mother Right in Early Greece», Folklore, 22, 1911. Sobre este problema, véanse también las obras más recientes de G. Thompson, partidario de la hipótesis de supervivencias matrilineales. <<

[71] A. M. Hocart, «Chieftainship and the Sister’s Son in the Pacific», American Anthropologist n.s., vol, 17, 1915; «The Uterine Nephew», Man, 23, 1923, n, 4; «The Cousin in Vedic Ritual». Indian Antiquary, vol. 54, 1925; etc. <<

[72] P. K. Benedict, «Tibetan and Chinese Kinship Terms», Harvard Journal of Asiatic Studies, 6, 1942; «Studies in Thai Kinship Terminology», Journal of the American Oriental Society, 63, 1943. <<

[73] L. Brunschvicg, Le progrès de la conscience dans la philosophie occidentale, II, París, 1927, pág. 562. <<

[74] Entre 1900 y 1920, los fundadores de la lingüística moderna, Ferdinand de Saussure y Antoine Meillet, se colocan decididamente bajo el patrocinio de los sociólogos. Sólo después de 1920, Marcel Mauss comienza, como dicen los economistas, a invertir la tendencia. <<

[75] N. Trubetzkoy, «La phonologie actuelle», en Psychologie du langage, París, 1933. <<

[76] Op, cit., pág. 243. <<

[77] Ibid. <<

[78] Op. cit., pág. 245; R. Jakobson, «Principien der historischen Pionologie», Travaux du Cercle Linguistique de Prague, IV: véase también las «Remarques sur l’évolution phonologique du russe», del mismo autor, ibid., II. <<

[79] W. H. R. Rivers, The History of Melanesian Society, Londres, 1914, passim; Social Organization, de W. J. Perry (comp.), Londres, 1924, capitulo IV. <<

[80] En el mismo sentido, S. Tax, «Some Problems of Social Organization», en Social Anthropology of North American Tribes, F. Eggan (comp.), Chicago, 1937. <<

[81] R. Jakobson, «Observations sur le classement phonologique des consonnes», loc. cit. <<

[82] K. Davis y W. L. Warner, «Structural Analysis of Kinship», American Anthropologist, n.s., vol. 37, 1935. <<

[83] De tal manera, tras el análisis de estos autores, el término «marido» se encuentra reemplazado por la fórmula:

C2a/2d/0 SU 1 a 8/Ego (loc. cit.)

Señalaremos dos estudios recientes que emplean un aparato lógico mucho más refinado y que ofrecen un gran interés en cuanto al método y los resultados. Véase F. G, Lounsbury, «A Semantic Analysis of the Pawnee Kinship Usage», Language, vol. 32, n, 1, 1956; W. H. Goodenough, «The Componential Analysis of Kinship», ibid. <<

[84] Como se podrá ver leyendo el capitulo 5, yo emplearía hoy una fórmula menos estricta. <<

[85] A. L. Kroeber, «Classificatory Systems of Relationship», Journal of the Royal Anthropological Institute, vol. 39. 1909. <<

[86] Es preciso excluir de este juicio la obra notable de W. Lloyd Warner, «Morphology and Functions of the Australian Murngin Type of Kinship», American Anthropologist, n.s., vol. 32-33, 1930-31, cuyo análisis del sistema de actitudes, no obstante ser discutible en cuanto al fondo, inaugura una nueva etapa en el estudio de los problemas de parentesco. <<

[87] A. R. Radcliffe-Brown, «Kinship Terminology in California», American Anthropologist, n.s., vol. 37, 1935: «The Study of Kinship Terms», Journal of the Royal Anthropological Institute, vol. 71, 1941. <<

[88] M. E. Opler, «Apache Data Concerning the Relation of Kinship Terminology to Social Classification», American Anthropologist, n.s., vol. 39, 1937; A. M. Halpern, «Yuma Kinship Terms», ibid., 44, 1942. <<

[89] D. F. Thompson, «The Joking-Relationship and Organised Obscenity in North Queensland», American Anthropologist, n.s., vol, 37, 1935. <<

[90] «relaciones reales de interdependencia entre la terminología y el resto del sistema». [N. del rev.] <<

[91] «The Study of Kinship Termes», op. cit., pág. 8. Esta última fórmula de Radcliffe-Brown nos parece mucho más satisfactoria que su afirmación de 1935, según la cual las actitudes presentan «a fairly high degree of correlation with the terminological classification» [«un grado bastante elevado de correlación con la clasificación terminológica». (N. del rev.)] (American Anthropologist, n.s., 1935, pág. 53). <<

[92] S. Hartland, «Matrilineal Kinship and the Question of its Priority», Mem. of the American Anthropological Association, 4, 1917. <<

[93] W. H. R. Rivers, «The Marriage of Cousins in India», Journal of the Royal Asiatic Society, julio, 1907. <<

[94] Op. cit., pág. 624. <<

[95] H. Lowie, «The Matrilineal Complex», University of California Publications in American Archaeology and Ethnology, 16, 1919, n.º 2. <<

[96] «De una tendencia muy general a asociar definidas relaciones sociales con formas definidas de parentesco, sin considerar el matrilinealismo o el patrilinealismo» [N. del rev.] <<

[97] Román Jakobson. Kindersprache, Aphasie und allgemeine Laugesetze, Uppsala, 1941. <<

[98] A. R. Radcliffe-Brown, «The Mother’s Brother in South África», South African Journal of Science, vol. 21, 1924. <<

[99] Así, por ejemplo, entre los mundugomor de Nueva Guinea, donde la relación entre tío materno y sobrino es constantemente familiar, mientras que la filiación es alternativamente patrilineal y matrilineal. Véase Margaret Mead, Sex and Temperament in Three Primitive Societies, Nueva York, 1935, pags. 176-185. <<

[100] B. Malinowski, The Sexual Life of Savages in Northwestern Melanesia, Londres, 1929, 2 vols. <<

[101] Dubois de Monpereux (1839), citado según M Kovalevski, «La famille matriarcale au Caucase», L’Anthropologie, tomo IV 1893. <<

[102] Ibid. <<

[103] E. W. Gifford, «Tonga Society», B. P. Bishop Museum Bulletin, n.º 61, Honolulú, 1929, pags. 16-22. <<

[104] F. E. Williams, «Natives of Lake Kutubu, Papua», Oceania, vol. 11, 1940-41 y 12, 1941-42, pags. 265-280 del vol. 11; «Group Sentiment and Primitive Justice», American Anthropologist, vol. XLIII. n.º 4, parte I, 1941. <<

[105] Douglas L. Oliver, A Solomon Island Society. Kinship and Leadership among the Siuai of Bougainville, Cambridge, Mass., 1955, passim. <<

[106] Reo F. Fortune, The Sorcerers of Dobu, Nueva York, 1932, págs. 8, 10, 45, 62-64, etc. <<

[107] G. E. Howard, A History of Matrimonial Institutions, 3 vol., Chicago, 1904. <<

[108] Leon Gautier, La chevalerie, París, 1890. Sobre el mismo tema, puede consultarse con provecho F. B. Gummere, «The Sister’s Son», en An English Miscellany Presented to Dr. Furnivall, Londres, 1901; W. O. Farnsworth, Uncle and Nephew in the Old French Chanson de Geste, Nueva York, Columbia University Press, 1913. <<

[109] Los párrafos que anteceden han sido escritos en 1957, y en sustitución del texto inicial, en respuesta a la prudente observación de mi colega Luc de Heusch, de la Universidad Libre de Bruselas, según la cual uno de mis ejemplos era materialmente inexacto. Dejo aquí constancia de mi agradecimiento. <<

[110] Sin duda es superfluo subrayar que el atomismo, tal como nosotros lo hemos criticado en Rivers, es el de la filosofía clásica y no la concepción estructural del átomo tal como se encuentra en la física moderna. <<

[111] A. R. Radcliffe-Brown, The Study of Kinship Systems, op. cit., pág. 2. <<

[112] Adaptado del original ingles: «Language and the Analysis of Social Laws», American Anthropologist, vol. 53, n.º 2 abril-junio, 1951, págs. 155-163. <<

[113] N. Wiener, Cybernetics, or Control and Communication in the Animal and the Machine, Paris-Cambridge-Nueva York, 1948. <<

[114] R. Jakobson, «The phonemic and grammatical aspect of language in their ínterrelations», Actes du VIe, Congres international des linguistes, París, 1948. <<

[115] J. Richardson y A, L. Kroeber, Three Centuries of Women’s Dress Fashions. A Quantitative Analysis, Anthropological Records, 5, 2, Berkeley, 1940. <<

[116] G. Teissier, «La description mathémattique des faits biologiques», Revue de Métaphysique et de Morale, París, enero de 1936. <<

[117] Véase C. Lévi-Strauss, Les structures élémentaires de la parenté, págs. 291-380. (Trad. cast.: Las estructuras elementales del parentesco, México, Paidós, 1983.) <<

[118] Es decir, que rechazamos categóricamente la asimilación de los sistemas crow-omaha al tipo miwok, propuesta por Murdock. Véase G. P. Murdock, Social Structure, Nueva York, 1949, págs. 224, 340. <<

[119] Esto no es totalmente exacto. Se conocen en la actualidad (1974) sistemas de este tipo en otros lugares, principalmente en África. <<

[120] Les structures élémentaires de la parenté, op. cit. <<

[121] Traducido y adaptado del original inglés, Conference of Anthropologists and Linguists, Bloomington, Indiana, 1952, Publicado de acuerdo a una transcripción del registro sobre banda magnética en Supplement to international Journal of American Linguistics, vol. 19, n.º 2, abril de 1953, Mem. 8, 1953. <<

[122] Para ejemplos y un análisis más detallado, véase el capítulo 2 de este libro. <<

[123] Benjamín L. Whorf, Collected Papers on Metalinguistics, Washington, 1952; Language, Thought and Reality, compilado por John B, Carroll, Nueva York, 1956. <<

[124] Inédito (1956). <<

[125] A. G. Haudricourt y G. Granai, «Linguistique et sociologie», Cahiers Internationaux de Sociologie, vol. 19, cuaderno doble, nueva serie, 2.º año, 1955, págs. 114129. Sobre el artículo de M. Gurvitch, véase más adulante, cap, 16. <<

[126] Caps. III y IV. <<

[127] A. G. Haudricourt y G. Granai, «Linguistique et sociologie», pág. 127. <<

[128] Ibid. <<

[129] R. Jakobson y M. Halle, Fundamentals of Language, S’Gravenhage, 1956, págs. 27-28, 17 y passim. <<

[130] Loc. cit., pág. 17, y más adelante: «El estudio de las constantes de la estructura fonológica de una lengua debe ser completado por una investigación de las constantes universales de la estructura fonológica del lenguaje» (loc. cit., pág. 28). <<

[131] Véase, cap. 15 del presente volumen, págs. 317-318. <<

[132] Arte, cap. 13; mito, caps. 10 y 11; rito, cap. 12, de este volumen. <<

[133] Cap. 4 de este volumen, págs. 119-120. <<

[134] Cap. 3 de este volumen. <<

[135] Por ejemplo, en ciertos artículos de E. Sapir. Véase E. Sapir, Selected Writings, etc., 1949. <<

[136] Loc. cit., pág, 126. <<

[137] R. Jakobson, loc. cit., en Trubetzkoy, Principes de phonologie (trad. Francesa). París, 1949, págs. 315-336. <<

[138] E. Benveniste, «Nature du signe linguistique», Acta Lingüística, I, 1. <<

[139] R. Jakobson, loc. cit., págs. 333-334 y 335-336. <<

[140] Haudricourt y Granai, loc, cit., págs. 126-127. <<

[141] E. Benveniste, loc. cit., pág. 26. <<

[142] Pomme de terre, lict. («manzana de tierra»), designa en francés la patata. [T.] <<

[143] Haudricourt y Granai, loc. cit., pág. 127. <<

[144] Fromage: queso. [T.] <<

[145] Froment: trigo candeal. [T,] <<

[146] Gladys A. Reichard, Roman Jakobson y Elizabeth Werth, «Language and Synesthesia», Word, vol. V, n.º 2, 1949, pág, 226. <<

[147] loc. cit., pág. 224. <<

[148] D. I Mason, «Synesthesia and Sound Spectra», Word, vol, VIII, n.º 1, 1952, pág. 41, citando a Martin Joos, Acoustic Phonetics (suplemento de Language, Language Monograph n.º 23, abril-junio, 1948), II, 46. <<

[149] Loc. cit., citando a M. McDermott, Vocal Sounds in Poetry, 1940. <<

[150] Quintette, sextuor, septuor: quinteto, sexteto, septeto, respectivamente sexe: sexo; quinte: ataque o acceso de tos (toux). [T.] <<

[151] La asociación sextour-sexe es tan cierta para mí que tengo que hace esfuerzos para evitar en francés el término sextette (que es un anglicismo), debido sin duda a la desinencia femenina. <<

[152] Michel Leiris, La règle du jeu, t. I, Biffures, París, 1948; t. II, Fourbis, París, 1955. <<

[153] K. Marx, Critica de la economía política, Madrid, Alberto Corazón, Ed., 1978 <<

[154] K. Marx, loc. cit. <<

[155] Publicado con igual título en Cahiers Internationaux de Sociologie, vol. XII, 1952, págs. 32-35. <<

[156] C. G. Seligman, The Melanesians of British New Guinea, Londres, 1910. <<

[157] W. E. H. Stanner, «Murinbata kinship and totemism», Oceania, vol. VII, n.º 2, 1936-1937. <<

[158] R. H. Lowie, «Notes on Hopi clans», Anthropological Papers of the American Museum of Natural History, vol. XXX, 1929, pág. 6. <<

[159] Marcel Mauss, Manuel d’ethnographie, París, 1947, n.º 1, pág, I. <<

[160] J. M. Cooper, «The South American Marginal Cultures», Proceedings of the 8th. American Scientific Congress, Washington, 1940, vol. II, págs, 147, 160. <<

[161] C. F. Ph. von Martius, Beiträge zur Ethnographie…, Leipzig, 1867. <<

[162] R. H. Lowie. «A Note on the Northern Ge of Brazil», American Anthropologist, n.s., vol, XLIII, 1941, pág. 195. <<

[163] R. H. Lowie, loc. cit. <<

[164] Garcilaso de la Vega, Comentarios Reales de los Incas. Buenos Aires, Ed. Emecé, 1943, 2 vols, H. Maspero, La Chine antique, París, 1927, págs, 251-252. <<

[165] C. Nimuendaju y R. H. Lowie, «The Dual Organization of the Ramkoka-mekran (Canella) of Southern Brazil», American Anthropotogist, n.s., vol. XXIX, 1927, pág. 578. <<

[166] H. Baldus, «Os Tapirapé», Revista do Arquivo Municipal, Sao Paulo, 19441946. <<

[167] K. von den Steinen, Unter den Naturvölkern Zentral-Brasiliens, 2.ª ed., Berlín, 1897; pág. 581 de la traducción portuguesa, Säo Paulo, 1940. <<

[168] Loc. cit., pág. 580. <<

[169] W. A. Cook, «The Bororo Indians of Matto Grosso, Brazil», Smithsonian Miscellaneous Collection, vol. L, Washington, 1908. <<

[170] V. Fric y P. Radin, «Contributions to the Study of the Bororo Indians», Journal of the Royal Anthropological Institute, vol, XXXVI, 1906, págs. 391-392. <<

[171] Ídem. <<

[172] Lévi-Strauss se refiere indudablemente al área de la floresta tropical al interrogarse sobre la posible existencia de auténticos cazadores y recolectores en América del Sur, ya que su presencia está perfectamente documentada en otras áreas sudamericanas. [N. del rev.] <<

[173] J. M. Cooper, loc cit. <<

[174] K. von den Steinen, loc. cit., pág. 488. <<

[175] C. Lévi-Strauss, «On Dual Organization in South America», América Indígena, vol. 4, México, 1944; The Tupi-Kawahib, en Handbook of South American Indians, Smithsonian Institution, vol. V, Washington, 1948.

Esta reconstrucción ha sido ingeniosamente criticada por la señorita de Queiroz. Ella invoca varios rasgos importantes de la mitología y el ritual de los sherente, que sugieren que estos indígenas han vivido en la sabana durante un periodo prolongado. Reconozco de buena gana que hay allí un problema, aunque es arriesgado interpretar —como lo hacen los mismos sherente— ciertos temas míticos, esparcidos en el Nuevo Mundo desde el Canadá hasta el Perú, en función de la historia económica de una tribu en particular. Véase María Laura Pereira de Queiroz, «A nojao de arcaísmo em etnología e a organizajao social dos xerente», Revista de Antropología, vol. I, n.º 2, Sao Paulo, 1953, págs. 99-108. <<

[176] C. Nimuendaju, «The Apinayé», The Catholic University of America. Anthropological Series, n, 8, Washington. 1939. C, Lévi-Strauss, «Les structures sociales dans le Brésil central et oriental», Proceedings of the 29th, Congress of Americanists, Nueva York, 1949, cap. 7 del presente volumen. <<

[177] C. Lévi-Strauss, La vie familiaire et sociale des Indiens Nambikwara, París, 1948. Tristes trópicos, Barcelona, Paidós, próx. apar. <<

[178] Publicado con igual título, Proceedings of the 29th. Congress of Americanists. University of Chicago Press, 1952, en Sol Tax, ed. Indian Tribes of Aboriginal America, págs. 302-310. <<

[179] Desde 1940, sin embargo, Lowie prevenía contra las falsas analogías con los sistemas australianos. <<

[180] Les structures élémentaires de la parenté, 1949. <<

[181] No obstante, entre los bororo el matrimonio sigue siendo posible con la hija del hermano de la madre, lo que indica que la comparación no se debe llevar demasiado lejos. <<

[182] Un trabajo reciente de Roberto da Matta («Uma Breve Reconsiderajao da morphologia social apinayé», Verhandlungen des XXXXVIII Internationalen Amerikanistenkongresses, vol, III, Munich, 1971), contesta, en base a un trabajo sobre el terreno, el análisis propuesto por Nimuendaju acerca del mecanismo de los kiyé e incluso su realidad. La cuestión deberá, pues, ser retomada cuando todos los materiales recogidos por Da Matta hayan sido publicados (1974). <<

[183] Esta organización tripartita había sido ya señalada por A. Metraux entre los aweikoma, pero discutida debido a que sería «única en el Brasil». Para la bibliografía utilizada en este capítulo, el lector consultará el volumen del cual ha sido extraído o bien la lista incluida al fin del presente libro. <<

[184] Publicado con igual título en Bijdragen tot de Taal-, Landen Voikenkunde, Deel 112, 2.ª ed., 1956, págs, 99-128 (vornmen de homenaje al profesor J. P. B. de Josselin de Jong). <<

[185] Paul Radin, The Winnebago Tribe, 37 th. Annual Report, Bureau of American Ethnology (1915-1916), Washington, 1923. <<

[186] «Escenario de la vida pública y las celebraciones.» [T.] <<

[187] «La principal distinción entre los dos anillos es el tabú de cocinar» [T.] <<

[188] «El cocinar es enemigo del ñame,» [T.] <<

[189] Paul Radin, «The Culture of the Winnebago: as Described by Themselves», Special Publications of Bollingen Foundation, n.º 1, 1949, pág. 38, n.º 13. <<

[190] «Era habitual que una joven pareja estableciera su hogar a cierta distancia de la aldea.» [T.] <<

[191] B. Malinowski, The Sexual Life of Savages in North-Western Melanesia, Nueva York-Londres, 1929, vol. I, pág. 10; véase también Coral Gardens and their Magic, Londres, 1935, vol. I, pág, 32. <<

[192] «Sin exagerar la cuestión, el lugar central podría ser llamado la zona masculina de la aldea, y la calle la zona de las mujeres.» [T.] <<

[193] N. J. C. Geise, Badujs en Moslims, Leiden, 1952. <<

[194] Justus N. van der Kroef, «Dualism and Symbolic Antithesis in Indonesian Society», American Anthropologist, n.s., vol. LVI, n.º 5, pág. 1, 1954. <<

[195] P. E. de Josselin de Jong, Minangkabau and Negri-Sembilan Socio-Political Structure in Indonesia, Leiden, 1951, págs. 79-80 y 83-84. <<

[196] «Sería aún más interesante saber si el contraste entre kampung y bukit coincidía con aquel entre Koto-Piliang y Bodi-Ejaniago.» [T.] <<

[197] P. E. de Josselin de Jong, loc. cit., págs. 139, 165, 167. <<

[198] C. Lévi-Strauss, «Reciprocity and hierarchy», American Anthropologist, n.s., vol, XLVI, n.º 2, 1944. <<

[199] P. A. Colbacchini y P. C. Albisetti, Os bororos orientais, Sao Paulo, 1942, pág. <<

[200] James A. Ford, «The puzzle of Poverty point», Natural History, vol. LXIV, n.º 9, Nueva York, noviembre 1955, pags, 466-472. <<

[201] Los bororo creen en un ciclo de transmigraciones que concluye bajo la forma de un pájaro. <<

[202] C. Lévi-Strauss, «Las estructuras sociales en el Brasil central y oriental» (cap. 7 de este libro). <<

[203] P. C. Albisetti, «Contribujoes missionarias», Public, da Sociedade brasileira de Antropología e Etnologia, Río de Janeiro, 1948, n.º 2, pág. 8. <<

[204] J. M, van der Kroef, loc. cit., pág. 856, citando a Swellengrebel, Kerken Tempel op Bali, La Haya, 1948. <<

[205] C. Nimuendaju, The Eastern Timbira, University of California Publications in American Archaeology and Ethnology, vol. XLI, 1946. <<

[206] C. Nimuendaju, loc. cit., págs. 42-43. <<

[207] Loc. cit., pág. 92. <<

[208] París, 1949. <<

[209] Se me ha objetado que las estructuras de tipo «concéntrico» son representables por dos rectas y no por una recta y un punto. He creído poder adoptar decididamente la segunda representación, que es una simplificación de la primera, puesto que ya he mostrado cómo la disposición en círculos concéntricos es la realización empírica de una oposición más profunda entre centro y contorno. Aun cuando nos atuviésemos a la forma compleja, por lo demás, el carácter binario o ternario de cada sistema se revelaría inmediatamente. <<

[210] Esta oposición entre dos términos, unívoco uno y equívoco otro, se encuentra a cada paso en el ritual pawnee. Véase nuestro estudio: «Le symbolisme cosmique dans la structure sociale et l’organisation cérémonielle de plusieurs populations nort et sud-américaines», en Le symbolisme cosmique des monuments religieux, Serie Oriéntale, Roma, 1957. <<

[211] E. W. Gifford, «Miwok Moieties», University of California Publications in American Archeology and Ethnology, vol. XII, n.º 4, págs. 143-144. <<

[212] «La muchacha coyote y su marido se dijeron que tendrían cuatro hijos, dos mujeres y dos varones… Coyote llamó a uno de los hijos varones Tunuka, y a una de las hijas mujeres Kikua. Al otro varón lo llamó Kikua y a la otra mujer Tunuka. Coyote hizo entonces las mitades y dio a la gente sus primeros nombres.» [T.] <<

[213] C. Lévi-Strauss, Tristes trópicos, Barcelona, Paidós (próx. apar.). <<

[214] Hace algunos años, nos hemos visto llevados a definir de esa manera el mana. Véase C. Lévi-Strauss, «Introduction a l’oeuvre de Marcel Mauss», en Marcel Mauss, Sociologie et Anthropologie, París, PUF, 1950, págs. XLI-LII. <<

[215] En verdad, Rivers, cuyo genio es hoy ignorado, hacía intervenir simultáneamente dos tipos de interpretación y, después de Rivers, nadie ha dicho nada que no haya sido anunciado ya por este gran teórico. Lo que aquí se sugiere es con todo exacto, en la medida en que los contemporáneos y sucesores de Rivers le han reconocido sobre todo la paternidad de sus interpretaciones históricas y geográficas, mientras que el aspecto psicológico y lógico de su doctrina era asimilado en silencio por Mauss, Radcliffe-Brown y Malinowski, para ser luego desarrollado por ellos con la resonancia por todos conocida. <<

[216] Publicado con igual título en Les Temps Modernes, año 4.º, n.º 41, 1949, páginas 3-24. <<

[217] W. B. Cannon, «“Voodoo” Death», American Anthropologist, n. s, vol. XLIV, 1942. <<

[218] Un indígena australiano, víctima de un encantamiento de este género en abril de 1956, fue transportado en agonía al hospital de Darwin. Colocado en un pulmón de acero y alimentado por medio de sonda, se restableció progresivamente, convencido de que «la magia del hombre blanco es la más poderosa», Véase Arthur Morley, en London Sunday Times, 22/4/1956, pág, 11. <<

[219] En este estudio, cuyo objeto es antes psicológico que sociológico, creemos poder dejar a un lado, cuando no son absolutamente indispensables, las distinciones mágicas y los diferentes tipos de hechiceros. <<

[220] C. Lévi-Strauss, Tristes trópicos, Barcelona, Paidós (próx. apar.). <<

[221] M. C. Stevenson, «The Zuní Indians», 23rd Annual Report of the Bureau of American Ethnology. Smithsonian Institution, Washington, 1905. <<

[222] Franz Boas, «The religion of the Kwakiutl», Columbia University Contributions to Anthropology, vol. X, Nueva York, 1930, 2.ª parte, págs. 1-41. <<

[223] D, Demetracopoulou Lee, «Some Indian Texts Dealing with the Supernatural», The Review of Religión, mayo 1941. <<

[224] «La eficacia simbólica» (capítulo 10 de este volumen). <<

[225] Las oportunas críticas de Michel Leiris me han llevado a precisar mi pensamiento sobre la aproximación, hecha aquí de manera demasiado simplista, entre hechicero y psicópata. Véase «Introduction a l’oeuvre de Marcel Mauss», en Marcel Mauss, Sociologie et Anthropologie. París, 1950, págs. XVIII a XXIII. <<

[226] Este artículo, dedicado a Raymond de Saussure, ha sido publicado con igual título en Revue de l’Histoire des Religions. t. 135, n.º 1, 1949, págs, 5-27. <<

[227] Nils M. Holmer y Henry Wassen, Mulgala or the Way of Muu, a medicine song from the Cunas of Panama, Göteborg, 1947. <<

[228] E. Nordenskiöld, Art Historical and Ethnological Survey of the Cuna Indians, editado… por Henry Wassen (Comparative Ethnographical Studies, 10). Göteborg, 1938, págs. 80 y sigs. <<

[229] Idem, págs. 360 y sigs.; Holmer y Wassen, loc. cit., págs. 78-79. <<

[230] Nordenskiöld, loc. cit., págs. 607-608; Holmer y Wassen, loc. cit., pág. 38, n.º 35-39. [En castellano en el original. (T.)] <<

[231] La traducción de ti ipya como «torbellino» [tourbillon] parece forzada. Para ciertos indígenas sudamericanos, como por lo demás para las lenguas ibéricas (véase el portugués olho d’agua), un «ojo de agua» es una fuente. <<

[232] Holmer y Wassen, loc. cit., págs. 65-66. <<

[233] Holmer y Wassen, pág. 45, n.º 219; pág. 57, n.º 539. <<

[234] Los signos de interrogación son del traductor; nusupane, de nusu «ver», comúnmente empleado por «pene» (véase Holmer y Wassen, pág. 47, n.º 280; pág. 57, n.º 540 y pág. 82). <<

[235] Loc, cit., pág. 85. <<

[236] M. A, Sechehaye, La réalisation symbolique (suplemento n.º 12 de la Revue Suisse de Psychologie et de Psychologie Appliquée), Berna, 1947. <<

[237] En Más allá del principio del placer y en Nuevas aportaciones, págs. 79 y 198, respectivamente, de las ediciones inglesas. Citado por E. Kris, «The Nature of Psychoanalytic Propositions and their Validation», en Freedom and experience, Essays presented to H. M. Kallen, Cornell University Press, 1947, pág 244. <<

[238] De Caspersson y Hyden, en el Instituto Karolinska de Estocolmo. <<

[239] Marie Bonaparte, «Notes on the Analytical Discovery of a Primal Scene», en The Psychoanalytic Study of the Child, vol. I, Nueva York, 1945. <<

[240] Esta definición, tan criticada, adquiere un nuevo sentido por efecto de la distinción radical entre subconsciente e inconsciente. <<

[241] Según el artículo original «The Structural Study of Myth», en Myth, A Symposium, Journal American Folklore, vol. 78, n, 270, octubre-diciembre 1955, págs. 428-444. Traducido con algunos complementos y modificaciones. <<

[242] A. M. Hocart, Social origins, Londres, 1954, pág. 7. <<

[243] Esta hipótesis cuenta aún con defensores. Asi, por ejemplo, Sir R. A. Paget, «The origin of language…», Journal of World History, I, n. 2, UNESCO, 1953. <<

[244] Véase E. Benveniste, «Nature du signe linguistique», Acta lingüística, I, 1, 1939, y el cap, V de la presente obra. <<

[245] Michelet, Histoire de la Révolution Française. IV, I. He tomado esta cita de Maurice Merleau-Ponty. Les aventures de la dialectique. París. 1955, pág. 273. <<

[246] Sin pretender iniciar con los especialistas una discusión que sería, de parte nuestra, presuntuosa e inclusive sin objeto, porque el mito de Edipo ha sido tomado aquí como un ejemplo tratado de manera arbitraria, señalemos que el carácter ctónico atribuido a la Esfinge podría sorprender. Invocaremos el testimonio de la señora Marie Delcourt: «En las leyendas arcaicas, nacen por cierto de la Tierra misma» (Edipe ou la légende du conquérant, Lieja, 1944, pág. 108). Por alejado que esté nuestro método del de la señora Delcourt (también lo estarían sin duda nuestras conclusiones, si tuviéramos la competencia suficiente para encarar a fondo el problema), la autora ha establecido, a nuestro juicio de manera convincente, el carácter de la Esfinge en la tradición arcaica: monstruo hembra, que ataca y viola a los jóvenes; dicho de otra manera, una personificación de un ser femenino con inversión del signo, lo cual explica que, en la hermosa iconografía reunida por la señora Delcourt al término de su libro, el hombre y la mujer se encuentran siempre en posición «cielo/tierra» invertida.

Según se índica más adelante, hemos elegido el mito de Edipo como primer ejemplo, en razón de las analogías notables que parecen existir entre ciertos aspectos del pensamiento griego arcaico y el de los indios pueblo, de quienes hemos tomado los ejemplos siguientes. Se observará a este respecto que el personaje de la Esfinge, tal como ha sido restituido por la señora Delcourt, coincide con dos personajes de la mitología norteamericana (que forman sin duda uno solo). Se trata, por una parte, de la old hag, vieja hechicera de aspecto repulsivo que por su apariencia física plantea un enigma al joven héroe: si éste lo descifra —es decir, si responde a las proposiciones de la abyecta criatura— encontrará en su lecho, al despertar, una mujer joven y radiante que le hará obtener la realeza (bajo esta forma, es también un tema céltico). La Esfinge evoca aún mejor la child-protruding woman de los indios hopi, madre fálica por excelencia: esta joven, abandonada por los suyos en el transcurso de una difícil migración y en el momento mismo en que daba a luz, vaga a partir de entonces por el desierto, y es Madre de los Animales, que rehúsa entregarlos a los cazadores. Quien la encuentra, con sus vestimentas ensangrentadas, «se siente tan aterrorizado que experimenta una erección», cosa que ella aprovecha para violarlo, recompensándolo luego con un éxito infalible en la caza, (Véase H. R. Voth, «The Oraibi Summer Snake Ceremony», Field Columbian Museum, publ., n.º 83, Anthropological Series, vol. III, n.º 4, Chicago, 1903, págs, 352-353 y 353, nota 1.) <<

[247] Y no Masauwü, cuyo nombre aparece aquí en la versión inglesa de este trabajo, por error de dactilografía. <<

[248] Véase Annuaire de l’Ecole Pratique des Hautes Études, Sección de Ciencias Religiosas, 1952-1953, págs 19-21 y 1953-1954;págs. 27-29. <<

[249] Para otra aplicación de este método, véase nuestro estudio «On Four Winnebago Myths», en Stanley Diamond (ed.), Culture and History. Essays in Honor of PaulRadin, Columbia University Press, 1960. <<

[250] «El trampero». [T.] <<

[251] «Niebla». [T.] <<

[252] Publicado con igual título en For Roman Jakobson, Essays on the Occasion of his sixtieth birthday, La Haya, 1956, págs, 289-294. <<

[253] J. R. Murie, «Pawnee Societies», Anthropological Papers of the American Museum of Natural History, vol. XI, parte VII, pág. 603. <<

[254] «La manera usual de convertirse en shamán era suceder al propio maestro después de su muerte.» [N. del rev.] <<

[255] R. H. Lowie, Plains-Indian age-societies: historical and comparative summary, Anthropological Papers of the American Museum of Natural History, vol. XI, 19l6, parte XIII. pág, 890. <<

[256] «Los pawnee se distinguen por haber desarrollado el sistema más elaborado de sociedades fuera de las series de edad.» [T.] <<

[257] A. C. Fletcher y J. R. Murie, The Hako: a Pawnee ceremony, 22nd. Annual Report, Bureau of American Ethnology, 2.ª parte, Washington, 1900-1901 (1904). <<

[258] A. M. Hocart, «Convenants», en The Life GivingMyth, Londres, 1952. <<

[259] Cap. 11 de este libro. <<

[260] Publicado con igual título en Renaissance, revista trimestral publicada por la Escuela Libre de Altos Estudios de Nueva York, vol. 2 y 3, 1944-1945, págs. 168186. <<

[261] «The Art of the North-West Coast», Gazette des Beaux-Arts, 1943. <<

[262] Carl Hentze, Objets rituels, Croyances et Dieux de la Chine antique et de l’Amérique, Amberes, 1936. <<

[263] Leonhard Adam, «Das Problem der asiatisch-altamerikanischen Kulturbeziehungen mit besonderer Berücksichtigung der Kunts», Wiener Beiträge zur Kunst und Kulturgeschichte Asiens, vol. 5, 1931, «Northwest American Indian Art and its Early Chinese Parallels», Man, vol. XXXVI, n.º 3, 1936. <<

[264] Véase, por ejemplo, F. D. McCarthy, Australian aboriginal Decorative Art, Sydney, 1938, fig. 21, pág. 38. <<

[265] Reseña de Carl Hentze, Frühchinesische Bronzen und Kultdarstellungen, Amberes, 1937, en Man, vol. XXXIX, n.º 60. <<

[266] «Los diferentes principios técnicos y artísticos manifestados tanto en la antigua China como en el noroeste de América son casi absolutamente idénticos.» [T.] <<

[267] Para China y Nueva Zelanda, véase H. Heine Geldern, en Zeitschrift für Rassenkunde, vol. 2, Stuttgart, 1935. <<

[268] Henry Field y Eugene Prostov, «Results of Soviet Investigation in Siberia, 1940-1941», American Anthropologist, vol. 44, 1942, pág. 396. <<

[269] «Una ornamentación curvilínea de insospechada riqueza, relacionada con la ornamentación de los chinos y los maoríes, por una parte, y con las culturas neolíticas, China (Yangshao) y Japón (Jomon), por otra, y consiste, en especial, en ese tipo de ornamentación en forma de cintas que se caracteriza por motivos complejos tales como la trama, la espiral y el laberinto, a diferencia de la decoración rectangular geométrica de la cultura baikaliana.» [T.] <<

[270] En su libro Medieval American Art, Nueva York, 1943, el doctor Pal Kelemen, quien estima que las semejanzas entre las artes americanas y algunas de las artes de las más elevadas civilizaciones del hemisferio oriental no son otra cosa que «ilusiones ópticas» (vol. I, pág. 377), justifica esta opinión escribiendo: «Pie-Columbian art was created and developed by a mentality totally alien to ours» [«El arte precolombino fue creado y desarrollado por una mentalidad totalmente extraña a la nuestra» (T.)] (ídem, pág. 378). Dudo que en toda la obra de la escuela difusionista pueda hallarse una sola afirmación que sea tan completamente gratuita, superficial y desprovista de sentido. <<

[271] Franz Boas, «Primitive Art», Instituttet for sammenlignende kulturforskning, serie B, vol. VIII, Oslo, 1927, págs. 223-224 [Trad. cast.: El arte primitivo, México, F. C. E., 1947 (N, del rev.)]. <<

[272] «Se imagina al animal cortado en dos, desde la cabeza hasta la cola…; hay una depresión profunda entre los ojos, que se extiende hacia abajo a lo largo de la nariz. Esto muestra que la cabeza misma no debe haber sido considerada como vista de frente, sino como consistente en dos perfiles que se unen en la boca y la nariz y que no tienen contacto entre sí en el plano de los ojos y la frente…; o bien los animales son representados como divididos en dos de tal modo que los perfiles se juntan en el medio, o bien la cabeza se ve de frente, con dos perfiles adyacentes que corresponden al cuerpo.» [T.] <<

[273] Franz Boas, loc. cit., págs, 224-225. <<

[274] «La figura 222 (una pintura haida) muestra un diseño que ha sido obtenido de esta manera. Representa un oso. El enorme espacio de la boca que se observa en estos casos resulta de la unión de los dos perfiles en que consiste la cabeza. Este corte de la cabeza aparece más claramente en la pintura de la figura 223, que representa a un oso. Es la pintura del frente de una casa tsimshian y el hueco circular en el centro del diseño es la puerta de la casa. El animal está cortado desde atrás hacia adelante, de tal modo que sólo está unida la parte de delante de la cabeza. Las dos mitades del maxilar inferior no se tocan. El lomo está representado por el contorno negro, sobre el cual se halla indicado el pelo con líneas delgadas. Los tshimshian llaman a este diseño “el encuentro de los osos”, como si hubieran sido representados dos osos.» [T.] <<

[275] H. G. Creel, «On the origins of the Manufacture and Decoration of Bronze in the Shang period», Monumenta Serica, vol. I, fasc. I, pág. 64, 1935. <<

[276] «Una de las características más típicas del arte decorativo Shang es el peculiar método por el cual los animales eran representados sobre superficies chatas o redondeadas. Es como si se tomara al animal y se lo dividiera longitudinalmente, comenzando por la punta de la nariz, sin llegar a ella, y luego se separaran las dos mitades y se extendiera al animal biseccionado sobre la superficie chata, quedando unidas las dos mitades únicamente por la punta de la nariz.» [T.] <<

[277] Idem, ibidem. <<

[278] «Al estudiar el diseño Shang he tenido conciencia, en todo momento, del sentimiento de que este arte tiene una gran semejanza, en espíritu y posiblemente en los detalles, con el… de los indios de la costa noroeste.» [T.] <<

[279] «Indian Cosmetics», VVV, n.º 1, Nueva York, 1942. Tristes trópicos, Barcelona. <<

[280] Franz Boas, loc. cit., pág. 238. <<

[281] «De la explicación de la figura resulta que el animal ha sido doblado dos veces, la cola ha sido doblada sobre el lomo y la cabeza primero hacia abajo, bajo el estómago, y luego dividida y extendida hacia afuera.» [T.] <<

[282] Idem, ibidem, pág. 239 y figura 247. <<

[283] «El animal ha sido dividido íntegramente a lo largo del lomo, hacia el frente. Los dos perfiles de la cabeza han sido unidos… La aleta dorsal, que de acuerdo con los métodos descritos hasta ahora (representación desdoblada) debiera aparecer a ambos lados del cuerpo, ha sido cortada del lomo antes de dividir el animal y aparece ahora colocada sobre la unión de ambos perfiles de la cabeza. Las aletas descansan a ambos lados del cuerpo, con el cual están en contacto en un solo punto cada una. Las dos mitades de la cola han sido dobladas hacia afuera, de tal modo que la parte inferior de la figura forma una línea recta» [T.] <<

[284] Véanse, por ejemplo, los tatuajes tlingit reproducidos por J. R. Swanton. <<

[285] Este análisis ha sido retomado y desarrollado en Tristes trópicos, Barcelona, Paidós (próx. apar.). <<

[286] «The Art of the North West Coast», loc. cit. <<

[287] M. Dobrizhoffer. An Account of the Abipones, trad. del latin, 3 vols., Londres, 1822, vol. II, pág. 20. <<

[288] «Sus rostros, pechos y brazos cubiertos con figuras negras de distinto tamaño, de modo que ofrecían el aspecto de una alfombra turca.» [T.] <<

[289] Idem, pág. 21. <<

[290] «Más bellas que la belleza misma.» [T.] <<

[291] Compárese con H. G. Creel: «El cuidado con que son ejecutadas las finas piezas Shang, que se extiende a los más mínimos detalles, es verdaderamente religioso. Y sabemos, gracias al estudio de las inscripciones oraculares de los huesos, que casi todos los motivos hallados en los bronces Shang pueden ser vinculados a la vida y la religión del pueblo Shang. Estos motivos poseían significación, y la producción de los bronces era probablemente, hasta cierto punto, una tarea sagrada.» «Notes on Shang Bronzes in the Burlington House Exhibition», Revue des Arts Asiatiques, t. X, pág. 21, 1936. <<

[292] Franz Boas, loc. cit., págs. 222-224. <<

[293] «En la decoración de pulseras de plata se sigue un principio parecido, pero el problema es algo distinto del que presenta la decoración de cajas rectangulares. Mientras que en este último caso los cuatro lados producen una división natural entre las cuatro perspectivas que se pueden tener del animal —de frente, de perfil derecho, de atrás y de perfil izquierdo—, la pulsera redonda no posee tal línea divisoria neta, y resultará más difícil vincular artísticamente los cuatro aspectos, en tanto que los dos perfiles no ofrecen tal dificultad… Se imagina al animal cortado en dos desde la cabeza hasta la cola, de tal modo que las dos mitades están unidas sólo por la punta del hocico y por la punta de la cola. Se mete la mano por ese agujero y el animal queda así alrededor de la muñeca. En esta posición se le representa en el brazalete… La transición de la pulsera a la pintura o tallado de animales sobre una superficie plana no es difícil. Se sigue el mismo principio…» [T.] <<

[294] John R. Swanton, «Tlingit Myths and Texts», Bulletin 59, Bureau of American Ethnology, 1909, texto n.º 89, págs. 254-255; E. A. Rout, Maorí Symbolism, Londres, 1926, pág. 280. <<

[295] Florence Waterbury, Early Chinese Symbols and Literature: Vestiges and Speculations, Nueva York, 1942. <<

[296] Bernhard Karlgren. «New Studies on Chinese Bronzes», The Museum of FarEastern Antiquities, Boletín 9, Estocolmo, 1937. <<

[297] H. G. Creel, Monumenta Sérica, vol. I, pág. 40, 1935. <<

[298] Frühchinesische Bronzen, loc. cit., lámina 5. <<

[299] Loc. cit., pág. 229. Conviene distinguir, no obstante, dos formas de desdoblamiento: el desdoblamiento propiamente dicho, donde un rostro o a veces un individuo entero es representado por dos perfiles adyacentes, y el desdoblamiento tal como se lo puede observar en la figura III: en este caso, tenemos una cara flanqueada por dos cuerpos. No es nada seguro que las dos formas procedan del mismo principio, y en el pasaje que hemos resumido al comienzo de este artículo, Leonhard Adam las distingue muy sabiamente. El desdoblamiento del cual es un bello ejemplo la figura III evoca, efectivamente, un procedimiento similar bien conocido por la arqueología europea y oriental: la bestia con dos cuerpos; E. Pottier se ha esforzado por reconstruir su historia («Histoire d’une bête», en Recueil E. Pottier, Bibliotheque des Écoles d’Athénes et de Rome, fasc. 142). Pottier deriva la bestia con dos cuerpos de la representación caldea de un animal representado con la cabeza de frente y el cuerpo de perfil. Ulteriormente, se habría añadido a la cabeza un segundo cuerpo, igualmente visto de perfil. Si esta hipótesis es correcta, sería necesario considerar la representación del tiburón analizada por Boas como una invención independiente, o bien como el testimonio más oriental de la difusión de un tema asiático. Esta última interpretación hallaría una confirmación no desdeñable en la recurrencia de otro tema, los «torbellinos de bestias» (véase Anna Roes, «Tierwirbel», Ipek, 1936-1937) en el arte de las Estepas y en el de algunas regiones de América (especialmente en Moundville). Es igualmente posible que la bestia con dos cuerpos derive en Asia y América, en forma independiente, de una técnica de desdoblamiento de la representación de la que no hay vestigios en los yacimientos arqueológicos del Cercano Oriente, pero cuya huella se ha conservado en China y que puede observarse todavía en ciertas regiones del Pacífico y de América. <<

[300] El arte de Melanesia ofrece formas borrosas de desdoblamiento y de dislocación. Véanse por ejemplo los recipientes de madera de las Islas del Almirantazgo, reproducidos por Gladys A. Reichard («Melanesian Design: A Study of Style in Wood and Tortoise Shell Carving», Columbia University Contributions to Anthropology, n.º 18, 2 vols., 1933. vol. II), y esta observación de la misma autora: «Entre los tami, las articulaciones son representadas por medio del motivo de un ojo. Ante el hecho de que el tatuaje es muy importante para los maoríes y que se lo representa en las tallas, me parece más que probable que la espiral que se emplea a menudo en las figuras humanas tenga por fin enfatizar las articulaciones» (loc, cit., vol. II, pág. 151). <<

[301] W. Perceval Yetts, The Cult Chinese Bronzes, Londres, 1939, pág, 75. <<

[302] «El impulso parece haber sido, casi invariablemente, la autoglorificación, aun cuando se tratara de mostrar antepasados consoladores o de acrecentar el prestigio de la familia.» [T.] <<

[303] W. Perceval Yetts, The George Eumorfopoulos Collection Catalogue, 3 vols. Londres, 1929, I, pág. 43. <<

[304] «Existe la conocida historia de ciertos ting que fueron atesorados como emblemas de soberanía hasta el fin del periodo feudal en la tercera centuria a. C.» [T.] <<

[305] W. Perceval Yetts, «An-Yang: A Retrospect», China Society Occasional Papers, Nueva serie, n.º 2, Londres, 1942. <<

[306] Loc, cit., pág. 46. <<

[307] «Lo exquisito y lo tosco eran producidos conjuntamente en Anyang, para gente de distinto status económico de prestigio.» [T.] <<

[308] A. Leroi-Gourhan, «L’art animalier dans les bronzes chinois», Revue des Arts asiatiques, París, 1935. <<

[309] Karlgren, NewStudies…, loc. cit., págs, 76-78. <<

[310] Bernhard Karlgren, «Huai and Han», TheMuseum of Far Eastern Antiquities, Boletín 13, Estocolmo, 1941. <<

[311] En efecto, el problema de las antiguas relaciones a través del océano Pacífico acaba de plantearse nuevamente, debido al sorprendente descubrimiento, en un museo provincial del sudeste de Formosa, de un bajorrelieve en madera que podría ser de origen local. Representa tres personajes de pie. Los que están colocados en las extremidades son del más puro estilo maorí, mientras que el del centro ofrece una especie de transición entre el arte maorí y el de la costa noroeste de América. Véase Ling-Shun-Sheng, «Human Figures with Protruding Tongue, etc.», Bulletin of the institute of Ethnology, Academia Sinica, n.º 2, septiembre, 1956, Nankang, Taipei, Taiwan. <<

[312] Monumenta Serica, vol. I, págs. 65-66. <<

[313] Loc. cit., pág. 65. <<

[314] «Los numerosos ojos aislados usados por los diseñadores de la costa noroeste recuerdan irresistiblemente el uso semejante que hace de ellos el arte Shang y me llevan a preguntarme si no habrá habido una razón mágica que justifique ese uso y que haya estado en posesión de ambos pueblos,» [T.] <<

[315] Publicado con igual título en Actes du XXVIIIe. Congrés des Américanistes, París, 1947 (Sociéte des Américanistes, 1948), págs. 633-636. <<

[316] A. Métraux, Myths of the Toba and Pilagá Indians of Ihe Gran Chaco, Memoirs of the American Folklore Society, vol. XL, Filadelfia, 1946. <<

[317] Loc. cit., pág. 57. <<

[318] Loc, cit., pág. 59. <<

[319] Loc. cit., pág. 69. <<

[320] En un artículo titulado «La deidad primitiva de los nasca», publicado en 1932 en la Revista del Museo Nacional, t. II, n.º 2, Yacovleff ha tratado ya el mismo problema y formulado la hipótesis de que el animal representado sería un terrible cazador de los mares, pez de cuatro a nueve metros de largo, el Orca gladiator. Si la sugerencia es exacta debemos ver en la leyenda pilagá recogida por Métraux el eco de un tema marítimo. De todos modos, la relación entre el documento moderno y las piezas arqueológicas seguiría siendo apasionante. (Véase en especial la fig. 9, h. m, pág. 132, del artículo de Yacovleff.)

No se debe perder de vista, con todo, que el mito, con su leitmotiv característico: «Eres pesada —¡No, soy liviana!» se vuelve a encontrar inclusive en América del Norte, particularmente entre los sioux, donde el monstruo no es, entre estos cazadores, una Madre de los Peces, sino una Madre de los Bisontes. De manera muy curiosa, la Madre de los Peces reaparece entre los iroqueses (que, sin embargo, no son pescadores), con un detalle suplementario: «Mi melena está llena de peces», lo cual inevitablemente nos recuerda los frescos mayas de Bonampak, donde hay personajes que llevan un peinado (o una cabellera) cargada de peces, y ciertos mitos —sobre todo del sudeste de los Estados Unidos— en los que el héroe multiplica los peces lavando su cabellera en el río. <<

[321] Este trabajo fue traducido al francés y adaptado de la versión original en inglés: Social Structure, Wenner-Gren Foundation International Symposium on Anthropology, Nueva York, 1952. Se publicó ulteriormente en A. L. Kroeber (ed.), Anthropology To-Day, Illinois, University of Chicago Press, 1953, págs. 524-553. <<

[322] Compárese el texto citado con esta otra fórmula del mismo autor: «… El término “estructura social”, que tiende a reemplazar al de “organización social” sin agregar nada, al parecer, en cuanto al contenido o la significación» (1943, pág. 105).

A lo largo de este capítulo, recargado de referencias bibliográficas, hemos evitado reproducir en nota los títulos completos de las obras citadas. El lector las encontrará fácilmente, por el nombre del autor y la fecha de publicación, en la bibliografía general incluida al final de volumen. <<

[323] Compárese con von Neumann: «Los modelos (tales como los juegos) son construcciones teóricas que suponen una definición precisa, exhaustiva y no demasiado complicada: deben ser también parecidos a la realidad en todos aquellos aspectos que tienen importancia para la investigación en curso. Recapitulando: la definición debe ser precisa y exhaustiva, para hacer posible un tratamiento matemático. La construcción no se debe complicar inútilmente, de modo que el tratamiento matemático pueda ser llevado más allá de la etapa de formalización y proporcione resultados numéricos completos. Se requiere la semejanza con la realidad para que el funcionamiento del modelo sea significativo. Pero este parecido se puede restringir, habitualmente, a ciertos aspectos considerados esenciales pro tempore, de lo contrario, las condiciones enumeradas más arriba resultarían incompatibles» (Neumann y Morgenstern, 1944). <<

[324] «Historia y etnología», capítulo 1 de este libro. <<

[325] Se hallarán ejemplos y un análisis detallado en Lévi-Strauss (1949b, págs. 558 y sigs). <<

[326] Sobre este tema, véanse los capítulos 7 y 8 de este volumen. <<

[327] Acerca de estas discusiones, véase C. Lévi-Strauss, «Historia y etnología» (cap. 1 de este volumen); Race et histoire, París, 1952; dichos trabajos han suscitados críticas y comentarios por parte de: C. Lefort, «L’échange et la lutte des hommes», Les Temps Modernes, febrero 1951; «Societés sans histoire et historicite», Cahiers Internationaux de Sociologie, vol. 12, año 7, 1952; Jean Pouillon, «L’oeuvre de Claude Lévi-Strauss», Les Temps Modernes, julio 1956; Roger Bastide, «Lévi-Strauss ou l’ethnographe a la recherche du temps perdu», Présence Africaine, abril-mayo 1956; G. Balandier, «Grandeur et servitude de l’ethnologue» Cahiers du Sud, año 43, n.º 337, 1956. <<

[328] Asi es, por lo demás, como se desarrolla el evolucionismo biológico contemporáneo, en los trabajos de J. B. S. Haldane, G. C. Simpson, etc. <<

[329] Resumida por el autor en Dumézil, 1949. <<

[330] Se trata del capítulo de Marston Bates, «Human Ecology», en Anthropology To-Day, loc. cit., págs. 700-713. <<

[331] «Las estructuras sociales en el Brasil central y oriental». «¿Existen las organizaciones dualistas?», capítulos 7 y 8 del presente libro, respectivamente. <<

[332] Véanse, por ejemplo, las «figuras» de un ritual en las diversas etapas de su desarrollo, tal como han sido cartografiadas en A. C. Fletcher, «The Hako: a Pawnee Ceremony», 22nd Annual Report, Bureau of American Ethnology, II, 1904. <<

[333] 1951. <<

[334] 1940-1941 y 1949. <<

[335] Un especialista de teatro me ha relatado que Louis Jouvet gustaba sorprenderse de que cada sala recibiera, cada noche, aproximadamente todo el público que podía contener: que una sala de 500 espectadores tuviera alrededor de 500 clientes y una de 2.000, este número, sin que jamás se rechazara a mucha gente en la más pequeña, ni que tampoco la más grande estuviera vacía en sus tres cuartas partes. Esta armonía preestablecida sería efectivamente inexplicable si, en cada sala, todos los lugares fueran equivalentes. Pero como los menos buenos se vuelven rápidamente detestables, tiene lugar un efecto regulador y los aficionados prefieren volver otro día o ir a otra sala, cuando sólo quedan los malos lugares. Sería interesante investigar si este fenómeno no es del mismo tipo que el de la rank-size law. En un sentido general, el estudio del fenómeno teatral, considerado desde el punto de vista cuantitativo —relación del número de salas y sus respectivas dimensiones, con el tamaño de las ciudades y las curvas de recaudación—, ofrecería un medio cómodo y hasta el momento descuidado de dilucidar, casi como en el laboratorio, en forma diacrónica y sincrónica, ciertos problemas fundamentales de morfología social. <<

[336] Estas dos situaciones corresponden, respectivamente, a matrimonios de tipo matrilateral (ciclos largos) o patrilateral (ciclos cortos). Véase a este respecto Les structures élémentaires de la parenté, cap. XXVII. Con este ejemplo se ve claramente que las consideraciones puramente cuantitativas no bastan. Es preciso añadir el estudio de las estructuras, que son cualitativamente distintas. <<

[337] Esta comparación no figuraba en el texto original de la presente comunicación, pero fue propuesta en el curso de la discusión que la siguió. La retomamos luego en un artículo: «Les mathématiques de l’homme», introducción al número especial del Bulletin international des sciences sociales: «Les mathématiques et les sciences sociales». París, UNESCO, vol. VI, n.º 4, 1955. <<

[338] Hemos intentado hacerlo en otro lugar. Véase Race et histoire, París, UNESCO, 1952. <<

[339] Véase más adelante, págs, 325 y sigs. <<

[340] Es decir, que busca determinar la ley de las variaciones concomitantes, en lugar de concentrarse, a la manera aristotélica, en las simples correlaciones inductivas. <<

[341] En sentido genérico, incluyendo ambos sexos. [T.] <<

[342] Véase, en este volumen, los capítulos 3 y 4, donde este problema es tratado más ampliamente. <<

[343] Fallecido en 1955. <<

[344] Para informarse del estado final de esta cuestión, en posterioridad a la primera publicación del presente artículo, véase R. M. Berndt, «“Murngin” (Wulamba) Social Organization», American Anthropologist, vol. LVII, n.º 1, 1.ª parte, 1955. <<

[345] Warner postulaba un sistema de 7 líneas equivalentes a 7 clases; Lawrence y Murdock proponían en cambio un sistema de 8 líneas y 32 clases; en la misma época (Les strutctures élémentaires de la párente), yo proponía reducir el esquema de Warner a 4 líneas, una de ellas ambigua. En 1951, E. R. Leach, un etnólogo inglés, retomaba mi concepción y trataba de defenderla contra mí mismo, atribuyéndome otra, improvisada por él a los fines de su argumentación. Véase E. R. Leach, «The Structural Implications of Matrilateral Cross-Cousin Marriage», Journal of the Roy al Anthropology Institute, vol. LXXXI, 1951. En el artículo citado en la nota precedente, Berndt se decide por el número de 3 líneas. Engañado por Leach en momentos en que preparaba su artículo, Berndt tuvo luego la gentileza de reconocer, en conversación y por correspondencia, que sobre una base puramente deductiva yo había alcanzado la solución más próxima —entre todas las que habían sido propuestas hasta entonces— a la que Berndt debía verificar por sí mismo en el terreno. Mi interpretación del sistema Murngin ha sido objeto de un análisis admirablemente lúcido y penetrante del profesor J. P. B. de Josselin de Jong. Lévi-Strauss Theory of Kinship and Marriage, 1952. <<

[346] Fallecido en 1957. <<

[347] Véase el capítulo 2 del presente volumen. <<

[348] Véase sobre este punto C. Lévi-Strauss, «The Family», en H. L. Shapiro (ed.), Man, Culture and Society, Oxford, Oxford University Press, 1956, cap. XII. (No ha sido reproducido en este volumen.) <<

[349] En un pequeño libro consagrado a refutar Les structures élémentaires de la parenté, Homans y Schneider tratan de reducir las reglas del matrimonio preferencial al sistema de las actitudes. Se oponen al principio, planteado en Les structures, según el cual no existe conexión necesaria entre matrimonio matrilateral o patrilateral por un lado, y el modo de filiación —patrilineal o matrilineal— por otro. En apoyo de su propia tesis, que afirma que el matrimonio matrilateral sería función de la filiación patrilineal, estos autores invocan correlaciones estadísticas que prueban muy poca cosa. En efecto, las sociedades con filiación patrilíneal son mucho más numerosas que aquellas con filiación matrilineal; además, el matrimonio matrilateral es, a su vez, más frecuente que el matrimonio patrilateral. Si la distribución tuviera lugar al azar, cabría, pues, esperar que el número de sociedades caracterizadas por la asociación: filiación patrilineal y matrimonio matrilateral, fuera más elevada que las otras, y la correlación invocada por mis críticos carecería de significación. Murdock, al retornar el estudio de esta pretendida correlación, sobre la base de una muestra más importante (564 sociedades), concluye: «La distribución mundial de estas correlaciones es tan débil que lleva a poner en duda la interpretación teórica propuesta» (G. P. Murdock, «World Ethnographic Sample», American Anthropologist, n.s., vol. LIX, n.º 4, 1957, pág. 687).

Sigo pensando, de acuerdo con los términos que he empleado desde un comienzo, que no existe conexión necesaria entre el matrimonio con la prima cruzada unilateral y el modo de filiación, es decir, que ninguna de las combinaciones concebibles implica contradicción. Con todo es posible —e inclusive verosímil— que, en el plano empírico, los dos tipos de matrimonio se encuentren asociados, más frecuentemente, con uno u otro modo de filiación. Si tal fuera el caso, esta correlación estadística (que no debe confundirse con una conexión lógica), exigiría una explicación. Yo tendería a buscarla por el lado de la inestabilidad inherente a las sociedades matrilineales (tema ya desarrollado en Les structures), que les haría más difícil la adopción de ciclos largos de reciprocidad, mientras que los ciclos extremadamente cortos del matrimonio patrilateral se adaptarían mejor a los conflictos que siempre tienen por escenario las sociedades matrilineales. La interpretación teórica de Homans y Schneider me parece totalmente inaceptable: explican la preferencia de las sociedades patrilineales por el matrimonio matrilateral mediante consideraciones psicológicas, tales como la de que los lazos sentimentales de un adolescente son transferidos hacia la línea del tío materno. Si tal fuera el caso, el matrimonio matrilateral sería, en efecto, más frecuente, pero no se necesitaría entonces prescribirlo. A propósito de un caso particular, Homans y Schneider retornan, pura y simplemente, a la teoría psicológica propuesta por Westermarck para dar cuenta de la prohibición del incesto. Hubiéramos deseado creer que la etnología estaba definitivamente a salvo de estos viejos errores. (Véase G. C. Homans y D. M. Schneider, Marriage, Authority and Final Causes. A Study of Unilateral Cross-Cousin Marriage, Glencoe, Illinois, The Free Press, 1955.) <<

[350] C. Lévi-Strauss, Tristes trópicos, donde retomo los temas de un estudio anterior: «The Social and Psychological Aspects of Chieftainship in a Primitive Tribe». Transactions of the New York Academy of Science, serie II, vol, VII, n.º 1, 1944. <<

[351] Esta reserva me resulta hoy (1957) superflua. Existen sociedades donde se observan ciclos jerárquicos e intransitivos, por completo comparables al pecking-order. Por ejemplo, en las islas Fidji, cuya población estaba organizada, hasta principios del siglo XX, en señorías unidas entre sí por relaciones de vasallaje tales que, en ciertos casos, una señoría A era vasalla de otra señoría B, B de C, C de D y D de A. Hocart ha descrito y explicado esta estructura a primera vista incomprensible, señalando que existen en Fidji dos formas de vasallaje: por costumbre y por conquista. La señoría A puede ser tradicionalmente vasalla de B, B de C, y C de D, mientras que la señoría D puede haber caído recientemente, como resultado de una guerra desafortunada, bajo el vasallaje de A. No sólo la estructura así realizada es la misma que corresponde al pecking-order; además —sin que nos hayamos dado cuenta— la teoría etnológica se adelantó por varios años a la interpretación matemática, puesto que esta última se funda en la distinción entre dos variables que operan, una con respecto a otra, con cierto grado de desplazamiento. Esto corresponde exactamente a la descripción (póstuma) de Hocart. (Véase A. M. Hocart, «The Northern States of Fidji», Occasional Publ. n.º 11, Royal Antropológical Institute., Londres, 1952.) <<

[352] Para un notable ejemplo de la transformación local de un tipo en otro, véase K. Gough, «Female Initiation Rites on the Malabar Coast», Journal of the Royal Anthropological Institute, vol. LXXXV, 1955, págs. 47-48. <<

[353] El lector observará que este parágrafo trata de formular, en un lenguaje más familiar a los antropólogos anglosajones, la distinción marxista entre infraestructura y superestructura, lo cual muestra —dicho sea de paso— la falta de fundamento de las críticas que me dirige Gurvitch (Cahiers internationaux de Sociologie, vol. 19, n.s., 2.º año, 1955) cuando me acusa, a propósito de este pasaje, de querer reintroducir en la sociología una concepción autoritaria del orden social. A este respecto, véase mi respuesta a Gurvitch en el capítulo 16 del presente volumen. <<

[354] Inédito (1956). <<

[355] Antes he tratado, sin embargo, de entenderlo, y no me faltó buena voluntad. Véase C. Lévi-Strauss, «French Sociology», en Twentieth Century Sociology, ed. por G. Gurvitch y W. E. Moore, Nueva York, 1945, cap. XVII, Trad. franc.: La sociologie au XXe. siècle, 2 vols. París, 1947. <<

[356] G. Gurvitch, «Le concept de structure sociale», Cahiers internationaux de Sociologie, vol. XIX, n.s., 2.º año, 1955. Según parece, Gurvitch vuelve a publicar este estudio, con alguna modificación, en la segunda edición de La vocation actuelle de la sociologie. El presente capítulo —escrito en 1956— se funda en el texto inicial. <<

[357] Ruth Benedict, Patterns of Culture Cambridge, Mass., 1934, págs, 51-52 y 279.

Hace muy poco, Gurvitch ha hecho otro «descubrimiento», que se dice «impaciente de comunicar a los lectores de los Cahiers, a modo de epilogo a nuestro estudio [el suyo] sobre El concepto de estructura social»: Spencer sería «una fuente olvidada de los conceptos de “estructura social”, “función social” e “institución”» (Cahiers Internationaux de Sociologie, vol. XXIII, cuaderno doble, 1957, págs. 111-121). Pero, con la excepción de Gurvitch, no se ve quién ha «olvidado» a Spencer y la paternidad, que le corresponde, de estas nociones; en todo caso, no lo han olvidado los que actualmente emplean la noción de estructura, a quienes nunca les ha fallado la memoria en este punto. Véase D. Bidney Theoretical Anthropology, Nueva York, 1953, cap. II y IV, y para Inglaterra, E. E. Evans Pritchard, Social Anthropology, Glencoe, 1951, pág. 17, y sobre todo la Introducción de A. R Radcliffe-Brown a su compilación Structure and Function in Primitive Society, Glencoe, 1952, donde concluye, tras haberse referido a Spencer varias veces: «The theory [de R-B.] can be stated by means of the three fundamental and connected concepts of “process”, “structure” and “function”. It is derived from such earlier writers as Montesquieu, Comte, Spencer, Dutaheim and thus belongs to a cultural tradition of two hundred years» (pág. 14), («La teoría puede ser enunciada mediante los tres conceptos, fundamentales e interconectados, de “proceso”, “estructura” y “función”. Ella deriva ya de autores como Montesquieu, Comte, Spencer, Durkheim) y pertenece, por lo tanto, a una tradición cultural que cuenta doscientos años.» (T.)] <<

[358] Loc, cit., pág. XIV. <<

[359] A. L. Kroeber, Anthropology, n. ed., Nueva York, 1948, pág. 293. <<

[360] Sverre Holm, «Studies towards a Theory of Sociological Transformations», Studia Norvegica, n.º 7, Oslo, 1951, pág, 40 y passim. <<

[361] Loc, cit., págs, 11-12. <<

[362] Déterminismes sociaux et liberté humaine, cap. II, págs. 200-222. <<

[363] Página 60 del presente libro. <<

[364] Véase Brice Parain. «Les sorciers», Le Monde Nouveau, mayo de 1956. <<

[365] En el lenguaje de Gurvitch —quien por otra parte cae en contradicción con el pensamiento de Mauss, a quien debernos el término—, «aprehender el fenómeno social total». <<

[366] D’Arcy Wentworth Thompson, On Growth and Form, Cambridge Univ. Press, n. ed., vol. II, pág. 1032. <<

[367] Loc. cit., ídem y nota. <<

[368] G. Gurvitch, «Le concept de structure sociale», loc. cit., págs. 14-15. <<

[369] Id., pág. 19. <<

[370] Pags. 309, 323-329 y 335 del presente libro. <<

[371] Loc. cit., pág. 14. <<

[372] Id., pág. 17, repetido en los mismos términos en la pág. 19. <<

[373] Pág. 304 de este volumen. <<

[374] «Les mathématiques de l’homme», Bulletin International des Sciences Sociales (de la UNESCO), vol. VI, n.º 4, republicano por Esprit, n.º 10, 1956, en las págs, 529-532 del texto de Esprit. <<

[375] Les structures élémentaires, capitulo XIV. <<

[376] R. Jakobson y M. Halle, Fundamentals of Language, S’Gravenhage, 1956. <<

[377] V. H. Yngve, «Syntax and the Problem of Múltiple Meaning», en Machine Translation of Languages, ed. por W. N. Locke y A. D. Booth, Nueva York, John Wiley and Sons, 1955, «Sentence for Sentence Translation», Mechanical Translation, Cambridge, Mass., vol. II, n.º 2, 1955. «The Translation of Languages by Machine», Information Theory, Third London Symposium, s.d. <<

[378] Loc. cit., pág. 17. <<

[379] Loc. cit., pág. 17. <<

[380] Année Sociologique, VI, 1901-1902 y IX, 1904-1905, respectivamente. <<

[381] París, Hermarnn, 1940. <<

[382] Loc, cit., pág. 19. <<

[383] Loc, cit., pág. 21. <<

[384] Véase pág. 334 de este volumen. Pienso sobre todo en Rodinson, en sus dos artículos: «Racisme et civilisation», La Nouvelle Critique, n.º 66, junio 1955, y «Ethnographie et relativisme», ídem, n.º 69, noviembre 1955. Al tiempo que publicaba el segundo de estos artículos, la redacción de La Nouvelle Critique me aseguraba, en varias cartas, «que las páginas de la revista estaban a mi disposición». Yo respondí entonces con la carta siguiente:

25 de noviembre de 1955

Señor Jefe de Redacción:

Por segunda vez en pocos meses, el señor Maxime Rodinson publica en La Nouvelle Critique un artículo que se ocupa en gran parte de mí. Como el autor parece más preocupado por abrir entre nosotros un abismo que por subrayar los puntos que nos acercan, sin duda habré de desilusionarlo si le digo que sus artículos me han parecido vigorosos y bien construidos y que, en conjunto, me siento de acuerdo con él. A lo sumo quisiera manifestar esta queja: puesto que se me otorga tanta atención, hubiera sido más fecundo buscar cómo trato de integrar, en la corriente marxista, las adquisiciones etnológicas de los últimos 50 años. Rodinson parece decidido a rechazarlas en bloque. ¿No sería más conveniente distinguir entre los resultados científicos propiamente dichos, y el uso político e ideológico que con demasiada frecuencia se hace de ellos, en los Estados Unidos y en otros lugares? La actitud de Rodinson corresponde, ciertamente, a la de una ortodoxia que se había afirmado con estruendo a propósito de la lingüística, la física, la biología y la cibernética. Desde hace poco tiempo todo eso ha cambiado, y el señor Rodinson se enterará próximamente que se encuentra retrasado. Quiero observar, por otra parte, que sobre un problema semejante, en ciertos aspectos, al problema del que se ocupa Rodinson —me refiero a las tendencias actuales de la mecánica cuántica—. La Nouvelle Critique da pruebas, en su último número, de una actitud infinitamente más prudente y matizada, actitud que con provecho se podría extender a los problemas teóricos de la etnología.

Rodinson me reprocha un desconocimiento de la noción de estructura; yo creía haberla tomado de Marx y Engels —entre otros— otorgándole un papel esencial: esto último es lo que con mayor frecuencia se me censura. En cuanto a su crítica de la noción de cultura —o más bien de algunas de sus acepciones—, estoy de acuerdo con él. Los méritos de Kroeber, que tuve el agrado de reconocer, se deben más a otras obras (en particular, al admirable libro Handbook of the indians of California) que a esa desafortunada tentativa de estadística cultural que Rodinson critica. Esta crítica es acertada en cuanto al fondo, pero se aparta de la verdadera cuestión. Esa empresa, absurda en apariencia, contenía no obstante cierto interés, en el cuadro geográfico tan particular y en muchos sentidos privilegiado que ofrece California. La diversidad y la densidad etnográficas fueron allí tales que, a pesar de que d inventario de los rasgos culturales se hizo de una manera sistemáticamente mecánica y decididamente ininteligible, uno podía sentirse tentado de verificar si los elementos significativos no se ordenarían espontáneamente. Esta tentativa fue retomada luego —no sin éxito— por L. Guttman en el campo de la psicología.

Rodinson me aconseja, en fin, que abandone la noción de cultura en favor de la noción de sociedad. Sin renunciar a la primera, no he esperado los consejos de Rodinson para tratar de colocar ambas nociones en una perspectiva compatible con los principios del marxismo. Si hubiera leído mi libro en lugar de contentarse con los fragmentos publicados hace algunos meses, Rodinson habría hallado en él —además de una hipótesis marxista sobre el origen de la escritura— dos estudios consagrados a tribus brasileñas (caduveo y bororo) que son una tentativa de interpretación de las superestructuras indígenas, fundada en el materialismo dialéctico. La novedad de este intento en la literatura etnográfica occidental merecía, tal vez, más cuidado y simpatía.

Entre los críticos contemporáneos, Rodinson no es ciertamente el único que encuentra normal refutar a un autor a partir de unos pocos fragmentos. Otras libertades son, en cambio, menos frecuentes; en particular, la que consiste en utilizar citas falsas. Esto es, sin embargo, lo que hace Rodinson en su último artículo (pág. 61), donde coloca en itálica y entre comillas tres lineas que me atribuye y cuya referencia añade en nota (Race et histoire, pág. 40). Verifíquese la referencia: tales líneas no están allí, y no recuerdo haberlas escrito nunca.

Saludo a usted, etcétera.

La Nouvelle Critique rectificó la cita errónea en su número siguiente. En cuanto a la carta, jamás fue publicada. <<

[385] J. Pouillon, loc. cit., pág. 155. <<

[386] Por ejemplo, en el célebre pasaje sobre el arte griego incluido en el prefacio, llamado inédito, de la Crítica de la economía política. También, desde otro punto de vista, en El 18 Brumario de Luis Bonaparte. <<

[387] Véanse los capítulos 1 y 7 de este libro. <<

[388] H. Rodinson, loc. cit., págs. 50-52 y passim. <<

[389] Tristes trópicos, Barcelona, Paidós (próx., apar.). <<

[390] Loc. cit., pág. 424. <<

[391] K. Marx, El Capital. <<

[392] En El Capital se retoman constantemente estos temas, a propósito de la India y de las antiguas sociedades germánicas, que eran las sociedades más «primitivas» que Marx pudo conocer. Engels los generalizó en el Anti-Dühring y en El origen de la familia, de la propiedad y del Estado. <<

[393] Citado según M. Rubel, Karl Marx, essai de biographie intellectuelle. París, 1957, pág. 257. <<

[394] Citado según K. Marx, Pages choisies, etc., editados por Rubel, París, 1948, pág. 67. <<

[395] J. F. Revel, Porquoi des philosophes?, París, 1957. <<

[396] Loc. cit., pág. 138. <<

[397] Carta a Marx, 8 de diciembre de 1882. <<

[398] Loc. cit., pág. 147. <<

[399] Loc. cit., pág. 141 <<

[400] La desviación de Revel —que es la misma de Rodinson— no es nueva en la historia del marxismo. Remonta a Kautsky, y ya en 1883 Engels se vio obligado a denunciarla. Como Revel y Rodinson, Kautsky quería, en efecto, interpretar las sociedades primitivas según el materialismo histórico, utilizando exclusivamente nociones económicas tales como la de barbarie definida por Engels, quien la tomó de Morgan: período de la crianza del ganado, de la agricultura y del aprendizaje de los métodos que permiten un aumento en la producción de los productos naturales (véase Engels, El origen de la familia). A esto Engels responde: «No es la barbarie lo que prueba el carácter primitivo, sino el grado de integridad de los viejos lazos de consanguinidad de la tribu. Son éstos, pues, los que se precisa establecer en cada caso particular, antes de poder extraer conclusiones para tal o cual tribu, a partir de fenómenos aislados» (carta a Kautsky del 10 de febrero de 1883, loc, cit., págs. 301-302). Al escribir Les structures, ¿qué otra cosa he hecho sino establecer, «en cada caso particular», en qué consisten «para tal o cual tribu» los «viejos lazos de consanguinidad»? <<

[401] Publicado con igual título en Les sciences sociales dans l’enseignement superieur, obra editada por la UNESCO, París, 1954. Reproducido en este libro con autorización de la UNESCO y con ligeras modificaciones. <<

[402] American Anthropologist, vol. LIII (4), parte I, 1951, págs. 465-489. <<

[403] E. B. Tylor, Primitive Culture, Londres, 1871, vol. I, pág, 1. <<

[404] Sergi, «Terminología e divisione delle Scienze dell’Uomo; i resultati di un’inchiesta internazionale», Rivista di Antropologia, t. XXXV, 1944-1947. <<

[405] Así plantea el problema el Institut International d’Archè civilisation, dirigido por Varagnac. <<

[406] Tal como la toman en cuenta el Laboratoire d’Ethnographie Française y el Musée National Français des Arts et Traditions Populaires. <<

[407] Recordemos que no se trata del libro que el lector tiene en sus manos, sino de aquel en el cual este trabajo figuraba originariamente. <<

[408] Bohr, N., «Natural Philosophy and Human Culture», Nature, vol. CXLIII, 1939. <<

[409] Cuando acabábamos de escribir estas líneas, hemos encontrado puntos de vista muy semejantes bajo la pluma de un filósofo contemporáneo. Tras criticar una sociología anticuada, Jean-Paul Sartre agrega; «… La sociología de los primitivos no ha merecido nunca estos reproches. Se estudian allí verdaderos conjuntos significantes.» (Les Temps Modernes, año 8, n, 84-85, octubre-noviembre, 1952, pág. 729, nota 1.) <<

[410] Configuración, modelo, patrón, norma. Habitualmente se traduce como pauta, [T.] <<

[411] Véase sobre este tema Tristes tropiques, cap. XXVIII. <<

[412] Págs. 188-189. En general las páginas 181-189 merecerían ser reproducidas por entero en la Carta de la UNESCO. <<

[413] J. Sutter y L. Tabah, «Les notions d’isolat et de population minimum», Population, París, vol. 6, n, 3, 1951. <<

[414] Véase sobre este punto N. Wiener, The Human Use of Human Beings, Boston, 1950. <<

[415] El lector que desee profundizar estas analogías inesperadas entre las ciencias sociales y las ciencias exactas y naturales, puede acudir al hermoso libro de Pierre Auger, L’homme microscopique., París, 1952. <<

[416] En lo que respecta a estos temas, es muy conveniente que el lector consulte el número especial de American Anthropologist consagrado a un simposio: «The Training of the Professional Anthropologist» (vol. LIV, n.º 3, 1952). Se discuten allí desde el punto de vista de la situación norteamericana los problemas que estamos aquí considerando. <<

[417] Se observará, en este sentido, que desde 1937 los edificios que encierran el Musée de l’Homme en París, han sido consagrados en sus dos terceras partes al trabajo de laboratorio y sólo en un tercio a las galerías de exposición. Esta concepción —que en su momento fue revolucionaria— es la que ha hecho posible el estrecho contacto entre las actividades museográficas y las de la enseñanza, manifestado en el hecho de que un mismo techo agrupa el Musée de l’Homme y el Institute d’Ethnologie, circunstancia ya mencionada más arriba. <<

[418] A menudo se critica este tipo de sugerencias, en la medida en que amenazan con convertir al antropólogo en un auxiliar del orden social. Aun cuando este riesgo exista resulta, a mi juicio, preferible a la abstención, porque la participación del antropólogo permite al menos conocer cuáles son los hechos, y la verdad posee una fuerza que le es propia. No quisiera que las páginas que preceden induzcan a error: personalmente no tengo ninguna inclinación hacia la antropología aplicada, y tengo mis dudas sobre su valor científico. Pero quienes la critican en sus fundamentos debieran recordar que el libro primero de El Capital ha sido escrito en parte de acuerdo con los informes de los inspectores de las fábricas inglesas, a los que Marx rinde un brillante homenaje en el prefacio: «Si nuestros gobiernos y parlamentos instituyesen periódicamente, como se hace en Inglaterra, comisiones de investigación para estudiar las condiciones económicas; si estas comisiones se lanzasen a la búsqueda de la verdad pertrechadas con la misma plenitud de poderes de que gozan en Inglaterra, y si el desempeño de esta tarea corriese a cargo de hombres tan expertos, imparciales e intransigentes como los inspectores de fábricas de aquel país, los inspectores médicos que tienen a su cargo la redacción de los informes sobre salud pública, los comisarios ingleses encargados de investigar la explotación de la mujer y del niño, el estado de la vivienda y la alimentación, etcétera, nos aterraríamos ante nuestra propia realidad. Perseo se envolvía en un manto de niebla para perseguir a los monstruos. Nosotros nos tapamos con nuestro embozo de niebla los oídos y los ojos para no ver ni oír las monstruosidades y poder negarlas» (loc. cit., trad. esp. de W. Roces, México, F. C. E., vol. I, pág. XV). <<

[419] La presente bibliografía reproduce la incluida en la edición francesa, con excepción de los trabajos de Claude Lévi-Strauss que ella contenía. Dichos trabajos han sido incorporados a la Bibliografía General de los libros y artículos del autor que no figuraba en la edición francesa y que el lector encontrará a partir de la página 359. [T.] <<